Capítulo 16; 1-8
Mar 16:1 Cuando
pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé,
compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
Mar 16:2 Y muy de
mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.
Mar 16:3 Pero decían
entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
Mar 16:4 Pero cuando
miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.
Mar 16:5 Y cuando
entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de
una larga ropa blanca; y se espantaron.
Mar 16:6 Mas él les
dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha
resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.
Mar 16:7 Pero id,
decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea;
allí le veréis, como os dijo.
Mar 16:8 Y ellas se
fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni
decían nada a nadie, porque tenían miedo.
La
resurrección de nuestro Señor, tema principal de estos versículos ha sido
descrita circunstanciadamente por todos los cuatro evangelistas.
El día de
reposo terminaba al caer el crepúsculo del sábado, alrededor de las 6:00 p.m.
Hay unanimidad en el evangelio sobre el papel prominente de las mujeres en este
acontecimiento, al ser las primeras que recibieron las noticias de la
resurrección. Aunque Jesús había
hecho la promesa de levantarse de entre los muertos al tercer día, o sus
seguidores no creyeron en ella o, en medio de su aflicción, la olvidaron.
En la penumbra, las mujeres se enfrentan a los
peligros de una ciudad oriental y se apresuran a la tumba. Estas santas mujeres
fueron entonces al sepulcro de Jesucristo con los ungüentos o aromas que habían
comprado el día de la preparación o el viernes, como dice San Lucas (Luc 23,54-56; 54 Era
día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. 55 Y
las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron
el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. 56
Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el
día de reposo, conforme al mandamiento // Luc 24,1El
primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las
especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.).
Bien podemos comprender que no poco valor se necesitaba para dar ese paso.
Visitar la tumba en el crepúsculo confuso de una alborada oriental, pondría a prueba en cualquiera circunstancia a la mayor
parte de las mujeres. Pero visitar el sepulcro de uno que había sido ejecutado
como un malhechor, y levantarse tan de
mañana para tributar honores a quien su nación había despreciado, era en verdad
mucha valentía. Sin embargo, estos son los actos que muestran la diferencia que hay entre la fe débil y la
fuerte, entre un amor débil hacia Cristo y otro que fue intenso. Estas santas
mujeres habían probado lo que es la
misericordia y el perdón de nuestro Señor. Sus corazones rebosaban de
gratitud hacia El por la luz, la esperanza, el consuelo, y la paz que les había
dado. Con gusto querían exponerse a
todas las consecuencias al manifestar su efecto a su Salvador. Cuanta verdad en
estas palabras del Cnt 8;6-7 :
6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como
una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus
brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
7
Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni
lo ahogarán los ríos.
Si
diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De
cierto lo menospreciarían
¿Por qué es que encontramos tan poco de ese amor
intenso a Jesús entre los cristianos del día de hoy? ¿Cómo es que raras veces
vemos santos que arrostren cualquier
peligro, y que por amor de Cristo atraviesen fuego y agua? No hay más
que una respuesta. La causa de ella es la fe débil que tanto prevalece en la
actualidad, y la falta de convicción de lo mucho que debemos a Cristo. El sentir débilmente la
enormidad de nuestros pecados nos hará siempre tener en poco el valor de la
salvación.
El no
apreciar en lo que realmente es la deuda que tenemos contraída con Dios trae
por consecuencia a valorar muy bajo lo que debemos por nuestra redención. El hombre que reconoce lo mucho
que se le ha perdonado es el que ama mucho.
"A quien poco se le perdona, ese ama poco
" Luc_7:47
Este sepulcro era doble. La parte interior de él fue
en donde depositaron el cuerpo del Hijo de Dios, y la que José había cerrado
con una grande piedra; y así el ángel del Señor estaba sentado fuera sobre esta
piedra, después de haberla quitado de la entrada del sepulcro interior; y por
esto dijo a estas santas mujeres: Mat 28;5-6 Mas el
ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que
buscáis a Jesús, el que fue crucificado. 6
No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde
fue puesto el Señor.
Parafraseando lo que les dijo el ángel del Señor: “Venid,
ved el lugar en que el Señor fue puesto; esto es, acercaos a ver en el sepulcro
interior, y veréis que ya no está allí”. ” No temáis vosotras; como si dijera:
Teman y queden aterrados los que pretenden oscurecer la gloria de la
resurrección de mi Señor; mas vosotras no tenéis por qué asustaros, ni por qué
temer. Sé, que ansiosas de manifestarle vuestro amor, venís aquí buscando al
que ha sido crucificado, para ungir su cuerpo, y embalsamarlo.
Nuestro Señor Jesús podría haber quitado la piedra
por su poder, pero optó por hacerlo por medio de un ángel. (Mt 28,2 Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor,
descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella.):
Y no debemos sorprendernos de que se dé tanta
importancia al acontecimiento de la resurrección de Jesús, puesto que es la
prueba más concluyente de que el Cristo satisfizo la deuda que se propuso pagar por nosotros; que libró
la batalla que había de librarnos del infierno; y que ha sido aceptado como
Sustituto nuestro por el Padre
celestial. Si nunca hubiera salido del sepulcro frió, ¿qué seguridad
tendríamos de que se habría pagado nuestro rescate? 1Co_15:17y
si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados..
Si nunca se hubiera levantado después
del conflicto con el postrer enemigo, ¿qué certeza tendríamos de que había
vencido a la muerte y al demonio? Heb_2:14Así que, por
cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo
mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo,. Pero, a Dios gracias, no se nos ha dejado en duda. Los
creyentes pueden con confianza decir como Pablo: "
¿Quién es el que nos condena? Cristo es el que murió: antes el que también resucitó." Rom_8:34.
Muy agradecidos debemos sentirnos de que esta sublime verdad de nuestra
religión haya sido probada con tanta claridad.
La resurrección de nuestro Señor es un tipo, a la
vez que garantía, de la resurrección de los creyentes. El sepulcro no pudo
detenerlo a Él después del tiempo señalado, y lo mismo sucederá con nosotros.
Un ángel fue el testigo de su resurrección, y los ángeles serán los mensajeros
que reunirán a los creyentes cuando
resuciten. Él se levantó con un cuerpo glorificado, y sin embargo real y
material, y de la misma manera sus discípulos resucitarán con cuerpos
gloriosos, aunque físicos.
Observemos, finalmente, el benigno mensaje que el
Señor envió a sus discípulos después de la resurrección. Habiéndose aparecido
en persona a las mujeres que habían ido a
tributar honras a su cuerpo, lo primero de que pensó fue de su pequeño rebaño.
Les recomendó a aquellas que fuesen a contar a los hermanos lo que había sucedido. "Id," les
dijo, "dad las nuevas a mis hermanos... Pero el mensaje no es dirigido a los once
apóstoles en general; esto solo, después de su deserción reciente cuando
abandonaron a su Maestro, hubiera sido un acto
lleno de bondad; pero menciona especial mente por su nombre a Simón
Pedro que había negado a su Señor tres veces. Pedro que había pecado
especialmente, es marcado también de una
manera particular. En esa manifestación de su gracia no había excepciones;
todos serian perdonados; todos volverían a entrar en su gracia, y Simón Pedro lo mismo que todos los
demás.
Bien podemos decir cuando leemos palabras como
estas, "que así no es como el hombre se maneja." Nuestras opiniones
respecto a religión no son en ningún
particular tan mezquinas, tan miserables y tan contraídas como en todo
lo que se refiere a la disposición extraordinaria de Dios a perdonar a los
pecadores arrepentidos. Lo juzgamos
igual a nosotros, olvidando que: ¿Qué Dios como tú, que
perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo
para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Mic_7:18.
No concluyamos de meditar sobre este pasaje sin
determinarnos a abrir la puerta de la misericordia de par en par a los pecadores, siempre que hablemos del Evangelio
de Cristo o que lo enseñemos; así como también con la firme resolución de no
ser nunca implacables con nuestros
prójimos. Si Cristo está
tan dispuesto a perdonar, nosotros debemos estar también
Hay algo muy conmovedor en esas palabras, "mis
hermanos." Débiles, frágiles y pecadores como eran los discípulos,
Jesús los llamó " hermanos."
Les consoló como José lo hizo con los hermanos que lo habían vendido,
diciéndoles: "Soy José vuestro
hermano." Aunque estaba rodeado de gloria, aunque acababa de Vencer a la
muerte, el infierno y el sepulcro, el
Hijo del hombre era aún "manso y humilde de corazón...
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