Romanos 1:26-32
“Por esto Dios los entregó a pasiones
vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra
naturaleza, y de igual modo también los
hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos
con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en
sí mismos la retribución debida a su extravío.
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una
mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia,
fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios,
contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de
Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los
padres, necios, desleales, sin afecto
natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios,
que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino
que también se complacen con los que las practican.”
La Palabra de Dios
en la Biblia nos enseña en estos versículos como Pablo pone ahora la ira de
Dios en la que se incurre cuando se es deliberadamente ciego a Dios y se adoran
los propios pensamientos e ídolos en vez de a Él.
Esto es difícil y
nos exige pensar muy en serio, porque aquí nos encontramos con la concepción de
la ira de Dios, una frase alarmante y aterradora. ¿Qué quiere decir?
¿Qué tenía Pablo en la mente cuando la usaba?
La verdad de nuestro Señor se muestra en la depravación horrenda del
pagano: “que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que
la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo,
aborrece la luz”. La verdad no era del gusto de ellos. Todos sabemos cuán pronto
se confabula el hombre contra la prueba más evidente para razonar evitándose
creer lo que le disgusta. El hombre no puede ser llevado a una esclavitud más
grande que la de ser entregado a sus propias lujurias. Como a los gentiles no
les gustó tener a Dios en su conocimiento, cometieron delitos totalmente
contrarios a la razón y a su propio bienestar. La naturaleza del hombre, sea
pagano o cristiano, aún es la misma; y las acusaciones del apóstol se aplican
más o menos al estado y al carácter de los hombres de todas las épocas, hasta
que sean llevados a someterse por completo a la fe de Cristo, y sean renovados
por el poder divino. Nunca hubo todavía un hombre que no tuviera razón para
lamentarse de sus fuertes corrupciones y de su secreto disgusto por la voluntad
de Dios. Por tanto, este capítulo es un llamado a examinarse a uno mismo, cuya
finalidad debe ser la profunda convicción de pecado y de la necesidad de ser
liberado del estado de condenación.
En las partes más
antiguas del Antiguo Testamento la ira de Dios se relaciona
especialmente con la idea del pueblo del pacto. El pueblo de Israel estaba en
una relación especial con Dios, Que le había escogido y ofrecido una relación
especial que se obtendría y mantendría siempre que guardara la Ley (Éxodo 24:3-8). Eso quería decir dos cosas:
(a) Quería decir que, dentro de la nación, cualquier
desobediencia a la Ley provocaba la ira de Dios, porque quebrantaba la relación
con El. Números 16 nos habla de la
rebelión de Coré, Datán y Abiram, y que al final Moisés le dijo a Aarón que
hiciera expiación por el pecado del pueblo, «porque el furor ha salido de la
presencia del Señor» (Numeros_16:46). Cuando
los israelitas se desviaron para dar culto a Baal, "el furor del Señor se
encendió contra Israel» (Números 25:3).
(b) Además, como la nación de Israel estaba en una
relación exclusiva con Dios, cualquier otra nación que la tratara con crueldad
o injusticia incurría en la ira de Dios. Babilonia había maltratado a Israel, y
«por la ira del Señor no será habitada» (Jeremías_50:13).
En los profetas
aparece la idea de la ira de Dios, pero con un nuevo hincapié. El pensamiento
religioso judío a partir de los profetas estaba dominado por la idea de las dos
edades, la presente y la por venir: la presente es esencialmente mala, y la
edad dorada por venir será esencialmente buena. Entre ambas estará el Día del
Señor, que será un día terrible de juicio y retribución en el que el mundo será
sacudido, los pecadores destruidos y el universo rehecho antes de que venga el
Reino de Dios. Será entonces cuando entre en acción la ira del Señor de
una manera aterradora. "He aquí el Día del Señor viene, terrible, y de
indignación y ardor de ira, para convertir la Tierra en soledad» (Isaías_13:9). «Por la ira del Señor de los
Ejércitos se oscureció la Tierra, y será el pueblo como pasto del fuego» (Isaías_9:19). "Ni su plata ni su oro podrán
librarlos en el día del furor del Señor» (Ezequiel_7:19).
Dios derramará sobre las naciones su enojo, todo el ardor de su ira; por el
fuego de su celo será consumida toda la Tierra (Sofonias_3:8).
Pero los profetas
no consideraban que la ira de Dios se posponía hasta ese terrible Día del
Juicio. La veían constantemente en acción. Cuando Israel se alejaba de Dios,
cuando era rebelde e infiel, la ira de Dios operaba en su contra y le envolvía
en ruina, desastre, cautividad y derrota.
Para los profetas,
la ira de Dios estaba obrando continuamente, aunque alcanzaría su clímax de
terror y destrucción en el Día del Señor.
Un investigador
moderno lo expresa de la siguiente manera: Porque Dios es Dios, y es
esencialmente santo, no puede tolerar el pecado, y la ira de Dios es su
«reacción aniquiladora» contra el pecado.
Esto nos es difícil
de entender y de aceptar. Es de hecho la clase de religión que identificamos
con el Antiguo Testamento más que con el Nuevo. Hasta Lutero lo
encontraba difícil, y hablaba del amor como la obra característica de Dios,
y de la ira como la extraña acción de Dios. Para la mentalidad
cristiana es una cosa sorprendente.
Pablo
habla a menudo de la idea de la ira; pero no dice nunca que Dios esté
airado. Habla del amor de Dios, y dice que Dios ama; habla de la gracia de
Dios, y de Dios actuando por gracia; habla de la fidelidad de Dios, y de que
Dios es fiel con su pueblo... Pero, aunque nos parezca extraño, habla de la ira
de Dios, pero no dice nunca que Dios esté airado o se aíre, expresión que sí
encontramos en el Antiguo Testamento; así es que hay una diferencia
entre el amor y la ira de Dios.
Además, Pablo habla
de la ira de Dios solamente tres veces: aquí, en Efesios 5:6 y en Colosenses_3:6,
donde habla de la ira de Dios que viene sobre los hijos de desobediencia. Habla
a menudo de la ira, sin decir que es la ira de Dios, como si
debiera escribirse con mayúscula -La Ira-, y fuera una clase de fuerza
impersonal que actúa en el mundo. La traducción literal de Romanos_3:5 es:
«.. . Dios, que trae sobre los hombres la Ira». En Romanos
5:9 habla de ser salvos de la
Ira. En Romanos_12:19
avisa a los humanos que no se venguen, sino que dejen a los
malhechores para la Ira. En Romanos 13:5 habla de la Ira como una razón de peso
para hacer a los hombres obedientes a las leyes. En Romanos_4:15 dice que la Ley produce Ira. Y en 1Tesalonicenses 1:10 dice
que Jesús nos ha librado de la Ira venidera. Ahora bien, aquí hay algo muy
importante: Pablo habla, sí, de la Ira, pero nos dice que Jesús nos salva de
esa misma Ira.
Volvamos a los
profetas. Muy a menudo su mensaje equivale a: «Si no obedecéis a Dios, su ira
os acarreará ruina y desastre.» Ezequiel lo dice de una manera lapidaria:
"El alma que pecare, ésa morirá». Hay un orden moral en este mundo, y el
que lo quebranta tiene que sufrir más tarde o más temprano. " Hay una
lección, una sola, que podemos decir que la Historia repite con claridad; y es
que el mundo está basado en un fundamento moral, y que, a la larga, les va bien
a los buenos y, a la larga, les irá mal a los malvados.» La esencia del mensaje
de los profetas Hebreos es que hay un orden moral en el mundo. La conclusión es
clara: Ese orden social es la operación de la ira de Dios. Dios ha hecho
este mundo de tal manera que, si quebrantamos sus leyes, sufrimos las
consecuencias. Ahora bien: si estuviéramos solamente a merced de ese inexorable
orden moral, no podríamos esperar más que muerte y destrucción. El mundo está
hecho de tal manera que el alma que peque tendrá que morir -si no hay más que
ese orden moral. Pero en este dilema de la humanidad llega el amor de Dios, y
en un acto de gracia indescriptible rescata al hombre de las consecuencias del
pecado y le salva de la ira en que ha incurrido.
Pablo continúa
insistiendo en que el hombre no puede alegar ignorancia de Dios. Puede ver cómo
es por Su obra. Se puede conocer bastante a una persona por lo que ha hecho, e
igualmente a Dios por Su creación. El Antiguo Testamento ya lo afirma. En Job 38-41 se nos presenta esta misma idea. Pablo lo
sabía; cuando habla de Dios a los paganos de Listra, empieza por Su obra en la
naturaleza Hechos_14:17.
Tertuliano, el gran
teólogo de la Iglesia Primitiva, tiene mucho que decir acerca de la convicción
de que a Dios se Le puede conocer en la creación: "No fue la pluma de
Moisés la que inició el conocimiento del Creador... La inmensa mayoría de la
humanidad, aunque no han oído nada de Moisés, y no digamos de sus libros,
conocen al Dios de Moisés.» «La naturaleza es el maestro, y el alma, el
discípulo.» «Una florecilla junto a la valla, y no digo del jardín; una concha
del mar, y no digo una perla; una pluma de alguna avecilla, no tiene que ser la
de un pavo real, ¿os dirán acaso que el Creador es mezquino?» "Si te
ofrezco una rosa, no te burlarás de su Creador.»
En la creación
podemos conocer al Creador. El argumento de Pablo es totalmente válido: si
observamos el mundo vemos que el sufrimiento sigue al pecado. Si quebrantas las leyes de la agricultura, la
cosecha no grana; si las de la arquitectura, el edificio se derrumba; si las de
la salud, se presenta la enfermedad. Pablo estaba diciendo: "¡Observad el
mundo, y veréis cómo está construido! Fijándonos en cómo es el mundo, podemos
aprender mucho de cómo es Dios.» El pecador no tiene disculpa.
Pablo avanza aún
otro paso. ¿Qué hace el pecador? En lugar de mirar hacia Dios, se mira a sí
mismo. Se enreda en vanas especulaciones y se cree sabio, cuando en
realidad no es más que un necio. ¿Por qué? Porque hace de sus ideas, sus
opiniones y sus especulaciones, en lugar de la voluntad de Dios, el
principio y la ley de la vida. La necedad del pecador consiste en hacer
"al hombre dueño y señor de las cosas.» Basa sus principios en sus propias
opiniones en lugar de en las leyes de Dios. Vive en un universo del que él es
el centro, en lugar del universo del que el centro es Dios. En lugar de caminar
con la mirada fija en Dios, no se mira nada más que a sí mismo y, por no mirar
por dónde ni adónde va, cae.
El resultado es la idolatría.
Se cambia la gloria de Dios por imágenes de formas humanas y animales. La
raíz del pecado de la idolatría es el egoísmo. El hombre hace un ídolo,
le trae ofrendas y le dirige oraciones. ¿Por qué? Para que prosperen sus
planes y sus sueños. Su religión no tiene en cuenta a Dios, sino a sí
mismo.
En este pasaje nos
encontramos cara a cara con el hecho de que la esencia del pecado es ponernos a
nosotros mismos en el lugar de Dios.
La palabra que
traducimos como ansia (epithymía), concupiscencia, es la clave de este
pasaje. Los estoicos, como lanzarse tras un placer que desafía toda razón. Clemente
de Alejandría lo llamaba un irracional lanzarse hacia lo que produce placer. Epithymía
es el deseo apasionado de un placer prohibido. Es el deseo que hace cometer
acciones innominables y vergonzosas. Es la manera de vivir de una persona que
está tan inmersa en el mundo que ya no tiene a Dios en cuenta para nada.
Es algo terrible
decir que Dios ha dejado a alguien, se ha desentendido de él; y sin embargo
hay dos razones para decirlo:
1) Dios ha dado a los hombres
el libre albedrío, y se lo respeta. En último análisis, ni siquiera Él puede
interferir en el libre albedrío. En Efesios_4:19 Pablo habla de los que se han
abandonado a la lascivia, le han rendido toda su voluntad. Oseas 4:17 tiene
una frase terrible: " Efraín se ha entregado a los ídolos. ¡Déjalo!» Al
hombre se le presenta una elección libre, y así tiene que ser. Sin posibilidad
de elección no puede haber bondad, ni puede haber amor. Una bondad impuesta no
es verdadera, como un amor impuesto no es amor. Si los hombres escogen
deliberadamente volver la espalda a Dios después que Él ha enviado al mundo a
su Hijo Jesucristo, ni siquiera Él puede hacer nada para evitarlo.
Cuando Pablo dice
que Dios entregó a los hombres a la inmundicia, esa palabra no contiene
airada indignación. Más aún, su tono principal no es de condenación o juicio,
sino de anhelo, de dolorido pesar, como el de un amante que ha hecho todo lo
que ha podido y ya no puede hacer más. Describe exactamente el sentimiento del
padre que ve a su hijo volverle la espalda y marcharse a poner distancia por
medio.
2) Y sin embargo en
esta palabra entregar hay más que eso, hay juicio. Es uno de los Hechos
inexorables de la vida que, cuanto más se comete una mala acción, más fácil
resulta cometerla. Tal vez se empieza con un cierto temblor por lo que se está
haciendo, pero se acaba por hacerlo sin darse uno cuenta. No es que Dios le
esté castigando, sino que empieza a atraer el castigo sobre sí mismo,
convirtiéndose más y más en esclavo del pecado. Los judíos conocían este hecho,
y lo expresaban con ciertos dichos: «Todo cumplimiento del deber se recompensa
con otro; y toda transgresión se castiga con otra.» "El que se esfuerza
por mantenerse puro, recibe poder para serlo; y el que se atreve a abrir la
puerta a la impureza, acaba por encontrarla siempre abierta.» "El que
levanta una pared a su alrededor se queda emparedado, y el que se entrega queda
entregado.»
Lo más terrible del
pecado es su poder para engendrar pecado. La terrible responsabilidad del libre
albedrío es que puede usarse de tal manera que al final se pierde, y se llega a
ser esclavo del pecado, abandonado al mal. En el pecado hay siempre una
mentira, porque el pecador cree que aquello le va a hacer feliz, y al final
arruina la vida, tanto la propia como la ajena, en este mundo y en el venidero.
En los versículos 28 a 32 encontramos un pasaje que nos presenta con
claridad lo que le sucede a la persona que no tiene en cuenta a Dios. No es
tanto que Dios le envía el juicio como que esa persona se lo atrae sobre sí al
dejar a Dios fuera de su esquema de las cosas. Cuando uno destierra a Dios de
su vida se convierte en cierta clase de persona, y en este pasaje tenemos una
de las descripciones más terribles de ninguna literatura de la clase de persona
que llega a ser. Veamos el catálogo de cosas horribles que entran en la vida sin
Dios.
Tales personas
hacen cosas que son impropias de un ser humano. Los estoicos tenían una
expresión: llamaban kathékonta a lo que es propio de una persona. Ciertas
cosas son esencial e inherentemente parte de la humanidad, y otras no. Como
dice Shakespeare en Macbeth:
Osaré hacer todo lo que compete
a un hombre; El que pretende hacer más, no lo es.
El que destierra a
Dios no pierde sólo la piedad; pierde también la humanidad.
A continuación
viene una larga lista de cosas terribles. Vamos a considerarlas una por una.
(a) Maldad
(adikía). Adikía es precisamente lo
contrario de dikaiosyné, que quiere decir justicia, integridad; y los
griegos definían la justicia como darle a Dios y al hombre lo que
les es debido. El malvado es el que despoja de sus derechos al
hombre y a Dios. Se ha erigido un altar a sí mismo en el centro de todo, de
manera que se rinde culto a sí mismo excluyendo a Dios y al hombre.
(b) Villanía
(ponéría). La palabra griega
quiere decir más que maldad. Hay una clase de maldad que, por lo
general, no hace daño nada más que al que la tiene. No es una maldad
transitiva. Cuando perjudica a otras personas, como es natural que suceda con
la maldad, no lo hace intencionadamente. Puede ser insensatamente cruel, pero
no tiene una crueldad encallecida. Pero los griegos definían ponéría como
el deseo de hacer daño. Es la voluntad activa e intencionada de
corromper y de infligir una injuria. Cuando los griegos definían a una mujer
como ponérá querían decir que seducía deliberadamente a los inocentes.
Uno de los títulos más corrientes de Satanás en griego es ho ponérós, el
malvado, el que ataca a propósito la bondad para destruirla. Ponérós describe
al hombre que no sólo es malo, sino que quiere hacer a los demás tan malos como
él. Ponéría es una maldad destructiva.
(c) El ansia de
poseer (pleonexía). La palabra griega
es compuesta de otras dos que quieren decir tener más. Los mismos
griegos definían pleonexía como un maldito amor a tener. Es un
vicio agresivo. Se ha descrito como el espíritu que persigue el interés propio
sin tener en absoluto en cuenta los derechos de los demás, y hasta sin la menor
consideración para con la común humanidad. Su característica es la
rapacidad. Se describe como el espíritu que se apropia y retiene cosas a
las que no tiene ningún derecho. Puede operar en cualquier esfera de la vida:
en cuanto a cosas materiales quiere decir apropiarse de dinero y bienes sin
respeto ni honradez; en la esfera ética se refiere a la ambición que lo pisotea
todo para ganar algo que no le corresponde; en la esfera moral indica la
concupiscencia incontrolada que encuentra placer donde no tiene ningún derecho.
La pleonexía es el deseo que no respeta ninguna ley.
(d) La depravación
(kakía). Kakía es la palabra
griega más general para maldad. Describe la situación del que está desprovisto
de toda cualidad positiva. Por ejemplo, un kakós krités es un juez que
no tiene ningún respeto a las leyes, ni tampoco el menor sentido moral ni la
rectitud de carácter que no pueden faltar en un buen juez. Es la condición como «la tendencia del
alma a lo peor.» La palabra que usa para tendencia es ropé, que quiere
decir la inclinación de la balanza. Un hombre que es kakós es el
que siempre tiende hacia lo peor. Kakía se ha descrito acertadamente
como la depravación total que incluye todos los vicios e introduce todos los
pecados. Es la degeneración de la que crecen y en la que florecen todos los
pecados.
(e) Envidia
(fthonos). Hay envidia buena y
mala. Existe una envidia que le revela a una persona sus debilidades e
incapacidades, y la predispone a seguir buenos ejemplos; y existe otra que
sencillamente se entristece por el bien ajeno y, si lo desea para sí, tendría
que ser sin que le costara el menor esfuerzo.Es la más destructiva y retorcida
de las emociones humanas.
(f) Asesinato
(fonos). Debemos tener presente siempre que Jesús amplió
inconmensurablemente el sentido de esta palabra cuando enseñó que no son
solamente los actos de violencia los que debemos evitar, sino también el
espíritu de odio y de ira (Mateo 5:21 ss).
Debemos desterrar de nuestro corazón toda malquerencia o desprecio hacia otras
personas. Tal vez no hayamos golpeado nunca a nadie; pero, ¿podemos decir que
no le hemos deseado nunca el mal? Como decía Tomás de Aquino hace mucho tiempo:
«El hombre mira los Hechos; pero Dios ve las intenciones.»
(g) Contienda
(eris). Indica la rivalidad que nace de
la envidia, de la ambición, del deseo de prestigio, puestos y superioridad. Si
nos limpiamos de los celos ya hemos hecho algo para librarnos de muchas peleas
y contiendas. Es un don de Dios el ser capaces de experimentar tanto placer
ante el éxito de los otros como ante el nuestro.
(h) Falsedad
(dolos). Como mejor comprendemos el
sentido de esta palabra es a partir del verbo correspondiente, dolún. Dolún quiere
decir corrientemente mezclar un metal precioso con otro de menos valor, o aguar
el vino. Dolos es falsedad; describe la cualidad de la persona de
inteligencia tortuosa y retorcida, que no sabe actuar con rectitud y que se
escora hacia métodos astutos y disimulados para salirse con la suya; que
siempre actúa con segundas. Describe la cualidad del intrigante nato que se
encuentra en todas las comunidades y sociedades.
(i) El espíritu que
atribuye siempre lo peor (kakoétheía). Kakoétheía quiere decir literalmente de mala naturaleza. En
el sentido más amplio quiere decir malignidad. Puede que este sea el más corriente de todos
los pecados, el que se recomienda en el horrible dicho español: «Piensa mal, y
acertarás.» Es terrible pensar en la cantidad de reputaciones que se han
asesinado mientras se tomaban unas cañas o unos cafés, cuando se ha atribuido
la peor intención a una acción completamente inocente. Cuando nos den ganas de
hacerlo, debemos recordar que Dios oye y recuerda cada palabra que decimos.
(j) Chismosos y
criticones (psithyristés y katálalos). Estas
dos palabras describen a los de lengua de víbora; pero hay diferencia entre
ellas. Katálalos, denigrante, describe al que va pregonando sus
maledicencias por todas partes, al que hace sus críticas y cuenta sus cuentos
abiertamente. Psithyristés describe al que cuenta sus historias al oído,
llevándose a su interlocutor a un rincón para susurrarle una confidencia que
destruye un carácter. Los dos son malos; pero el confidente es el peor. Uno
puede por lo menos defenderse de una acusación pública; pero es impotente
frente al cuchicheo confidencial que se deleita en destruir reputaciones.
(k) Aborrecedores
de Dios (theostygués). Esta palabra
describe al que odia a Dios porque sabe que Le está desafiando. Dios es la
barrera que se interpone entre él y sus placeres, la cadena que lé impide hacer
lo que le dé la gana. De buena gana eliminaría a Dios si pudiera, porque el
mejor de todos los mundos posibles sería para él uno en el que su vicio no
tuviera cortapisas.
(l) Personas
insolentes (hybristés). Hybris era
para los griegos el vicio que más atraía su propia destrucción a manos de los
dioses. -Representa dos líneas de pensamiento: (i) Describe el espíritu de la
persona que desafía a Dios movida por el orgullo; la soberbia insolente que
precede a la caída. La criatura humana se olvida de su criaturidad. Es
el espíritu del que está tan confiado en su riqueza, poder y habilidad, que
cree que no tiene que depender de nadie. (ii) Describe a la persona que es
desenfrenada y sádicamente cruel e injuriosa. Aristóteles lo describe como el
espíritu que hiere y ofende a los demás, no por venganza ni para obtener
ninguna ventaja, sino simplemente por el placer de hacer daño. Hay personas que
disfrutan viendo a uno estremecerse al oír una palabra cruel. Hay personas que
sienten un placer diabólico al infligirle a otros un dolor mental o físico. Eso
es hybris. Es el sadismo que se deleita haciendo daño a los demás
solamente por hacer daño.
(m) Personas
arrogantes (hyperéfanos). Esta es una
palabra que se usa tres veces en la Escritura cuando se dice que «Dios resiste
a los soberbios» (Proverbios 3:34; Santiago_4:6; 1Pedro_5:5).
Es "la cumbre de todos los pecados.» Es como «un profundo desprecio
por todo lo que no sea uno mismo», y señala las cosas de la vida diaria que son
señales de esta arrogancia: cuando se le pide a uno que acepte un cargo y
rehúsa porque dice que no tiene tiempo para esas cosas; nunca dirige la mirada
a nadie en la calle a menos que le produzca algún placer; invita a comer a una
persona y luego no aparece él, y le manda a un esclavo para que le haga
compañía. Está rodeado de una atmósfera de desprecio, y se complace en hacer
que los demás se sientan insignificantes.
(n) Fanfarrones
(alazón). Alazón es una palabra que
tiene una historia interesante. Literalmente quiere decir vagabundo. De
ahí pasó a designar a charlatanes ambulantes que presumen de haber realizado
curas extraordinarias, o quincalleros que aseguran que sus quincallas tienen
propiedades maravillosas. Los griegos definían alazonía como el espíritu
que pretende tener lo que no tiene. Jenofonte decía que se da este nombre a los
que presumen de ser más ricos o más valientes de lo que son, y se comprometen a
hacer para obtener alguna ganancia o provecho lo que no son capaces de hacer. Es
la clase de persona que pretende tener negocios, estar en relación con gente
importante, haber hecho obras de caridad y haber prestado servicios públicos
que no existen más que en su imaginación. Dice que su casa es demasiado pequeña
para él/ella, y que tiene que comprarse otra mayor. La persona presumida sólo
pretende impresionar a las demás, y quedan muchas de las tales en el mundo.
(ñ) Inventores de
males (efeuretés kakón). La frase
describe a la persona que, digamos, no tiene bastante con las maneras
ordinarias y corrientes de pecar, sino que descubre o inventa vicios nuevos y
recónditos, porque ya está hastiada y anda buscando nuevas emociones en nuevos
pecados.
(o) Desobedientes a
los padres (goneúsin apeithés). Tanto
los judíos como los Romanos colocaban la obediencia a los padres muy alta en la
escala de las virtudes. Era uno de los Diez Mandamientos el respetar a los
padres. En los primeros tiempos de la República Romana, la patria potestas -es
decir, la autoridad paterna- era tan absoluta que el padre tenía poder de vida
o muerte sobre su familia. La razón para incluir aquí este pecado es que, una
vez que se relajan los lazos familiares, se produce una degeneración total en
cadena.
(p) Insensatos
(asynetos). Esta palabra
describe a la persona que carece de sentido común, que no aprende por
experiencia, que se niega a usar la cabeza que Dios le ha dado.
(q) Que no tienen
palabra (asynthetos). Esto sería
especialmente grave para los romanos; porque, en los buenos tiempos de la
historia de Roma, la honradez era clave e importantísima. La palabra de un
hombre era suficiente garantía. En realidad, en eso se distinguían los romanos
de los griegos, que eran unos tramposos redomados. Los griegos decían que si se
le confiaba un talento -una suma importante de dinero- a un gobernador o a un
funcionario, aunque estuvieran presentes diez secretarios o contables, ya se
las arreglaría para hacer un desfalco; mientras que un romano, ya fuera un
magistrado en su jurisdicción o un general en una campaña, podía hacerse cargo
de miles de talentos con la sola garantía de su palabra, sin que faltara luego
ni una blanca. Al usar esta palabra, Pablo estaba recordándoles a los romanos
no sólo la ética cristiana, sino los principios de honradez de sus mejores días
como nación.
(r) Sin afecto
natural (ástorgos). Storgué era
la palabra griega para el amor de la familia. Es verdad que el amor de la
familia estaba desapareciendo en aquella época. Nunca ha sido la vida de un
niño tan precaria como entonces. Los hijos se consideraban una desgracia.
Cuando nacía un bebé, se le ponía a los pies de su padre: si le levantaba, eso
quería decir que le reconocía; pero si se marchaba dejándole ahí, se le echaba
a la basura literalmente. Todas las noches había treinta o cuarenta bebés
abandonados en el foro romano. Hasta Séneca, que fue un gran hombre en muchos
sentidos, escribía: «Matamos a un perro rabioso; sacrificamos a un toro
acorneados; aplicamos el cuchillo a las reses enfermas para que no contaminen
el rebaño; a los bebés que nacen deformes o débiles, los ahogamos.» Los
lazos de amor humano estaban desapareciendo.
(s) Despiadados
(aneleémón). Nunca ha tenido
menos valor la vida humana, entonces como ahora. Un amo podía matar o torturar
a un esclavo si quería; al fin y al cabo no era más que una cosa, y la ley
le concedía al amo un poder ilimitado sobre el esclavo. Una vez, en una casa de
lujo, un esclavo que llevaba una bandeja de copas de cristal tropezó, y se le
cayó una; inmediatamente el amo hizo que echaran al esclavo en un estanque que
estaba lleno de voraces lampreas que se le comieron vivo. Era una época
despiadada en sus mismos placeres, la de las luchas de gladiadores que le
encantaba presenciar a la gente para ver cómo se mataban. Era una época en la
que se desconocía la compasión. ¿No nos está describiendo lo mismo que hoy
ocurre?
Pablo termina su catálogo de vicios diciendo
que aquella gente había desterrado de su vida a Dios. Sucede a menudo que una
persona sabe que es pecadora, y que está mal lo que hace, y lo reprocha en los
demás. Pero en aquel tiempo, la gente había llegado a tal grado de maldad que
no le daba ninguna importancia y animaba a otros a que hicieran lo mismo. Aquí
nos da Pablo una descripción terrible de lo que pasa cuando desterramos
deliberadamente a Dios de nuestra vida. A su debido tiempo, Roma pereció. El
desastre sigue irremisiblemente a la degeneración.
La gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias
creencias egocéntricas. Hoy más que nunca debemos tener cuidado con los datos a
los que permitimos moldear nuestras convicciones. A través de la televisión, la
música, redes sociales, internet, las películas y el resto de los medios
masivos de comunicación que nos presentan estilos de vida pecaminosos y valores
malsanos, constantemente nos bombardean con actitudes y creencias opuestas por
completo a la Biblia. Tengamos cuidado con lo que permitimos llegue a formar
parte de nuestras opiniones. La Biblia es la única norma de verdad. Filtremos
las demás opiniones a la luz de sus enseñanzas, aún las predicaciones de
quienes se dicen evangélicos. Porque decir y escribir sobre la Biblia no
significa que seas genuino, sino lo que digas o escribas debe ser filtrado
siempre, siempre, siempre por la Palabra de Dios, y nuestras actitudes y vida
diaria reflejarán lo que somos.
El plan
divino en cuanto a las relaciones sexuales normales es el ideal de Dios para su
creación. Es lamentable, pero el pecado distorsiona el uso natural de los dones
de Dios. A menudo, el pecado no solo implica negar a Dios, sino también negar
la forma en que nos hizo. Cuando una persona dice que cualquier acto sexual es
aceptable siempre que no hiera a nadie, se está engañando. A la larga, y por lo
general en breve, el pecado hiere a la gente: individuos, familias, sociedad.
¡Qué lamentable que la gente adore las cosas que Dios ha hecho en lugar de
rendir culto al Creador, al grado que muchas veces distorsione y destruya las
cosas que realmente valen! Sin embargo, es imposible comprender el plan natural
de Dios sin llegar a conocer al Creador mismo.
La
homosexualidad (cambio o abandono de las relaciones sexuales naturales) se
había propagado en los días de Pablo como en los nuestros. Muchas prácticas
paganas lo alentaban. La voluntad de Dios es recibir a todo el que acuda a Él
en fe y los cristianos deben amar a los demás sin importar su procedencia. Sin
embargo, la homosexualidad está estrictamente prohibida en las Escrituras (Levítco_18:22). En el mundo de hoy, muchos consideran
aceptable esta práctica, incluso algunas iglesias que se dicen cristianas. Pero
la sociedad no es la que establece el patrón para las leyes de Dios. Muchos
homosexuales creen que sus deseos son normales y que tienen el derecho de
expresarlos. Pero Dios no nos obliga ni anima a satisfacer todos nuestros
deseos (aun los que son normales). Los deseos que violan sus leyes son
indebidos y deben controlarse. Si tienes estos deseos, puedes y debes resistirlos.
Conscientemente evita lugares o actividades que sabes inflamará tentaciones de
esta naturaleza. No menosprecies el poder de Satanás para tentarnos ni el
potencial para causarnos un daño serio si cedemos a esas tentaciones.
Recordemos Dios puede y perdonará pecados sexuales así como perdona otros
pecados. Rindámonos a la gracia y a la
misericordia de Dios pidiéndole que nos muestre el camino para salir del pecado
e ir a la luz de su libertad y amor. La sangre de Cristo limpiará nuestros
pecados y por el poder del Espíritu Santo, restaurará nuestras vidas. Quedando
el pasado enterrado en el fondo del mar, donde está prohibido pescar. La
oración, el estudio de la Biblia y el firme compañerismo de los cristianos en
una iglesia centrada en la Biblia pueden ayudarnos a cobrar energías para
resistir estas tentaciones poderosas. Si eres una persona que anda en este
pecado, tendrás que buscar la ayuda, primero del Señor quién te llevará a un
pastor que sea confiable, profesional y buen consejero. Todos llegamos a los
pies de Cristo con heridas en el alma, con un pasado horrendo, con una vida de
desobediencia a Dios. Aquél que se crea sin pecado no es más que un pobre
religioso, que juzga a los demás pero él
no admite que se critique su vida.
Hoy por el mal uso de las
palabras y su significado, muchos mal interpretan lo que quiere decir
“criticar”.
La
palabra crítica del griego KRITIKE, KRITIKOS
significa" juzgar con discernimiento", y KRINEIN "analizar,
separar" Entonces para juzgar (criticar) previamente se hace un análisis,
examinando minuciosamente, escudriñando, investigando, etc en LA PALABRA
DE DIOS.
Hoy en día es muy común escuchar de boca de
los seguidores de falsas doctrinas, argumentar que solo sabemos
"criticar" y hablar mal de lo que ellos consideran verdadero.
HOY PARECERÍA QUE LOS FALSOS PROFETAS SON LIBRES
DE ESPARCIR SUS FALSAS DOCTRINAS Y HEREJIAS CON TOTAL LIBERTAD,MIENTRAS
LOS HIJOS DE DIOS DEBEMOS QUEDARNOS CALLADOS PARA NO SER ROTULADOS DE
"JUZGADORES O CRITICOS" Ahora yo les hago una pregunta a esos
seguidores. ¿Será que nuestro Señor Jesucristo se quedaba callado delante del
error doctrinal? ¿Será que si nuestro Señor Jesucristo anduviese fisicamente
entre nosotros estos seguidores lo mandarían también a callarse?
Tú que lees esto, ¿ Para qué
piensas que sirve el don de discernimiento de espíritus? ¿Para quedarse mudos y
tragarse los cuentos y herejías que se esparcen y alejan al creyente de la
Gracia del Evangelio? Algunos hasta llegan a argumentar que debemos "dejar
todo para Dios" y callarnos. La iglesia de Éfeso fue elogiada por haber
PROBADO a los que se decían ser apóstoles y no lo eran. (Apocalipsis 2:2)Yo conozco tus obras, y tu arduo
trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los
que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos. (Tito 1:10-11) Porque hay aún muchos contumaces,
habladores de vanidades y engañadores...a los cuales es preciso TAPAR LA BOCA;
que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no
conviene.
AQUÍ ALGUNOS EJEMPLOS DE CÓMO
LA BIBLIA NOS MANDA A JUZGAR FALSAS DOCTRINAS: (1Corintios
2:15) En cambio el espiritual JUZGA TODAS LAS COSAS. La
palabra JUZGA es ANAKRINO y significa propiamente
escrudiñar, investigar, interrogar, determinar: preguntar, acusar, discernir,
distinguir, examinar, interrogar, juzgar. (1Juan_4:1) PROBAD los
espíritus si son de Dios. La palabra PROBAD es DOKIMAZO y
significa: someter a prueba, examinar, con el fin de decidir, distinguir,
comprobar. En ( Filipenses 1:10) el
apóstol se dirige a los santos, comunicándoles que está en oración a fin de que
"aprobéis" «discernáis» lo mejor, esto es, aprobar después de
distinguir y discernir. (1Tesalonicenses 5:21) Examinadlo
todo… también EXAMINADLO significa DOKIMAZO. (Juan_7:24) No juzguéis según las apariencias,
sino JUZGAD con justo juicio. JUZGUEIS es KRINO y significa:
diferenciar, examinar, discernir, distinguir, escudriñar, comparar, averiguar,
investigar, evaluar. Y juzgar con justo juicio no basados en opiniones o puntos
de vista humanos, sino bajo la luz de la Palabra de Dios. (Mateo 7:15) Guardaos de los falsos profetas, que
vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. ¿Cómo
advertiremos al pueblo de Dios de las falsas doctrinas si según algunos "
no se puede juzgar"?
ES NORMAL QUE SE GENERE UN
ALBOROTO CUANDO SE EXPONE UNA FALSA DOCTRINA O CUANDO SE CONFRONTA EL PECADO.
Así sucedió con los apóstoles,
así sucedió con Pablo...y hoy no es diferente.
Si a ti te molesta que se
exponga la mentira de la doctrina que sigues, eso no es problema mío, sino tuyo
por seguir la mentira conociendo la verdad, solo porque esa mentira le trae
"más resultados materiales y resultan más agradable al oído" (Lucas 9:25) Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana
todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? El pasaje de Mateo 7:1 mal usado por aquellos que prefieren la
mentira sobre la verdad, JAMAS impedirá que un hijo de Dios contienda por la fe
una vez daba por los Santos (Judas 1:3). (Judas 1:22-23) A algunos que dudan,
convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia
con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne. (Isaías_5:20) ¡Ay de los que a lo malo dicen
bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas
luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías 42:18-20) Sordos, oíd, y vosotros, ciegos,
mirad para ver. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi
mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo
del Señor, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?
¡Maranatha!
No hay comentarios:
Publicar un comentario