Eclesiastés 8; 17
“y he visto todas las obras de Dios,
que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho
que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la
conoce, no por eso podrá alcanzarla.”
El Predicador se hace
consciente de su propia ignorancia, pero ya sabe algo, porque sabe que no puede
saber, como cualquier hombre.
El Predicador dice que nadie,
ni aun el sabio, pueden hallar sentido y finalidad a lo que se hace debajo del
sol. Y esto no es porque el que trabaja no sepa para qué trabaja. Él tiene su
finalidad en lo que hace, pero ¿la alcanza? De muchas maneras ya ha dicho el
sabio que no. Especialmente la muerte quita todo sentido a lo que se hace.
Los justos y sabios, y sus hechos están en la mano de Dios (Mateo_9:1). Lo que se es y lo que se hace están bajo
la soberanía de Dios y nada puede hacerse sin Su beneplácito. En más de un
sentido es cierto que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios
que tiene misericordia (Romanos_9:16).
Solo la fe puede
estabilizar el corazón en este escenario confuso, donde el justo sufre a menudo
y prospera el malo. Salomón recomienda el gozo y la santa seguridad mental, que
surgen de la confianza en Dios, porque el hombre no tiene cosa mejor bajo el
sol que usar sobria y agradecidamente las cosas de esta vida conforme a su
rango, aunque el bueno tiene cosas muchos mejores más allá del sol. Él no quisiera que nosotros tratáramos de dar
una explicación de lo que Dios hace. Pero dejando que el Señor aclare todas las
dificultades a su propio tiempo, podemos alegremente disfrutar de consuelo y
tolerar las pruebas de la vida; mientras permanezcan en nosotros la paz de
conciencia y el gozo en el Espíritu Santo, a través de todos los cambios
externos, y cuando la carne y el corazón fallen.
Aun si tuviera acceso a toda la sabiduría del mundo, el hombre más
sabio sabría muy poco. No hay nadie que pueda comprender completamente a Dios y
todo lo que Él ha hecho. En la vida siempre habrá muchas más preguntas que
respuestas. Pero lo desconocido no debería ensombrecer nuestro gozo, nuestra fe
ni nuestro trabajo porque sabemos que Alguien mucho mayor que nosotros lleva
las riendas y podemos confiar en Él. No permitamos que lo que no conocemos del
futuro destruya el gozo que Dios quiere darnos hoy. Las obras de Dios, entre
ellas el sentido de la vida, no pueden ser desentrañadas por el intelecto
humano, aun cuando se trabaje en ello día y noche.
De las obras de Dios, el hombre
puede dar algunas razones generales que nos manifiesta la misma Escritura; pero
las razones concretas de todos y cada uno de los acontecimientos de la vida
escapan a la inteligencia humana.
A causa de
la complejidad de la vida el hombre no puede comprender la obra de Dios.
Por mucho que se esfuerce el
hombre, no puede llegar a comprender la obra de Dios. La realidad fundamental
está fuera de la comprensión humana.
El hombre
no puede comprender la realidad más allá de lo que percibe con los sentidos por
medio de sus propios esfuerzos. Él está limitado a saber lo más esencial de su
propia experiencia. Reconocer este límite es un requisito de la humildad
necesaria para temer a Dios que a su vez, da sabiduría.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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