} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 20 Agosto LA BUENA SEMILLA

domingo, 20 de agosto de 2017

20 Agosto LA BUENA SEMILLA


Lucas 11; 9
“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.”

En este texto Jesús nos enseña cómo orar. Ahora insiste en que aprovechemos este gran privilegio. Jesús no dice "rezar", sino "pedid". Hay mucha diferencia entre el rezar y el orar. No hay virtud alguna en recitar o leer oraciones. Lo que agrada a Dios es el pedir, buscar y llamar. La ley de Cristo contiene enseñanzas bien difíciles para nosotros a menos que nuestro corazón esté completamente sumiso a la voluntad de Dios. Es necesario que haya cambio de corazón y de vida. ¿Cómo es posible hacer estos cambios? “Pedid... buscad... llamad". Debemos llevar todo problema a Dios en oración. Si estamos resueltos a hacer la voluntad de Dios, si estamos resueltos a cooperar con la oración, y si comprendemos que urgentemente necesitamos de la ayuda de Dios, Él nos oirá.

¿Qué cosas debemos pedir?

     Mateo_6:10, debemos pedir por el reino. En aquel entonces el reino se había acercado, y los discípulos de Jesús fueron enseñados a orar, "Venga tu reino". El reino vino en el día de Pentecostés (Hechos_2:1-47). Ahora debemos pedir por el reino, de que se extienda por medio de la predicación del evangelio y por la fidelidad de los que se trasladan al reino (Colosenses 1:13).

    Mateo_6:10, debemos pedir, "hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra". Esta petición es semejante a la primera -- la de pedir por el reino -- porque Dios reina sobre los que hacen su voluntad. No conviene decir, "hágase tu voluntad" si no estamos dispuestos a hacer su voluntad. Los únicos que agradan a Dios son los que hacen su voluntad.

    Mateo_6:11, " El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy". Esta petición indica que reconocemos nuestra completa dependencia de Dios, y que "él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hechos_17:25).

    Mateo_6:12, " perdónanos nuestras deudas". Los "pobres en espíritu" reconocen que han pecado y que urgentemente necesitan del perdón de Dios.

    Mateo_6:13, " no nos metas en tentación, mas líbranos del mal". Reconocemos que sin la dirección y ayuda de Dios sería imposible andar en el camino angosto. Al mismo tiempo recordamos que Jesús nos dice, "Velad y orad, para que no entréis en tentación" (Mateo 26:41). En todas estas súplicas ponemos nuestra parte, cooperando con nuestra oración.

     Santiago_1:5, "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada". Pedimos la sabiduría para ayudarnos a resolver los problemas de la vida y para tomar buenas decisiones en todos los asuntos importantes de la vida que afectan la familia, la iglesia, el empleo, etc.

    Pedimos muchas otras cosas. También pedimos el consuelo en los tiempos difíciles, pedimos el valor para trabajar eficazmente en su servicio, en fin, pedimos todas aquellas cosas que nos ayudan a crecer y madurar en su servicio y ser transformados a la semejanza de Cristo (Romanos_8:29; 2 Corintios_3:18)

     Debemos pedir el Espíritu Santo, no sólo por necesario para orar bien, sino porque todas las bendiciones espirituales están incluidas en ello. Porque por el poder del Espíritu Santo se nos lleva a conocer a Dios y al arrepentimiento, a creer en Cristo y a amarlo; así somos consolados en este mundo, y destinados para la felicidad en el próximo. Nuestro Padre celestial está listo para otorgar todas estas bendiciones a cada uno que se las pida, más que un padre o madre terrenal está dispuesto a dar comida a un niño hambriento. Esta es la ventaja de la oración de fe: que aquieta y fija el corazón en Dios.
            La persistencia en la oración supera nuestra insensibilidad, no la de Dios. Practicar la persistencia es más que cambiar nuestro corazón que el de Él, nos permite comprender y expresar la intensidad de nuestra necesidad. La oración persistente nos ayuda a reconocer la obra de Dios.
Después de todo, la prueba de la realidad y la sinceridad de nuestro deseo está en la pasión con que lo pedimos. Pero esto no quiere decir que le tenemos que sacar las cosas a la fuerza a un Dios despreocupado, sino que acudimos a un Dios que conoce nuestras necesidades aún mejor que nosotros, y cuyo corazón está henchido de amor generoso hacia nosotros. Si no recibimos lo que pedimos, no es porque Dios es tacaño y nos lo niega, sino porque tiene algo mejor para nosotros. No hay tal cosa como una oración incontestada. La respuesta puede no ser la que queríamos o esperábamos; pero, aun cuando no se nos conceda lo que pedimos, la respuesta viene de la sabiduría y el amor de Dios.

¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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