Hechos 20; 24
Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí
mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha
encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la
gracia de Dios.
No
podemos hacer un análisis completo de un discurso de despedida tan emotivo,
pero hay cosas que resaltan en él. Pablo había entregado su vida al Señor y,
por eso, el futuro de esa vida estaba en manos de Él. Por lo tanto, para Pablo
era más importante predicar el evangelio que salvar su propia vida. La vida de
Pablo era preciosa -- preciosísima -- pero no para él mismo, sino para Cristo y
el evangelio. Lo que él dice aquí bien ilustra Mat_16:25,
"Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que
pierda su vida por causa de mí, la hallará". No hay mejor ilustración de
esta enseñanza que la vida de Pablo.
Lo primero es que Pablo dice ciertas
cosas acerca de sí mismo:
(i) Había
hablado sin miedo. Les había comunicado todo el plan de
Dios sin buscar ni la admiración ni el favor de nadie.
(ii) Había
vivido independientemente. Había cubierto sus necesidades y
las de sus compañeros con su trabajo, y aun había podido ayudar a los
necesitados.
(iii) Había
afrontado el futuro con nobleza. Era cautivo del
Espíritu Santo, y en esa confianza se arriesgaba a lo que el futuro le tuviera
reservado.
Pablo exhorta a sus amigos.
(i) Les recuerda su deber. Eran los encargados del rebaño de Dios. Esa no era una
obligación que ellos habían elegido, sino para la que habían sido elegidos. Los
siervos del Buen Pastor tienen que ser buenos pastores del rebaño.
(ii) Les recuerda los peligros. El contagio del mundo
siempre amenaza. Donde está la verdad, la falsedad ataca. Tendrían una guerra
constante para mantener intacta la fe y la iglesia pura.
En toda la escena se respira un afecto
tan profundo como puede albergar el corazón humano. Ese sentimiento debería
estar presente en todas las iglesias; porque cuando muere el amor la obra de
Cristo no puede más que secarse.
Efesios
5; 2
y
lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como
ofrenda y sacrificio fragante para Dios.
Por
encima de todo, el cristiano debe imitar el amor y el perdón de Dios. Pablo usa
una frase típica del Antiguo Testamento: " aroma de perfume,» que se
remonta a una idea muy antigua, tanto como el sacrificio mismo. Cuando se
ofrecía un sacrificio en el altar, el olor de la carne quemada subía al cielo,
y el dios al que se le ofrecía el sacrificio se suponía que se deleitaba con
ese olor. Un sacrificio que tuviera el aroma de un perfume era especialmente
agradable y aceptable al dios al que se le ofrecía.
Pablo
toma la frase que el tiempo había consagrado --casi cincuenta veces aparece en
el Antiguo Testamento- y se la aplica al Sacrificio que Jesús Le presentó a
Dios en la Cruz.
El
Sacrificio de Jesús Le fue sumamente agradable a Dios.
¿Cuál fue ese Sacrificio? Fue una vida
de perfecta obediencia a Dios y de perfecto amor a los hombres; una obediencia
tan absoluta y un amor tan infinito que aceptaron la Cruz. Lo que dice Pablo
es: «Seguid el ejemplo de Dios. Eso lo podéis hacer solamente amando a los
hombres con el mismo amor sacrificial con que nos amó Jesús, y perdonándolos
por amor como ha hecho Dios con nosotros.»
El amor debe ser
el motivo principal de la vida. Dios es amor (1Jn_4:8).
El cristiano debe andar en el amor que se demostró en el Calvario, el amor que
sacrifica todo. El amor es la base de toda nuestra conducta, y de nuestro
servicio a Dios. "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo" (Luc_10:27).
Murió en nuestro
lugar. Es nuestro substituto. "Todos nosotros descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros" (Isa_53:6). "Quien llevó él
mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero" (1Pe_2:24); "para dar su vida en rescate por
muchos" (Mat_20:28). Este es el mensaje del
evangelio, las buenas nuevas del cielo.
Las palabras "por nosotros" no significan meramente que Cristo nos hizo
un favor, sino que El murió en nuestro lugar. El recibió la plena
fuerza, todo el golpe terrible de la ira de Dios contra el pecado, El en lugar
de nosotros. Lo merecimos nosotros, pero El lo sufrió, "el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios" (1Pe_3:18).
Dios se agradó
del sacrificio de Cristo por nosotros. Fue aceptado para expiar nuestros
pecados. Cristo es la propiciación por nuestros pecados, y por los de todo el
mundo (1Jn_2:2). La palabra
"propiciación" significa "cubierta", como el propiciatorio,
la cubierta del arca del pacto donde se rociaba sangre para expiar los pecados
del pueblo de Israel.
La expresión empleada por Pablo aquí
("ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante" nos recuerda de tales
textos como Lev_1:9; Lev_1:13; Lev_2:3; Lev_2:9;
Lev_2:12; Lev_2:16; Lev_4:21, etc. También en Gén_8:21
"Y percibió Jehová olor grato" cuando edificó Noé un altar...
y ofreció holocausto en el altar".
Los sacrificios y ofrendas espirituales
que Dios desea de su pueblo ahora se mencionan en: Flp_4:18,
la ayuda que los filipenses dieron a Pablo, "olor fragante, sacrificio
acepto, agradable a Dios"; Heb_13:15-16,
"ofrezcamos... sacrificio de alabanza... fruto de labios... y de hacer
bien y de la ayuda mutua... de tales sacrificios se agrada Dios"; y 1Pe_2:5, "ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesucristo".
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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