} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA ORTODOXIA ORGULLOSA BLOQUEA EL CAMINO AL CIELO

domingo, 28 de enero de 2018

LA ORTODOXIA ORGULLOSA BLOQUEA EL CAMINO AL CIELO



Lucas 10:20  Sin embargo, no os regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.


          A su vuelta, los Setenta estaban jubilosos por las maravillas que habían realizado en nombre de Jesús. Aun cuando los cristianos pueden experimentar gozo realizando acciones carismáticas en el nombre de Jesús, algo mejor para regocijarse es el saber que sus nombres están inscritos en los cielos, lo cual constituye la base de su autoridad sobre los demonios y el fundamento de la certidumbre sobre su destino eterno en el hogar celestial. Los discípulos vieron grandes resultados al ministrar en el nombre y con la autoridad de Jesús. Estaban muy contentos con las victorias obtenidas al testificar y Jesús se gozó con ellos. Sin embargo, los hizo reflexionar al recordarles que había una victoria mucho más importante: que sus nombres estén escritos en el cielo. Este honor era mucho más importante que cualquier otro logro. A medida que vemos las maravillas de Dios que obran en nosotros y por medio de nosotros, no debemos perder de vista que hay una maravilla mayor, nuestra ciudadanía celestial.

 Jesús les hace una advertencia contra el orgullo. Fue el orgullo lo que hizo que Satanás se revelara contra Dios, y en consecuencia fuera arrojado del Cielo, él, que había sido el jefe de los ángeles. Puede que Jesús les estuviera diciendo a los Setenta: «Habéis tenido vuestros triunfos; pero tened cuidado con el orgullo, porque cuando el jefe de los ángeles sucumbió al orgullo fue arrojado del Cielo.» Jesús les dio esta clase de advertencia: "Lo vuestro es el tipo de orgullo que hizo caer a Satanás. ¡Cuídense!" Mas como la alegría con que los veía satisfechos sabía a vanidad, pues se alegraban de haber sido elevados hasta hacerse temibles a los demonios y a los hombres, añade el Señor: "Mas en esto no gocéis, porque los espíritus os están sujetos"…


No cabe duda de que Jesús prosiguió advirtiendo a sus discípulos contra el orgullo y el pasarse dé confiados. Era cierto que se les había dado todo poder, pero su mayor gloria era que su nombre estaba escrito en el Cielo.  Siempre será la mayor gloria del hombre, no lo que él mismo ha hecho, sino lo que Dios ha hecho por él.  
Hay aquí un poder más grande y más fuerte. ¿Qué puede, pues, ya dañar? El canto triunfal de san Pablo tiene aquí su explicación: «Sin embargo, en todas estas cosas vencemos plenamente por medio de aquel que nos amó. Pues estoy firmemente convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados, ni lo presente ni lo futuro, ni potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra cosa podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Romanos_8:37-39). La inauguración del reino de Dios es un motivo de gozo todavía más profundo que el poder sobre los malos espíritus y el quebrantamiento del señorío de Satán. Para los discípulos, la suprema razón de alegrarse es su elección y predestinación a la vida eterna. Las ciudades de la antigüedad tienen listas de ciudadanos. El que está inscrito en la lista goza de todas las ventajas que ofrece la ciudad. También en el cielo, donde se representa la morada de Dios, se imaginan tales listas de ciudadanos, en las que están inscritos los elegidos de Dios; seguramente se identifican con lo que se llama el libro de la vida. El motivo de alegría que está por encima de todo es el hecho de poder participar en el reino de Dios, de alcanzar la vida eterna y de estar en comunión con Dios.


¡Maranata!¡Sí, ven Señor Jesús!

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