} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL INFIERNO, SEGÚN LA BIBLIA

sábado, 5 de agosto de 2017

EL INFIERNO, SEGÚN LA BIBLIA


Lucas 13:28  Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.

   En Mateo 22:13; Mateo 25:30 vemos la expresión más gráfica del espantoso sufrimiento, remordimiento y miseria que no se pueden describir. ¿Por qué no se cree esto? ¿Por qué los hombres no temen el infierno? ¿Por qué no es más fuerte nuestra fe en esta enseñanza? Jesús habla de personas en agonía insoportable, retorciéndose en dolor y miseria, gritando, crujiendo los dientes, pidiendo misericordia. Romanos 2:8, “tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo”. Jesús vino a la tierra y murió en la cruz para evitar que el hombre fuera al tormento eterno.
            Los que se han quedado fuera, los que han sido excluidos, descubren que rechazaron a la ligera la gracia de Dios y que ahora están irremisiblemente perdidos. Lloran. El remordimiento desesperado sacude todo su ser, su alma y su cuerpo, les rechinan los dientes. Ellos mismos se atormentan pensando que no aprovecharon el momento oportuno ni pusieron en juego todas sus fuerzas para alcanzar la salvación ofrecida.

                 Su dolor y los reproches que se hacen son tanto mayores, por cuanto ven en los patriarcas y profetas la espléndida salvación que también para ellos estaba preparada, que les estaba destinada especialmente, porque Abraham, Isaac y Jacob eran sus patriarcas e intercesores, porque ellos tenían la enseñanza de los profetas, que conduce a la salvación. «Lanzan gritos los pecadores cuando ven cómo resplandecen aquéllos  los justos. Les es especialmente doloroso ver la recompensa que está reservada a los que creyeron en los testimonios del Altísimo. Jesús habla de las suertes escatológicas en el estilo de la apocalíptica de la época, pero lo nuevo de su predicación está en que la decisión sobre salvación o perdición se pronuncia en razón del cumplimiento de su palabra, del seguimiento de Jesús, de la decisión personal en su favor.

                Nadie puede culpar a Dios si no logra salvarse, pues hasta los gentiles pueden entrar en el reino de Dios. Ahora se cumple la predicción profética de la peregrinación escatológica a la montaña de Dios: «Yahveh Sebaot preparará a todos los pueblos, sobre este monte, un festín de vinos generosos, de manjares grasos y tiernos, de vinos selectos y clarificados..  Y destruirá a la muerte para siempre, y enjugará el Señor las lágrimas de todos los rostros, y alejará el oprobio de su pueblo, lejos de toda la tierra» (Isaías_25:6-8). Los que se hayan salvado cantarán el cántico de acción de gracias a que aluden las palabras del texto: De oriente y de occidente, del norte y del sur: «Alabad a Yahveh, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Digan así los rescatados de Yahveh, los que él redimió de mano del enemigo, y los que reunió de entre las tierras de oriente y de occidente, del aquilón y del austro» (Salmo_106:1-3).
               Gran parte del mundo religioso ya no cree en el castigo eterno, y si lo cree, su convicción es muy débil y no lo predica. Muchos de los que profesan creer la Biblia no creen en el infierno. No solamente los materialistas (testigos, adventistas, mormones) sino también los muchos modernistas que ocupan los púlpitos de iglesias que en años pasados sí lo predicaban. Últimamente varios predicadores de la iglesia de Cristo (por ejemplo, Edward Fudge, Homer Hailey) han publicado estudios negando que el infierno sea lugar de eterno sufrimiento de los perdidos.
            La falta de enseñanza sobre este tema es una de las causas principales de la decadencia moral en este país.
            Hay enfermedades y accidentes que pueden producir dolor fuerte. Casi todos conocen algo del tormento de un agudo dolor de muelas. La migraña (jaqueca) es un tormento insoportable. Muchos sufren por años por causa del cáncer. ¿Cuál es el sufrimiento más agudo que usted conoce o que ha observado?
            Desde luego, aquí en este mundo, gracias a Dios, tenemos fuertes remedios para tales dolores. Hay anestesias que nos permiten aguantar la intervención quirúrgica aunque ésta dure por horas. Pero no habrá anestesia, ni morfina, ni siquiera una aspirina para aliviar el dolor y tormento en el infierno. Lo “insoportable” será soportado, no solamente por una hora o por un año, ni siquiera por solamente cien años, sino para siempre. Algunos ahora viven noventa o cien años. Imagínese cómo sería si tuvieran que sufrir intensamente toda su vida, sin ningún remedio para su dolor. ¿No habría aun aquí en la tierra mucho del “llanto y el crujir de dientes”?
            Los hombres son capaces de inventar medios horribles de suplicio (tortura), por ejemplo para castigar o sacar información de los presos de guerra. Por ejemplo, el instrumento de tortura llamada el potro en el que se amarra el cuerpo y se estiran el brazo o la pierna de su coyuntura. También se usa el toque eléctrico y, desde luego, los golpes duros. Pero el medio más temido es la quemadura, porque no hay nada que pueda producir un vivo dolor físico más intenso que la aplicación del fuego al cuerpo. Cuando los hombres más crueles emplean las torturas más horribles para afligir a sus víctimas y por fin les aplican fuego, esto siempre produce aún más agonía. El fuego es, simplemente, el símbolo más terrible del sufrimiento que la mente humana sabe. De hecho, es imposible imaginar algo más severo y más horrible que el ser quemado con fuego.
            Por lo tanto, con toda razón Jesús explica repetidas veces que “allí será el llanto y el crujir de dientes” porque en texto tras texto Jesús dice “fuego… fuego… fuego… fuego” (Mateo_5:22; Mateo_13:42; Mateo_13:50; Mateo_18:8-9; Mateo_25:41; Marcos_9:43; Marcos9:48; Lucas_3:17). El rico dijo (Lucas_16:24), “estoy atormentado en esta llama”. 2Tesalonicenses_1:7, Jesús viene “en llama de fuego,  dando retribución a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”.
            La imaginación humana ejercida al máximo no podría producir un cuadro de la agonía y desolación más horrible que este que Jesús menciona a través de su ministerio. Es un cuadro tan desagradable que casi nadie se atreve a meditar sobre ello. En realidad, aun entre los que profesan ser cristianos, hay un infinitésimo número de personas que muestran en su vida que en verdad creen esta doctrina del sufrimiento que provoca el lloro y el crujir de dientes en tinieblas, sin esperanza del reposo o del alivio. En cuanto a la más horrible tortura física, la víctima puede esperar que pronto sea inconsciente o muerto, pero en el infierno nunca habrá reposo. Apocalipsis_14:11, “el humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos; y no tienen reposo, ni de día ni de noche”. ¿Qué sabemos de un sufrimiento o tormento interminables? Jesús y Pablo hablan del dolor del parto. ¿Qué mujer podría imaginar el sufrir así toda la vida, y aun eternamente?
             Si de todo corazón creyéramos esta doctrina, no habría problema alguno con respecto a crucificar la carne, llevar una vida santificada, buscar primeramente el reino de Dios y su justicia y trabajar fervientemente para salvar almas. ¿Quién no haría grandes sacrificios para rescatar a una persona del sufrimiento causado por un incendio? En Nueva York cuando los terroristas destruyeron las torres gemelas (el 11 de septiembre de 2001), muchísimos bomberos y otros dieron sus vidas para tratar de rescatar al pueblo de esa conflagración. Pero ¿cuántos miembros de la iglesia de Cristo se esfuerzan para tratar de rescatar al pueblo del incendio eterno que les espera si no obedecen al evangelio? 2Tesaloniocenses_1:7-9. Aquí está la evidencia o la falta de evidencia de que somos en verdad “fervientes en espíritu sirviendo al Señor” (Romanos_12:11).
            Y si no estamos preocupados por los perdidos, ¿los amamos? Y si no los amamos, ¿no estamos en peligro de tener que enfrentar la misma condenación nosotros mismos? Es obvio, pues, que nuestra fe en esta doctrina es muy débil. Si nos preguntan, decimos que sí la creemos, pero ¿de todo corazón? Comparemos nuestra actitud hacia los otros peligros. Si creemos de todo corazón que hay vidas que peligran por causa de un ciclón o un incendio o una víbora, etc. ¿no hacemos todo lo posible por advertirles? Entonces, ¡cuánto más debemos advertir a las multitudes que están en marcha hacia el sufrimiento indecible, indescriptible que Jesús llama “el lloro y el crujir de dientes”!
            En realidad casi todos haríamos algo para ayudar a otros para proteger este cuerpo físico, pero en el día final, todos tendrán cuerpos incorruptibles, y en ese cuerpo incorruptible los perdidos van a sufrir las agonías del infierno. Se requiere mucha fe para evitar tal fin y lo más importante es que los verdaderos cristianos tengan una fe fuerte, no fingida y no superficial, sino una fe activa, obediente y fervientemente trabajadora, en lo que Jesús dice. Cometen suicidio espiritual todos aquellos que rechacen esta doctrina (testigos, adventistas, mormones, y hasta algunos miembros de la iglesia de Cristo) y también los miembros de la iglesia de Cristo que no muestran por sus obras su fe en esta doctrina.
             
            “Día triste viene” para los hijos o herederos del reino (los que deberían haber pertenecido al reino de Cristo pero no lo hicieron). Cristo vino al mundo para buscar a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 15:24). Su ministerio se dedicaba a ellos. El evangelio fue predicado primeramente a ellos (Hechos_1:8; Romanos_1:16), pero lamentablemente la mayoría de los judíos no aprovecharon esta gran bendición y serán “echados fuera”. En lugar de disfrutar la fiesta con los patriarcas estarán en las tinieblas de afuera, muy decepcionados, llenos de remordimiento y furia.
            Sin embargo, los judíos no son los únicos que deberían pertenecer al reino. Los que han oído al evangelio deberían pertenecer al reino, pero si siguen posponiendo y descuidando su obediencia, serán echados a las tinieblas de afuera junto con los judíos desobedientes.
            También los que han sido criados en hogares de cristianos y saben perfectamente lo que deben hacer pero no obedecen si no obedecen serán echados a las tinieblas de afuera. Dios no tiene nietos; los hijos de los miembros no “heredan” la salvación por fe en Jesucristo.
            ¡Y cuántos millares de gentes que tienen Biblias serán echados fuera en aquel día! El simple hecho de tener una Biblia no les da el derecho de sentarse con Abraham, Isaac y Jaco en el reino de Dios. Muchos de los que están “cerca del reino” nunca entran en el reino.
             

            Los últimos tiempos invierten las condiciones presentes: Hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos. Hay paganos que entrarán en el reino de Dios, y judíos que serán excluidos de él. Los judíos habían sido privilegiados en la historia de la salvación. Por sus antepasados habían recibido las promesas llenas de bendiciones de Dios, y por los profetas la palabra y la guía de Dios; pero esta posición privilegiada no basta para salvarlos. Los gentiles estaban privados de los privilegios del pueblo de Dios, pero son admitidos en la celebración del banquete que es imagen del reino de Dios. Se salva el que acepta el mensaje de Jesús, se decide por él y le sigue.


En el tiempo de salvación, que se ha inaugurado con Jesús, ofrece Dios a los judíos como a los gentiles la salvación, de la que se decide según la posición adoptada frente a Jesús. Su palabra exige esfuerzo y lucha, seguimiento en el camino de Jerusalén, donde le aguarda la muerte y la ascensión al cielo. ¿Serán sólo pocos los que se salven? Nadie puede hacer valer derecho alguno a la salvación, pero en Jesús ha ofrecido Dios la salvación a todos.

¡Maranatha! 

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