} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 11 Agosto LA BUENA SEMILLA

viernes, 11 de agosto de 2017

11 Agosto LA BUENA SEMILLA

 Juan 5; 21  “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida “

 Nadie está plenamente vivo hasta que Jesucristo entra en su vida y él entra en Jesucristo. Aquella persona en cuya vida ha entrado Jesucristo encuentra que la vida es totalmente nueva. Ha cambiado la persona, sus relaciones personales, su idea del trabajo y del deber y del placer, y su relación con Dios. Y quiere decir en la eternidad. Después que haya acabado esta vida, se abre una vida incalculablemente más plena y maravillosa para la persona que ha aceptado a Jesucristo, mientras que para la que Le ha rechazado sólo le espera la separación de Dios que es la muerte eterna. Jesucristo es el dador de la vida tanto en este mundo como en el por venir.
 Como resultado de su unidad con Dios, Jesús vivía como Dios deseaba que viviese. Debido a nuestra identificación con Jesús, debemos honrarlo y vivir como El desea que vivamos. Las preguntas "¿Qué haría Jesús?" y "¿Qué desearía Jesús que hiciese?" tal vez nos ayuden a tomar decisiones correctas.

     Jesús, el Hijo de Dios, es el representante y portador de la soberanía divina en el mundo, establecido y acreditado por Dios mismo; a Él le ha sido confiada la plena autoridad salvadora sobre la vida y la muerte del hombre. Que Dios Yahweh, el Padre de Jesús, es el Dios de la vida y el Dios. Sólo en Yahweh está la «fuente de la vida» (Salmo 36:8).
 Y asimismo está reservado a Dios el resucitar y vivificar a los muertos.

Tú eres poderoso, humillas a los altivos,

tú nutres a los vivos, das vida a los muertos.

Fuerte, juzgas a los violentos;

tú vives para siempre, resucitas a los muertos;

haces soplar los vientos, haces descender el rocío.

Oh si en un momento germinara para nosotros tu ayuda.

Bendito seas, Dios mío, que das vida a los muertos


          La fe en una resurrección de los muertos al final de los tiempos empezó a desarrollarse en una época relativamente tardía dentro de la tradición judía del Antiguo Testamento.   Daniel_12:2s» («Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán: éstos, para la vida eterna, aquéllos, para el oprobio, para el horror eterno. Los sabios brillarán como el resplandor del firmamento; y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, para siempre»).  

  Yahveh no permite que su pueblo ni tampoco los piadosos desaparezcan; es el Dios de la vida que también resucita a los muertos. A ello se añade cada vez más el convencimiento de que la comunión del hombre con el Dios viviente y vivificador, tal como el hombre piadoso la ha experimentado y practicado en su vida, no puede sufrir menoscabo con la muerte. Y así se dice en Salmo 73:23-26:

Con todo, yo siempre estuve contigo;
Me tomaste de la mano derecha.
Me has guiado según tu consejo,
Y después me recibirás en gloria.
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón
y mi porción es Dios para siempre.
  

       Para Pablo existe una conexión interna y objetiva entre la resurrección de Cristo y la futura resurrección de los muertos, por lo que puede llegar a la conclusión siguiente:

«Porque, si no hay resurrección de muertos, ni siquiera Cristo ha sido resucitado. Y si Cristo no ha sido resucitado, vacía (sin ningún contenido) por tanto, es (también) nuestra proclamación; vacía (sin ningún contenido) también vuestra fe; y resulta que hasta somos falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio en contra de Dios, afirmando que él resucitó a Cristo, al que no resucitó, si es verdad que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, ni Cristo ha sido resucitado. Y si Cristo no ha sido resucitado, vana es vuestra fe; aún estáis en vuestros pecados. En este caso, también los que durmieron en Cristo están perdidos. Si nuestra esperanza en Cristo sólo es para esta vida, somos los más desgraciados de todos los hombres» (1Corintios_15:13-19).

           De este modo la fe en la resurrección ya efectiva de Jesús constituye para los cristianos, según Pablo, el fundamento de la esperanza en su propio futuro. En virtud del bautismo tienen ya una cierta participación en la vida resucitada de Cristo (Romanos 6:4-5), por cuanto participan en una nueva vida. La participación plena en la vida resucitada de Cristo está ciertamente reservada a la futura segunda venida del Señor. Sólo con el retorno de Cristo, «el Señor Jesucristo transfigurará el cuerpo de esta humilde condición nuestra, conformándolo al cuerpo de su condición gloriosa» (Filipenses  3:21).  «Si, pues, habéis sido resucitados juntamente con Cristo, buscad lo de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aspirad a lo de arriba, no a lo de la tierra; pues habéis muerto, y vuestra vida está oculta, juntamente con Cristo, en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces también vosotros seréis manifestados juntamente con él, en gloria» (Colosenses_3:1-4).


   Juan destaca con mayor claridad  que el propio Jesucristo comunica a los creyentes la vida resucitada.  En virtud del poder de resucitar a los muertos y de comunicar la vida, que el Padre le ha otorgado, Jesús dispone de unos derechos soberanos que, en la visión del Antiguo Testamento y del judaísmo primitivo, están reservados a Dios». Esta es su prerrogativa absoluta como Dios no sólo haciendo el mismo acto divino, sino haciéndolo de su propia voluntad, aun así como lo hace el Padre. Esta afirmación es de inmensa importancia en relación con los milagros de Cristo, pues los distingue de los milagros similares de profetas y apóstoles, quienes como instrumentos humanos eran empleados para efectuar obras supernaturales, mientras que Cristo lo hizo todo como el servidor comisionado, es verdad, mas en el ejercicio de su propio derecho absoluto de acción, da vida; es decir, los levanta y les infunde la vida.
 Resucita y da vida son dos aspectos de la misma operación, la primera se refiere al cuerpo y la segunda al espíritu. Así también el Hijo da vida a los que quiere. La segunda parte de la afirmación es lo que enfurecía a los judíos, porque entendían que sólo Dios puede realizar esta clase de obra. Da vida se refiere a la vivificación espiritual.   El Hijo ciertamente quiere dar vida espiritual a todos los que creen en Él; por otro lado, su voluntad es negársela a los que rechazan su oferta y se niegan a creer en el como el Hijo de Dios y Salvador del mundo.
                                                           

¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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