Juan 17; 17
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
Cristo no
solamente pide que Dios nos guarde del maligno, sino que nos santifique para la
obra (2Corintios_5:18-20). Básicamente la
palabra santificar no quiere
decir purificar, pues se usa de
Cristo también. Más bien, significa consagrar
o dedicar enteramente al servicio de Dios.
Jesús ya había dicho que "tuyos eran, y me los diste" y que no son del mundo; por eso, se habían
apartado para los usos de Dios, es decir, para el ministerio de la palabra (Mateo_28:19-20; Marcos_16:15; Lucas_24:47-49). Habían
de dedicar su vida a esta Gran Comisión. Desde luego, la santificación requería
que se abstuvieran de todo mal, pero básicamente tenía que ver con su dedicación
a la obra. Como ya habían dejado todo por Cristo, ahora llevarían a cabo su
ministerio (Lucas_14:33; Mateo19:27; Marcos_10:29-30).
Como los apóstoles
fueron santificados en la esfera de la verdad, también todos los discípulos son
santificados en la esfera de la verdad, porque no es posible santificarnos para
Dios fuera de la palabra de Dios
(2Tesalonicenses_2:13). Muchísimos religiosos se
santifican no en la esfera de la verdad, sino en la esfera de la doctrina
humana (los mandamientos, especulaciones, teorías y opiniones de los hombres).
Los que se santifican en la enseñanza humana no son santificados para Dios,
sino para los hombres.
Por medio de la Palabra en la Biblia
nos consagramos al servicio de Dios y evitamos
la contaminación del mundo (Tito2:11-12).
"Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo,
sea guardado irreprensible para
la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1Tesalonicenses_5:23).
"Llegamos a ser todo lo que el Señor quiere que seamos por medio de la
fiel obediencia a su palabra. Esta es la santificación por la cual Jesús
oró"
Un seguidor de Cristo se santifica al creer y obedecer la Palabra de
Dios (Hebreos_4:12). Ya has aceptado el perdón
mediante la muerte sacrificial de Cristo (Hebreos_7:26-27).
Sin embargo, la aplicación diaria de la Palabra de Dios tiene un efecto
purificador sobre nuestros corazones. Las Escrituras señalan el pecado, nos
mueven a confesar, renuevan nuestra relación con Cristo y nos guían de regreso
al buen camino.
1 Tesalonicenses 2:
13
“Por lo cual también nosotros sin
cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que
oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es
en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”
Parece que algunos en
Tesalónica ponían en tela de juicio la predicación de Pablo, pero cuando los
tesalonicenses recibieron el evangelio como la palabra de Dios daban evidencia
de que Pablo predicaba la verdad. No la recibieron como si fuera una hueca
filosofía (Colosenses_2:8). No se fijaron sólo
en el ministerio humano, sino en la verdadera naturaleza del mensaje. Los
enemigos querían destruir la fe de los tesalonicenses, pero éstos estaban
dispuestos a sufrir persecución por Cristo y de esta manera mostraban que su fe
era genuina. Los que reciben la palabra como si fuera la palabra del hombre no
perseveran. Los únicos que pueden llevar la armadura del soldado cristiano (Efesios_6:10-19) son los que reciben la palabra como
es en verdad, la Palabra de Dios.
Muchos maestros
religiosos enseñan los mandamientos de los hombres diciendo, “Así dice la
palabra de Dios”, pero qué triste es cuando el evangelio puro, la sana doctrina
entregada por los inspirados apóstoles, se considera como si fuera un mensaje
humano y no divino.
Parece que algunos no
reciben la palabra como la Palabra de Dios, sino como la palabra de sus padres,
porque su religión parece ser más tradicional que de convicción personal. Otros
la reciben como la palabra de hombres porque piensan que la pueden pasar por
alto, ignorar y desobedecer. Aun otros la reciben como la palabra de hombres
porque la acomodan a sus propias creencias; es decir, sólo buscan textos de
prueba para confirmar el credo de su propia religión (una religión no revelada
por las Escrituras).
Los tesalonicenses la
recibieron según es en verdad, la Palabra de Dios, la obedecieron y como Pablo dice,
mostraban su obediencia en la obra de su fe, en el trabajo de su amor y en la
constancia de su esperanza. También la mostraron al divulgar la palabra
extensamente.
El verbo obrar (ENERGEO) es una de
las palabras favoritas de Pablo. “Así la palabra lleva consigo su propio
testimonio, como la luz, como el calor, como la vida, como toda otra fuerza” .
En Tesalónica Dios obró por medio de su palabra para instruirles y que abandonaran sus
pecados e ídolos, convirtiéndose al Dios Vivo ; para que con conciencia
purificada y despierta se transformaran a la imagen de Cristo (Romanos_12:1-2 Efesios_4:22-24;
2Pedro 1:4); para que fueran motivados a soportar pruebas y para que tuvieran la fuerza espiritual para
llevar a cabo la obra del Señor.
¿Acaso puede hacer tales obras la palabra del hombre?
Dios obra en
nosotros: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad” (Filipenses_2:13); “para
lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa
(obra) poderosamente en mí” (Colosenses_1:28-29);
“Y el Dios de paz... os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su
voluntad, haciendo (obrando) él en vosotros lo que es agradable delante
de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.” (Hebreos_13:20-21).
No sólo Dios, sino
también Satanás obra. Cuando vivimos en el mundo “las pasiones
pecaminosas... obraban en nuestros miembros” (Romanos_7:5); “el espíritu que ahora opera (obra) en los
hijos de desobediencia” (Efesios_2:2).
En cuanto a los dones
del Espíritu Santo, “hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace (obra)
todas las cosas en todos, es el mismo” (1Corintios_12:6);
después de enumerar los dones Pablo dice, “Pero todas estas cosas las hace
(obra) uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él
quiere” (1Corintios_12:11); “si somos
consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el
sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos” (2Corintios_1:6); “porque en Cristo Jesús ni la
circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor”
(Gálatas_5:6); “obra todas las cosas según el
designio de su voluntad” (Efesios_1:11); “Y a
Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo
que pedimos o entendemos, según el poder que actúa (obra) en nosotros” (Efesios 3:20). Santiago nos recuerda que “La oración
eficaz del justo puede mucho” (Santiago _5:16). Mucha
fuerza tiene una petición de un justo obrando eficazmente; es decir, obrando
con energía, con poder activo y eficaz.
La Palabra de Dios tiene gran energía. Tiene
poder activo. Hace grandes cosas en nuestras vidas cuando la obedecemos. Por esta razón asistimos a
los servicios en los cuales se predica la sana doctrina, y escuchamos
atentamente para que la palabra penetre en el corazón y obre
en nuestra vida los efectos que Dios quiere. También estudiamos la Biblia todos los días, porque si no recibimos la
palabra en nuestra mente, no puede obrar. Hoy no hay excusa para decir que no tienes medios de estudiar la Palabra. Hay diccionarios bíblicos que puedes descargar en tu PC ; versiones de la Biblia que te enriquecerán para una mayor comprensión. Pero a veces priorizamos otras cosas, antes que el alimento espiritual de cada día. ¿Cómo vas hacer frente al día a día si no recibes la porción del pan de cada día de la mano de Dios?
La Biblia cerrada sobre la mesa no
obra nada. La Palabra de Dios es la voz de Dios que te enseña que:
Por medio de la palabra el nuevo nacimiento es llevado a cabo (1 Pedro_1:23).
Por
medio de ella el alma se salva (Santiago_1:21).
Por medio de ella somos santificados (Juan_17:17).
La palabra prevalece poderosamente (Hechos_19:20);
(p. ej., en el primer siglo prevalecía contra el judaísmo, la idolatría, la
filosofía humana, la superstición, etc.)
Obra como una semilla (Marcos_4:26-27);
tiene poder en sí para producir.
Es viva y eficaz (Hebreos_4:12).
Es como un fuego contra lo que es falso (Jeremias_23:29);
(p. ej., para exponer la falsa doctrina, para exponer la hipocresía, para
llevar a cabo la disciplina, etc.)
Es como un martillo contra lo que es fuerte (Jeremias_23:29).
Es la luz en medio de las tinieblas (Salmo_119:105).
Es la única arma en la lucha cristiana (Efesios_6:17).
Por lo general, la Palabra
de Dios en el Nuevo Testamento se refiere a la predicación del evangelio,
al Antiguo Testamento o a Jesucristo mismo. Hoy, con frecuencia, la aplicamos
sólo a la Biblia. Recordemos que Jesucristo mismo es la Palabra (Juan_1:1).
2 Pedro 1; 21
“y mediante el cual creéis en Dios,
quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y
esperanza sean en Dios”
El sacrificio de
Cristo por nuestros pecados no fue una reflexión tardía, ni algo que Dios
decidió hacer cuando el mundo estaba fuera de control. Ese plan lo estableció
el omnisciente y eterno Dios antes que fuera creado el mundo. Qué bendición
debió haber sido para los creyentes judíos enterarse de que la venida de Cristo
y su obra de salvación fueron planeadas por Dios mucho antes de que comenzara
el mundo. Eso les dio la seguridad de que la ley no fue descartada porque no
dio resultados, sino porque tanto la ley como la venida de Cristo eran
parte del plan eterno de Dios.
Por medio de la predicación del
evangelio de Cristo, los gentiles en particular llegamos a creer en Dios. No
conocíamos a Dios antes de oír el evangelio de Cristo.
Recibió gloria cuando ascendió
al cielo. Sí, Cristo se sentará en su
trono de gloria en el Juicio Final, porque será una ocasión de gran gloria para
el Salvador y Juez del mundo. Pero Mateo_19:28 habla
del tiempo de la regeneración que es ahora, y ahora Cristo está sentado a la
diestra de Dios en gloria. Lo que Dios
ha hecho en la resurrección de Cristo es el fundamento, o base, o razón, de la
fe y la esperanza del cristiano en las
promesas de Dios.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor
Jesús!
No hay comentarios:
Publicar un comentario