Capítulo 4; 14-15
Luk 4:14 Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a
Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.
Luk 4:15 Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era
glorificado por todos.
Tan
pronto como salió Jesús del desierto tuvo que afrontar otra decisión: sabía
que su hora había sonado, había escogido de una vez para siempre el método que
iba a seguir, y ahora tenía que decidir dónde empezar.
(i) Y empezó
en Galilea. Galilea era la región del Norte de Palestina, como de ochenta
kilómetros de Norte a Sur y de cuarenta de Este a Oeste. El nombre quiere decir
círculo, y viene del hebreo galil. Se llamaba así porque estaba rodeada de
naciones no judías. Precisamente por eso se hacían sentir allí nuevas
influencias, y era la parte más emprendedora y menos conservadora de Palestina.
Tenía una gran densidad de población. Josefo, que había sido gobernador de
Galilea, dice que tenía 204 pueblos que alcanzaban todos un mínimo de 15.000
habitantes cada uno. Parece increíble que pudiera haber una población de unos
3.000.000 en Galilea.
Era una tierra extraordinariamente fértil. Había un
proverbio que decía: "Es más fácil criar una legión de olivos en Galilea
que un niño en Judasa.» El clima maravilloso y la estupenda provisión de agua
convirtieron a Galilea en el huerto de Palestina. La lista de árboles que
crecían en ella demuestra su sorprendente fertilidad: vid, olivo, higuera,
roble, nogal, terebinto, palmera, cedro, ciprés, morera, abeto, pino, sicomoro,
laurel, mirto, almendro, granado, cidro y adelfa.
Josefo dice de los galileos que «les encantaban las
innovaciones, eran inclinados por naturaleza a los cambios y les chiflaban las
sediciones. Siempre estaban dispuestos a seguir a un líder que iniciara una
insurrección. Eran de genio vivo y dados a enzarzarse en peleas.» "A los
galileos -se decía no les falta nunca coraje.» «Tienen más interés en mantener
el honor que en conseguir ganancia material.»
Esa fue la tierra en la que empezó Jesús. Era su
propia tierra; y le dio, por lo menos al principio, una audiencia dispuesta a
escucharle y a enardecerse con su mensaje.
(ii) Empezó
en la sinagoga. La sinagoga era el verdadero centro de la vida religiosa de
Palestina. No había más que un templo; pero la ley decía que donde hubiera diez
familias judías tenía que haber una sinagoga, así es que en todos los pueblos y
aldeas había una sinagoga en la que la gente se reunía para hacer el culto. En
la sinagoga no se hacían sacrificios; eso era cosa del templo. La sinagoga era
para la enseñanza. Pero, ¿Cómo podía Jesús conseguir entrar en la sinagoga y
exponer allí su mensaje si no era más que un laico, el carpintero de Nazaret?
El culto de la sinagoga constaba de tres partes:
(a) Había una
parte en la que se hacían oraciones.
(b) Otra era
la lectura de las Escrituras: siete varones de la congregación leían el
texto en hebreo antiguo, que pocos entendían, y los targumistas o intérpretes
lo traducían al arameo o al griego, un versículo de cada vez en el caso de la
Ley, y de tres en tres en el de los Profetas.
(c) La parte
de la enseñanza. En la sinagoga no había un ministerio profesional ni
ninguna persona especial que hiciera la predicación; el presidente invitaba a
hablar a cualquier persona distinguida que estuviera presente, y luego había
lugar para la participación de los presentes y la discusión. Así es como Jesús
tuvo oportunidad de enseñar en la sinagoga, cuya plataforma no le estaba
cerrada todavía en esta etapa.
(iii) El pasaje termina diciendo que « era glorificado por todos.» Este período del
ministerio de Jesús se ha llamado la primavera galilea. Llegó Jesús como una
bocanada de la brisa de Dios. La oposición aún no había cristalizado. Los
corazones humanos estaban hambrientos de la Palabra de Dios, y aún no se habían
dado cuenta del golpe que había de dar Jesús a la ortodoxia de su tiempo. El
que tiene mensaje siempre atrae una audiencia.
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