} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 16 Agosto LA BUENA SEMILLA

miércoles, 16 de agosto de 2017

16 Agosto LA BUENA SEMILLA


Hebreos 4; 12

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

 La lección de este pasaje es que la Palabra de Dios ha venido al mundo, y es tal que no se puede ignorar. Los judíos tenían siempre una idea muy especial acerca de las palabras. Una vez que se decía una palabra, tenía una existencia independiente. No era simplemente un sonido con un cierto significado; era un poder que se liberaba y producía resultados. Isaías Le oyó decir a Dios que la Palabra que salía de Su boca no sería nunca ineficaz, sino que realizaría aquello para lo que Él la destinaba.
Una de las cosas maravillosas de la Palabra de Dios es que es un tema vivo para las personas de todos los tiempos. Otras cosas se sumen en el olvido; otras cosas puede que adquieran un interés académico o histórico; pero la Palabra de Dios es algo con lo que todos nos hemos de enfrentar, y su ofrecimiento es algo que hemos de aceptar o rechazar.
La Palabra de Dios es efectiva. Es uno de los Hechos innegables de la Historia que siempre que se ha tomado en serio la Palabra de Dios han empezado a suceder cosas. Así sucedió en Europa en el siglo XVI: no tenemos más que abrir un libro de Historia para darnos cuenta de lo que sucedió cuando se descubrió la Palabra de Dios que había estado oculta. Y en una época mucho más cercana a nosotros, los grandes cambios que se notan tienen sin duda una relación íntima con la publicación de la Biblia en la lengua del pueblo y el florecimiento de los estudios bíblicos. Cuando tomamos en serio la Palabra de Dios nos damos cuenta en seguida de que no es solamente un libro que se puede leer y estudiar, sino una Palabra viva que hay que poner por obra.
     La Palabra de Dios no es simplemente la colección de palabras suyas, un medio de comunicar ideas; es viviente, cambia la vida y es dinámica al obrar en nosotros. Con la agudeza del bisturí de un cirujano, revela lo que somos y lo que no somos. Penetra la médula de nuestra moral y vida espiritual. Discierne lo que está dentro de nosotros, tanto lo bueno como lo malo. No solo debemos oír la Palabra sino que también debemos permitir que moldee nuestra vida.
     Sólo la fe sabe qué fuerza, qué vida reside en la palabra de Dios, y sabe que esta palabra es el poder decisivo de este mundo. Aunque mil veces sea desoída, ignorada, no se le haga el menor caso y se cometan acciones que la dejen en mal lugar, alguna vez llega para cada cual la hora de la verdad, cuando la palabra humillada y despreciada viene a pedirle cuentas.


2 Samuel 7; 28
Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo”
   Al escuchar David las palabras de Natán, se dirigió al lugar donde estaba el arca y, sentado, recitó una ferviente oración de acción de gracias y de alabanza. Los antiguos oraban de pie, de rodillas y también sentados. Escoge David esta última postura acaso por su avanzada edad. Muéstrase confuso por haberle Dios elevado a tan grande dignidad, siendo él, a su presencia, como un perro.
 La promesa de Cristo incluye todo; si el Señor Dios es nuestro, ¿qué más podemos pedir o pensar? Efesios 3; 20. Él nos conoce mejor de lo que nos conocemos, por tanto, contentémonos con lo que ha hecho por nosotros. ¿Qué podemos decir por nosotros mismos en nuestras oraciones que sea más de lo que Dios ha dicho por nosotros en sus promesas? David atribuye todo a la libre gracia de Dios: las grandes cosas que Él había hecho por él y las grandes que le había dado a conocer. Todo era por amor a su palabra, esto es, por amor a Cristo la Palabra eterna. Muchos tienen que escudriñar su corazón cuando van a orar, pero el corazón de David estaba preparado, estable; terminadas sus peregrinaciones, se entregó totalmente al deber, y se empleó en ello. La oración que sólo es de la lengua no agrada a Dios; lo que será elevado y derramado ante Dios debe hallarse en el corazón. Él edifica su fe y espera el bien basado en la seguridad de la promesa de Dios. David ora por el cumplimiento de la promesa. Decir y hacer no son dos cosas con Dios, como suele pasar entre los hombres; Dios hará como ha dicho.
Las promesas de Dios no nos son hechas por nombre, como a David, pero pertenecen a todos los que creemos en Jesucristo y las invocamos en su nombre.


¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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