} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA DEPRAVACIÓN DEL SER HUMANO

sábado, 12 de agosto de 2017

LA DEPRAVACIÓN DEL SER HUMANO

                                                               
Romanos 1:26-32
   “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,  y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.
   Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;  estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,   necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;  quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”


La Palabra de Dios en la Biblia nos enseña en estos versículos como Pablo pone ahora la ira de Dios en la que se incurre cuando se es deliberadamente ciego a Dios y se adoran los propios pensamientos e ídolos en vez de a Él.
Esto es difícil y nos exige pensar muy en serio, porque aquí nos encontramos con la concepción de la ira de Dios, una frase alarmante y aterradora. ¿Qué quiere decir? ¿Qué tenía Pablo en la mente cuando la usaba?
La verdad de nuestro Señor se muestra en la depravación horrenda del pagano: “que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz”. La verdad no era del gusto de ellos. Todos sabemos cuán pronto se confabula el hombre contra la prueba más evidente para razonar evitándose creer lo que le disgusta. El hombre no puede ser llevado a una esclavitud más grande que la de ser entregado a sus propias lujurias. Como a los gentiles no les gustó tener a Dios en su conocimiento, cometieron delitos totalmente contrarios a la razón y a su propio bienestar. La naturaleza del hombre, sea pagano o cristiano, aún es la misma; y las acusaciones del apóstol se aplican más o menos al estado y al carácter de los hombres de todas las épocas, hasta que sean llevados a someterse por completo a la fe de Cristo, y sean renovados por el poder divino. Nunca hubo todavía un hombre que no tuviera razón para lamentarse de sus fuertes corrupciones y de su secreto disgusto por la voluntad de Dios. Por tanto, este capítulo es un llamado a examinarse a uno mismo, cuya finalidad debe ser la profunda convicción de pecado y de la necesidad de ser liberado del estado de condenación.

En las partes más antiguas del Antiguo Testamento la ira de Dios se relaciona especialmente con la idea del pueblo del pacto. El pueblo de Israel estaba en una relación especial con Dios, Que le había escogido y ofrecido una relación especial que se obtendría y mantendría siempre que guardara la Ley (Éxodo 24:3-8). Eso quería decir dos cosas:
(a) Quería decir que, dentro de la nación, cualquier desobediencia a la Ley provocaba la ira de Dios, porque quebrantaba la relación con El. Números 16 nos habla de la rebelión de Coré, Datán y Abiram, y que al final Moisés le dijo a Aarón que hiciera expiación por el pecado del pueblo, «porque el furor ha salido de la presencia del Señor» (Numeros_16:46). Cuando los israelitas se desviaron para dar culto a Baal, "el furor del Señor se encendió contra Israel» (Números 25:3).
(b) Además, como la nación de Israel estaba en una relación exclusiva con Dios, cualquier otra nación que la tratara con crueldad o injusticia incurría en la ira de Dios. Babilonia había maltratado a Israel, y «por la ira del Señor no será habitada» (Jeremías_50:13).
En los profetas aparece la idea de la ira de Dios, pero con un nuevo hincapié. El pensamiento religioso judío a partir de los profetas estaba dominado por la idea de las dos edades, la presente y la por venir: la presente es esencialmente mala, y la edad dorada por venir será esencialmente buena. Entre ambas estará el Día del Señor, que será un día terrible de juicio y retribución en el que el mundo será sacudido, los pecadores destruidos y el universo rehecho antes de que venga el Reino de Dios. Será entonces cuando entre en acción la ira del Señor de una manera aterradora. "He aquí el Día del Señor viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la Tierra en soledad» (Isaías_13:9). «Por la ira del Señor de los Ejércitos se oscureció la Tierra, y será el pueblo como pasto del fuego» (Isaías_9:19). "Ni su plata ni su oro podrán librarlos en el día del furor del Señor» (Ezequiel_7:19). Dios derramará sobre las naciones su enojo, todo el ardor de su ira; por el fuego de su celo será consumida toda la Tierra (Sofonias_3:8).
Pero los profetas no consideraban que la ira de Dios se posponía hasta ese terrible Día del Juicio. La veían constantemente en acción. Cuando Israel se alejaba de Dios, cuando era rebelde e infiel, la ira de Dios operaba en su contra y le envolvía en ruina, desastre, cautividad y derrota.
Para los profetas, la ira de Dios estaba obrando continuamente, aunque alcanzaría su clímax de terror y destrucción en el Día del Señor.
Un investigador moderno lo expresa de la siguiente manera: Porque Dios es Dios, y es esencialmente santo, no puede tolerar el pecado, y la ira de Dios es su «reacción aniquiladora» contra el pecado.
Esto nos es difícil de entender y de aceptar. Es de hecho la clase de religión que identificamos con el Antiguo Testamento más que con el Nuevo. Hasta Lutero lo encontraba difícil, y hablaba del amor como la obra característica de Dios, y de la ira como la extraña acción de Dios. Para la mentalidad cristiana es una cosa sorprendente.
  Pablo habla a menudo de la idea de la ira; pero no dice nunca que Dios esté airado. Habla del amor de Dios, y dice que Dios ama; habla de la gracia de Dios, y de Dios actuando por gracia; habla de la fidelidad de Dios, y de que Dios es fiel con su pueblo... Pero, aunque nos parezca extraño, habla de la ira de Dios, pero no dice nunca que Dios esté airado o se aíre, expresión que sí encontramos en el Antiguo Testamento; así es que hay una diferencia entre el amor y la ira de Dios.
Además, Pablo habla de la ira de Dios solamente tres veces: aquí, en Efesios 5:6  y en Colosenses_3:6, donde habla de la ira de Dios que viene sobre los hijos de desobediencia. Habla a menudo de la ira, sin decir que es la ira de Dios, como si debiera escribirse con mayúscula -La Ira-, y fuera una clase de fuerza impersonal que actúa en el mundo. La traducción literal de Romanos_3:5  es: «.. . Dios, que trae sobre los hombres la Ira». En Romanos 5:9  habla de ser salvos de la Ira. En Romanos_12:19  avisa a los humanos que no se venguen, sino que dejen a los malhechores para la Ira. En Romanos 13:5  habla de la Ira como una razón de peso para hacer a los hombres obedientes a las leyes. En Romanos_4:15  dice que la Ley produce Ira. Y en 1Tesalonicenses 1:10  dice que Jesús nos ha librado de la Ira venidera. Ahora bien, aquí hay algo muy importante: Pablo habla, sí, de la Ira, pero nos dice que Jesús nos salva de esa misma Ira.
Volvamos a los profetas. Muy a menudo su mensaje equivale a: «Si no obedecéis a Dios, su ira os acarreará ruina y desastre.» Ezequiel lo dice de una manera lapidaria: "El alma que pecare, ésa morirá». Hay un orden moral en este mundo, y el que lo quebranta tiene que sufrir más tarde o más temprano. " Hay una lección, una sola, que podemos decir que la Historia repite con claridad; y es que el mundo está basado en un fundamento moral, y que, a la larga, les va bien a los buenos y, a la larga, les irá mal a los malvados.» La esencia del mensaje de los profetas Hebreos es que hay un orden moral en el mundo. La conclusión es clara: Ese orden social es la operación de la ira de Dios. Dios ha hecho este mundo de tal manera que, si quebrantamos sus leyes, sufrimos las consecuencias. Ahora bien: si estuviéramos solamente a merced de ese inexorable orden moral, no podríamos esperar más que muerte y destrucción. El mundo está hecho de tal manera que el alma que peque tendrá que morir -si no hay más que ese orden moral. Pero en este dilema de la humanidad llega el amor de Dios, y en un acto de gracia indescriptible rescata al hombre de las consecuencias del pecado y le salva de la ira en que ha incurrido.
Pablo continúa insistiendo en que el hombre no puede alegar ignorancia de Dios. Puede ver cómo es por Su obra. Se puede conocer bastante a una persona por lo que ha hecho, e igualmente a Dios por Su creación. El Antiguo Testamento ya lo afirma. En Job 38-41 se nos presenta esta misma idea. Pablo lo sabía; cuando habla de Dios a los paganos de Listra, empieza por Su obra en la naturaleza Hechos_14:17.
Tertuliano, el gran teólogo de la Iglesia Primitiva, tiene mucho que decir acerca de la convicción de que a Dios se Le puede conocer en la creación: "No fue la pluma de Moisés la que inició el conocimiento del Creador... La inmensa mayoría de la humanidad, aunque no han oído nada de Moisés, y no digamos de sus libros, conocen al Dios de Moisés.» «La naturaleza es el maestro, y el alma, el discípulo.» «Una florecilla junto a la valla, y no digo del jardín; una concha del mar, y no digo una perla; una pluma de alguna avecilla, no tiene que ser la de un pavo real, ¿os dirán acaso que el Creador es mezquino?» "Si te ofrezco una rosa, no te burlarás de su Creador.»
En la creación podemos conocer al Creador. El argumento de Pablo es totalmente válido: si observamos el mundo vemos que el sufrimiento sigue al pecado. Si quebrantas las leyes de la agricultura, la cosecha no grana; si las de la arquitectura, el edificio se derrumba; si las de la salud, se presenta la enfermedad. Pablo estaba diciendo: "¡Observad el mundo, y veréis cómo está construido! Fijándonos en cómo es el mundo, podemos aprender mucho de cómo es Dios.» El pecador no tiene disculpa.
Pablo avanza aún otro paso. ¿Qué hace el pecador? En lugar de mirar hacia Dios, se mira a sí mismo. Se enreda en vanas especulaciones y se cree sabio, cuando en realidad no es más que un necio. ¿Por qué? Porque hace de sus ideas, sus opiniones y sus especulaciones, en lugar de la voluntad de Dios, el principio y la ley de la vida. La necedad del pecador consiste en hacer "al hombre dueño y señor de las cosas.» Basa sus principios en sus propias opiniones en lugar de en las leyes de Dios. Vive en un universo del que él es el centro, en lugar del universo del que el centro es Dios. En lugar de caminar con la mirada fija en Dios, no se mira nada más que a sí mismo y, por no mirar por dónde ni adónde va, cae.
El resultado es la idolatría. Se cambia la gloria de Dios por imágenes de formas humanas y animales. La raíz del pecado de la idolatría es el egoísmo. El hombre hace un ídolo, le trae ofrendas y le dirige oraciones. ¿Por qué? Para que prosperen sus planes y sus sueños. Su religión no tiene en cuenta a Dios, sino a sí mismo.
En este pasaje nos encontramos cara a cara con el hecho de que la esencia del pecado es ponernos a nosotros mismos en el lugar de Dios.
La palabra que traducimos como ansia (epithymía), concupiscencia, es la clave de este pasaje. Los estoicos, como lanzarse tras un placer que desafía toda razón. Clemente de Alejandría lo llamaba un irracional lanzarse hacia lo que produce placer. Epithymía es el deseo apasionado de un placer prohibido. Es el deseo que hace cometer acciones innominables y vergonzosas. Es la manera de vivir de una persona que está tan inmersa en el mundo que ya no tiene a Dios en cuenta para nada.
Es algo terrible decir que Dios ha dejado a alguien, se ha desentendido de él; y sin embargo hay dos razones para decirlo:
1) Dios ha dado a los hombres el libre albedrío, y se lo respeta. En último análisis, ni siquiera Él puede interferir en el libre albedrío. En Efesios_4:19  Pablo habla de los que se han abandonado a la lascivia, le han rendido toda su voluntad. Oseas 4:17  tiene una frase terrible: " Efraín se ha entregado a los ídolos. ¡Déjalo!» Al hombre se le presenta una elección libre, y así tiene que ser. Sin posibilidad de elección no puede haber bondad, ni puede haber amor. Una bondad impuesta no es verdadera, como un amor impuesto no es amor. Si los hombres escogen deliberadamente volver la espalda a Dios después que Él ha enviado al mundo a su Hijo Jesucristo, ni siquiera Él puede hacer nada para evitarlo.
Cuando Pablo dice que Dios entregó a los hombres a la inmundicia, esa palabra no contiene airada indignación. Más aún, su tono principal no es de condenación o juicio, sino de anhelo, de dolorido pesar, como el de un amante que ha hecho todo lo que ha podido y ya no puede hacer más. Describe exactamente el sentimiento del padre que ve a su hijo volverle la espalda y marcharse a poner distancia por medio.
2) Y sin embargo en esta palabra entregar hay más que eso, hay juicio. Es uno de los Hechos inexorables de la vida que, cuanto más se comete una mala acción, más fácil resulta cometerla. Tal vez se empieza con un cierto temblor por lo que se está haciendo, pero se acaba por hacerlo sin darse uno cuenta. No es que Dios le esté castigando, sino que empieza a atraer el castigo sobre sí mismo, convirtiéndose más y más en esclavo del pecado. Los judíos conocían este hecho, y lo expresaban con ciertos dichos: «Todo cumplimiento del deber se recompensa con otro; y toda transgresión se castiga con otra.» "El que se esfuerza por mantenerse puro, recibe poder para serlo; y el que se atreve a abrir la puerta a la impureza, acaba por encontrarla siempre abierta.» "El que levanta una pared a su alrededor se queda emparedado, y el que se entrega queda entregado.»
Lo más terrible del pecado es su poder para engendrar pecado. La terrible responsabilidad del libre albedrío es que puede usarse de tal manera que al final se pierde, y se llega a ser esclavo del pecado, abandonado al mal. En el pecado hay siempre una mentira, porque el pecador cree que aquello le va a hacer feliz, y al final arruina la vida, tanto la propia como la ajena, en este mundo y en el venidero.

En los versículos 28 a 32 encontramos un pasaje que nos presenta con claridad lo que le sucede a la persona que no tiene en cuenta a Dios. No es tanto que Dios le envía el juicio como que esa persona se lo atrae sobre sí al dejar a Dios fuera de su esquema de las cosas. Cuando uno destierra a Dios de su vida se convierte en cierta clase de persona, y en este pasaje tenemos una de las descripciones más terribles de ninguna literatura de la clase de persona que llega a ser. Veamos el catálogo de cosas horribles que entran en la vida sin Dios.
Tales personas hacen cosas que son impropias de un ser humano. Los estoicos tenían una expresión: llamaban kathékonta a lo que es propio de una persona. Ciertas cosas son esencial e inherentemente parte de la humanidad, y otras no. Como dice Shakespeare en Macbeth:
Osaré hacer todo lo que compete a un hombre; El que pretende hacer más, no lo es.

El que destierra a Dios no pierde sólo la piedad; pierde también la humanidad.
A continuación viene una larga lista de cosas terribles. Vamos a considerarlas una por una.

(a) Maldad (adikía). Adikía es precisamente lo contrario de dikaiosyné, que quiere decir justicia, integridad; y los griegos definían la justicia como darle a Dios y al hombre lo que les es debido. El malvado es el que despoja de sus derechos al hombre y a Dios. Se ha erigido un altar a sí mismo en el centro de todo, de manera que se rinde culto a sí mismo excluyendo a Dios y al hombre.

(b) Villanía (ponéría). La palabra griega quiere decir más que maldad. Hay una clase de maldad que, por lo general, no hace daño nada más que al que la tiene. No es una maldad transitiva. Cuando perjudica a otras personas, como es natural que suceda con la maldad, no lo hace intencionadamente. Puede ser insensatamente cruel, pero no tiene una crueldad encallecida. Pero los griegos definían ponéría como el deseo de hacer daño. Es la voluntad activa e intencionada de corromper y de infligir una injuria. Cuando los griegos definían a una mujer como ponérá querían decir que seducía deliberadamente a los inocentes. Uno de los títulos más corrientes de Satanás en griego es ho ponérós, el malvado, el que ataca a propósito la bondad para destruirla. Ponérós describe al hombre que no sólo es malo, sino que quiere hacer a los demás tan malos como él. Ponéría es una maldad destructiva.

(c) El ansia de poseer (pleonexía). La palabra griega es compuesta de otras dos que quieren decir tener más. Los mismos griegos definían pleonexía como un maldito amor a tener. Es un vicio agresivo. Se ha descrito como el espíritu que persigue el interés propio sin tener en absoluto en cuenta los derechos de los demás, y hasta sin la menor consideración para con la común humanidad. Su característica es la rapacidad. Se describe como el espíritu que se apropia y retiene cosas a las que no tiene ningún derecho. Puede operar en cualquier esfera de la vida: en cuanto a cosas materiales quiere decir apropiarse de dinero y bienes sin respeto ni honradez; en la esfera ética se refiere a la ambición que lo pisotea todo para ganar algo que no le corresponde; en la esfera moral indica la concupiscencia incontrolada que encuentra placer donde no tiene ningún derecho. La pleonexía es el deseo que no respeta ninguna ley.

(d) La depravación (kakía). Kakía es la palabra griega más general para maldad. Describe la situación del que está desprovisto de toda cualidad positiva. Por ejemplo, un kakós krités es un juez que no tiene ningún respeto a las leyes, ni tampoco el menor sentido moral ni la rectitud de carácter que no pueden faltar en un buen juez.  Es la condición como «la tendencia del alma a lo peor.» La palabra que usa para tendencia es ropé, que quiere decir la inclinación de la balanza. Un hombre que es kakós es el que siempre tiende hacia lo peor. Kakía se ha descrito acertadamente como la depravación total que incluye todos los vicios e introduce todos los pecados. Es la degeneración de la que crecen y en la que florecen todos los pecados.

(e) Envidia (fthonos). Hay envidia buena y mala. Existe una envidia que le revela a una persona sus debilidades e incapacidades, y la predispone a seguir buenos ejemplos; y existe otra que sencillamente se entristece por el bien ajeno y, si lo desea para sí, tendría que ser sin que le costara el menor esfuerzo.Es la más destructiva y retorcida de las emociones humanas.
(f) Asesinato (fonos). Debemos tener presente siempre que Jesús amplió inconmensurablemente el sentido de esta palabra cuando enseñó que no son solamente los actos de violencia los que debemos evitar, sino también el espíritu de odio y de ira (Mateo 5:21  ss). Debemos desterrar de nuestro corazón toda malquerencia o desprecio hacia otras personas. Tal vez no hayamos golpeado nunca a nadie; pero, ¿podemos decir que no le hemos deseado nunca el mal? Como decía Tomás de Aquino hace mucho tiempo: «El hombre mira los Hechos; pero Dios ve las intenciones.»

(g) Contienda (eris). Indica la rivalidad que nace de la envidia, de la ambición, del deseo de prestigio, puestos y superioridad. Si nos limpiamos de los celos ya hemos hecho algo para librarnos de muchas peleas y contiendas. Es un don de Dios el ser capaces de experimentar tanto placer ante el éxito de los otros como ante el nuestro.

(h) Falsedad (dolos). Como mejor comprendemos el sentido de esta palabra es a partir del verbo correspondiente, dolún. Dolún quiere decir corrientemente mezclar un metal precioso con otro de menos valor, o aguar el vino. Dolos es falsedad; describe la cualidad de la persona de inteligencia tortuosa y retorcida, que no sabe actuar con rectitud y que se escora hacia métodos astutos y disimulados para salirse con la suya; que siempre actúa con segundas. Describe la cualidad del intrigante nato que se encuentra en todas las comunidades y sociedades.

(i) El espíritu que atribuye siempre lo peor (kakoétheía). Kakoétheía quiere decir literalmente de mala naturaleza. En el sentido más amplio quiere decir malignidad.  Puede que este sea el más corriente de todos los pecados, el que se recomienda en el horrible dicho español: «Piensa mal, y acertarás.» Es terrible pensar en la cantidad de reputaciones que se han asesinado mientras se tomaban unas cañas o unos cafés, cuando se ha atribuido la peor intención a una acción completamente inocente. Cuando nos den ganas de hacerlo, debemos recordar que Dios oye y recuerda cada palabra que decimos.

(j) Chismosos y criticones (psithyristés y katálalos). Estas dos palabras describen a los de lengua de víbora; pero hay diferencia entre ellas. Katálalos, denigrante, describe al que va pregonando sus maledicencias por todas partes, al que hace sus críticas y cuenta sus cuentos abiertamente. Psithyristés describe al que cuenta sus historias al oído, llevándose a su interlocutor a un rincón para susurrarle una confidencia que destruye un carácter. Los dos son malos; pero el confidente es el peor. Uno puede por lo menos defenderse de una acusación pública; pero es impotente frente al cuchicheo confidencial que se deleita en destruir reputaciones.

(k) Aborrecedores de Dios (theostygués). Esta palabra describe al que odia a Dios porque sabe que Le está desafiando. Dios es la barrera que se interpone entre él y sus placeres, la cadena que lé impide hacer lo que le dé la gana. De buena gana eliminaría a Dios si pudiera, porque el mejor de todos los mundos posibles sería para él uno en el que su vicio no tuviera cortapisas.

(l) Personas insolentes (hybristés). Hybris era para los griegos el vicio que más atraía su propia destrucción a manos de los dioses. -Representa dos líneas de pensamiento: (i) Describe el espíritu de la persona que desafía a Dios movida por el orgullo; la soberbia insolente que precede a la caída. La criatura humana se olvida de su criaturidad. Es el espíritu del que está tan confiado en su riqueza, poder y habilidad, que cree que no tiene que depender de nadie. (ii) Describe a la persona que es desenfrenada y sádicamente cruel e injuriosa. Aristóteles lo describe como el espíritu que hiere y ofende a los demás, no por venganza ni para obtener ninguna ventaja, sino simplemente por el placer de hacer daño. Hay personas que disfrutan viendo a uno estremecerse al oír una palabra cruel. Hay personas que sienten un placer diabólico al infligirle a otros un dolor mental o físico. Eso es hybris. Es el sadismo que se deleita haciendo daño a los demás solamente por hacer daño.

(m) Personas arrogantes (hyperéfanos). Esta es una palabra que se usa tres veces en la Escritura cuando se dice que «Dios resiste a los soberbios» (Proverbios 3:34; Santiago_4:6; 1Pedro_5:5). Es "la cumbre de todos los pecados.» Es como «un profundo desprecio por todo lo que no sea uno mismo», y señala las cosas de la vida diaria que son señales de esta arrogancia: cuando se le pide a uno que acepte un cargo y rehúsa porque dice que no tiene tiempo para esas cosas; nunca dirige la mirada a nadie en la calle a menos que le produzca algún placer; invita a comer a una persona y luego no aparece él, y le manda a un esclavo para que le haga compañía. Está rodeado de una atmósfera de desprecio, y se complace en hacer que los demás se sientan insignificantes.

(n) Fanfarrones (alazón). Alazón es una palabra que tiene una historia interesante. Literalmente quiere decir vagabundo. De ahí pasó a designar a charlatanes ambulantes que presumen de haber realizado curas extraordinarias, o quincalleros que aseguran que sus quincallas tienen propiedades maravillosas. Los griegos definían alazonía como el espíritu que pretende tener lo que no tiene. Jenofonte decía que se da este nombre a los que presumen de ser más ricos o más valientes de lo que son, y se comprometen a hacer para obtener alguna ganancia o provecho lo que no son capaces de hacer.   Es la clase de persona que pretende tener negocios, estar en relación con gente importante, haber hecho obras de caridad y haber prestado servicios públicos que no existen más que en su imaginación. Dice que su casa es demasiado pequeña para él/ella, y que tiene que comprarse otra mayor. La persona presumida sólo pretende impresionar a las demás, y quedan muchas de las tales en el mundo.

(ñ) Inventores de males (efeuretés kakón). La frase describe a la persona que, digamos, no tiene bastante con las maneras ordinarias y corrientes de pecar, sino que descubre o inventa vicios nuevos y recónditos, porque ya está hastiada y anda buscando nuevas emociones en nuevos pecados.

(o) Desobedientes a los padres (goneúsin apeithés). Tanto los judíos como los Romanos colocaban la obediencia a los padres muy alta en la escala de las virtudes. Era uno de los Diez Mandamientos el respetar a los padres. En los primeros tiempos de la República Romana, la patria potestas -es decir, la autoridad paterna- era tan absoluta que el padre tenía poder de vida o muerte sobre su familia. La razón para incluir aquí este pecado es que, una vez que se relajan los lazos familiares, se produce una degeneración total en cadena.

(p) Insensatos (asynetos). Esta palabra describe a la persona que carece de sentido común, que no aprende por experiencia, que se niega a usar la cabeza que Dios le ha dado.

(q) Que no tienen palabra (asynthetos). Esto sería especialmente grave para los romanos; porque, en los buenos tiempos de la historia de Roma, la honradez era clave e importantísima. La palabra de un hombre era suficiente garantía. En realidad, en eso se distinguían los romanos de los griegos, que eran unos tramposos redomados. Los griegos decían que si se le confiaba un talento -una suma importante de dinero- a un gobernador o a un funcionario, aunque estuvieran presentes diez secretarios o contables, ya se las arreglaría para hacer un desfalco; mientras que un romano, ya fuera un magistrado en su jurisdicción o un general en una campaña, podía hacerse cargo de miles de talentos con la sola garantía de su palabra, sin que faltara luego ni una blanca. Al usar esta palabra, Pablo estaba recordándoles a los romanos no sólo la ética cristiana, sino los principios de honradez de sus mejores días como nación.

(r) Sin afecto natural (ástorgos). Storgué era la palabra griega para el amor de la familia. Es verdad que el amor de la familia estaba desapareciendo en aquella época. Nunca ha sido la vida de un niño tan precaria como entonces. Los hijos se consideraban una desgracia. Cuando nacía un bebé, se le ponía a los pies de su padre: si le levantaba, eso quería decir que le reconocía; pero si se marchaba dejándole ahí, se le echaba a la basura literalmente. Todas las noches había treinta o cuarenta bebés abandonados en el foro romano. Hasta Séneca, que fue un gran hombre en muchos sentidos, escribía: «Matamos a un perro rabioso; sacrificamos a un toro acorneados; aplicamos el cuchillo a las reses enfermas para que no contaminen el rebaño; a los bebés que nacen deformes o débiles, los ahogamos.» Los lazos de amor humano estaban desapareciendo.

(s) Despiadados (aneleémón). Nunca ha tenido menos valor la vida humana, entonces como ahora. Un amo podía matar o torturar a un esclavo si quería; al fin y al cabo no era más que una cosa, y la ley le concedía al amo un poder ilimitado sobre el esclavo. Una vez, en una casa de lujo, un esclavo que llevaba una bandeja de copas de cristal tropezó, y se le cayó una; inmediatamente el amo hizo que echaran al esclavo en un estanque que estaba lleno de voraces lampreas que se le comieron vivo. Era una época despiadada en sus mismos placeres, la de las luchas de gladiadores que le encantaba presenciar a la gente para ver cómo se mataban. Era una época en la que se desconocía la compasión. ¿No nos está describiendo lo mismo que hoy ocurre?

   Pablo termina su catálogo de vicios diciendo que aquella gente había desterrado de su vida a Dios. Sucede a menudo que una persona sabe que es pecadora, y que está mal lo que hace, y lo reprocha en los demás. Pero en aquel tiempo, la gente había llegado a tal grado de maldad que no le daba ninguna importancia y animaba a otros a que hicieran lo mismo. Aquí nos da Pablo una descripción terrible de lo que pasa cuando desterramos deliberadamente a Dios de nuestra vida. A su debido tiempo, Roma pereció. El desastre sigue irremisiblemente a la degeneración.

La gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias creencias egocéntricas. Hoy más que nunca debemos tener cuidado con los datos a los que permitimos moldear nuestras convicciones. A través de la televisión, la música, redes sociales, internet, las películas y el resto de los medios masivos de comunicación que nos presentan estilos de vida pecaminosos y valores malsanos, constantemente nos bombardean con actitudes y creencias opuestas por completo a la Biblia. Tengamos cuidado con lo que permitimos llegue a formar parte de nuestras opiniones. La Biblia es la única norma de verdad. Filtremos las demás opiniones a la luz de sus enseñanzas, aún las predicaciones de quienes se dicen evangélicos. Porque decir y escribir sobre la Biblia no significa que seas genuino, sino lo que digas o escribas debe ser filtrado siempre, siempre, siempre por la Palabra de Dios, y nuestras actitudes y vida diaria reflejarán lo que somos.

  El plan divino en cuanto a las relaciones sexuales normales es el ideal de Dios para su creación. Es lamentable, pero el pecado distorsiona el uso natural de los dones de Dios. A menudo, el pecado no solo implica negar a Dios, sino también negar la forma en que nos hizo. Cuando una persona dice que cualquier acto sexual es aceptable siempre que no hiera a nadie, se está engañando. A la larga, y por lo general en breve, el pecado hiere a la gente: individuos, familias, sociedad. ¡Qué lamentable que la gente adore las cosas que Dios ha hecho en lugar de rendir culto al Creador, al grado que muchas veces distorsione y destruya las cosas que realmente valen! Sin embargo, es imposible comprender el plan natural de Dios sin llegar a conocer al Creador mismo.

  La homosexualidad (cambio o abandono de las relaciones sexuales naturales) se había propagado en los días de Pablo como en los nuestros. Muchas prácticas paganas lo alentaban. La voluntad de Dios es recibir a todo el que acuda a Él en fe y los cristianos deben amar a los demás sin importar su procedencia. Sin embargo, la homosexualidad está estrictamente prohibida en las Escrituras (Levítco_18:22). En el mundo de hoy, muchos consideran aceptable esta práctica, incluso algunas iglesias que se dicen cristianas. Pero la sociedad no es la que establece el patrón para las leyes de Dios. Muchos homosexuales creen que sus deseos son normales y que tienen el derecho de expresarlos. Pero Dios no nos obliga ni anima a satisfacer todos nuestros deseos (aun los que son normales). Los deseos que violan sus leyes son indebidos y deben controlarse. Si tienes estos deseos, puedes y debes resistirlos. Conscientemente evita lugares o actividades que sabes inflamará tentaciones de esta naturaleza. No menosprecies el poder de Satanás para tentarnos ni el potencial para causarnos un daño serio si cedemos a esas tentaciones. Recordemos Dios puede y perdonará pecados sexuales así como perdona otros pecados. Rindámonos  a la gracia y a la misericordia de Dios pidiéndole que nos muestre el camino para salir del pecado e ir a la luz de su libertad y amor. La sangre de Cristo limpiará nuestros pecados y por el poder del Espíritu Santo, restaurará nuestras vidas. Quedando el pasado enterrado en el fondo del mar, donde está prohibido pescar. La oración, el estudio de la Biblia y el firme compañerismo de los cristianos en una iglesia centrada en la Biblia pueden ayudarnos a cobrar energías para resistir estas tentaciones poderosas. Si eres una persona que anda en este pecado, tendrás que buscar la ayuda, primero del Señor quién te llevará a un pastor que sea confiable, profesional y buen consejero. Todos llegamos a los pies de Cristo con heridas en el alma, con un pasado horrendo, con una vida de desobediencia a Dios. Aquél que se crea sin pecado no es más que un pobre religioso, que juzga  a los demás pero él no admite que se critique su vida.
  Hoy por el mal uso de las palabras y su significado, muchos mal interpretan lo que quiere decir “criticar”.
La palabra crítica del griego  KRITIKE, KRITIKOS significa" juzgar con discernimiento", y KRINEIN "analizar, separar" Entonces para juzgar (criticar) previamente se hace un análisis, examinando minuciosamente, escudriñando, investigando, etc en LA PALABRA DE DIOS.
 Hoy en día es muy común escuchar de boca de los seguidores de falsas doctrinas, argumentar que solo sabemos "criticar" y hablar mal de lo que ellos consideran verdadero. HOY PARECERÍA QUE LOS FALSOS PROFETAS SON LIBRES DE ESPARCIR SUS FALSAS DOCTRINAS Y HEREJIAS CON TOTAL LIBERTAD,MIENTRAS LOS HIJOS DE DIOS DEBEMOS QUEDARNOS CALLADOS PARA NO SER ROTULADOS  DE "JUZGADORES O CRITICOS" Ahora yo les hago una pregunta a esos seguidores. ¿Será que nuestro Señor Jesucristo se quedaba callado delante del error doctrinal? ¿Será que si nuestro Señor Jesucristo anduviese fisicamente entre nosotros estos seguidores lo mandarían también a callarse?
Tú que lees esto, ¿ Para qué piensas que sirve el don de discernimiento de espíritus? ¿Para quedarse mudos y tragarse los cuentos y herejías que se esparcen y alejan al creyente de la Gracia del Evangelio? Algunos hasta llegan a argumentar que debemos "dejar todo para Dios" y callarnos. La iglesia de Éfeso fue elogiada por haber PROBADO a los que se decían ser apóstoles y no lo eran. (Apocalipsis 2:2)Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos. (Tito 1:10-11) Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores...a los cuales es preciso TAPAR LA BOCA; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene.
AQUÍ ALGUNOS EJEMPLOS DE CÓMO LA BIBLIA NOS MANDA A JUZGAR FALSAS DOCTRINAS: (1Corintios 2:15) En cambio el espiritual JUZGA TODAS LAS COSAS. La palabra JUZGA es ANAKRINO y significa  propiamente escrudiñar, investigar, interrogar, determinar: preguntar, acusar, discernir, distinguir, examinar, interrogar, juzgar. (1Juan_4:1) PROBAD los espíritus si son de Dios. La palabra PROBAD es DOKIMAZO y significa: someter a prueba, examinar, con el fin de decidir, distinguir, comprobar. En ( Filipenses 1:10) el apóstol se dirige a los santos, comunicándoles que está en oración a fin de que "aprobéis" «discernáis» lo mejor, esto es, aprobar después de distinguir y discernir.  (1Tesalonicenses 5:21) Examinadlo todo… también EXAMINADLO significa DOKIMAZO. (Juan_7:24) No juzguéis según las apariencias, sino JUZGAD con justo juicio.  JUZGUEIS es KRINO y significa: diferenciar, examinar, discernir, distinguir, escudriñar, comparar, averiguar, investigar, evaluar. Y juzgar con justo juicio no basados en opiniones o puntos de vista humanos, sino bajo la luz de la Palabra de Dios. (Mateo 7:15) Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. ¿Cómo advertiremos al pueblo de Dios de las falsas doctrinas si según algunos " no se puede juzgar"?  
ES NORMAL QUE SE GENERE UN ALBOROTO CUANDO SE EXPONE UNA FALSA DOCTRINA O CUANDO SE CONFRONTA EL PECADO.
Así sucedió con los apóstoles, así sucedió con Pablo...y hoy no es diferente.
Si a ti te molesta que se exponga la mentira de la doctrina que sigues, eso no es problema mío, sino tuyo por seguir la mentira conociendo la verdad, solo porque esa mentira le trae "más resultados materiales y resultan más agradable al oído" (Lucas 9:25) Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? El pasaje de Mateo 7:1 mal usado por aquellos que prefieren la mentira sobre la verdad, JAMAS impedirá que un hijo de Dios contienda por la fe una vez daba por los Santos (Judas 1:3). (Judas 1:22-23) A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne. (Isaías_5:20)  ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías 42:18-20) Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo del Señor, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?

¡Maranatha!

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