} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 2; 21-24

miércoles, 8 de diciembre de 2021

EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS Capítulo 2; 21-24

 

 

Capítulo 2; 21-24

 21  Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido.

 22  Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor

 23  (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor,

 24  y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.

 

                 En estos cuatro versículos vemos que se cumplieron después del nacimiento de Jesús las tres antiguas ceremonias relativas al nacimiento del primer hijo varón de una familia judía.

(i) La circuncisión. Todos los niños judíos se circuncidaban a los ocho días de nacer. Esta ceremonia era tan sagrada que se podía llevar a cabo hasta en sábado, aunque la ley prohibía que se hiciera ese día nada que no fuera absolutamente esencial. Ese día se le ponía nombre al niño. EL primer punto que llama nuestra atención en este pasaje es la obediencia que nuestro Señor, como párvulo, rindió á la ley judaica. Leemos que fue  circuncidado al octavo día. Este es el primer hecho que se nos refiere en su historia.

No hay para que perder tiempo en indagar, como lo han hecho algunos, por qué nuestro Señor se sometió a la circuncisión; no implica en lo más mínimo un  reconocimiento de que había en su corazón alguna tendencia a la corrupción. No fue confesión de inclinación al mal, ni de la necesidad de la gracia para  refrenar las acciones del cuerpo. Todo esto debe tenerse muy presente.

Bástenos recordar que la circuncisión de nuestro Señor fue un testimonio público dado a Israel, de que, según la carne, él era judío, nacido de una Judía, y  “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley”, Galat. 4:4 Sin ese rito no habría cumplido con los requisitos de la ley. Sin ese rito no habría podido ser reconocido como hijo de David, y de la  simiente de Abraham. Acordémonos, además de esto, que la circuncisión era absolutamente necesaria para que nuestro Señor pudiera enseñar como maestro  en Israel. Sin ella no habría podido ocupar asiento en ninguna asamblea judía, ni tenido derecho a tomar parte en ningún otro rito judío. Sin ella habría sido  mirado por todos los judíos, nada menos, que como un incircunciso gentil, y un apóstata de la fe de sus padres.

Que el cumplimiento que nuestro Señor dio a un rito para él innecesario sea para nosotros una lección durante toda nuestra vida. Aunque por ello tengamos  que sufrir, no aumentemos, por nuestra parte, las violaciones del Evangelio, ni estorbemos los progresos de la causa de Dios. Las palabras de S. Pablo  merecen frecuente reflexión 1Co_9:19-22: 19  Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. 20  Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21  a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22  Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. El que escribió estas palabras siguió muy estrictamente las huellas de su Maestro.

(ii) La redención del primogénito. El segundo punto que reclama nuestra atención en este pasaje es el nombre que le dieron a nuestro Señor, por expreso mandato de Dios. "Llamaron su nombre  Jesús, el cual fue así llamado por el ángel antes que él fuese concebido en el vientre..

La palabra Jesús significa simplemente "Salvador." Es lo mismo que "Josué" en el Antiguo Testamento. La elección de este nombre es muy notable e  instructiva. El Hijo de Dios bajó del cielo a ser no solamente el Salvador, sino también el Rey, el Legislador, el Profeta, el Sacerdote y el Juez del hombre  caído. Hubiera podido elegir cualquiera de estos últimos títulos, pues todos ellos le pertenecían; más Él los desdeña todos, y elige un dictado que en sí encierra  misericordia, gracia, auxilio y libertad para un mundo perdido. Es principalmente como libertador y Redentor que El desea ser conocido.

Preguntémonos a menudo qué sienten nuestros corazones hacia el Hijo de Dios. ¿Es él nuestro Jesús, nuestro Salvador? He aquí el problema de nuestra  salvación. No nos contentemos con conocer a Cristo como a Aquel que obró asombrosos milagros, y, habló como jamás ha hablado hombre alguno; o como al  Ser que Verdadero Dios, y un día ha de juzgar al mundo. Procuremos conocerlo experimentalmente, como al que nos ha libertado de la culpabilidad y el poder  del pecado, y como al que nos ha redimido del cautiverio de Satanás. Así podremos decir: "Este es mi amigo Yo estaba muerto, y Él me ha vuelto a la vida:  Yo estaba prisionero y Él me ha libertado." ¡Caro es, en verdad, el nombre de Jesús para todos los verdaderos creyentes! Es "como ungüento derramado"  Cant. 1:3. Restituye la paz a las conciencias intranquilas; anima a los abatidos; mitiga los dolores del enfermo; socorre y consuela en la hora de la muerte.

Torre fuerte es el nombre de Jehová;  A él correrá el justo, y será levantado.Pro_18:10.

Según la ley (Exo_13:2 Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.), todo primogénito varón, o macho en el caso del ganado, estaba consagrado al Señor. Esta ley puede ser el reconocimiento del poder misericordioso de Dios que es el que da la vida, o tal vez sea el equivalente de la ley de otros pueblos que sacrificaban a los hijos primogénitos a sus dioses. No cabe duda de que, si se hubiera cumplido literalmente, habría desbaratado la vida. Por eso había una ceremonia que se llamaba la Redención del Primogénito (Num_18:16 De un mes harás efectuar el rescate de ellos, conforme a tu estimación, por el precio de cinco siclos, conforme al siclo del santuario, que es de veinte geras. ), y que consistía en pagar cinco siclos para, como si dijéramos, que los padres pudieran seguir teniendo a su hijo. Esa suma se tenía que hacer efectiva a los sacerdotes, y no se podía pagar antes de los treinta y un días después del nacimiento, ni diferir mucho más.

 

(iii) La purificación después del parto. La mujer quedaba impura cuarenta días si había tenido un hijo varón, y ochenta en el caso de una hembra. Podía vivir normalmente en su casa y hacer sus trabajos diarios, pero no podía entrar en el templo ni participar en ceremonias religiosas. El último punto que llama nuestra atención en este pasaje es la condición pobre y humilde de la madre de nuestro Señor. Este es un hecho que a primera vista  tal vez no se presenta con suficiente claridad según el tenor de estos versículos; más se comprenderá fácilmente si se consulta el capítulo duodécimo del  Levítico. En este hallaremos, que la ofrenda que presentó María era la que se había prescrito especialmente a la clase pobre: "Si ella no pudiere traer un  cordero, entonces traerá dos tórtolas, o dos palominos." En resumen, su ofrenda fue una declaración pública de que era pobre Lev_12:8.

Evidentemente la pobreza fue la herencia de nuestro Señor sobre la tierra, desde Su niñez. Fue criado y cuidado como cualquiera otro niño, por una mujer  pobre. Pasó los primeros treinta años de Su vida bajo el techo de un hombre pobre. No tenemos por qué dudar que su alimento fuese el del pobre, y que como  pobre se vistiese, y que tomase parte en las labores y en las aflicciones del pobre. Tal condescendencia es verdaderamente maravillosa. Tal ejemplo de  humildad supera a la comprensión humana.

Sobre hechos como estos debieran meditar la gente pobre. Así acallarían muchos sus murmuraciones y quejas, y se conformarían con su dura suerte. El mero  hecho de que Jesús naciera de una mujer pobre, y de que pasara toda su vida entre gente pobre, debe imponer silencio al argumento común de que "la religión  no es para el pobre." Sobre todo, debe consolar a todo creyente pobre cuando se acerque al trono de la gracia por medio de la oración. Que recuerde en todas  sus oraciones que su poderoso Mediador que reside ahora en el cielo a la diestra de Dios Padre, estuvo acostumbrado a la pobreza, y conoce por experiencia propia el corazón del pobre.

¡Sería un bien para el mundo si la clase trabajadora pudiera comprender que Cristo es el amigo verdadero del pobre!

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