Salmo 41; 1
Bienaventurado
el que piensa en el pobre; En el día malo lo librará Jehová.
La Biblia habla a
menudo del cuidado de Dios hacia los débiles, pobres y necesitados, y acerca de
su bendición sobre los que les preocupa lo mismo. Dios quiere que nuestra
generosidad refleje su propia bendición. Así como nos ha bendecido, debemos
bendecir a otros.
Salmo 69; 33
Porque el
SEÑOR oye a los necesitados, y no menosprecia a los suyos que están presos.
LBLA
La oración de los
pobres, de los pobres discípulos de Cristo, quienes estaban juntos llorando y
orando, cuando su Señor murió, y fueron puestos en el sepulcro ( Marcos 16:10 )
( Lucas 24:10 Lucas 24:33 ); este epíteto concuerda con todos los seguidores de
Cristo, quienes en su mayor parte son literalmente pobres, y todos lo son en un
sentido espiritual; son pobres de espíritu, y son sensibles a ello; están
llenos de deseos, y estos regresan diariamente sobre ellos; por lo que se
aplican constantemente al trono de la gracia en busca de ayuda en tiempos de
necesidad; y el Señor los mira, su ojo está sobre ellos, su corazón está hacia
ellos, sus pensamientos están sobre ellos, sus oídos están abiertos a sus
gritos y su mano está lista para suplir sus necesidades.
Los mismos discípulos
de Cristo; quienes estaban reunidos, las puertas estaban cerradas por temor a
los judíos ( Juan 20:19 ); puede aplicarse a los que son prisioneros del Señor;
es decir, por su bien, en un sentido literal, como el apóstol Pablo es llamado
el prisionero del Señor, ( Efesios 3: 1 ) ( 4: 1); y hubo muchos, tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento, que sufrieron prisión por su profesión de
fe; y esto el Señor no desprecia, aunque los hombres pueden, sino que los
estima y los honra altamente; y puede entenderse mística y espiritualmente de
quienes son, en su estado natural, prisioneros del pecado y de Satanás, y de la
ley, y cuando son llamados, son prisioneros de esperanza; el Señor los tiene en
cuenta, abre las puertas de la prisión y los coloca y los dirige a la fortaleza
( Isaías 49: 9 ) ( 61: 1 ) ( Zacarías 9; 11-12 ).
2 Corintios
8; 9
Porque
conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo
por amor a vosotros se hizo pobre, para que vosotros por medio de su pobreza
llegarais a ser ricos.
Uno de los proyectos
que Pablo llevó más en el corazón fue la colecta que organizó para la iglesia
de Jerusalén. Era la madre iglesia, pero era muy pobre; y Pablo tenía el deseo
de que todas las iglesias de los gentiles contribuyeran a ayudar a la iglesia
que era su madre en la fe. Así es que aquí les recuerda a los corintios su
deber y los anima a ser generosos.
El amor es probado por
la liberalidad. Si de veras amaban los corintios, abundarían en la liberalidad
de su ofrenda, exactamente como el amor de Cristo fue manifestado
abundantemente en su gran sacrificio por el pecador. Se hizo pobre, dejando las
glorias del cielo (Jua_17:5) para humillarse por nosotros (Flp_2:5-8). La
encarnación, la crucifixión, y la resurrección de Cristo, nos enriqueció
grandemente, dándonos la esperanza de vida eterna. La abundancia del amor de
Cristo, pues, viene siendo nuestro criterio para la abundancia nuestra hacia
los que son de Cristo. Efe_2:1-10; Tit_2:14.
Pablo les cita el
ejemplo de Jesucristo. Para Pablo, el sacrificio de Cristo no empezó en la
Cruz. Ni siquiera con Su nacimiento. Empezó en el Cielo, cuando se despojó de
Su gloria para venir a la Tierra. El desafío de Pablo a los cristianos era:
" Con tal ejemplo de generosidad, ¿cómo no ser generosos?»
Les
cita su propio pasado. Habían sido los primeros en todo. ¿Se iban a quedar
ahora atrás? Si las personas fuéramos fieles a nuestro nivel superior, si
viviéramos a la altura de nuestros mejores momentos, ¡qué diferentes seríamos!
Les
insiste en la necesidad de poner en acción los mejores sentimientos. Los
corintios habían sido los primeros en recibir la invitación. Pero un
sentimiento que se queda en eso, una piedad que no sale del corazón, un buen
deseo que no se convierte en una buena obra es algo truncado y frustrado. Lo
trágico de la vida no es que no tengamos impulsos altos, sino que no pasen a la
acción.
Les
recuerda que la vida tiene su manera de nivelar las cosas. Con frecuencia
notamos que se nos mide con la medida que aplicamos a otros. La vida paga la
generosidad con generosidad, y la tacañería con tacañería.
¡Maranata! ¡Sí, ven
Señor Jesús!
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