} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 11 Enero 2018 Sembrando la Palabra de Dios en la Biblia.

jueves, 11 de enero de 2018

11 Enero 2018 Sembrando la Palabra de Dios en la Biblia.

  
Génesis 22; 8
Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.

                Dios no quería la muerte física de Isaac, pero quería que Abraham sacrificara en su corazón a Isaac para que se convenciera de que amaba más a Dios que a su hijo prometido y largamente esperado. En realidad, Dios estaba probando a Abraham. El propósito de las pruebas es fortalecer nuestro carácter e incrementar nuestra consagración a Dios y su agenda. A través de esta experiencia difícil, Abraham aprendió sobre su compromiso de obedecer a Dios. También aprendió sobre la habilidad de Dios para resolver.
La más grande prueba de fe que Dios haya impuesto sobre algún ser humano fue la petición a Abraham de sacrificar a su hijo amado Isaac. Todos los sueños que Abraham pudo haber tenido como hombre estaban acumulados en Isaac. ¿Cómo podía Dios hacerle semejante pedido? ¿No era por medio de este muchacho que Dios cumpliría su promesa de darle una gran descendencia? Abraham no cuestionó la orden del Señor, muy de mañana se levantó para cumplirla. En la mente y corazón de Abraham obedecer a Dios era más importante que sus propios sentimientos o sueños. Confiaba en que Dios iba a cumplir sus promesas aún sin Isaac. Nuestra fe en el plan y programa de Dios puede ser expuesta a semejantes pruebas y la pregunta de fondo es: ¿estamos dispuestos a obedecer al Señor?

Abraham carga con los elementos más peligrosos —cuchillo y fuego— para el sacrificio y da a Isaac la leña. No se nos dice la edad de Isaac, pero era capaz de cargar la leña y mentalmente alerta para preguntar al padre por el cordero para el holocausto. Este diálogo es uno de los más dramáticos y la respuesta Dios mismo proveerá. Lejos de ser una mentira piadosa o un fácil escape de respuesta, demuestra toda la dependencia de Abraham en Dios. Al llegar al monte, Abraham ejecuta uno por uno todos los actos, hasta el último, en cumplimiento de la demanda de Dios. No se nos indica ninguna expresión de sentimientos. Las acciones se realizan en silencio, con toda exactitud y sin cuestionamientos. La sumisión de Isaac a Abraham es imitación perfecta de la sumisión de Abraham a Dios. El holocausto o sacrificio quemado era totalmente dedicado a la divinidad. El sacrificio humano, especialmente del primogénito, era parte del culto a la fertilidad de los cananeos y otras culturas. Tanto Abraham como Isaac conocían bien esta práctica. La evidencia bíblica, sin embargo, indica que la obediencia de Abraham no se debió a la imitación de una práctica o “requisito cultural”, ni a ningún otro motivo de manipular a la divinidad u obtener favores ventajosos. Fue su temor y obediencia incondicional al Dios de su fe. Los pasos tomados confirman la obediencia exacta, voluntaria y persistente de Abraham. Detrás de la obediencia está la fidelidad y el amor de Abraham hacia Dios.

Juan 3; 16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna

Para todo corazón humilde, aquí está la quintaesencia del Evangelio. Este versículo contiene varias grandes verdades.
  Nos dice que la iniciativa de la Salvación pertenece a Dios. Algunas veces se presenta el Evangelio como si se hubiera tenido que pacificar a Dios y persuadirle para que perdonara. A veces se presenta a Dios como inflexible y justiciero, y a Jesús manso, amoroso y perdonador. A veces se predica el Evangelio como si Jesús hubiera hecho algo para que se alterara la actitud de Dios hacia la humanidad, para que Se viera obligado a cambiar la sentencia condenatoria por la del perdón. Pero este versículo nos dice que todo empezó en Dios. Fue Dios el Que envió a Su Hijo porque amaba hasta tal punto a la humanidad entera. No habría Evangelio ni Salvación si no fuera por el Amor de Dios.
  Nos dice que el manantial de la vida de Dios es el Amor. Se podría predicar una religión en la que Dios contemplara a la humanidad sumida en la ignorancia, la indigencia y la maldad, y dijera: "¡Voy a domarlos: los disciplinaré y castigaré a ver si aprenden!» O se podría pensar que Dios está buscando la sumisión de la humanidad para satisfacer Su deseo de poder y para tener un universo completamente sometido. Pero lo tremendo de este versículo es que nos presenta a Dios actuando, no en provecho propio, sino nuestro; no para satisfacer Su deseo de poder ni para avasallar al- universo, sino movido por Su amor. Dios no es un monarca absolutista que tratara a las personas solamente como súbditos obligados a la más absoluta obediencia, sino un Padre que no puede ser feliz hasta que Sus hijos desagradecidos y rebeldes vuelvan al hogar. Dios no azota a la humanidad para que se Le someta, sino la anhela y soporta para ganar su amor.
  Nos habla de la amplitud del amor de Dios. Dios amó y ama al mundo. No sólo a una nación, ni a los buenos, ni a los que Le aman a Él, sino al mundo entero: Los inamables, los que no tienen nadie que los ame, los que aman a Dios y los que ni se acuerdan de El, los que descansan en el amor de Dios y los que lo desprecian... Todos están incluidos en el amor universal de -Dios. Como dijo Agustín de Hipona, «Dios nos ama a cada uno de nosotros como si no hubiera más que uno a quien amar. Y así, a todos.»
Al contemplar la corrupción del hombre y su rebelión contra Dios, cabe una pregunta, "¿Cómo es posible que Dios haya amado tanto al mundo?" La respuesta es que la palabra amar (agapao) se refiere a su perfecto amor de inteligencia y propósito, un amor deliberado que busca el bienestar espiritual y físico del hombre. Se distingue de phileo, el amor de afecto y amistad (el amor que da gusto). Los dos verbos se usan ("el que amas", phileo) y ("amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro", agapao). Dios ama (agapao) a todos, aun a sus peores enemigos, y requiere que hagamos lo mismo (Mateo_5:44-48).
En esto se ve la magnitud del amor de Dios. El amor verdadero -- el amor de Dios -- se puede ver en lo que hace. No es "de palabra ni de lengua" (1 Juan_3:18), sino de hechos.
Lo opuesto de creer no es dudar sino desobedecer ("El que cree... el que no obedece”). La salvación que Dios provee es condicional. Dios provee la salvación y el hombre la acepta. El hombre no podía ni puede hacer lo que Dios ha hecho -- proveer la salvación --, y Dios no puede hacer por el hombre lo que éste tiene que hacer por sí mismo (aceptar la salvación). La salvación es condicional. Todo aquel que en él cree es todo aquel que le obedece, "el que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él". Por eso, la palabra creer en este texto (y en muchos otros) significa obedecer. Toda la humanidad está dividida en solamente dos grupos: obedientes (salvos) y desobedientes (condenados).
            Al dar lectura superficial a este texto alguno puede suponer que el creer es el único requisito para obtener la salvación, pero compárense los siguientes textos que también nombran un solo requisito: Juan_5:25, "los que la oyeren vivirán" (¿Es el oír el único requisito para ser salvo?); Romanos_10:13, "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (¿Es el invocar al Señor el único requisito para ser salvo?); Hechos_11:18, "a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida" (¿Es el arrepentimiento el único requisito para ser salvo?); Romanos_10:10, "con la boca se confiesa para salvación" (¿Es la confesión el único requisito para ser salvo?); 1Pedro_3:21, "El bautismo... nos salva" (¿Es el bautismo el único requisito para ser salvo?). Al leer estos textos es fácil reconocer que el requisito nombrado representa o abarca los demás requisitos. Así es con el creer de Juan_3:16.

¡Maranata!¡Sí, ven Señor Jesús!


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