Proverbios 1; 10
Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.
Procuran seducirte de tus padres y
apartarte de ellos, para que no escuches sus instrucciones, consejos y órdenes;
y hagan uso de todos los argumentos plausibles para persuadirte de unirte a
ellos en los pecados a los que son adictos y en los que se les emplea
continuamente, como todos los hombres
son pecadores notorios, son culpables de las enormidades más groseras, que
viven en pecado, y se entregan a sí mismos para obrar toda clase de maldad; el
pecado es su oficio y negocio, y el curso constante de sus vidas; están
endurecidos, son imprudentes y atrevidos, y no se contentan con pecar ellos
mismos, pero hacen todo lo posible para atraer a los demás; y para evitar que
los jóvenes se llenen en tan mala compañía es esta exhortación dada en esta
tierna, cariñosa, y de manera conmovedora; al lado del temor de Dios y de los
padres, está esta precaución dada para evitar la compañía de hombres malvados,
a los cuales los jóvenes pueden ser atraídos, y tienen consecuencias fatales.
No
consientas, no cedas a sus persuasiones, no escuches sus pedidos, no muestres
simpatía ni aprobación de ellos, ni asientas con palabras ni hechos, tenemos
que ser sordos a todos sus ruegos y pruebas, contra todas sus persuasiones.
2 Timoteo 2; 22
Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la
fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.
Son
mucho más que las pasiones de la carne. Incluyen esa impaciencia que no aprende
nunca a «apresurarse despacio» y que todavía tiene que descubrir que la
excesiva precipitación puede producir mucho más daño que bien; esa auto-afirmación,
que es intolerante en sus opiniones y arrogante en su expresión de ellas, y que
todavía no ha aprendido a ver lo bueno en los puntos de vista distintos de los
propios; ese afán de disputar, que tiende a discutir largamente y actuar
escasamente, y que pierde la noche hablando sin que quede más que una cesta de
papeles de problemas sin resolver; esa pasión por lo novedoso, que tiende a
condenar una cosa sencillamente porque es vieja y a desear una cosa
sencillamente porque es nueva, infravalorando el valor de la experiencia. Una
cosa hay que notar aquí -los fallos de la juventud son los fallos del
idealismo. Es simplemente la frescura y la intensidad de la visión lo que hace
que la juventud se precipite a estas equivocaciones. Tales fallos son asuntos
no para una condenación austera sino para una corrección comprensiva, porque
hay una virtud escondida en cada uno de ellos.
El
maestro y dirigente cristiano tiene que aspirar a la integridad, que quiere
decir darle tanto a los hombres como a Dios lo que les es debido; a la fe, que
quiere decir lealtad y fiabilidad que vienen ambas de la confianza en Dios; al
amor, que es la determinación inquebrantable de no buscar nunca nada más que el
bien supremo para nuestros semejantes, sin importarle lo que ellos nos hagan, y
que ha desterrado para siempre todo rencor y todo deseo de venganza; a la paz
que es la debida relación de amorosa comunión con Dios y con los hombres. Todas
estas cosas se han de buscar en la compañía de los que invocan al Señor. El
cristiano no debe buscar nunca vivir separado y aislado de sus semejantes. Debe
encontrar su fuerza y su alegría en la compañía cristiana.
El
dirigente cristiano no debe nunca involucrarse en las controversias insensatas
que son la maldición de la Iglesia. En las Iglesias modernas las discusiones
cristianas son generalmente doblemente insensatas, porque rara vez son sobre
grandes asuntos de la vida y la doctrina y la fe, sino casi siempre acerca de
cosas sin importancia como tazas de café y cosas semejantes. Una vez que un
responsable se ha enredado en controversias insensatas y anticristianas, ha
perdido todo derecho a dirigir.
El
dirigente cristiano debe ser amable con todo el mundo; hasta cuando tenga que
criticar y mostrar una falta, debe hacerlo con la cortesía que nunca quiere
herir. Debe ser idóneo para enseñar; debe no sólo conocer la verdad, sino
también ser capaz de comunicarla, y eso lo hará no tanto hablando acerca de
ella como viviendo de tal manera que muestre a Cristo a los demás. Debe ser
comprensivo; como su Maestro, si le insultan, no debe devolver los insultos;
debe poder aceptar insultos e injurias, desprecios y humillaciones, como los
aceptó Jesús. Puede que haya pecados mayores que las susceptibilidades, pero no
los hay que causen más daños en la Iglesia Cristiana. Debe disciplinar a sus
oponentes con cortesía; como un cirujano, tiene que ser infalible para
encontrar el punto enfermo, pero nunca causando dolores innecesarios ni por un
momento. Debe amar a las personas, no someterlas a la verdad a fuerza de
golpes.
La
forma gramatical del verbo aquí significa "seguir huyendo". El mismo
verbo griego aparece en 1Co_6:11 (Huid). Es lo que hizo el joven José frente a
la tentación (Gén_39:12).
--"de
las pasiones". El texto griego usa aquí el artículo definido,
"las", mientras que en la lista de virtudes que sigue en este
versículo no lo usa. Esto significa que Pablo se refiere a las pasiones juveniles
como algo bien conocido, mientras que presenta las virtudes en el sentido de
cualidades en la persona.
La
palabra "pasiones" (epithumia) significa deseo desordenado, o
codicia, pero no se limita a la idea de deseos sexuales. Esta palabra puede
tener objetos buenos (por ej., Luc_22:15, he deseado; Flp_1:23, teniendo
deseo). Pero se usa para referirse a la avaricia y codicia y cualquier otro
deseo desordenado (Mar_4:19; 1Ts_4:5; 2Pe_1:4; 2Pe_2:10; 1Jn_2:15-17).
Himeneo
y Fileto andaban en tales deseos, mostrando vanagloria, contención y confianza
en sí mismos. Timoteo debía seguir huyendo de tales cosas.
--"juveniles".
Hay deseos desordenados que son característicos para los jóvenes. Hay que
guardar presente que el "joven" en la mente del griego era persona de
entre 18 y 40 años de edad. Hoy en día diríamos "adulto joven". Las
"pasiones juveniles", en este contexto, tienen que referirse a tales
como las que demostraban Himeneo y Fileto, al ocuparse en profanas y vanas
palabrerías (v. 16).
--"y
sigue". Literalmente, perseguir, o proseguir. Es verbo más fuerte que
sencillamente "seguir". Este verbo griego aparece en Rom_9:30-31
(iban tras); 12:13 (practicando); 1Co_14:1 (Seguid); Flp_3:12 (prosigo);
1Ts_5:15 (seguid); 1Ti_6:11 (sigue).
--"la
justicia", o sea el estado de corazón que se armoniza con lo que es justo,
santificado e inocente.
--"la
fe", o sea la fidelidad en el cumplimiento de los deberes.
--"el
amor", o sea la actitud de corazón que busca el bien del amado.
--"y
la paz", que resulta de proseguir las demás virtudes mencionadas.
Rom_14:19; Heb_12:14; Sal_34:14; 1Pe_3:11. Se hace contraste con lo del v. 14
(la contención). La persona de paz no es
contenciosa (v. 24). No se ocupa en la contención personal.
Tres de las virtudes mencionadas en este
versículo (la justicia, la fe, el amor) se mencionan en 1Ti_6:11, nada más que
allí se agregan la paciencia y la mansedumbre, y aquí se agrega la paz.
Ahora
el "huir de las pasiones juveniles" de este versículo se contrasta
con el "seguir" de las virtudes mencionadas.
--"con
los de corazón limpio". Timoteo, dice Pablo, prosiga estas virtudes en compañía
de los demás cristianos. El "corazón" aquí representa a toda la
persona guiada por la mente que es según Cristo (Flp_2:5; Rom_8:1-39).
Es
corazón "limpio" porque se ha aparado de la iniquidad (v. 19) y se ha
limpiado de las cosas viles, o de las personas inútiles para el Señor (v. 21).
--"invocan
al Señor". Aquí es epikaleo, palabra compuesta de "epi", sobre,
y "kaleo", llamar. Significa llamar sobre para sí mismo, o en favor
de uno mismo. Aparece en Hch_2:21; Hch_9:14; Hch_22:16; Rom_10:12-14; 1Co_1:2.
Aquí
se hace referencia a todo cristiano. El cristiano tiene que
"limpiarse" (v. 21) de personas y cosas, para luego
"perseguir" ciertas cosas. Para ser vasos para usos honrosos, es
necesario hacer las dos cosas. No basta sencillamente limpiarse de algo malo.
¡Maranata!
¡Sí, ven Señor Jesús!
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