Jeremías 33; 2-3
así dice
el SEÑOR que hizo la tierra, el SEÑOR que la formó para establecerla; el SEÑOR
es su nombre:
"Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e
inaccesibles, que tú no conoces."
Dios exhorta a
Jeremías como a representante de su pueblo, a que ore por aquello que Dios ha
determinado concederles, a saber, la restauración. Las promesas de Dios no
deben amortiguar, sino más bien avivar el espíritu de oración de su pueblo (Salm_132:13, Salm_132:17; Isa_62:6-7).
La firme promesa
de Dios es que si clamamos a Él, nos revelará cosas grandes y ocultas que no conocemos.
Dios prometió a Jeremías
que, si le llamaba, no sólo le contestaría, sino que le revelaría «cosas
grandes y ocultas», que no podrían conocerse de otra manera. Dios daría a Jeremías «intuición reveladora»,
al revelar cosas que de otra manera permanecerían aisladas o inaccesibles.
Tal «intuición
reveladora» siempre ha sido esencial para el claro entendimiento de una
victoriosa guerra espiritual. Uno no puede orar efectivamente sin cierta
intuición en cuanto a cómo orar, y tampoco sin saber lo que Dios verdaderamente
anhela que busquemos en la oración. (2Rey_6:8-17/Pro_3:5-6)
Los que esperan
recibir consuelo de Dios deben invocarlo. Se dan promesas no de destruir, sino
de vivificar y alentar la oración. Estas promesas nos guían al evangelio de
Cristo; y en él Dios ha revelado su verdad para dirigirnos, su paz para
tranquilizarnos. Todos los que son limpiados de la inmundicia del pecado por la
gracia santificadora, por la misericordia perdonadora son liberados de la
culpa. Cuando los pecadores reciben la justicia, y son lavados y santificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu Santo, son capacitados para
andar delante de Dios en paz y pureza. Muchos son llevados a notar la
diferencia real entre el pueblo de Dios y el mundo que los rodea, y a temer la
ira divina.
Se promete que
el pueblo que estuvo entristecido por mucho tiempo, de nuevo se llenará de
gozo. Donde el Señor da justicia y paz, dará todo lo necesario para las
necesidades temporales; y todo lo que tenemos serán consolaciones como
santificados por la palabra y la oración.
Mateo 7; 7
Pedid,
y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Jesús
no dice "rezar", sino "pedid". Hay mucha diferencia entre
el rezar y el orar. No hay virtud alguna en recitar o leer oraciones. Lo que
agrada a Dios es el pedir, buscar y llamar.
El
Sermón del Monte contiene enseñanzas bien difíciles para nosotros a menos que
nuestro corazón esté completamente sumiso a la voluntad de Dios. Es necesario
que haya cambio de corazón y de vida. ¿Cómo es posible hacer estos cambios? “Pedid...
buscad... llamad".
Debemos llevar todo problema a Dios en oración. Si estamos resueltos a hacer la
voluntad de Dios (ver 21), si estamos resueltos a cooperar con la oración
(poner nuestra parte), y si comprendemos que urgentemente necesitamos de la
ayuda de Dios, Él nos oirá.
¿Qué
implica la palabra "pedir"?
Indica que el orar no es un rito o ceremonia
(no es rezar), sino es "pedir", en el sentido ordinario de la
palabra.
Implica que somos dependientes de
Dios, que estamos necesitados de sus bendiciones y favores. "Fíate de
Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia" (Pro_3:5). ¿Qué pidió el fariseo de Luc_8:11-12? No pidió nada y no dio gracias, sino que
solamente quería hablar de su propia "justicia".
Implica que no confiamos en cosas materiales (Mat_6:19-34), sino en la providencia de Dios. Pedimos
a Dios en lugar de confiar en lo que tengamos o en lo que podamos hacer. Los
que no conocen a Dios confían en varias cosas: la educación, la preparación
para algún oficio o profesión, las inversiones, los ahorros, las posesiones, la
buena salud, la fuerza física, en el poder político o financiero, la
popularidad con la gente, etc.
El
"pedir" implica la humildad y sinceridad.
Implica
comunión con Dios, porque pedimos como hijos de Dios y Él nos oye y ayuda como
nuestro Padre.
¿Qué
implica la palabra "buscar"?
Implica la oración sincera e intensa. "Y
volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego..."
(Dan_9:3).
Implica el esfuerzo personal. Mat_6:33,
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia".
Implica
que sinceramente cooperamos con nuestra oración (que ponemos nuestra parte).
Cuando oramos por el reino, nos ocupamos en los asuntos del reino para que avance.
Cuando oramos "hágase tu voluntad", nos esforzamos por hacerla e
insistir en que otros la hagan. Cuando pedimos el pan, trabajamos para
aprovechar las provisiones hechas por Dios (El "pone los medios").
Antes de pedir el perdón, perdonamos a otros. Cuando pedimos que Dios no nos
meta en tentaciones, las evitamos y huimos de ellas. Cuando pedimos la sanidad,
hacemos todo lo posible por aprovechar la ayuda de médicos y medicina, que son
bendiciones de Dios. Cuando pedimos el crecimiento espiritual, ponemos nuestra
parte, estudiando la Biblia y amando a nuestros hermanos ser miembros activosen
nuestras congregaciones.
¿Qué
implica la palabra "llamar"?
Implica
la perseverancia en la oración, Luc_11:5-8;
Luc_18:1-5. Ejemplos de esto son: Abraham, Gén_19:32;
Elías, Stg_5:16-18; la mujer cananea, Mat_15:27; Pablo, 2Co_12:8;
y Jesús, Mat_26:44.
La perseverancia en la oración se enseña en
muchos textos: 1Ts_5:17; Col_4:2; Rom_12:12.
El desaliento nos destruye espiritualmente. El diablo no tiene que seducirnos a cometer
fornicación, etc. para destruirnos, porque basta con desanimarnos. Por eso
Jesús nos enseña "la necesidad de orar siempre y no desmayar" (Luc_18:1). 2Co_4:1; 2Co_4:16, "no
desmayamos".
"Recibe...
halla... se le abrirá".
El
que cumple con los requisitos de la oración aceptable nunca quedará
decepcionado cuando pide a Dios. Deu_7:9; Jos_21:45;
1Re_8:56; Neh_1:5.
Dios
contesta nuestras oraciones en varias maneras: en primer lugar, tenemos la
plena seguridad de que Él nos oye si estamos en comunión con El, y que Él nos
ama y quiere ayudarnos y bendecirnos. No siempre concede lo que pedimos (2Co_12:8), pero siempre nos da lo que pedimos o algo
mejor que lo que pedimos (lo que es espiritualmente mejor para nosotros).
¡Maranata! Ven pronto
mi Señor Jesús!
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