ENTONCES, ¿CÓMO HEMOS DE AMAR?
1 Corintios 13:1-7
Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor,
he llegado a ser como metal que
resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo
conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no
tengo amor, nada soy.
Y si
diera todos mis bienes para dar de comer a
los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo
amor, de nada me aprovecha.
El
amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es
jactancioso, no es arrogante; no se
porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal
recibido; no se regocija de la
injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta.
Este
capítulo merece una introducción especial. Esto obedece a que indiscutiblemente
este escrito sobre el amor representa el apogeo del pensamiento del Apóstol
respecto a la vida cristiana. Es más, el escrito es tan perfecto, tan pulido,
que varios eruditos opinan que el capítulo 13 difícilmente pudiera haberse
escrito simultáneamente con el resto de la carta. El consenso entre los
estudiosos parece ser que probablemente Pablo lo escribiera antes o después de
la carta misma. Al darse cuenta de que el contenido del capítulo respecto al
amor sería de ayuda para tratar el problema de los corintios, lo ha de haber
insertado para darle a la carta su toque final. Esta tesis parece fundarse
también en el hecho de que la terminología del cierre del cap. 12 y el inicio
del cap. 14 cuadran tan bien. Es decir, es como si originalmente la carta se
hiciera sin el capítulo 13. No hay interrupción en el fluir del pensamiento
entre los caps. 12 y 14. Además, el capítulo 13 es claramente una unidad sin
nexos muy obvios con el capítulo anterior o el posterior.
A
menudo se le ha llamado a este capítulo un “himno de amor”. Por medio de estas palabras el Apóstol deja la
idea que sólo el amor triunfa (Col_3:12ss.).
Es
curioso que Pablo emplee un vocablo especial que hemos traducido como “amor”.
Es la palabra griega agape .
En el idioma común de los días de Pablo había varios vocablos que hoy
traducimos como “amor”. Surge la pregunta: ¿por qué el Apóstol emplea esta
palabra y no otra? Esto se hace aún más intrigante cuando reconocemos que los
otros términos tenían mucho más uso diario que el vocablo empleado por Pablo.
Veamos algunos de los otros vocablos:
(1)
Eros connota un deseo profundo, una pasión, un anhelo
sensual. A menudo tenía un sentido sexual. Llama la atención que este vocablo
nunca figura en el NT en ningún lugar.
(2)
Storgue expresa la clase de amor que se halla entre
familia. Este sustantivo aparece también en el griego clásico. Platón, por
ejemplo, hablaba del amor que un hijo tenía para con sus padres y viceversa.
Tampoco este sustantivo figura en el NT en su forma sencilla. En Rom_12:10 hay una palabra compuesta que lo emplea. Es
la palabra filostorgos , o sea, amor fraternal.
(3)
También otra palabra traducida normalmente como “amor” es el vocablo griego filia.
Este era el término de más uso entre los griegos durante el día de Pablo. Esta
palabra se usa muchas veces también en el NT. Su significado preciso varía
según el caso; es decir, son distintas clases de amor las que son descritas por
este término. Algunos ejemplos neotestamentarios y sus usos variados son: Mat_10:37; Jn_11:3, Jn_11:36; Jn_21:15-17.
(4)
El cuarto vocablo griego que se traduce como “amor” es el que emplea Pablo en
este texto: agape . Llama la
atención que este vocablo tiene muy poco uso en la literatura profana de los
griegos. Lo que sí se nota es que este término es el de más uso en el NT. En el
caso de todos los sustantivos griegos que hemos visto hasta ahora hay un verbo
correspondiente: “amar”. El verbo que corresponde a agape figura 130 veces en el NT; el sustantivo
aparece unas 120 veces. Es obvio que los conceptos comunicados por el
sustantivo tanto como el verbo son de suma importancia para los escritores del
NT. Sin embargo, esto no obligó a los
autores de los distintos escritos en el NT a que usaran los términos con el
mismo significado anterior. Es importante reconocer que agape en el NT cobra un significado nuevo a la
luz del ministerio de Jesús y especialmente su muerte en la cruz (Jn_3:35; Jn_15:9-10; Rom_5:6-10; 1Jn_4:10). Es el
término que más se usa para expresar la naturaleza amorosa de Dios y la forma
en que esta se extiende hacia los hombres que no merecen este amor. Sobre todo,
este amor divino se revela en la acción salvadora de Cristo. Por la obra del
Espíritu de Dios en los hombres, a
éstos se les llama a que demuestren la misma clase de amor, destacándose este por su carencia de
egoísmo. Es importante reconocer que el que el hombre pueda demostrar esta clase de amor hacia otros es una dádiva
de Dios; no se origina en el hombre mismo. La meta del cristiano genuino es
amar a otros como Dios ama. Pablo indica que el amor es el mejor camino,
porque el amor cristiano siempre se identifica por el altruismo, o sea, por el
deseo de buscar siempre el bien ajeno. Al intercalar este “himno de amor” en su
carta a los corintios, Pablo quiere indicar que la iglesia puede existir sin
los dones espirituales, especialmente el de las lenguas, pero cualquier iglesia morirá sin el amor.
La
cláusula condicional con la que comienza el v. 1 presupone que había
ciertos valores en la iglesia de Corinto, especialmente el don de lenguas y el
de profecía. Al hablar de las lenguas de hombres y ángeles, Pablo no alude a
una elocuencia natural que los hombres pudieran poseer, más bien se refiere al
don de la glosolalia, una dádiva de la gracia de Dios. El habla de los ángeles
se menciona en la literatura rabínica como un medio para alabar a Dios en la
adoración. No es necesario creer, no obstante, que en la iglesia de Corinto se
pretendiera tener acceso a esta capacidad. Pablo sólo contrasta esta habilidad
con la carencia del amor; sin éste la adoración de Pablo sería como el más bullicioso
culto pagano. La mención del bronce que resuena y el címbalo que retiñe son
alusiones directas a los instrumentos empleados en los templos paganos. Se
supone que el ruido ocasionado por estos artefactos tenía el propósito de
llamar la atención del dios o, en su defecto, ahuyentar a los demonios. Es muy
posible también que los instrumentos se usaran para intensificar las emociones
de los adoradores idólatras. Además, la expresión de Pablo puede ser una
metáfora para el filosofar hueco. Sin duda alguna, al usar esta expresión el
Apóstol les dice a los corintios que el hablar en lenguas sin el amor es cosa
vacía, una práctica del paganismo.
Como
trasfondo de la censura de la adoración sin amor de los corintios, está la
condenación de la adoración hueca de los israelitas de parte de los profetas
del AT. Ciertamente la adoración del pueblo antiguo no era sin instrumentos
musicales (Job_150:5). La censura de parte de
los profetas venía no por los instrumentos sino por los ritos realizados sin la
preocupación por acatar la voluntad de Dios. Así también era el contexto de los
corintios.
Recordando
que la profecía era considerada por Pablo como superior a las lenguas, nos
llama la atención que para él aun la profecía sin amor pierde su valor. Además,
el Apóstol agrega que si entendiera todos los misterios (Job_2:6-16) y todo conocimiento (Job_8:1-13) como para discernir la mente y el
propósito de Dios, nada valdría sin el amor, ya que “la sabiduría de Dios en
misterio” (Job_2:7) es superior a todo
conocimiento. Esto es así porque tal sabiduría desemboca en el amor de Dios. La
fe mencionada por Pablo en este texto alude a la fe que obra milagros, no la fe
de todo creyente por la que es justificado. Es la clase de fe de la que Jesús
habla en Mar_11:23 y Mat_17:20, aunque Pablo no
indica que esté citando al Señor. “trasladar montes” era una expresión
proverbial que significaba “hacer posible lo que se ve como imposible”. Es
probable que use dicho proverbio para comprobar que aun la fe, obradora de
milagros, no vale sin la presencia del amor. Es más, sin el amor en la
profecía, los misterios y el conocimiento y la fe, uno se vuelve inútil como si
no fuera nada.
Con
la primera frase del v. 3 el Apóstol puede estar diciendo: “Si me
deshiciera de todos mis bienes”. Es interesante que en las versiones antiguas
(Ver ReinaValera, 1909) dice: “Y si repartiera toda mi hacienda para dar de
comer a los pobres…”. El texto griego, sin embargo, no menciona para nada a los
pobres. Esto fue agregado por los traductores antiguos para “rellenar” lo que
ellos concebían como un “vacío” en la frase. Otra posibilidad también es que
Pablo esté condenando una actitud asceta dentro de la congregación de Corinto.
Esta actitud ensalzaría la pobreza como si fuera una virtud especialmente
loable. Otra posible interpretación se basa en el significado del verbo
“reparto”. Aunque el verbo en sí es bastante oscuro en su significado, da la
idea de alimentar con pequeños trocitos a un niño o a un discapacitado. Es muy
posible que el Apóstol diga con esta frase: “Si divido toda mi propiedad en
fragmentos con el fin de dar limosnas…”. Justamente expresiones verbales como
esta hacen que haya varias posibilidades de interpretación. Son pruebas
contundentes de que la ciencia de la interpretación bíblica no es una ciencia
perfecta. Siempre quedan algunas dudas con respecto al significado preciso de
algunas frases. Esto debe animarnos a tener un poco de humildad hermenéutica.
Aunque
hay ejemplos en la literatura profana griega que versan sobre la
autoinmolación, lo más probable es que Pablo tenga por trasfondo de esta
alusión un pasaje bíblico: Dan_3:28. En este
texto se lee que los tres héroes hebreos, Sadrac, Mesac y Abednego, “…prefirieron
entregar sus cuerpos antes que rendir culto o dar homenaje a cualquier dios,
aparte de su Dios”. El Apóstol, pues, implica con este texto que uno puede dar
todos sus bienes a otros y hasta autoinmolarse con un motivo indigno. Cualquier
motivo que no sea el amor invalida todo acto, por heroico y religioso que
parezca.
Los vv.
4 y 5 son producto de una mentalidad genialmente poética. Pero, por hermoso
que sea el elemento poético con toda su simetría, lo más importante de los
textos es que confirman que el amor es todo lo que no es el hombre natural. Es
decir, el amor personificado niega todos los elementos negativos del hombre sin
Dios.
Es
interesante notar que los vv. 4-7 comienzan y terminan con frases
positivas respecto al amor. Entre éstas hay ocho cosas negativas; es como si lo
positivo pusiera marco a lo negativo. Los
versículos demuestran una influencia judía en su estilo exhortativo.
Llama
la atención que la traducción española emplea una serie de adjetivos para
describir el amor. El griego, en cambio, emplea ocho verbos para expresar
activamente lo que el amor hace o no hace. El hombre amoroso es el que no
pierde los estribos, dando rienda suelta al mal genio (paciencia). También el
hombre activado por el amor es “bondadoso”. Esto quiere decir que no tan sólo
aguanta el mal que se le haga sino que hace bien a los que quieren dañarlo. Las
cualidades de paciencia y bondad expresadas por los verbos aquí empleados se
ven unidas en otros escritos paulinos: Rom_2:4; 2Co_6:6;
Gal_5:22; Col_3:12. El hombre ha recibido la paciencia y la bondad de
Dios por su carácter amoroso; es menester también que el hombre creyente
procure emular esas mismas características dentro de sus posibilidades. El
verbo empleado por Pablo para expresar la característica de “celoso” puede
usarse positiva como negativamente. En este contexto, desde luego, el sentido
es negativo. El hombre regido por el amor no es envidioso de las posesiones de
otros. Pablo usa el verbo positivamente en 1 Cor 12:31 al
recomendar a los corintios que anhelen los mejores dones. También el hombre
bajo el dominio del amor no hace alarde de su persona o sus posesiones
(ostentoso). El verbo empleado aquí no es usado por Pablo en otra parte de sus
escritos. Eso sí, es un término usado a menudo por los filósofos estoicos en
sus escritos sobre la moral. La arrogancia es expresada por Pablo, con estilo
característicamente suyo, con la idea de estar “inflados” El verbo que pone en acción la idea de
“indecoroso” es el que se traduce en 1 Cor 7:36 como
“inadecuado”. Connota la idea de un modo justo de tratar a la gente. El hombre
guiado por el amor, por ejemplo, no quedaría mal con una señorita después de
comprometerse en el noviazgo. Tal vez un sinónimo de este término es “grosero”.
“No busca lo suyo propio…” (v. 5b): Con esta frase el Apóstol da la idea
de la persona que intencionalmente no se ocupa de sus propios intereses. Su
acción positiva es la de sacrificar aun lo que le pertenece por el bien de
otros. “No se irrita…” (v. 5c): Este, como los demás verbos empleados en
este pasaje, apunta hacia situaciones palpables dentro de la congregación en
Corinto. Es muy posible que Pablo estuviera pensando en la fracción asceta que
mantenía muy elevado su concepto de la moral y el orden dentro del culto.
También ha de haberse sentido disgustada esta fracción con el desorden y la
confusión ocasionados por algunos de los miembros que se ufanaban de su don de
lenguas. Pablo les recuerda que el amor no permite que ellos asuman esta
actitud. De nuevo, el verbo empleado aquí no figura en otros escritos de Pablo.
“Ni lleva cuentas del mal” (v. 5d) : Acá
Pablo parece decir que el amor personificado en el hombre creyente acaba con el
mal en otro al olvidarse de sus posibles ofensas. El uso más común de este
verbo se ve en cálculos matemáticos. El hombre amoroso no guarda rencores, no
guarda un historial de las cosas malas que se le han hecho.
El
Apóstol afirma que el hombre controlado por el amor (agape ) no se deleita en el mal proceder de otros.
Para éste, no hay ningún gozo al contemplar el pecado de los demás. No
encuentra en el pecado de otros la oportunidad para jactarse de su propia vida
“relativamente sin pecado”. Al contrario, el hombre gobernado por el amor
reconoce el valor de la verdad. El amor en este hombre se goza en su lealtad a
la verdad, y busca por todos los medios posibles que la verdad siempre venza.
Con
el v. 7 Pablo ya deja de expresar sus verdades desde una óptica
negativa, y empieza a expresar positivamente lo que el amor hace en el hombre.
“Todo lo sufre…” (v. 7a): Este mismo verbo (steguei ) se halla en 1Tes_3:1, 1Tes_3:5. Su significado normal es
“soportar”, “aguantar”. Se sugiere que el trasfondo del pensamiento de Pablo en
esta ocasión es un dicho de un tal Simeón el Justo del siglo III a. de J.C.
Según Simeón, el mundo era sostenido por tres cosas: la ley, el culto y actos
de piedad. Pablo estaría diciendo con
este verbo que el amor es el soporte y sostén del mundo. “Todo lo cree…” (v.
7b): Con esta expresión, Pablo no enaltece la ingenuidad. No es que el amor
ciegue al hombre de los defectos de los demás, sino que permite que nunca
pierda la fe. “Todo lo espera…” (v. 7c): Al igual que el amor en el
hombre hace que nunca pierda la fe, también hace que no pueda perder la
esperanza. En el judaísmo la fe siempre se relaciona con la esperanza. No es
por nada que el último versículo de este capítulo tiene las tres cosas: la fe,
la esperanza, y el amor. “Todo lo soporta” (v. 7d): El verbo aquí es
distinto al de 7a. En esta ocasión el Apóstol emplea jupomenei.. El hombre poseso del amor no se
rinde ante la desesperanza. Aunque quede desilusionado algunas veces, mantiene
una actitud de fortaleza (Rom_5:3). También
resiste las circunstancias adversas (2Tes_1:4).
En estos versículos Pablo enseña cómo
se porta el cristiano que es motivado por el amor, para mostrar que a muchos de
los corintios les faltaba el amor, cosa que es permanente. El no define el
amor, sino lo describe, narrando sus características. Lo personifica, diciendo
lo que el amor hace y lo que no hace. Al describirlo, Pablo implica algunas de
las faltas de los corintios al abusar de los dones espirituales.
Al notar nosotros las características
siguientes del amor, haremos bien en pensar en cada caso cómo dichas
características no se evidencian en nuestras vidas. O bien, porque hemos nacido
de nuevo y ahí nos hemos quedado tratando de alejarnos del pecado, pero no nos
hemos acercado a Dios para permitirle obre por medio de Su Palabra en nosotros;
o no hemos sido regenerados por el Espíritu Santo, y estamos viviendo en
tinieblas.
La mayor
evidencia de ese nuevo nacimiento es la manifestación de esa nueva vida en
Cristo; y si Dios es amor, debe fluir de nosotros. No es posible “manufacturarlo
o fabricarlo”, eso sería hipocresía, aparentar lo que no soy.
¿Qué
es, pues, el amor del que tan grandes cosas se dicen? A esta pregunta responde
la segunda estrofa. Pero ¿qué respuesta da? Aquel que viene de las altas cimas
de la primera estrofa, puede sentirse decepcionado por lo que se le dice en la
segunda. No hay ya aquí nada de aquel gran aliento de las frases. Las
expresiones se suceden simples, sin arte, enumerando quince características del
amor. Pero existe una razón para que así sea, y quien llegue a percibirla,
mudará su desilusión en ganancia y consuelo. El amor es... ¿Cómo ha llegado a
saberlo el Apóstol? ¿Se ha limitado a reunir una serie de rasgos ideales? De
ningún modo. Tiene ante los ojos un ejemplo del que ir copiando las líneas. Más
exactamente, los ejemplos son dos, uno positivo y otro negativo. El positivo es
la naturaleza de Jesucristo, en la que el amor de Dios se ha revelado al modo
humano. El ejemplo negativo es el comportamiento de la comunidad corintia.
Trazo a trazo pueden comprenderse, a partir de estos dos ejemplos, los rasgos
concretos que siguen sobre el amor.
En estos versículos Pablo lista quince
características del amor cristiano hacia los hermanos, y el prójimo.
El amor es paciente. La palabra griega que se usa en el
Nuevo Testamento (makrothymein) siempre
describe la paciencia con las
personas, y no con las circunstancias. El vocablo griego es una palabra
compuesta de “largo” y “templar”. Significa tener largura de ánimo. Aparece en 1Ts_5:14, “pacientes”, y en 2Pe_3:9,
“paciente”. Crisóstomo decía que es la
palabra que se usa de la persona que es ofendida, y que puede vengarse
fácilmente, pero no lo hace. Describe a la persona que es lenta para la ira, y
en este sentido se usa de Dios mismo en Su relación con los seres humanos. En
nuestra relación con los demás, por muy refractarios e inamables e insultantes
que sean, debemos ejercer la misma paciencia que Dios tiene con nosotros. Tal
paciencia no es una señal de debilidad, sino de fuerza; no es derrotismo, sino
el único camino a la victoria.
El
amor es amable. Orígenes decía que esto quiere
decir que el amor es «dulce con todos.» Jerónimo hablaba de lo que él llamaba
«la benignidad» del amor. Hay mucho cristianismo que es bueno pero inamable. No
había hombre más religioso que el rey Felipe II de España, pero impuso la Inquisición
y pensaba que estaba sirviendo a Dios matando a los que pensaban de otra manera
que él. El famoso cardenal inglés Reginald Pole proclamó que el asesinato y el
adulterio no se podían comparar en hediondez con la herejía protestante. Aparte
totalmente de ese espíritu perseguidor, hay en muchas buenas personas una
actitud crítica. Muchos de los buenos miembros de iglesia se habrían puesto de
parte de los escribas y fariseos y no con Jesús si hubieran formado parte de un
jurado para decidir sobre la mujer sorprendida en adulterio.
El amor
no sabe de envidia. Se ha dicho que no hay más
que dos clases de personas en el mundo: «Los que son millonarios, y los que
querrían serlo.» Hay dos clases de envidia: la que codicia lo que tienen otros,
que es muy difícil de erradicar a fuerza humana; y otra peor, que se reconcome
de que otros tengan lo que la persona envidiosa no tiene. No es tanto el querer
las cosas para sí como el querer que ningún otro las tenga. La mezquindad de
espíritu no puede caer más bajo.
El amor
no es fanfarrón. El inflarse, o hacerse importante,
es la actitud que conduce a la persona a jactarse. En cambio la persona amorosa
es humilde, dejando que el Señor le enaltezca (Stg_4:10;
1Pe_5:6)
El amor,
antes se quita los moños que se los pone. El amor verdadero siempre se da más
cuenta de sus deméritos que de sus méritos. Algunas personas otorgan su amor
como si estuvieran haciendo un favor. Pero el verdadero amor no acaba nunca de
sorprenderse de ser amado. El amor se mantiene humilde porque se da cuenta de
que nunca puede ofrecer a la persona amada nada que sea bastante bueno.
EL amor
no se pavonea de su propia
importancia. Napoleón siempre abogaba por la
santidad del hogar y la obligación de cumplir con la iglesia -para los demás.
De sí mismo decía: "Yo no soy un hombre como los demás. Las leyes morales
no se me pueden aplicar.» La persona realmente grande nunca tiene presente su
propia importancia. Carey, que empezó su vida como zapatero, llegó a ser uno de
los mayores misioneros y uno de los mayores lingüistas que ha habido en el
mundo. Tradujo por lo menos partes de la Biblia a no menos de treinta y cuatro
lenguas de la India. Cuando llegó a la India, se le miraba con desagrado y
desprecio. En una comida, un esnob dijo para humillarle en un tono que todos
pudieran oír: "Entiendo, mister Carey, que usted trabajaba antes de
fabricante de calzado.» "No era fabricante -respondió Carey-; sólo
zapatero remendón.» No pretendía haber hecho zapatos; solamente remendarlos. A
nadie le gustan las personas "importantes». El tipejo «revestido de una
breve y pequeña autoridad» es de pena.
El amor
jamás pierde la gracia en el camino.
Es un hecho significativo que en griego la misma palabra quiere decir favor inmerecido y encanto, como en
español. Hay un cierto tipo de cristianismo que se complace en ser hosco y casi
brutal. Tiene fuerza, pero no atractivo. Hay una gracia en el amor cristiano que nunca
se olvida de que la cortesía, el tacto y los buenos modales son hermosos.
El amor no reclama sus derechos. Siendo el amor la disposición de
mente que siempre busca el bien del amado, claro es que nunca busca lo propio
suyo. En cuanto a los dones milagrosos, el corintio con cierto don debía buscar
beneficiar a otro con su don y ser beneficiado por los dones de los otros.
En último análisis, no hay más que dos
clases de personas en el mundo: los que no hacen más que insistir en sus
privilegios, y los que siempre tienen presentes sus responsabilidades; los que
siempre están pensando en lo que les debe la vida, y los que nunca se olvidan
de lo que le deben a la vida. Sería la clave de la solución de casi todos los
problemas que se nos presentan hoy el que todos pensáramos menos en nuestros
derechos y más en nuestros deberes. Siempre que nos ponemos a pensar en «nuestro
puesto», nos vamos alejando más y más del amor cristiano.
El amor no se inflama de ira. La situación en la iglesia en
Corinto sin duda provocaba el enfado de algunos, viendo ellos la manera en que
otros ostentaban sus dones. Pero la persona de amor no deja que le irriten por
tales acciones. Puede sobrellevar tales provocaciones.
El sentido verdadero de esta frase es
que el amor cristiano no se pone furioso nunca con la gente. La irritación es
siempre una señal de derrota. Cuando perdemos los estribos, lo perdemos todo. La prueba de un hombre es si podía mantener la
cabeza cuando todos los demás la perdían y le echaban a él la culpa, y el no
ceder al odio cuando se es objeto de odio. El que está en control de su genio
puede estar en control de cualquier cosa.
El amor no almacena recuerdos de ofensas recibidas. La palabra que traducimos por almacenar (loguízesthai) es un
término de contabilidad. Aquí por el contexto vemos que significa considerar
detenidamente, o meditar, en cierta cosa. Meditando en los abusos de ciertos
hermanos en la iglesia en Corinto, la persona tendería a llenarse de
resentimiento, pero el amor en ella no lo dejará. En lugar de resentir,
perdona. Se usa para archivar algo para
que no se olvide. Eso es precisamente lo que hacen muchos. Una de las grandes
artes de la vida es aprender a olvidar lo que es mejor olvidar. Un escritor nos
cuenta que " en Polinesia, donde los nativos pasan casi todo el tiempo de
pelea o de fiesta, es costumbre el guardar algún recuerdo del odio. Se cuelgan
artículos de los tejados de las cabañas para mantener viva la memoria de las
ofensas recibidas, reales o imaginarias.» Eso es lo que hace mucha gente:
abrigan rencores para mantenerlos calientes; rumian las ofensas hasta que se
les hace imposible tragárselas. El amor cristiano ha aprendido la gran lección
del olvido.
El amor no se complace en obrar mal. La injusticia (gr., adikia) es lo que se hace como
transgresión de las leyes de Dios. El que ama no se goza del que transgrede la
voluntad de Dios. Lo que entristece a Dios también al que ama a Dios le
entristece. Por eso “no se alegra de la maldad”
Sería
mejor traducir que el amor no encuentra placer en nada que esté mal. No es
tanto el deleitarse en hacer una mala obra lo que se quiere decir, sino el placer
malicioso que nos produce a casi todos el enterarnos de algo negativo acerca de
algún otro. Es uno de los raros rasgos de la naturaleza humana el que muy a
menudo preferimos saber de las desgracias de los demás más que de su buena
suerte. Es más fácil llorar con los que lloran que alegrarse con los que están
alegres. El amor cristiano no tiene nada de la malicia humana que se complace
en las malas noticias.
El amor se regocija con la verdad. Eso no es tan fácil como parece. Dejando
por ahora una lista de aspectos negativos, Pablo comienza a mencionar algunos
positivos en este versículo y en el próximo.
Se contraponen la injusticia y la verdad. Así
que lo contrario de la injusticia (en el sentido de transgresión de la ley de
Dios) es la verdad (como la totalidad de lo que se nos revela en el evangelio
de Cristo). Considérense Rom_2:8; Efe_4:15; 2Ts_2:12;
3Jn_1:12. El que ama se alegra juntamente con la verdad porque las dos
cosas, el amor y la verdad, son de Dios (Jua_14:6;
1Jn_4:7-8).
El que ama no se goza del mal en que
otro esté andando; ni procura lograr la destrucción del que ande mal, sino su
salvación. El amor no tiene nada que esconder, y por eso se alegra cuando la
verdad prevalece. El mundo se complace con los que practican el pecado (Rom_1:32), pero el que ama se complace solamente con
lo que es de la verdad (2Jn_1:4).
En Corinto probablemente había algunos que se
gozaban de quienes abusaban de los dones espirituales, gloriándose con ellos en
lo que para ellos era excepcional, espectacular, y de gloria personal. En este
caso, ciertamente no obraba el amor en ellos.
Hay
veces que no queremos que prevalezca la verdad; y aún más veces cuando es lo
último que queremos oír. Esto me hace recordar experiencias personales, donde
por hablar de esa verdad bíblica, los escuchantes se sienten ofendidos.
Prefieren seguir dando rodeos para no aceptar el estado actual, ni recordar
dónde se desviaron, ni menos arrepentirse. El amor cristiano no desea tapar la
verdad; no tiene nada que ocultar, así es que se alegra cuando la verdad
triunfa.
El amor lo puede aguantar todo. Pablo “no define el amor, sino que
lo describe, narrando sus características. Lo personifica, diciendo lo que el
amor hace y lo que no hace”. Ahora habla del aspecto positivo del amor.
La
persona motivada por el amor todo lo puede sufrir o soportar en el tiempo de la
oposición o aflicción. Es posible que esto quiera decir que "el amor lo
puede tapar todo,» en el sentido de que no saca nunca a la luz del día los
trapos sucios. Estaría mucho mejor dedicarse a remendar y a remediar las cosas
defectuosas que a desplegarlas y criticarlas. Recordemos también que «cubrir»
el pecado es una expresión bíblica típica que quiere decir perdonarlo (Salmo 32: 1). Pero lo más probable es que quiera
decir que el amor puede soportar cualquier insulto, o injuria, o desilusión.
Describe la clase de amor que había en el corazón de mismo Jesús.
Tus enemigos Te odiaban, despreciaban e insultaban;
Tus amigos Te dejaron,
cobardes y desleales.
Pero Tú no te cansabas de
olvidarlo y perdonarlos;
Tu corazón no sabía más que amar y perdonar.
El amor confía ilimitadamente. Obviamente Pablo no está diciendo
que la persona llevada por el amor es totalmente crédula, aceptando cualquier
declaración por verdad. El amor todo lo cree en el sentido de que, al no haber
evidencias firmes al contrario, expresa confianza hacia la otra persona. No es
movido de cualquier rumor, sospecha, o duda. No desconfía antes de tiempo.
Esta característica
tiene un doble aspecto.
(i) En relación con Dios quiere decir que
el amor Le toma la Palabra a Dios, y puede tomar cualquier promesa que empieza
por «Quienquiera que» y decir: «¡Eso va por mí!»
(ii) En relación con
nuestros semejantes quiere decir que el amor siempre cree lo
mejor acerca de los demás. A menudo es verdad que hacemos a la gente lo que
creemos que son. Si damos muestras de no fiarnos de nadie, puede que los
hagamos infidentes. Si les hacemos ver a las personas que nos fiamos de ellas a
tope, puede que las hagamos fiables.
El amor puede ennoblecer hasta al más innoble
creyéndole capaz de lo mejor que puede llegar a ser.
El amor nunca deja de esperar. No es pesimista, sino que, aun en
el caso en que la otra persona esté mal, espera cosas buenas para ella, y
trabaja hacia ese fin. No pierde ánimo en su búsqueda de la salvación para toda
persona. No se deja desanimar. Muchas personas han sido salvas en este mundo
porque algunos no perdieron la esperanza de que ellas finalmente respondieran a
los llamados del evangelio. Rom_10:1.
Jesús creía que ninguna persona es un
caso desesperado. Adam Clark fue uno de los grandes teólogos, pero había sido
un estudiante más bien torpe. Un día, llegó un visitante distinguido a su
escuela, y el profesor le señaló y dijo: «Ese es el chico más estúpido de la
escuela.» Antes de marcharse, el visitante se dirigió al chico y le dijo
amablemente: "No te importe, chico: tú puedes llegar a ser un gran
intelectual algún día. No te desanimes, sino trata de hacerlo todo lo mejor
posible. Sigue intentándolo.» El profesor había perdido la esperanza, pero para
el visitante todavía había esperanza. Y, ¿quién sabe? Puede que fuera aquella
palabra de esperanza lo que hizo que Adam Clark llegara a ser el que fue.
El amor lo soporta todo con entereza triunfante. Aquí el verbo griego es hupomeno.
Literalmente significa “permanecer bajo”; es decir, aguantar o ser paciente
mientras pasan por encima los conflictos y oposiciones. Aunque a veces son
fuertes y pesadas las pruebas de la vida, la persona persevera fielmente, sin
ser movida por ellas. Prosigue adelante hacia la meta como un soldado fiel del
Señor.
Se ha dicho que
la diferencia entre macrothumeo y hupomeno es que la primera palabra demanda
que se exprese paciencia frente a personas negativas, mientras que la segunda
demanda que se exprese paciencia frente a cosas y situaciones negativas. Solamente
la persona movida por el amor es capaz de ser paciente en cualquier caso.
Se
suele traducir por soportar o
aguantar; pero lo que realmente describe no es el espíritu que puede
sufrir adversidades pasivamente, sino el espíritu que, al soportarlas, las
conquista y transforma. Se ha definido como «una constancia viril bajo la
prueba.» El amor puede soportar cosas, no meramente con
resignación pasiva, sino con entereza triunfante; porque sabe que "la mano
de un padre no causará nunca a su hijo una lágrima inútil.»
Una cosa falta por decir: cuando
pensamos en las cualidades de este amor ágape
tal como nos las retrata Pablo, descubrimos que se hicieron realidad en la vida
del mismo Jesús.
Para hacer aplicación a
nosotros, sería bueno preguntarnos: “¿Somos
nosotros así en nuestro trato de cada quien en el asunto del amor que Dios nos ha dado a nosotros?”
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