Salmo 139; 13-14
Porque tú formaste mis entrañas; me entretejiste en el vientre
de mi madre.
Te doy
gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo
sabe muy bien.
¿Cómo es que el Señor me conoce y me rodea? La razón
de que Yahvé conozca los secretos más íntimos del hombre está en que lo ha
modelado misteriosamente en el seno materno, tejiéndolo cuidadosamente en todos sus detalles. Yahvé ha
combinado maravillosamente, como en un bordado,
sus diferentes partes, contando sus huesos, y todo en secreto — en el seno materno —, como si fuera
en las mismas profundidades de la
tierra.
Pero, además, de antemano preveía todos
los actos y obras del ser
humano que están consignados por escrito en un misterioso libro en el que Dios lleva la registración
de sus acciones. Los días estaban
ya fijos cuando aún no había comenzado el primero de ellos. Todo esto es
inexplicable para el hombre, pues los pensamientos
divinos son inescrutables y es inútil intentar enumerarlos, pues cuando
se cree que ha llegado al fin, no ha comenzado aún, porque se encuentra con la inmensidad del misterio de Dios: aún sería contigo.
Porque desde la concepción y gestación a lo
largo de los días de la vida y más allá en el “despertar” en la eternidad, él
es mi Creador-Dueño. Así Dios conoce todos mis órganos y cómo funcionan. Nos
conoce desde antes de nacer. Por eso hemos de dar gracias a Dios y alabarle. Alabamos
a Dios porque tanto sus obras pequeñas como las grandes son maravillosas.
El carácter de
Dios está dentro de la creación de cada persona. Cuando creas que no vales nada
o hasta comiences a odiarte, recuerda que el Espíritu de Dios está listo y
dispuesto a trabajar en ti para hacer que tu carácter sea todo lo que Dios
desea. Debemos tener tanto respeto por nosotros mismos como lo tiene nuestro
Hacedor.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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