Capítulo 1; 1- 4
1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en
orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,
2 tal
como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y
fueron ministros de la palabra,
3 me ha
parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las
cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,
4 para
que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
El
Evangelio de San Lucas contiene muchos incidentes y enseñanzas importantes que
no se encuentran en los otros tres Evangelios. Tales son, por ejemplo, la historia de Zacarías e Isabel, la de la
anunciación del ángel a la Virgen María, y en breve, todo lo que contienen los
dos primeros capítulos. Tales, también,
como la narración de la conversión de Zaqueo, y la del ladrón
arrepentido, la jornada á Emaús, y las famosas parábolas del Fariseo y el
Publicano, del Rico y Lázaro, y del Hijo
Pródigo. Partes son estas de la Escritura por cuya revelación todo cristiano
bien instruido siente especial agradecimiento. De ellas somos deudores al Evangelio de San Lucas.
El corto prólogo que dejamos arriba trascrito es una
peculiaridad del Evangelio de San Lucas. Pero examinándolo detenidamente,
hallaremos que está lleno de la más útil
instrucción.
En primer lugar, San Lucas nos hace un bosquejo breve, pero
importante de la naturaleza del Evangelio. Él lo llama, " la historia de las cosas que entre
nosotros han sido ciertísimas, " Es una
narración de hechos referentes a Jesucristo.
El Cristianismo es una religión erigida sobre el
cimiento de los hechos. Jamás perdamos esto de vista. Bajo esta forma fue que
se presentó en su origen a la
contemplación del género humano. Los primeros predicadores no iban de
lugar en lugar proclamando un sistema complicado e ingenioso de doctrinas incomprensibles, o de principios profundos.
Se ocuparon exclusivamente en referir a los hombres hechos grandes y a la vez
sencillos. Iban por todas partes
anunciando a un mundo infiel que el
Hijo de Dios había bajado a la tierra, y había vivido y muerto por nosotros, y
después resucitado. El Evangelio era al
principio mucho más sencillo que lo que hoy se enseña por muchos como
tal. No era ni más ni menos que la
historia de Cristo.
Aspiremos pues a mayor sencillez en nuestra religión
individual. Que Cristo y su Pasión formen
el sol de nuestro sistema, y que el deseo más vehemente de nuestras almas sea conocerle mejor cada día y
vivir alimentados de la fe en Él. Tal fue el Cristianismo de San Pablo. "Para mí el vivir es Cristo." Filip. 1: 21.
San Lucas bosqueja, en segundo lugar, un hermoso cuadro de la verdadera posición que
los apóstoles ocupaban en la primitiva iglesia. Los llama " tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo
vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra” En esta expresión
se nota una humildad que bien puede servir de ejemplo. Hay absoluta carencia de
ese tono de exaltación humana, que con tanta frecuencia se ha deslizado en la iglesia. San Lucas no
da a los apóstoles títulos halagüeños. No excusa en lo más mínimo a los que se
refieren a ellos con veneración
idólatra, en consideración a su ministerio y a su intimidad con nuestro
Señor.
Él los describe como "testigos de vista."
Decían a los hombres lo que habían visto con sus ojos y oído con sus oídos. 1
Juan 1.1 los describe como "ministros
de la palabra." Eran siervos de la palabra evangélica. Hombres que reputaban como su más alta
prerrogativa llevar de una parte a otra, en calidad de mensajeros, las buenas nuevas del amor de
Dios hacia un mundo pecador, y referir la historia de la cruz.
Habría sido un bien para la iglesia y para el mundo,
si los ministros Cristianos nunca hubieran pretendido revestirse de dignidad y
honores más altos de los que los
apóstoles exigieron para ellos mismos. Es un hecho lamentable, que hombres que
han recibido tal gracia se hayan ensalzado a sí mismos y hayan elevado su ministerio a una posición
para la cual las Escrituras no dan derecho. No es menos lamentable, que el
pueblo con su anuencia pasiva a las exigencias injustas haya secundado a que
continúe el mal, contentándose con una
religión practicada por medio de agentes o delegados. Ha habido faltas de ambas partes. Recordemos
esto, y pongámonos alerta.
En tercer lugar, San Lucas se refiere a su propia aptitud para la
empresa de escribir el Evangelio. Él dice, que "me
ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las
cosas desde su origen, escribírtelas por orden...
Inútil seria investigar de donde obtuvo San Lucas
los datos que nos ha trasmitido en su Evangelio. No tenemos razón fundada para
suponer que presenció los milagros de
nuestro Señor, o lo oyó enseñar. Decir que obtuvo dichos datos de la Virgen
María, o de alguno de los apóstoles, no pasa de ser una mera conjetura. Bástanos saber que San Lucas
escribió inspirado por Dios. Por lo que hace a los medios ordinarios de
adquirir los informes necesarios no hay duda
que él no los despreció. Mas el Espíritu Santo lo guió, no menos que a
todos los otros escritores de la Biblia, en la elección y disposición de la
materia; de manera que lo que San Lucas
escribió no ha de leerse como la " palabra del hombre," sino como la "palabra de Dios." 1Tes_2:13.
Mantengámonos firmes en la doctrina sublime de la
inspiración de todos los libros de la Biblia. No concedamos jamás que escritor
alguno del Antiguo o del Nuevo
Testamento pudo cometer equivocaciones o errores cuando escribía, " siendo inspirado por el Espíritu-Santo." 2Pe_1:21.
Que al leer la Biblia, nuestra firme convicción sea que si no
podemos comprender un pasaje, o conciliarlo con algún otro, esto consiste no en
defecto del libro sino en ignorancia
nuestra. Al adoptar este principio asentamos los pies sobre una
roca. Al abandonarlo, los asentamos sobre arena movediza, y llenamos nuestras
mentes de dudas e incertidumbres
interminables.
Finalmente, San Lucas nos dice cuál fue el principal objeto
que lo movió a escribir su Evangelio. Fue, para que Teófilo " para que conozcas bien la verdad de las
cosas en las cuales has sido instruido,"
Este texto no da apoyo a los que tienen fe en las tradiciones verbales, y en
los preceptos de la iglesia. San Lucas sabía bien cuan débil es la memoria humana, y cuan
fácilmente una historia cambia su forma original ya por medio de adiciones ya
por medio de alteraciones, cuando pasa
de boca en boca. Por esta razón ¿qué hace? tiene cuidado de escribir.
Tampoco encuentran apoyo en estas palabras de San
Lucas los que se oponen a la difusión de los conocimientos religiosos, y llaman
a la ignorancia "madre de la
devoción." San Lucas no quiere que su amigo permanezca en duda respecto a
materia alguna de su fe. Le dice que quiere que " conozca
la verdad de las cosas de las cuales
había sido enseñado...
Concluyamos el pasaje manifestándonos agradecidos de
haber recibido la Biblia. Bendigamos a Dios todos los días, porque no nos ha
dejado a merced de las tradiciones
humanas, y porque no estamos obligados a dejarnos extraviar por los errores de
nuestros guías espirituales. Tenemos un volumen escrito que "puede hacernos
sabios para la salud, por medio de la fe que es en Cristo Jesús."
2Ti_3:15.
Comencemos el Evangelio de San Lucas animados del
deseo ardiente de instruirnos más de la verdad cual está en Jesús, y de todo
corazón resolvamos hacer cuanto
estuviere a nuestro alcance a fin de extender el conocimiento de esta verdad
por todo el mundo.
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