Apocalipsis 6; 12-14
“Miré
cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso
negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja
caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que
se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.”
El
sexto sello describe una catástrofe
cósmica inconcebible para la mente humana. Aparecen afectadas siete estructuras
de la creación y siete clases de personas (Hebreos_12:27;
Lucas_23:27-30; Isaías_2:2, Isaías_2:17; Hoseas_10:8).
Estos símbolos de gran
conmoción de la tierra y de los cuerpos celestiales se encuentran en el Antiguo
Testamento Isaías_13:10 y en el Nuevo (Mateo_24:29), para describir juicios de Dios contra ciertas
naciones, y no el Juicio Final y Universal. Al mundo perseguidor del tiempo de
Juan (el imperio romano) le esperaba
este gran juicio punitivo, descrito ahora en el sexto sello. Cuando se abrió el
sexto sello hubo un gran terremoto. Los fundamentos de las iglesias y de los
estados serán remecidos en forma terrible. Tales descripciones figuradas tan
osadas de los grandes cambios abundan en las profecías de la Escritura, porque
estos sucesos son emblemas y declaran el fin del mundo y el día del juicio. El
espanto y el terror cogerán a toda clase de hombres. Ni las grandes riquezas,
el valor ni la fuerza pueden sostener a los hombres en aquel momento. Ellos
estarían contentos de no ser vistos más; sí, de no tener existencia. Aunque
Cristo sea un Cordero, puede airarse y la ira del Cordero es excesivamente
espantosa; porque si nuestro enemigo es el mismo Redentor, que apacigua la ira
de Dios, ¿dónde hallaremos un amigo que alegue por nosotros? Como los hombres
tienen sus momentos de oportunidad y sus temporadas de gracia, así Dios tiene
su día de ira justa. La Iglesia estará entonces madura para la glorificación,
el mundo anticristiano para la destrucción, lo que será acompañado por los
poderosos fenómenos en la naturaleza. En cuanto a la caída de las estrellas a
tierra, la Escritura describe los fenómenos naturales tal como aparecen ante el
espectador, no en el lenguaje del acierto científico; y sin embargo, mientras
que se adapta así a hombres comunes, nos da insinuaciones anticipatorias de los
descubrimientos de la ciencia moderna.
Este derrumbamiento total será
el precursor de la tierra nueva, así como las convulsiones preadámicas la
prepararon para sus habitantes actuales.
La calamidad de las cinco primeras visiones de
los sellos había sido causada por hombres, por lo cual quedó también limitada
al hombre y a su mundo; en la sexta se extiende la calamidad a la naturaleza
muerta y adopta al mismo tiempo dimensiones cósmicas. También en el apocalipsis
sinóptico semejantes catástrofes cósmicas preceden inmediatamente al juicio
universal (Mateo_24:29), que sería de esperar
con la apertura del séptimo sello. Como introducción al «gran día de la ira del
Cordero» traza el Apocalipsis un cuadro
espeluznante, compuesto en general con motivos del Antiguo Testamento; en
vísperas de su último día comienza la tierra a temblar, el sol se ensombrece
como cubierto por un obscuro manto de luto, el claro cielo se vuelve negro (Isaías_50:3), sobre este fondo obscuro penden la luna llena
roja como de sangre; el universo entero parece desintegrarse, las estrellas
caen del punto en que están fijas en el cielo, como caen las hojas de la
higuera sacudida por el vendaval de invierno (Isaías_34:4). La sinfonía del cataclismo final, compuesta con
representaciones tomadas de la idea del mundo de entonces termina con el
derrumbamiento del firmamento entero, que se concibe como un hemisferio
extendido por encima de la tierra, el cielo se enrolla como se enrollaba
entonces un libro. También el caos en la tierra es de tales dimensiones que ya
no es posible reconocer su superficie; ni siquiera las montañas, símbolo de
estabilidad, ni las islas se hallan ya en su lugar. La desintegración de todos
los órdenes del espacio vital del hombre enfrenta al género humano.
Apocalipsis 21; 1
La tierra tal como la conocemos no permanecerá
para siempre, pero luego del gran juicio de Dios, El creará una nueva tierra (Romanos_8:18-21; 2Pedro_3:7-13). También Dios le había
prometido a Isaías que crearía una tierra nueva y eterna (Isaías_65:17; Isaías_66:22). Se veía el mar en la
época de Juan como peligroso y cambiante. Era también el lugar de procedencia
de la bestia (Isaías_13:1).
El
nuevo cielo y la nueva tierra no estarán separados entre sí; la tierra de los
santos, sus cuerpos glorificados serán celestiales. El viejo mundo con todos
sus problemas y tribulaciones habrá pasado. No habrá mar, lo que representa
adecuadamente la libertad de las pasiones contradictorias, de las tentaciones,
los problemas, los cambios y las alarmas; de todo lo que pueda interrumpir o
dividir la comunión de los santos. Esta nueva Jerusalén es la Iglesia de Dios
en el estado nuevo perfecto, la Iglesia triunfante. Su bendición viene
totalmente de Dios y depende de Él.
No sabemos qué apariencia tendrá o dónde estará, pero Dios y sus seguidores, aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida, se unirán para vivir allí por siempre. ¿Estará tú allí? Yo sí, por la gracia de Dios por fe en Jesucristo.
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