Una pregunta interesante: Si la Biblia enseña que
una vez salvos no podemos caer de la gracia, ¿por qué esforzarnos?
¿Por
qué, pues, dice Cristo (Mateo_11:30) que
"mi yugo es fácil, y ligera mi carga"? Y ¿por qué dice Juan que
"sus mandamientos no son gravosos"? (1 Juan_5:3).
En primer lugar, vemos que Cristo habla de su yugo, como también de su carga. Su "yugo" se refiere
a su autoridad; debemos someternos completamente a ella. Su "carga"
son sus mandamientos, los cuales no son gravosos, pero Él requiere una justicia
mayor que la de los escribas y fariseos (Mateo_5:20; Mateo_23:4).
Él requiere servicio que procede del corazón puro, y no solamente los actos
externos. Pero su servicio es agradable. Él es Maestro exigente, pero también
bondadoso. No es abusivo. No maltrata a sus seguidores. El maestro abusivo es
el pecado.
La
puerta es estrecha y el camino angosto porque tenemos que cambiar. Mateo_16:24; Lucas_9:23, "Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz (cada día), y sígame".
Es muy difícil someter nuestra voluntad a la voluntad de otro, aun a la
voluntad de Dios. Todo el mundo quiere hacer su propia voluntad. Quiere hacer
lo que él mismo quiere hacer. El trabajo principal de criar hijos es el de sujetar
la voluntad de ellos a la voluntad de sus padres (Efesios_6:1-4).
Otro problema grande en el hogar es que la mujer no quiere sujetar su voluntad
a la voluntad del marido (Efesios_5:22-24). El
significado básico de la palabra "manso" es la sujeción a la voluntad
y al control de Dios.
Requiere
el arrepentimiento, que
significa cambiar. El
mandamiento básico predicado por Juan el Bautista (Mateo_3:2)
y por Jesús (Mateo_4:17) era el arrepentimiento. Cuando Jesús comenzó
a predicar el evangelio del reino (Mateo_4:23),
El insistía en que los judíos tenían que cambiar, y les era muy difícil cambiar. Jesús dijo, "si no os
arrepentís, todos pereceréis igualmente". Dijo a Nicodemo (Juan_3:3-5) que tenía que nacer otra vez. Es decir,
tenía que comenzar su vida otra vez como si fuera un infante, apenas comenzando
a vivir.
Cuando
Jesús murió y resucitó, entregó el mandamiento a los apóstoles de que "se
predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados" (Lucas 24:47). El libro de Hechos dice que lo hicieron.
Leamos cómo se predicó el arrepentimiento según Hechos de los Apóstoles : Hechos_2:38;
Hechos_8:22; Hechos_17:30. Tanto judíos como gentiles tenían que
cambiar. Tenían que dejar el judaísmo, el paganismo, la filosofía humana, la
superstición, y toda forma de sabiduría humana. Para el judío el evangelio era
tropezadero, y para el griego era locura porque chocaba con sus ideas humanas.
Podemos leer cómo las cartas del Nuevo Testamento enseñan el arrepentimiento: Romanos_2:4; 2Corintios_7:10; 2Pedro_3:9; Apocalipsis_2:5.
¿Cambiar de qué manera?
De carácter. Esto
lo leemos en Mateo_5:1-10,
las bienaventuranzas. Con estas palabras Jesús comenzó el Sermón del Monte. Con
estas palabras El explicó a los judíos y explica a nosotros cómo tenemos que
cambiar. Hay que haber cambio de corazón (Mateo_5:8; Mateo_5:22;
Mateo_5:28; Mateo_5:44; Mateo_12:34; Mateo_15:19). Tenemos que cambiar,
dejando todas las características carnales de la vida pasada para desarrollar
un carácter espiritual. Con las
bienaventuranzas Jesús introduce el tema que es dominante en todo el
Nuevo Testamento de que los verdaderos discípulos de Jesús son aquellos que van
transformándose a la imagen de Jesús
(Romanos_8:29; Romanos 12:1-2; 2 Corintios 3:18; Gálatas_4:19;
Efesios_4:23-24; Colosenses_3:10; 2 Pedro_1:4).
Este proceso es difícil.
Es necesario meditar a diario en las cualidades o características divinas, y
esforzarnos para que lleguen a ser las características de nuestras vidas. ¿Cómo
es el reino? ¿Cómo son los ciudadanos del reino de Dios? En Mateo 5:1-10 Jesús describe las características de los
que pueden entrar en el reino de los cielos: los pobres en espíritu (los que
reconocen sus faltas), los que lloran (por sus pecados), los mansos (los que
están sujetos al control de Dios), los que tienen hambre y sed de justicia, los
misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores (los que hacen paz
con Dios y con los hombres por medio del evangelio de paz), y los que sufren
por causa de Cristo. ¿Cuántos quieren poseer estas cualidades? Pocos. ¿Por qué? Porque tienen que
humillarse y someterse a la voluntad del Señor para desarrollar este carácter
(el de Cristo), y la mayoría no lo quiere hacer.
De
religión. La ley de Moisés que era "ayo" (tutor, guardián) para
llevar a los judíos a Jesús fue cumplida cuando Jesús murió en la cruz (Colosenses_2:14). Comenzando el día de Pentecostés (Hechos_2:1-47) los judíos deberían dejar la religión
antigua (la de la ley de Moisés) y aceptar el evangelio.
Hubo cambio de culto. Hubo cambio de
ley (Hebreos_7:12). Ya no se enseña el diezmo, y
no se usan instrumentos mecánicos de música en el culto.
Vemos
en Mateo_5:32; Mateo_19:9 que la enseñanza de
Jesús es distinta de la ley de Moisés sobre el matrimonio y el divorcio y segundas nupcias. Actualmente hay muchas parejas que están mal
en su matrimonio según lo que dice Jesús en estos textos: "cualquiera que repudia
a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el
que se casa con la repudiada, adultera". Es muy difícil disolver tal
unión, pero si alguna pareja está cometiendo adulterio por no tener el derecho
de unirse en matrimonio, ¡desde luego tiene que dejar de cometer adulterio!
Algunos lo hacen, pero la mayoría no quiere cambiar.
Además, los judíos habían inventado muchas tradiciones para aumentar su piedad,
pero la religión de ellos era humana y vana y tenían que dejarla. Pero la
mayoría no quería hacerlo. Su religión
era externa, y no del corazón (Mateo_23:23-28).
Jesús les dijo que tenían que cambiar. Tenían que limpiar el corazón y acabar
no solamente con el adulterio, el homicidio y el hurto, sino también con los
malos pensamientos, la avaricia, la maldad, el engaño, la lascivia, la envidia,
la maledicencia, la soberbia y la insensatez (Marcos_7:21-23).
Sin
embargo, la mayoría de los judíos no quería cambiar su religión ni su vida
personal. Era un pueblo muy orgulloso y estaban satisfechos con su religión y
con su forma de vida. Muchos se justificaban a sí mismos (Lucas16:15; Lucas_18:11-12). Por eso, no querían
cambiar; creían que eran muy religiosos, porque en algunas cosas iban aún más
allá de lo que ley de Moisés requería. Habían inventado muchas tradiciones
(reglamentos humanos) para aumentar su religiosidad (Mateo_15:1-9),
pero Jesús les dijo que tal religión era vana.
Otros
cambios . Debe haber cambio de
actitud, de disposición, de costumbres, y de amistades. Muchas veces se
requiere cambio de empleo (o de negocio). Es necesario dejar algunos aspectos
de la cultura porque están en conflicto con la enseñanza de Jesús.
Todo
aquello que no está de acuerdo con la voluntad de Cristo debe ser
"amputado" (Mateo5:29-30; Mateo 18:8-9).
Es necesario dejarlo para que no nos destruya.
El pensamiento principal de este texto es
que es difícil arrepentirse o cambiar. Esta verdad se ve en toda la Biblia,
de pasta a pasta. La obra principal de los profetas no era simplemente la de
predecir el futuro, sino la de predicar el arrepentimiento y rogar al pueblo a
que se volviera a Dios.
Otros
aspectos de lo angosto del camino:
La
puerta es angosta porque la verdad es
angosta. Muchos piensan que cualquier cosa que la gente crea o practique
es verdad para ellos, pero la
verdad no es subjetiva sino objetiva. Judas_1:3 habla
de “la fe” que fue entregada a nosotros. Es la fe que tiene que ser obedecida, Hechos_6:7.
La
puerta es angosta porque requiere el
bautismo. Mateo_28:19; Marcos_16:16.
Muchos rechazan este mandamiento. Hay grupos "evangélicos" que dicen
que no es necesario para la salvación. No es un mandamiento popular. Está en
conflicto con la voluntad humana y, por eso, se considera muy angosta la
predicación que lo requiere.
La puerta es angosta porque hay solamente un cuerpo (una
iglesia). Dice Jesús (Mateo_16:18),
"edificaré mi iglesia"; dice Pablo (Efesios_1:22-23)
que la iglesia es el cuerpo de Cristo: "la iglesia, la cual es su
cuerpo", y dice también que hay un solo cuerpo (Efesios
4:4, "un cuerpo"). Por eso, el camino es angosto, porque no
caben en el camino de Cristo las iglesias humanas.
Se requiere la santidad. 2Corintios_7:1, "perfeccionando la santidad en el
temor de Dios". 1Tsesalonicenses 4:3,
"pues la voluntad de Dios es vuestra santificación". Hebreos 12:14, "Seguid la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor". Es otra razón por la cual se
dice que el camino es angosto, porque no todo el mundo quiere apartarse del
pecado (santificarse).
Se requiere la sujeción al gobierno, Romanos_13:1-8; 1Pedro_2:13-17. Esta es otra
restricción que no es popular.
Cuando se hacía fiesta, los convidados tenían
que llegar a la hora indicada. Los que llegaban tarde, encontraban la puerta
cerrada y no se admitían. Esto se enfatiza en Mateo_25:10.
Los preparados son los que aprovechan la invitación y llegan a tiempo. Los que
preparaban fiesta y enviaban invitaciones no decían “vengan a la hora que les
sean convenientes”. No decían “Aunque lleguen tarde, no hay problema, siempre
serán abiertas las puertas”. Los que
llegaban tarde despreciaban la fiesta y al que les invitaba.
Cuando
Cristo venga (1 Tesalonicenses_5:1-3), la puerta
será cerrada. Cuando uno muera (Hebreos 9:27),
la puerta será cerrada. Para los salvos la puerta cerrada significará seguridad eterna.
Al confesar a los suyos, Jesús, dirá, “Estos son míos”. A los que no le confesaron dirá “No os conozco; ni sé de
dónde sois. Apartaos de mí, no tengo nada para vosotros”.
Podemos leer y comparar en Mateo_7:23;
Mateo_25:11-12; 2 Timoteo 2:19; conocer
significa "aprobar". Los no preparados cierran la puerta en sus
propias caras cuando deciden que no vale la pena servir al Señor o no quieren
llegar a tiempo. Se acercan al Señor tal vez, pero lo hacen “a medias”, con
desidia e indiferencia.
De la misma manera los que llegan tarde al
culto de Dios lo desprecian. Creen que no vale la pena esforzarse para
llegar a tiempo. Para los tales otras cosas son más importantes.
¿Cómo huéspedes, invitados, vecinos? De alguna
forma se habían asociado con él, habían comido con él. Es como hubieran dicho,
“Pero ¿cómo dices que no nos conoces? Éramos conocidos y amigos.
¿Quieren ser admitidos simplemente porque
habían escuchado sus
enseñanzas? Con estas palabras quieren ganar el favor del Señor, pero en
realidad se condenan solos porque están admitiendo que habían escuchado su
invitación (Mateo 11:28-29) pero que no la aceptaron.
¡Maranatha!
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