} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 3; 10-20

domingo, 12 de diciembre de 2021

EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 3; 10-20


Capítulo 3; 10-20

10  Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos?

11  Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.

12  Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?

13  Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.

14  También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario.

15  Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo,

16  respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

17  Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

18  Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo.

 18  Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo.

 19  Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que Herodes había hecho,

 20  sobre todas ellas, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel

 

            El mensaje de Juan demandaba al menos dos respuestas específicas: (1) comparta con los que están en necesidad, (2) cualquiera que sea su trabajo, hágalo bien y con imparcialidad, y (3) conténtese con su salario. Juan no tenía tiempo para dirigir un mensaje de consuelo a los que vivían con indiferencia o egoísmo, hizo un llamamiento para que la gente viviera con justicia. Los cobradores de impuestos eran muy conocidos por su deshonestidad. Los romanos reunían dinero para su gobierno explotando los privilegios de la recaudación. Los cobradores de impuestos obtenían su sustento agregando una considerable suma al total, todo lo que pudieran quitar, y se quedaban con ella. A menos que la gente se revelara y se arriesgara a la represalia romana, tenían que pagar lo pedido. Es obvio que odiaban a los cobradores de impuestos, que eran deshonestos, avaros y dispuestos a traicionar a sus compatriotas por dinero. Aun así, dice Juan, Dios puede aceptar a estos hombres si se arrepienten y cambian en verdad sus caminos. No  quiso dar a entender que, procediendo de este modo expiarían sus pecados, y harían paz con Dios, sino que así sabrían si su arrepentimiento era sincero.

Este es el mejor modo de proceder con las almas, y especialmente con las  almas de los que están comenzando a hacerse de fe; y sobre todo, aprendamos cuál es el medio seguro de probar nuestros propios corazones. Es menester no  contentarnos con vociferar contra pecados a que por naturaleza no estamos inclinados, en tanto que permanecemos indiferentes respecto de pecados de otra  clase. Descubramos en qué consiste nuestra corrupción; hallemos cuales son nuestros pecados dominantes y dirijamos contra ellos nuestros mayores  esfuerzos. Hagámosles guerra sin tregua. Que el rico abandone los pecados del rico, y el pobre los pecados del pobre. Que renuncie el joven los pecados de la  juventud, y el anciano los pecados de la ancianidad. Este es el primer paso para probar que obramos con sinceridad, cuando principiamos a pensar seriamente  acerca de nuestras almas. ¿No engañamos? ¿Somos sinceros? En tal caso empecemos por examinar nuestros corazones.

Aprendemos en estos versículos, en primer lugar, que una de las dos de las tareas del buen ministro es hacer que los hombres se dediquen más a la  meditación. Leemos acerca de los oyentes de Juan el Bautista, que "estaban esperando y pensando todos de Juan en sus corazones si él fuese el Cristo...

La causa de la religión verdadera habrá dado un gran paso hacia adelante en la iglesia, congregación o familia, si los miembros de estas empiezan tan solo a  pensar. La indiferencia en las materias espirituales es uno de los distintivos del impenitente. No puede decirse de estas muchas veces que le agrade o le desagrade el Evangelio; más no le da lugar en sus pensamientos: nunca examina.

Debemos siempre dar gracias a Dios cuando vemos que la reflexión empieza a ocupar la mente de algún impenitente. La investigación es el camino real que  conduce a la conversión. La verdad de Cristo nada tiene que temer del examen concienzudo. El que esto escribe se dedica a leer y estudiar lo que muchos comentaristas bíblicos han dejado como legado para los que seguimos sus pasos, y la investigación desea ocupe el  lugar que merece. Él sabe bien que ella basta para satisfacer todas las exigencias del corazón y de la conciencia del hombre, y que los que no reconocen esto,  no la entienden. Pensar, sin duda, no es tener fe o arrepentimiento. Más siempre es un síntoma favorable cuando los oyentes del Evangelio empiezan a  "pensar en sus corazones" debemos bendecir a Dios y llenarnos de esperanza.

 Se nos enseña en segundo lugar, en estos versículos, que el ministro fiel ensalza siempre a Cristo. Leemos que cuando Juan percibió el estado mental en que  se hallaban sus oyentes, les habló de la venida de un Maestro mucho más poderoso que él. Rehusó el que el pueblo estaba inclinado a tributarle, y los  encaminó a que tenía el "aventador en su mano," el Cordero de Dios, al Mesías. Esta debe ser siempre la conducta del verdadero "hombre de Dios." Él no  puede jamás permitir que se le dé, por ningún motivo, el honor que corresponde a su divino Maestro. Está dispuesto a decir como S. Pablo: "No me predico a  mí mismo, sino a Jesucristo el Señor, y yo siervo vuestro por amor de Jesús." 2Co_4:5. Dar loor a Jesucristo por haber muerto y resucitado por el impío;  hacer conocer su amor para con los pecadores y su poder para salvarlos, he aquí el objeto principal del ministro del Evangelio. "A El conviene crecer, más a mí decrecer" es el principio que debe guiarlo en todos sus sermones. No importa que su nombre sea arrojado al olvido con tal que Cristo crucificado sea  ensalzado.

¿Deseamos saber si algún ministro es puro en la fe, y merece nuestra confianza como guía espiritual? Solo tenemos que hacer esta sencilla pregunta: ¿Qué  dice de Cristo? ¿Deseamos saber si nosotros mismos estamos recibiendo provecho de los sermones que oímos? Preguntémonos si su efecto es engrandecer a  Cristo en nuestra estimación. El ministro que predica en edificación nuestra nos hará pensar más y más en Jesús.

Estos versículos nos enseñan, en tercer lugar, que hay una diferencia esencial entre el Señor Jesús y aun los mejores y más justos de Sus ministros.

Percibírnosla en las palabras solemnes de Juan el Bautista: "Yo, a la verdad, os bautizo con agua: él os bautizará con el Espíritu Santo...

Un hombre que ha sido ordenado, puede administrar los ritos externos del Cristianismo, más ese hombre no puede leer los corazones. Puede predicar lealmente el Evangelio a los oídos exteriores, pero no puede  hacer que el corazón lo acepte. Puede aplicar al cuerpo el agua del bautismo, más no puede purificar el interior. Puede poner en los labios el pan y el vino de  la cena del Señor, más no puede hacer a nadie digno según la fe de comer el cuerpo, y de beber la sangre de Cristo. Puede llegar hasta cierto punto, pero no  más allá. Ninguna ordenación, por sagrada que se considere, puede dar a nadie la facultad de cambiar el corazón. Solamente Cristo, gran Cabeza de la Iglesia,  puede hacer esto por medio del Espíritu Santo; y él no ha delegado su poder a ningún hombre.

¡Quiera Dios que nunca nos sintamos tranquilos hasta tanto hayamos experimentado el poder de la gracia de Cristo! Bien que hayamos sido bautizados con  agua; ¿lo hemos sido también con el Espíritu Santo? Bien que nuestros nombres aparezcan en el registro de bautismo; ¿aparecen también en el libro de la Vida? Bien que seamos miembros de la iglesia visible; ¿lo somos también de aquel cuerpo místico, del cual solo Cristo es la cabeza? Todas estas son mercedes que solo Cristo otorga, y por las cuales, preciso es que todos los que quisieren salvarse acudan en persona a Él. El hombre no puede  concederlas. Son tesoros depositados en manos de Cristo: es preciso que de él las solicitemos con fe y oración.

Aprendamos, en cuarto lugar, en estos versículos, el cambio que Cristo hará en Su iglesia visible, cuando aparezca la segunda vez. Según las palabras  figuradas de su precursor, "él limpiará su era, y, trigo en su alfolí; y quemará la paja en fuego que nunca se apagará...

La iglesia visible es al presente en cuerpo heterogéneo. Creyentes y no creyentes, justos e injustos, convertidos é impenitentes, todos están mezclados en cada  congregación; y muchas veces se sientan juntos. El hombre no tiene la facultad de distinguirlos, las falsas protestas son a menudo tan semejantes a las  verdaderas, y la fe es a menudo tan débil, que la distinción es en muchos casos imposible. El trigo y la paja continuarán juntos hasta que el Señor venga.

Más en el último día habrá una separación solemne. El infalible Rey de reyes separará el trigo de la paja, y la separación será eterna. Los justos serán  congregados en un lugar de gloria y felicidad. Los impíos serán condenados a la deshonra y al oprobio sempiterno. En el gran día de la separación, cada uno  irá al lugar que le corresponde. ¡Pluguiese a Dios que dirigiésemos nuestras miradas hacia ese día, y nos juzgásemos a nosotros mismos para no ser juzgados  por el Señor! Hagamos cuanto esté a nuestro alcance para que nuestra vocación y elección sean seguras, y para saber si somos el " trigo " de Dios.

Estos versículos nos enseñan, finalmente, que muchas veces los siervos de Dios no reciben su recompensa en este mundo. San Lucas concluye la reseña de  los servicios de Juan el Bautista con su prisión por orden de Herodes. Otros pasajes del Nuevo Testamento nos dicen como terminó esa prisión: Juan fue  decapitado.

Juan era tan atrevido y tan claro predicando la integridad que no pudo por menos de meterse en problemas. Herodes acabó por meterle en la cárcel. El historiador judío Josefo dice que Herodes le metió preso «porque temía que la gran influencia que Juan ejercía sobre el pueblo le colocara en posición y en disposición de levantar una revuelta; porque la gente parecía dispuesta a hacer todo lo que Juan aconsejara.» No cabe duda de que eso sería verdad, pero los autores del Nuevo Testamento dan una razón mucho más personal e inmediata. Herodes Antipas se había casado con Herodías, y Juan se lo reprochaba.

La relación que estaba involucrada en ese matrimonio era tremendamente complicada. Herodes el Grande se había casado muchas veces. Herodes Antipas, el que se casó con Herodías y metió a Juan en la cárcel, era hijo de Herodes el Grande y de una mujer que se llamaba Maltake. Herodías misma era hija de Aristóbulo, que era hijo de Herodes el Grande y de Mariamne, al que llamaban el Hasmoneo. Como hemos visto, Herodes había dividido el reino entre Arquelao, Herodes Antipas y Herodes Felipe. Tenía otro hijo, que también se llamaba Herodes, al que tuvo con otra Mariamne, hija de un sumo sacerdote. Este Herodes no tuvo parte en el reino de su padre, y vivió en Roma como un mero ciudadano, y se casó con Herodías. De hecho era medio tío suyo, porque él y su suegro eran hijos del mismo padre aunque de diferentes mujeres. Herodes Antipas, en una visita que hizo a Roma, sedujo a Herodías y se casó con ella. Herodías era al mismo tiempo su cuñada, porque estaba casada con su hermanastro, y su sobrina, porque era hija de Aristóbulo, otro hermanastro.

Todo el asunto era repugnante a los ojos de los judíos y totalmente contrario a la ley judía, e incluso a cualquier moral. Era peligroso reprender a un tirano oriental, pero Juan lo hizo. La consecuencia fue que le arrestaron y encarcelaron en los calabozos del castillo de Maqueronte, a orillas del Mar Muerto. Nada podía ser más cruel que meter a este hijo del desierto en una mazmorra. Por último le decapitaron para complacer el resentimiento de Herodías (Mat_14:5-12 5  Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta. 6  Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes, 7  por lo cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. 8  Ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. 9  Entonces el rey se entristeció; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen, 10  y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. 11  Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre. 12  Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo y lo enterraron; y fueron y dieron las nuevas a Jesús; Mar_6:17-29 17  Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer. 18  Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.19  Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía; 20  porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana. 21  Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea, 22  entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré. 23  Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino. 24  Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista. 25  Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista. 26  Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla. 27  Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan. 28  El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre. 29  Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.).

 

                   Siempre es peligroso decir la verdad; pero, aunque el que se identifica con la verdad puede acabar en la cárcel o en la horca, a fin de cuentas es un vencedor. El conde de Morton, que era el regente de Escocia, amenazó una vez al reformador Endrew Melville:

-¡No habrá nunca tranquilidad en este país hasta que se os destierre o ahorque a media docena de vosotros!

-¡Menos amenazas, señor! -le contestó Melville-. En esa guisa no conseguiréis amedrentar a vuestros súbditos. Lo mismo me da pudrirme en la tierra que en el aire. ¡Dios sea glorificado, que no está en vuestro poder el ahorcar o el desterrar su verdad!

Platón dijo una vez que un sabio siempre preferirá que se cometa una injusticia con él, a cometerla él. No tenemos más que preguntarnos a nosotros mismos sí en última instancia preferiríamos ser Herodes Antipas o Juan el Bautista.

Todos los verdaderos siervos de Dios deben contentarse con la esperanza de la recompensa. El mejor galardón les está reservado para la otra vida. Es menester  no extrañen si reciben mal trato de los hombres. El mundo que persiguió a Cristo, nunca vacilará en perseguir a los cristianos. "Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece1Jn_3:13.

Consolémonos con la idea de que el gran Maestro nos tiene atesoradas en el cielo mayores cosas de las que nosotros podemos imaginar. De la sangre que Sus  santos han derramado a causa de Su nombre se tomará cuenta en aquel gran día; y las lágrimas derramadas abundantemente a consecuencia de la crueldad de  los malvados, serán enjugadas. Y cuando Juan el Bautista y todos los que han sufrido por la verdad sean al fin congregados, verán que es cierto que el cielo  indemniza por todo.

 

 

 

 

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