Salmo 18: 6
En mi angustia invoqué al SEÑOR, y clamé a mi Dios; desde su
templo oyó mi voz, y mi clamor delante de Él llegó a sus oídos.
La
eficacia particular de la oración al enfrentar la crisis reside en que va
dirigida al Dios del pacto (Señor),
conocido íntimamente (Mi Dios),
que se hace accesible (templo)
y me escucha personalmente. Siempre invocamos a Dios con una actitud de
reverencia y de alabanza, pues él es grande y es digno de tal adoración. Esto
también evita que caigamos en una actitud de pensar en Dios como nuestro
siervo, que tiene que hacer todo lo que le pidamos. Dice Calvino: “Todos
aquellos cuyas oraciones no son acompañadas con alabanzas a Dios son culpables
de gemir y quejarse contra él…”
Cuando uno está angustiado, no hay nada mejor
que clamar a Dios. El salmista está
seguro de que cuando clama Dios oye. Su templo
aquí, es su templo celestial. Llegó
delante de él. ¡Qué maravilla! ¡No clamamos en vano! El salmista,
angustiado ante el mortal peligro, invocó
a Yahvé, quien le oyó desde su palacio, es decir, desde su casa en
los cielos. En los salmos encontramos constantemente este contrabalanceo
del peligro y la salvación obrada por Yahvé.
Salmo 4; 8
En paz me
acostaré y así también dormiré; porque sólo tú, SEÑOR, me haces habitar seguro.
La
gente mundana busca lo bueno, pero no el sumo bien; todo lo que quieren es el
bien externo, el bien presente, el bien parcial, buena carne, buena bebida, un
buen negocio, y una buena situación; pero, ¿de qué sirve todo eso? Todo bien
sirve para la gestión de la mayoría de los hombres, pero el alma bondadosa no
será dejada de lado. Señor, que tengamos tu favor, y haznos saber que lo
tenemos, no deseamos más; déjanos satisfacernos de tu bondad y estaremos
satisfechos con ella. Muchos buscan la felicidad, pero David la halló.
Cuando Dios pone gracia en el corazón, pone felicidad en el corazón. Así
consolado, se lamentó, pero nunca envidió ni temió al pecador más próspero.
Encomienda todos sus asuntos a Dios, y está preparado para acoger bien su santa
voluntad. La salvación es solo en Cristo; ¿dónde aparecerán aquellos que le
desprecian como su Mediador y le insultan en sus discípulos? Que veneren y no
pecar más contra el único remedio.
El
testimonio de David: La oración da más gozo que el que puede dar el mundo, por
medio de la paz y el vivir seguro que sólo Dios puede dar.
En la bendición de Num_6:245 se
dice: “Que Yahvé te bendiga y te guarde; que haga resplandecer su faz
sobre ti y te otorgue su gracia;
que vuelva a ti su rostro y te dé la paz.” Aquí, pues,
la manifestación benévola del rostro de Yahvé equivale a traer como
consecuencia la manifestación de su gracia y el otorgamiento de la paz. Son términos paralelos en el texto. El salmista se mueve dentro
de la misma mentalidad, relacionando los bienes materiales con la manifestación radiante de Dios.
Esta
manifestación radiante de la faz divina trae al corazón del fiel confiado a su
providencia más alegría y felicidad que la que se tienen en los tiempos de
abundancia del trigo y del mosto.
Por eso, en cuanto se acuesta se entrega a un sueño reparador, pues descansa confiadamente en Dios, que vela por
él. El salmista no abriga
sentimientos de rencor para los que se apartan de Dios, los magnates, que
eligen la ignominia (ídolos) en
vez de la gloria (Yahvé), sino
que, al contrario, trata de atraerlos al buen camino, presentándoles la tranquilidad y paz del que confiadamente
se entrega a Dios después de haber caminado por sus sendas y haber
ofrecido sacrificios de justicia
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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