Jeremías 17; 9-10
Engañoso es el corazón más que
todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
Yo Jehová, que escudriño la mente,
que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de
sus obras.
El corazón es el ser interior, que
piensa, siente y actúa; la esencia del ser humano (Proverbios_4:23
Sobre
toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.),
pero es a la vez engañoso y perverso. El corazón, la conciencia
del hombre, en su estado corrupto y caído, es engañoso por sobre todas las
cosas. Llama bueno a lo malo y malo a lo bueno; y grita paz a lo que no le
corresponde. De ahí que el corazón sea perverso; está muerto; está desesperado.
Indudablemente que el caso es malo si la conciencia que debiera enderezar los
errores de las otras facultades, es líder del engaño. No podemos conocer
nuestros propios corazones ni lo que harán en una hora de tentación. ¿Quién
puede entender sus errores? Mucho menos podemos entender el corazón del prójimo
o confiar en ellos. El que cree el testimonio de Dios en esta materia, y
aprende a vigilar su propio corazón, encontrará que esto es un retrato correcto
aunque triste, y aprenderá muchas lecciones para dirigir su conducta. Pero
mucho de nuestros corazones y de los corazones ajenos permanecerá desconocido.
Sin embargo, Dios ve cualquier iniquidad que esté en el corazón. Se puede
defraudar al hombre, pero no se puede engañar a Dios.
Dios aclara por qué pecamos: es un asunto del corazón. Nuestros
corazones han estado inclinados hacia el pecado desde el momento en que
nacimos. Es fácil caer en la rutina de olvidar y abandonar a Dios. Pero aún
podemos decidir si continuamos o no en pecado. Podemos ceder a una tentación
específica, o podemos pedir ayuda a Dios para resistir la tentación cuando esta
llegue.
Al
decir de los judíos que son engañosos de corazón, el profeta usa con
mucha propiedad un término que alude a su antepasado, cuyo engañoso proceder,
no su fe, imitaban; Jacob. Su “suplantación” la realizó con la mira de obtener
la bendición de Jehová. Abandonan a Jehová para “confiar en el hombre”, y luego
creen que engañan a Dios, como si escapase a su conocimiento que es en
el hombre y no en él en quien confían. Perverso
e “incurable” es el corazón (Miqueas_1:9). Confiar en el propio corazón es tan
necio como confiar en el prójimo (Proverbios_28:26).
Hay un buen camino y un mal camino para realizar cualquier tarea.
Jeremías dice que el hombre que se enriquece mediante el engaño terminará
insensato y pobre. Ya sea en el trabajo, en la escuela o en el juego, debemos
luchar por ser honestos en nuestros tratos, viviendo con integridad ante Dios.
Obtener un ascenso, pasar un examen o ganar prestigio con injusticia nunca
traerá bendición de Dios ni felicidad duradera. Que Dios permita no significa
que Dios está bendiciendo. De ahí la confusión de muchos que no conocen el
carácter de Dios. Seamos sabios a tiempo; lo que obtengamos, obtengámoslo con
honestidad; y lo que tengamos, usémoslo con caridad, para que seamos sabios por
la eternidad.
Salmo 69; 32
Lo verán los oprimidos, y se
gozarán.
Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón,
El salmo que empezó con
quejas por su pesar, el salmista lo concluye con santo gozo y alabanza. Gran
consuelo para nosotros es que las alabanzas humildes y agradecidas agraden más
a Dios que los sacrificios más caros y pomposos. El humilde mirará a Él y se
alegrará; quienes lo buscan por medio de Cristo vivirán y serán consolados.
Dios hará grandes cosas por la iglesia del evangelio, en lo cual
regocíjense todos los que desean el bien. Una simiente le servirá en la tierra,
y sus siervos heredarán el reino celestial. Los que aman su nombre habitarán
por siempre ante Él. El que no escatimó ni a su propio Hijo sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas libremente?
Levántate tú, Gran Restaurador de los lugares antiguos para habitar en ellos, y
aparta la impiedad de tu pueblo.
Cuando David dice "vivirá vuestro corazón", significa que
"se sentirán contentos y gozosos".
La mayoría de la gente quiere un gozo perdurable y hará casi cualquier
cosa para obtenerlo, desde arrebatar el dinero hasta involucrarse en aventuras
amorosas. La única fuente genuina para la felicidad es Dios y recibimos un gozo
duradero solo cuando lo buscamos.
¿De qué forma tratas de encontrar la felicidad? Busquemos a Dios y
vivamos de la manera en la que Él quiere (Mateo_6:33-34)
y pronto encontraremos el verdadero gozo, y podremos decir como Job,
“conocía a Dios de oídas”
¿Cuántos podríamos decir lo mismo que Job? Seguro que nadie. Al menos
que Dios opine de nosotros como de ese hombre justo, Job
1; 1 Hubo
en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal.
¿Tú crees que estás a la altura de Job? Y, no escuchas desde los
púlpitos que conocemos a Dios. Es cierto que en este siglo que vviimos tenemos
mucho conocimiento de Dios, pero también es innegable que es la época de mayor
incredulidad, pues no obedecemos a Dios. Podemos conocer mucho, pero no creemos
a Dios, no confiamos en Él, pues no Le obedecemos;
y para muestra la pasividad espiritual cuando no estancamiento espiritual en la
que se encuentran sumidas las iglesias. ¿Cuántas están como la iglesia de Éfeso
del Apocalipsis? Y sabemos cuál fue el resultado final. ¡¡Arrepiéntete!! Y mira
de dónde te desviaste, de dónde saliste, de dónde caíste. Examinarse, hacer un
alto, y ver dónde estamos para rendir cuentas a Dios, porque El advierte,
permite pero no bendice a la iglesia de Éfeso, como tampoco a muchas que han
optado por seguir los criterios humanos y no obedecer a Dios.
El salmista no puede esconder su espíritu evangelizador, pues esta
victoria dará gloria a Dios porque otros la verán y serán animados. No puede
dejar de invitar a sus oyentes a que busquen a Dios. La frase es un mandato, buscad,
y una promesa, vivirá. El salmista no duda que Dios responderá a su
propia oración y puede decir a los demás que tienen necesidades que Dios les
escuchará. Cuando uno relata su experiencia con Dios, debe despertar la fe de
los oyentes.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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