Romanos 12; 2
Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la
renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios:
lo que es bueno, aceptable y perfecto.
(Este versículo y el
anterior, se han grabado a fuego en mi corazón, y, con la ayuda del Espíritu,
cada día limpian mi mente de las ideas y pensamientos de esta era que me toca
vivir)
Pablo, exige un cambio radical. No
debemos adoptar las formas del mundo; sino transformarnos, es decir, adquirir
una nueva manera de vivir. Para expresar esta verdad Pablo usa dos palabras
griegas casi intraducibles, que requieren frases para transmitir su sentido. La
palabra que usa para amoldarnos al mundo es sysjématízesthai, de la raíz
sjéma -de donde viene la palabra española y casi internacional esquema-,
que quiere decir forma exterior que cambia de año en año y casi de
día en día. El sjéma de una persona no es el mismo cuando tiene 17 años
que cuando tiene 70; ni cuando sale del trabajo que cuando está de fiesta. Está
cambiando constantemente. Por eso dice Pablo: "No tratéis de estar siempre
a tono con todas las modas de este mundo; no seáis "camaleones",
tomando siempre el color del ambiente.»
La palabra que usa para transformaos de
una manera distinta a la del mundo es metamorfústhai, de la raíz morfé,
que quiere decir la naturaleza esencial e inalterable de algo. Una
persona no tiene el mismo sjéma a los 17 que a los 70 años, pero sí la
misma morfé; con el mono no tiene el mismo sjéma que vestido de
ceremonia, pero tiene la misma morfé; cambia su aspecto exterior, pero
sigue siendo la misma persona. Así, dice Pablo, para dar culto y servir a Dios
tenemos que experimentar un cambio, no de aspecto, sino de personalidad. ¿En
qué consiste ese cambio? Pablo diría que, por nosotros mismos, vivimos kata
sarka, dominados por la naturaleza humana en su nivel más bajo; en Cristo
vivimos kata Jriston o kata Pneuma, bajo el control de Cristo o del
Espíritu. El cristiano es una persona que ha cambiado en su esencia: ahora
vive, no una vida egocéntrica, sino Cristocéntrica.
Esto debe ocurrir, dice Pablo, por la renovación de
la mentalidad. La palabra que usa para renovación es anakainósis. En
griego hay dos palabras para nuevo: neós y kainós. Neós se refiere al tiempo,
y kainós al carácter y la naturaleza. Un lápiz recién fabricado es neós;
pero una persona que era antes pecadora y ahora está llegando a ser santa
es kainós. Cuando Cristo entra en la vida de un hombre, éste es un nuevo
hombre; tiene una mentalidad diferente, porque tiene la mente de Cristo.
Cuando Cristo llega a ser el centro de
nuestra vida es cuando podemos presentarle a Dios el culto verdadero, que
consiste en ofrecerle cada momento y cada acción.
La conversión y la santificación son la
renovación de la mente; cambio, no de la sustancia, sino de las cualidades del
alma. El progreso en la santificación, morir más y más al pecado, y vivir más y
más para la justicia, es llevar a cabo esta obra renovadora, hasta que es perfeccionada
en la gloria. El gran enemigo de esta renovación es conformarse a este mundo.
Cuidaos de formaros planes para la felicidad, como si estuviera en las cosas de
este mundo, que pronto pasan. No caigáis en las costumbres de los que andan en
las lujurias de la carne, y se preocupan de las cosas terrenales. La obra del
Espíritu Santo empieza, primero, en el entendimiento y se efectúa en la
voluntad, los afectos y la conversación, hasta que hay un cambio de todo el
hombre a la semejanza de Dios, en el conocimiento, la justicia y la santidad de
la verdad. Así, pues, ser piadoso es presentarnos a Dios.
Es responsable el cristiano por este
cambio que obra lentamente en él (2Co_4:16). La
única manera de renovar el entendimiento es dejar de pensar como los hombres (Isa_55:8-9) y pensar como está revelado en las
Sagradas Escrituras (Flp_4:8). ¡Estudiemos la
Biblia diariamente! (1Ts_5:21). El evangelio,
obrando en nosotros, nos transformará.
Es
posible evitar muchas de las costumbres mundanas sin dejar de ser orgullosos,
codiciosos, egoístas, obstinados y arrogantes. Solo cuando el Espíritu Santo
renueva, reeduca y reorienta nuestra mente somos en verdad transformados.
Cuando la mente renovada obra esta
transformación de carácter en el cristiano, ya por la propia experiencia de
vida el cristiano está experimentando que es buena, agradable, y perfecta la
voluntad de Dios.
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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