} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 13 Agosto LA BUENA SEMILLA

domingo, 13 de agosto de 2017

13 Agosto LA BUENA SEMILLA


1 Juan 5; 14-15
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. “


    La Palabra de Dios en la Biblia nos hace saber, a los nacidos de nuevo por gracia de Dios por fe en Jesucristo, que tenemos vida eterna en Cristo y nos da confianza, la cual se expresa en hacerle a Dios peticiones en oración con la seguridad de que él nos oirá. Esta confianza es la base de nuestra seguridad de que Dios nos oirá cuando oramos. La oración es condicional, pero si vivimos en obediencia a sus mandamientos, y pedimos en oración con motivos consecuentes con la voluntad de Dios, seguramente Dios nos concederá lo que pedimos. En realidad es acto de gracia divina que Dios haya puesto limitaciones en cuanto a la oración.
  No dice que siempre nos conceda la petición tal como la hicimos, sino que “nos oye” . Nos contesta Dios, según la voluntad suya. Nos da lo que más necesitemos.
Aquí Juan dice que debemos pedir conforme a su voluntad, lo cual explícitamente presenta como la condición fundamental para confiar en la oración. Uno que permanece en Cristo y que sus palabras permanecen en él; que ora en nombre de Jesús, esto es, de acuerdo con su carácter y naturaleza; y que está lleno de fe y justicia, no se inclina a pedir nada que esté en contra de la voluntad divina. Pero más que cómo oramos, Dios quiere y le preocupa que oremos. La oración genuina no es un intento de que Dios satisfaga nuestros deseos a través de medios precisos; sino al contrario, al subordinar nuestra voluntad a la del Señor, abrimos las puertas para recibir la plenitud de sus bendiciones en nuestras vidas.

 ” Si sabemos que Dios nos oye (para concedernos las peticiones que le hayamos hecho), sabemos también que nos las concede, aunque no necesariamente en la forma pedida. Sirve de ejemplo de esto el caso de Pablo (2Corintios_12:7-10). Pablo pidió una cosa y Dios le oyó pero no en la forma pedida. No obstante, después pudo Pablo aprobar la forma en que Dios (siendo Él infinitamente más sabio) sí le contestó su petición.
            Otro ejemplo de esto lo hallamos en Hebreos 5:7. Cristo “fue oído.” Dios le oyó, aunque no en quitarle a Jesús la copa amarga de muerte.   Aunque no siempre recibimos nuestras peticiones en la forma en que las hacemos, nuestra confianza hacia Dios nos asegura que sí nos oye (nos concede, aunque en la forma que Él desee).
Nuestras oraciones deben ser ofrecidas siempre sometidas a la voluntad de Dios. En algunas cosas son contestadas rápidamente, en otras son otorgadas de la mejor manera, aunque no como se pidió. Debemos orar por el prójimo y por nosotros mismos. Hay pecados que batallan contra la vida espiritual en el alma y contra la vida de lo alto. No podemos orar que sean perdonados los pecados de los impenitentes e incrédulos mientras sigan así; ni que les sea otorgada misericordia, la cual supone el perdón de pecado, mientras sigan voluntariamente así. Pero podemos orar por su arrepentimiento, por el enriquecimiento de ellos con la fe en Cristo, y sobre la base de ella, por todas las demás misericordias salvadoras.
Debemos orar por el prójimo y por nosotros rogando al Señor que perdone y recupere al caído y alivie al tentado y afligido. Seamos agradecidos de verdad porque no hay pecado para muerte del cual uno se arrepienta verdaderamente.

El énfasis aquí está en la voluntad de Dios, no en la nuestra. Cuando nos comunicamos con Dios, no pedimos lo que queremos, sino que dialogamos con El sobre lo que quiere para nosotros. Si armonizamos nuestras oraciones de acuerdo con su voluntad, Él nos oirá; y podemos estar seguros de que si El escucha, nos dará una respuesta definida.

 ¡Empieza a orar con confianza!

¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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