Capítulo 2; 1-7
1 Aconteció en aquellos días, que se
promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese
empadronado.
2 Este
primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
3 E
iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
4 Y
José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David,
que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David;
5 para
ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
6 Y
aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.
7 Y dio
a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un
pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
En el Imperio Romano se hacían censos
periódicos con el doble objetivo de fijar los impuestos y de descubrir a los
que tenían que hacer el servicio militar obligatorio. Los judíos estaban
exentos del servicio militar, así es que en su caso el censo se hacía para los
impuestos. En relación con estos censos disponemos de suficiente información de
lo que sucedió en Egipto, y suponemos
que en la provincia de Siria, de la que formaba parte Palestina, sucedería algo
parecido. Esa información proviene de los mismos documentos del censo escritos
en papiros, que se descubrieron en los basureros de los pueblos y aldeas de
Egipto y en la arena del desierto.
Los censos se hacían cada catorce años, y tenemos
documentos de todos los que hubo entre el año 20 y el 270 d C. Según el ritmo
de catorce años que se seguía en Siria, este censo se haría en el año 8 a C., y
ese sería el año que nació Jesús. Puede que Lucas cometiera un error sin
importancia, porque Cirenio no fue gobernador de Siria hasta el año 6 a C.;
pero había tenido cargos oficiales en aquella región desde el año 10 hasta el 7
a C., y fue en esos años cuando se hizo el primer censo.
Algunos críticos han puesto en duda el hecho de que
todos los hombres tuvieran que desplazarse a su lugar de origen para
empadronarse; pero aquí tenemos un edicto gubernamental de Egipto:
“Ordena Gayo Vibio Máximo, prefecto de Egipto: «Como
ha llegado el momento de hacer el censo de casa en casa, es necesario obligar a
todos los que por cualesquiera causas residan fuera de su distrito de origen a
que vuelvan a sus casas para cumplir con los requisitos del censo y también
para atender diligentemente al cultivo de sus parcelas.»
Si así se hizo en Egipto, es probable que se hiciera
igual en Judasa, donde todavía se mantenían los antiguos lazos tribales y
familiares, y los hombres tendrían que ir a los respectivos lugares de origen
de sus antepasados. Aquí tenemos uno de esos casos en los que los hallazgos
históricos han demostrado la exactitud del Nuevo Testamento.
En estos versículos se nos refiere la historia de un
nacimiento el nacimiento del Hijo encarnado de Dios, nuestro Señor Jesucristo.
El nacimiento de cualquiera niño es
siempre un acontecimiento maravilloso, puesto que agrega un ser más al número
de almas inmortales Más desde el principio del mundo no hubo nacimiento alguno tan sorprendente como el de
Cristo. Este fue en sí mismo un milagro: "Dios fue manifestado en la
carne." 1Ti_3:16 E
indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios
fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria..
Los bienes que trajo
al mundo son indecibles: abrió al hombre la puerta de la vida eterna.
Al leer estos versículos, observemos primeramente
cuando nació Cristo. Fue en los días en que Augusto, el primer emperador
Romano, expidió "un edicto para que
toda la tierra fuese empadronada...
La sabiduría de Dios se manifiesta en este simple
hecho. El cetro estaba alejándose prácticamente de Judá. Gen_49:10:
No será quitado el cetro de Judá,
Ni
el legislador de entre sus pies,
Hasta que venga Siloh;
Y a
él se congregarán los pueblos
Los judíos
principiaban a caer bajo un dominio
extranjero, y ya tenían que rendirle tributo. Extranjeros comenzaban a
gobernarlos. Su autonomía e independencia habían desaparecido. Había llegado el "tiempo oportuno" para que
se presentara el Mesías prometido. Augusto empadrona "la tierra," y a
la vez nace Cristo.
Era una época señaladamente propicia para introducir
el Evangelio del Cristo. Al fin había llegado el día en que todo el mundo
civilizado estaba gobernado por un señor. Dan_2:40 Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como
el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo.. Nada
había que al predicador de la nueva fe impidiese ir de ciudad en ciudad, y de
país en país. Los príncipes y sacerdotes del mundo pagano habían sido pesados en la balanza y
habían sido hallados escasos. Egipto, Asiría, Babilonia, Persia, Grecia y Roma,
todos estos reinos habían probado
sucesivamente que: Pues ya que en la sabiduría
de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar
a los creyentes por la locura de la predicación. 1Co_1:21. Sin embargo
de sus poderosos conquistadores, y de sus
distinguidos poetas, historiadores, arquitectos y filósofos, los reinos
del mundo estaban llenos de tenebrosa idolatría. Era en verdad "el tiempo
oportuno "para que Dios
interpusiese desde el cielo, y enviase a la tierra un poderoso Salvador. Era
tiempo de que Cristo naciese. Rom_5:6: Porque Cristo, cuando aún éramos débiles,
a su tiempo murió por los impíos.
Tranquilicemos siempre nuestras almas con la
reflexión, que los tiempos están en la mano de Dios, Salmo_31:15: En tu
mano están mis tiempos; Líbrame de la
mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Él
sabe cuál es la hora más favorable para
socorrer a Su iglesia, y dar nueva luz al mundo. Guardémonos de ceder a
una ansiedad excesiva respecto a los acontecimientos que presenciamos, como
si supiéramos mejor que el Rey de reyes
en qué tiempo necesitamos amparo. "Cesa, Felipe, de pretender gobernar el
mundo," era el dicho frecuente de Lutero a
un amigo impaciente. Dicho lleno de sabiduría.
Notemos, en segundo lugar, en donde nació Cristo. No
fue en Nazaret de Galilea, donde vivía Su madre María. El profeta Miqueas había
predicho que el acontecimiento debía
verificarse en Belén, Miqueas 5:2 Pero tú, Belén
Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que
será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de
la eternidad., y así sucedió: en Belén nació el Cristo.
La providencia de Aquel que lo gobierna todo se
manifiesta en este hecho sencillo. Dios dirige los corazones de los reyes hacia
donde él quiere. El señaló el tiempo en
que Augusto había de expedir el edicto de empadronamiento, y dispuso que se ejecutase
de tal manera, que María indispensablemente tuviera que estar en Belén cuando "se le cumplieran
los días de parir." Al altivo
emperador y a su oficial Cirenio, tal vez, no se les ocurrió que eran
solamente instrumentos en las manos del
Dios de Israel, y que solo estaban coadyuvando a realizar los designios eternos
del Rey de reyes. No se imaginaron que estaban ayudando a sentar las bases de un reino, ante
el cual los imperios de este mundo se desmoronarían algún día, y la idolatría
Romana se desvanecería. Las palabras de
Isaías en una ocasión semejante son dignas de recordarse " Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo
imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar
naciones no pocas. " Isa_10:7.
El creyente debe vivir lleno de consuelo sabiendo
que la divina providencia rige el mundo. El cristiano verdadero nunca debe inquietarse mucho por
causa de la conducta de los gobernadores
de la tierra. Debe percibir con los ojos de la fe una mano que dirige cuanto
ellos hacen, para que resulte en alabanza y gloria de Dios. Debe considerar a cada rey o
potentado, ya sea un Augusto, un Cirenio, un Darío, un Ciro, o un Sennaquerib
como un hombre que, con todo su poder,
nada puede hacer, sino lo que Dios le permita, y nada que no sea conducente a
que se cumpla la voluntad de Dios. Y cuando los príncipes de este mundo " se reúnan en consejo contra el
Señor," Si opresión
de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te
maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto
está sobre ellos. Eccl. 5:8.
Observemos,
finalmente, el estado en que Cristo nació. No nació bajo el techo
materno, sino en un lugar extraño, en un "mesón." Cuando nació, no lo
reclinaron en mullida cuna. Su madre
" le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón...
Vemos en esto la bondad y condescendencia de Cristo.
Si él hubiera venido a salvar al género humano revestido de majestad real, y
rodeado de los ángeles de su Padre, este
habría sido ya hacia nosotros un acto de misericordia inmerecida. Si él hubiera
querido habitar en un palacio, rodeado de poder y autoridad, habríamos tenido bastante razón para
asombrarnos. Pero hacerse tan pobre y de tan baja condición como el más pobre y
más humilde de los hombres es un amor
incomprensible e inescrutable. Nunca olvidemos que por medio de esta
humillación Cristo nos ha comprado un título para la gloria eterna. Por medio
de una vida de sufrimiento, así como
también por su muerte y resurrección, ha alcanzado redención eterna para
nosotros. Por nuestro amor fue pobre toda la vida, desde la hora de su nacimiento hasta la de su crucifixión;
y por su pobreza somos ricos nosotros. 2Co_8:9. Porque
ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se
hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.
Guardémonos de despreciar a los pobres, a causa de
su pobreza El Hijo de Dios consagró su estado adoptándolo voluntariamente para
sí mismo. Para Dios no hay acepción de personas. El mira a los
corazones de los hombres, y no a sus rentas. No nos avergoncemos nunca de
la cruz de la pobreza, si Dios quiere que
la llevemos a cuestas. Ser impío y codicioso es deshonroso, pero no es
deshonra ser pobre. Una habitación miserable, un alimento ordinario, y una cama
dura, no son agradables al cuerpo; y,
sin embargo tal fue la suerte que el mismo Señor Jesús aceptó voluntariamente
desde el día de su entrada en el mundo. La
riqueza pierde mayor número de almas que la pobreza. Cuando el amor
al dinero empieza a apoderarse de nosotros, pensemos en el pesebre de Belén, y
en Aquel que allí fue reclinado. Tales
pensamientos pueden librarnos de muchos males.
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