Capítulo 2; 39-40
39 Después de haber cumplido con todo lo
prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40 Y el niño crecía y se fortalecía, y se
llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
Observamos
en estos versículos cuan evidente es la prueba que tenemos de que el Señor fue
real y verdaderamente hombre, lo mismo que Dios. Jesús y sus padres eran judíos
Ortodoxos en todo el sentido de la palabra.
Cumplieron a cabalidad con los requerimientos mosaicos exigidos por el templo
para ellos y su hijo.
Leemos, que cuando María y José volvieron a su
ciudad de Nazaret, "el niño crecía y se hacía fuerte en espíritu. El pueblo donde Jesús creció era llamado
Nazaret. No se menciona en el Antiguo Testamento, el Talmud o en Josefo.
Aparentemente no fue poblado sino hasta en tiempo de Juan Hircano, quien gobernó
entre 134-104 a.C. La presencia de José y María en este lugar implicaba que
pertenecían al clan davídico que se había establecido allí.
Podría haber una relación etimológica entre el
nombre de Nazaret y el título mesiánico de la rama (Mateo 2:23; “llamado
nazareno”), que es el término nezer en hebreo. Aparentemente era un término
despectivo dada su ubicación en la zona gentil y la lejanía de Jerusalén (Juan 1:46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de
bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.; Hechos 24:5, Porque
hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre
todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. pese a lo cual se trataba de una profecía, Isaías 9:1 Mas no habrá siempre oscuridad para la que
está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que
livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de
Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del
Jordán, en Galilea de los gentiles ).
Quizá fue porque la frase “Jesús de Nazaret, rey de los judíos” fue escrita en
la placa que se colocó en la parte superior de la cabeza de Jesús.
La naturaleza de Jesús encierra, sin duda, profundos misterios. Cómo la misma Persona pudo ser a un tiempo perfecto Dios y perfecto hombre, es cosa necesariamente superior a nuestra comprensión. De qué manera y en qué grado se revelase en Sus primeros años esa inteligencia divina que indudablemente poseía, no lo podemos explicar. Es para nosotros asunto muy elevado. No nos es dado comprenderlo. Una cosa, a lo menos, es perfectamente clara, y haremos bien en asirnos firmemente de ella: nuestro Señor participó de cuanto es propio de la naturaleza humana, exceptuando solamente el pecado. Como hombre nació niño; como hombre creció de la infancia a la adolescencia; y como hombre cada año adquiría mayor fuerza corporal e intelectual, desde la infancia hasta la edad viril. Porque como tenía un cuerpo verdadero, también tenía un alma razonable; cuyas facultades estaban lejos de ser débiles, eran extremadamente fuertes y parecían cada vez más fuertes cada día; su entendimiento era claro, su juicio sólido y su memoria fuerte y retentiva, su voluntad y los deseos de ella, estaban en lo que es bueno, y sus afectos se adhirieron a ello. Las versiones Persica y Etíope dicen, "fue fortalecido en", o "por el Espíritu Santo"; y conocimiento como hombre; porque esto debe entenderse, no de su sabiduría esencial como Dios, ni de esos tesoros de sabiduría y conocimiento, que estaban escondidos en él como mediador, para ser dispensados a su iglesia; sino de su sabiduría creada y natural, como hombre; en el cual fue aumentando gradualmente, a medida que su cuerpo crecía, y las facultades de su alma se abrían bajo las influencias de su deidad y el poder de su Espíritu. Y la gracia de Dios fue sobre él; que no diseña la plenitud de la gracia que había en él, como mediador, para el suministro de su pueblo, sino esa gracia interior que fue otorgada a su naturaleza humana, incluso las diversas gracias del Espíritu de Dios, y que fluyeron del gracia de unión de las dos naturalezas en él; o más bien el amor y el favor de Dios, que en varios casos se le manifestó de manera muy singular.
El
término griego charis tiene una amplia cobertura semántica. Louw y Nida en “El
Léxico Griego-Inglés”, vol. 2, p.262 enumera como posibles traducciones:
“amabilidad, regalo, gracia y buena voluntad”. El significado más probable en
este versículo es único en los Evangelios Sinópticos. La palabra se utiliza
varias veces en el Evangelio de Lucas, pero sólo aquí parece con el sentido de
“gracia”.
De todas las condiciones inocentes del hombre, como
primera debilidad, su crecimiento, su desarrollo no interrumpido hacia la edad
madura, él participo en el sentido más
alto. Es menester que nos satisfagamos con este conocimiento. Indagar más es
inútil, y saber esto bien es de mucha importancia. La falta de convicciones firmes sobre este punto ha
llevado a muchos a extravagantes herejías.
Una lección práctica y consoladora nos presenta
desde luego esta verdad, que nunca debe pasarse por alto. Nuestro Señor puede
compadecerse del hombre en cualquier
periodo de su existencia desde la cuna hasta la sepultura, puesto que conoce
por experiencia la índole y las inclinaciones del párvulo, del niño y del joven. Ha pasado por la misma edad; ha
ocupado su lugar; y conoce sus corazones. No olvidemos esto, cuando hablemos
con los jóvenes acerca de la salvación
de sus almas. Digámosles sin vacilar que hay un Ser en el cielo a la mano
derecha del Padre que puede ser Amigo de ellos. Aquel que murió en la cruz fue una vez niño, y siente tanto interés
por los niños, como por la gente de mayor edad.
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