} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 10 Junio: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

domingo, 10 de junio de 2018

10 Junio: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



 1 Timoteo 2; 5-6
Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
   quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo,

Pablo concluye con la afirmación de las grandes verdades de la fe cristiana. Este versículo (2:5) da dos razones por que Dios manda que oremos por todos los hombres: (1) Dios es uno, (2) Jesucristo el Mediador es uno.
(i) Hay un solo Dios. No vivimos en un mundo como el que los gnósticos inventaron con sus teorías de dos dioses hostiles entre sí. No vivimos en un mundo como el que suponían los paganos con su horda de dioses, a menudo rivales entre sí. Los misioneros nos dicen que uno de los grandes alivios que trae el Cristianismo a los paganos en la convicción de que no hay más que un solo Dios. Viven constantemente aterrados con los dioses y es para ellos una emancipación el descubrir que no hay más que un solo Dios cuyo nombre es Padre y cuya naturaleza es amor.
(ii) Hay un solo Mediador. Aun los judíos habrían dicho que hay muchos mediadores entre Dios y el hombre. Un mediador es uno que se coloca entre dos partes y actúa como intermediario. 
El hombre no tenía acceso directo a Dios, ni según el pensamiento judío ni según el griego. Pero por medio de Jesucristo, el cristiano tiene ese acceso directo, que nada puede interrumpir. Además, no hay más que un solo mediador.  Los hindúes encuentran tan difícil creer en un solo Dios. Ellos dicen: " Vuestra religión está bien para vosotros y la nuestra para nosotros.» Pero a menos que haya un solo Dios y un solo mediador no podrá haber tal cosa como fraternidad humana. Si hay muchos dioses y muchos mediadores compitiendo por la lealtad y el amor de los humanos, la religión se convierte en algo que divide a los hombres en lugar de unirlos. Es precisamente porque hay un solo Dios y un solo mediador por lo que los hombres pueden ser hermanos entre sí.
Pablo pasa a llamar a Jesús el Que dio Su vida en rescate por todos. Eso quiere decir simplemente que Le costó a Dios la vida y la muerte de Su hijo el recuperar para Sí a los hombres.   Eso es lo que hizo Jesús; dio Su vida para revelarnos el amor de Dios y traernos de vuelta a casa.

Isaías 53; 5
Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.


¿Cómo podía una persona del Antiguo Testamento entender la idea de Cristo muriendo por nuestras culpas (rebeliones y pecados), en realidad cargando con el castigo que merecíamos? Los sacrificios sugerían esta idea, pero una cosa es matar a un cordero y otra muy distinta es pensar en el Siervo escogido de Dios ocupando el lugar del cordero. Pero Dios descorría a un costado la cortina del tiempo para permitir que la gente de la época de Isaías mirara más adelante hacia el sufrimiento del futuro Mesías y el perdón resultante que quedaría al alcance de toda la humanidad.
El significado aumenta en claridad: el dolor que soporta es el nuestro; es el castigo por el pecado; es el precio de la salvación. No fue estrictamente hablando castigado; porque eso sólo puede tener lugar donde hay culpa, cosa que él no tenía; sino que tomó sobre sí mismo el castigo en virtud del cual la paz (la reconciliación con el Padre) de los hijos de Dios había de efectuarse (Rom_5:1; Efe_2:14-15, Efe_2:17; Heb_2:14).
Pero permanece siendo una paradoja, una de las maneras de Dios, más elevada que las nuestras, según se nos recuerda por la sorprendente conjunción de sus heridas y de nuestra curación como causa y efecto.    Este versículo es quizá el más penetrante en su descripción del pecado y de la expiación, poniendo al descubierto la futilidad, que es en nosotros una segunda naturaleza que nos aísla tanto de Dios como de los hombres; pero también es la iniciativa divina que transfirió el castigo que merecíamos a un sustituto. La metáfora según la cual cargó en él el pecado, se aclara en Gén. 4:13; Lev. 5:1, 17 (donde cada uno paga su propia penalidad) y también Lev. 10:17; 16:22 (donde la responsabilidad recae sobre otro). 

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!







No hay comentarios:

Publicar un comentario