Varias personas me han preguntado por privado: “¿Sí peco pierdo la salvación?”. Sabiendo que somos muy retorcidos, y nuestra maldad se camufla tras la religiosidad farisaica, veo de donde procede la motivación. Y nadie que se dice cristiano se atreve a tanta hipocresía.
Espero que el contenido de esta reflexión: “permanecer y obedecer” les dé respuesta a su pregunta.
Juan 15:1-10
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.
Todo sarmiento que en
mí no da fruto, lo quita; y todo el
que da fruto, lo poda para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis
limpios por la palabra que os he hablado.
Permaneced
en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si
no permanece en la vid, así tampoco
vosotros si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros
los sarmientos; el que permanece en
mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.
Si alguno no permanece en mí, es echado fuera como
un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.
En esto es glorificado
mi Padre, en que deis mucho fruto, y así
probéis que sois mis discípulos.
Como el Padre me ha
amado, así también yo os he
amado; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los
mandamientos de mi Padre y permanezco
en su amor.
En el
capítulo anterior vemos cómo Jesús alentaba a los apóstoles, prometiéndoles que
a través del Espíritu Santo El todavía estaría con ellos. En la primera parte
del capítulo 15 Jesús habla de lo que El espera de ellos. La palabra clave de
este texto es permanecer.
15:1 Yo soy la vid verdadera
Todos los textos "Yo soy" enfatizan
la necesidad de estar en Cristo para tener la vida espiritual. En Cristo se
realiza el propósito eterno de Dios. Él es la verdadera luz y el verdadero pan.
Aun después de físicamente dejar a sus apóstoles estaría con ellos, y de Él
recibirían vida, para poder llevar fruto en su servicio. Jesús, como en otras
ocasiones, elabora en este pasaje figuras e ideas que eran parte de la herencia
religiosa de la nación judía. Una y otra vez en el Antiguo Testamento, Israel
se representa como la parra o la viña de Dios. «La viña del Señor de los
ejércitos es la casa de Israel» (Isaías_5:1-7). "Yo te planté de pura cepa,»
es el mensaje de Dios a Israel por medio de Jeremías (Jeremías_2:21). Ezequiel 15 compara
a Israel a una vid cuya madera no sirve nada más que para el fuego, y Ezequiel 19:10-14 con
una parra en medio de la viña, que luego es arrojada al desierto. «Israel es
una frondosa parra» Oseas_10:1). "Te
trajiste una vid de Egipto» Salmo_80:8). La vid había llegado a ser de hecho el
símbolo de la nación de Israel. Una de las glorias del templo era la gran vid
de oro que había en la fachada del lugar santo. Muchos grandes hombres habían
considerado un gran honor ofrendar oro para un manojo de uvas o aun para una
sola uva de aquella vid. La vid era una pieza especial de la imaginería judía,
y el mismísimo símbolo de Israel.
Jesús
Se llama "la auténtica Vid.» La punta de esa palabra aléthinós -verdadera, real, genuina- es la siguiente. Es
curioso que el símbolo de la vid no se usa nunca en el Antiguo Testamento sino
unido a la idea de degeneración. La punta de la alegoría de Isaías es
que la viña se ha vuelto silvestre. Jeremías dice que Dios se queja de que la
nación que Él plantó de pura cepa se ha vuelto cepa borde.
Es
como si Jesús dijera: «Creéis que porque pertenecéis a la nación de Israel sois
sarmientos de la verdadera vid de Dios; pero la nación es una vid degenerada,
como dijeron todos vuestros profetas. Pero la auténtica Vid de Dios soy Yo. Por
el hecho de ser judíos no os vais a salvar. Lo único que os puede salvar es
estar unidos vitalmente conmigo, porque Yo soy la auténtica Vid de Dios
y, por tanto, tenéis que ser sarmientos unidos a Mí.» Jesús estaba
estableciendo el principio de que el verdadero camino a la salvación de Dios no
es tener sangre judía, sino tener fe en Él. Ninguna cualificación externa puede
poner a una persona en la debida relación con Dios; sólo la amistad de
Jesucristo puede hacerlo.
y mi Padre es el labrador (viñador, LBLA).
El Padre es el viñador, porque todo el
plan que Jesús llevaba a cabo era según el propósito eterno de Dios (Efesios_1:11; Hechos_2:22). La figura de la vid y los
sarmientos describe la relación de los apóstoles con Cristo. Pronto Jesús
volvería al Padre y después volvería a los apóstoles en la persona del Espíritu
Santo, para seguir trabajando con ellos.
Cristo
es la vid verdadera porque sus apóstoles, como sarmientos de esa vid, no
podrían recibir vida de otra fuente para poder llevar fruto para Dios. El
pensamiento principal en estas palabras de Jesús era la necesidad de que sus
apóstoles permaneciesen en El aunque estuviera físicamente ausente de
ellos.
15:2 Todo pámpano (sarmiento, LBLA) (como Judas) que en mí (2Corintios 5:17) no lleva fruto, lo quitará;
Después Jesús dice a sus apóstoles, "Yo os
elegí a vosotros, os he puesto para que vayáis y llevéis fruto". Los
eligió y los envió para que llevaran el evangelio a todas las naciones (Mateo 28:19; Marcos_16:15; Hechos_1:8). Judas fue
quitado, pero fue remplazado por Matías, y estos doce apóstoles llevaron mucho
fruto, comenzando el día de Pentecostés (Hechos_2:41; Hechos_2:47).
Jesús dice que así son Sus seguidores.
Algunos de ellos son estupendos sarmientos productores Suyos, y otros son
chupones que no dan ningún fruto. ¿En quién estaba pensando Jesús al hablar de
los sarmientos estériles? Se pueden dar dos respuestas.
La
primera es que estaba pensando en los judíos. ¿No era esa la lección que habían
dado los antiguos profetas? La mayoría de los judíos se negaron a escuchar a
Jesús y a aceptarle; por tanto, eran sarmientos estériles y secos. La segunda
es que estaba pensando en algo más general que incluye a los cristianos cuyo
cristianismo es pura profesión sin práctica
como se definen muchos: creyentes, pero no practicantes. Estaba pensando
en los cristianos inútiles: todos hojas, pero nada de fruto. Y estaba pensando
en los cristianos que se vuelven apóstatas, que oyeron el mensaje y lo
aceptaron y lo abandonaron convirtiéndose en traidores al Maestro al Que se
habían comprometido a servir.
Así
es que hay tres maneras en que podemos ser sarmientos improductivos. Podemos
negarnos a escuchar a Jesucristo. O podemos escucharle, y luego confesarle de
labios para fuera, sin acciones. O podemos aceptarle como Maestro y luego, en
vista de las dificultades que se nos presentan o el deseo de vivir nuestra
vida, Le abandonamos. Es uno de los principios fundamentales del Nuevo
Testamento que la inutilidad invita al
desastre. El sarmiento
improductivo acaba en el fuego.
Muchos textos del Nuevo Testamento se refieren a
la necesidad de que los discípulos de Cristo lleven buen fruto (la obediencia, el
desarrollo del carácter de cristiano, la vida espiritual y la santificación
diaria): Gálatas5:22-23; Mateo_3:7-10; Lucas 8:14-15;
Romanos_6:22; Romanos_7:4; Efesios_5:9; Filipenses 1:9-11; Colosenses_1:5-6;
Colosenses_1:10; 2Pedro_1:3-11.
El sarmiento recibe vida (sabia) de la vid para
que lleve este buen fruto. Los sarmientos que no llevan fruto perjudican la vid
y la producción de fruto por los sarmientos sanos.
y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará
(lo poda, LBLA; limpia) , para que lleve más fruto.
El Señor limpia
los sarmientos de la vid por medio de exhortaciones, amonestaciones,
reprensiones y sufrimientos (2Timoteo_3:16-17; 2Tinoteo_4:1-4;
Salmo 119:67; Salmo _119:71; Romanos_5:3-5; 2Corintios 4:16; 2Corintios_12:7-10;
Hebreos_12:5-7; Santiago 1:2-4; 1Pedro 1:7; 1Pedro_4:1-2). Todo
cristiano , por fuerte que sea, necesita de esta limpieza para poder llevar el
fruto de una vida consagrada y también el fruto de más almas ganadas por
Cristo.
El
árbol es reconocido por su fruto (Mateo_7:16-20)
y, por eso, Jesús dice, "En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si tuviereis amor los unos con los otros".
15:3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado.
La palabra de Cristo nos dice lo que debemos hacer
para ser salvos : "habiendo purificado vuestras almas por la
obediencia a la verdad" (1Pedro_1:22);
"Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra" (Efesios 5:25-26).
15:4 Permaneced en mí,
"el
que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él", 1Juan_2:6; 1Juan_2:19;
1Juan_2:28. Para permanecer en El debemos permanecer en su palabra:
"Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos"; "la palabra de Dios permanece en vosotros (1Juan_2:14); "Si lo que habéis oído desde el
principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en
el Padre" (1Juan_2:24); "Yo, la luz,
he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en
tinieblas".
El
permanecer en El significa que andamos como El anduvo: "El que dice que
permanece en él, debe andar como él anduvo" (1Juan_2:6).
"Todo aquel que permanece en él no peca" (no practica el pecado) (1Juan_3:6; 1Juan_3:9). "El que permanece en amor,
permanece en Dios, y Dios en él" (1Juan_4:16).
La
palabra permanecer significa la participación (tener comunión)
con Cristo, es decir, participar de las cosas mejores que pertenecen a la
salvación (Hebreos_6:9). Escuchamos a los
apóstoles y aceptamos su testimonio para poder tener participar (tener
comunión) con ellos y, a través de su palabra, participar (tener comunión) con
el Padre y con el Hijo (1Juan_1:1-3);
"Fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro
Señor" (1Corintios 1:10); "La copa de
bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El
pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?" (1Corintios_10:16); "sois participantes
conmigo de la gracia" (Filipenses_1:7);
"nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en
luz" (Colosenses 1:12); " participantes
del llamamiento celestial" (Hebreos 3:1); "para
que participemos de su santidad" (Hebreos 12:10);
"por vuestra comunión (participación) en el evangelio" (Filipenses_1:5; Filipenses_4:15); "el privilegio
de participar en este servicio para los santos" (2Corintios_8:4); " cooperemos con la
verdad" (3Juan_1:8); " participantes
de la naturaleza divina" (2Pedro_1:4);
" participantes de la gloria que será revelada", (1Pedro_5:1).
"El
que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1Juan_2:17).
y yo en vosotros
Debemos
permanecer en Cristo para que Él pueda permanecer en nosotros (1Juan_3:24; 1Juan_4:12). Este es el requisito
primordial para que el sarmiento tenga vida y lleve fruto. Permanecemos en El
cuando guardamos su palabra (su enseñanza). "El que me ama, mi palabra
guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él"
(Juan 14:23). "Judas ha salido y Satanás
sacudirá al resto de ellos como a trigo (Lucas_22:31 s)
" ¿permanecerían en Cristo? La salvación de todo ser humano depende de dos
cosas: (1) entrar en Cristo; y (2) permanecer en Cristo (Apocalipsis 14:13)
Como el pámpano (sarmiento, LBLA) no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si
no permanecéis en mí.
Esta ilustración es sencilla y clara. Un niño
puede entenderla, porque si el sarmiento está separado de la vid, inmediatamente
comienza a secarse. Hay una diferencia, sin embargo, entre el sarmiento literal
y el discípulo de Cristo como sarmiento: el sarmiento físico no puede, por
medio de su propia fuerza, separarse de la vid, pero por su propia voluntad y
fuerza, el discípulo de Cristo sí puede alejarse de Cristo.
15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos
(sarmientos, LBLA);
En ese
instante los apóstoles estuvieron con Jesús, como sarmientos en la vid,
recibiendo vida, fuerza, apoyo y aliento de Él.
No
solamente los apóstoles sino todos los discípulos son sarmientos en esta vid.
¿Cómo se llega a ser sarmiento en la vid? Para contestar esta pregunta hagamos
otra: ¿Cómo se entra en Cristo? (Gálatas_3:26-27).
Aun otra pregunta sería: ¿Cómo se entra en el cuerpo de Cristo (1Corintios 12:13)? o ¿cómo se entra en el reino de
Cristo? (Juan_3:5). Al contestar estas preguntas
se contesta también la pregunta de cómo se llega a ser sarmiento.
el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto;
El
sarmiento de esta figura no representa una iglesia (ni mucho menos alguna
denominación humana, 1Corintios_1:10-13), sino
un individuo (un discípulo de Cristo).
Hay
otras figuras en el Nuevo Testamento que ilustran esta verdad: Cristo es la
Cabeza, la iglesia es su cuerpo; Cristo es el Rey, la iglesia es su reino;
Cristo es el Buen Pastor, la iglesia es su rebaño; Cristo es la Principal
Piedra del ángulo y la iglesia es el templo; Cristo es el Esposo y la iglesia
es su esposa.
porque separados de mí nada podéis hacer.
¿Qué hacen
los que se alejan de la iglesia? ¡Nada! ¿Qué hacen los que solamente profesan
servir a Cristo (Mateo 7:22-23)? ¡Nada! El fruto
aceptable de los fieles es fruto que se lleva "en Cristo". El fruto
que el discípulo lleva es el fruto de Cristo. Y este fruto es la santidad. Están
"llenos de frutos de justicia (obediencia, santidad) que son por medio de
Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios" (Filipenses_1:11);
"el amor de Cristo nos constriñe" (2Corintios_5:14);
Cristo quiere que su "gozo esté en vosotros" (Juan 15:11); Cristo dice, "mi paz os doy" (Juan 14:27); "el que actuó en Pedro... actuó
también en mí" (Gálatas_2:8); "vive
Cristo en mí" (Gálatas 2:20);
"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses_4:13).
15:6 El que en mí no permanece, será echado fuera
como pámpano (sarmiento LBLA),
Deja de
tener comunión con Cristo para participar de la mesa de los demonios (1Corintios_10:21; 2Corintios_6:14-18; Efesios_5:11);
"no participes en pecados ajenos. Consérvate puro" (1Timoteo_5:22); "Quitad, pues, a ese perverso de
entre vosotros" (1Corintios_5:13; Romanos_16:17;
2Tesalonicenses_3:6; 2Tesalonicenses_3:14; 2Juan_1:9-11).
y se secará;
El rey
Saúl se secó. Judas se secó. Al volver al mundo, Demas se
secó. Los que volvieron atrás para ya no seguir con Cristo se secaron.
Todos los que no quieren arrepentirse y volver a la comunión con Cristo se
secan.
"Es
terrible ver un pobre afligido cuerpo humano que se seca bajo la plaga de la
muerte; es indeciblemente peor ver un proceso semejante llevarse a cabo en el
alma".
y los recogen,
"Recoged primero la cizaña, y atadla en
manojos para quemarla" (Mateo_13:30). En
realidad los infieles forman alianzas diabólicas y de esa manera se recogen a
sí mismos en manojos para ser fácilmente recogidos por el juicio de
Dios. La compañía de Coré, Datán y Abiram (Números_16:1-50)
se recogieron a sí mismos para rebelarse contra Moisés y Aarón; el Sanedrín,
Herodes y Pilato se recogieron a sí mismos para entregar a Jesús; actualmente
la "reunión de los malignos" (Salmo_26:5)
(ismos religiosos, el humanismo secular, los evolucionistas, etc.) se recogen a
sí mismos para resistir al Espíritu Santo, y en consecuencia a su rebelión
serán recogidos por Dios en el Día Final. "Enviará el Hijo del Hombre a
sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a
los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro
y el crujir de dientes" (Mateo_13:42).
y los echan en el fuego, y arden
(Ezequiel 15:1-8) .
Con repetición -- y, por eso, con énfasis --,
Jesús describe la condición triste del sarmiento que no permanece en El: (1)
será echado fuera; (2) se secará; (3) los recogen; (4) los echan en el fuego;
(4) y arden (Mateo 3:10, 12; 13:41-42, 59-50; 2Tesalonicenses 1:7-9). El propósito del sarmiento es
llevar fruto; si no lo hace, sirve solamente como leña. Los que
citan Juan_10:28 ("yo les doy vida eterna;
y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano") para probar la
imposibilidad de la apostasía del creyente, deben estudiar cuidadosamente este
versículo (Juan 15:6). No hay conflicto alguno
entre estos dos textos, pues en el Juan 10:27 Jesús
describe las ovejas que no perecerán como las que "oyen mi voz... y me
siguen". Desde luego, las ovejas que siguen oyendo y siguiendo la voz de
Cristo no perecerán, pero "el que en mí no permanece" es el que deja
de oír su voz y deja de seguirle.
Un
comentarista dice, "Es cierto que una vez que el hombre ha sido
verdaderamente salvo, permanece salvo para siempre; sin embargo, Dios no
mantiene al hombre en el camino de la salvación sin esfuerzo, diligencia y
vigilancia de parte del hombre. ¡Y la fortaleza para perseverar en la fe de
esta manera siempre procede de Dios, de él solo!". Este autor deja muy
confuso el asunto. Dice que el hombre una vez salvo permanece salvo para
siempre, pero que Dios requiere el esfuerzo, diligencia y vigilancia de este
creyente. ¿Está compelido el creyente a esforzarse, ser diligente y vigilante?
¿Viene alguna fuerza de Dios que tome control del creyente para forzarle a ser
fiel? Las "explicaciones" de calvinistas sobre este tema son puras
contradicciones.
"En
la vid verdadera, las uvas siempre crecen en racimos, es decir, en congregaciones".
Entonces, ¿por qué no habló Jesús de "la congregación que en mí no
permanece"? Es cierto que hay congregaciones que no permanecen fieles,
pero en este texto Jesús no habla de racimos (ni siquiera habla de uvas), sino
de cada cristiano (mayormente de cada apóstol) como un sarmiento.
Este es
uno de los textos de los sectarios que defienden y justifican el
denominacionalismo. Se dice que los sarmientos son las distintas
denominaciones, pero Jesús dice, "el que en mí no permanece será echado
fuera como pámpano". ¡Imagínese una vid con un sarmiento bautista, otro
sarmiento metodista, y otro sarmiento pentecostal!
15:7 Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros,
Al decir,
"Si permanecéis en mí", hubiera sido lógico que Jesús dijera, "y
yo en vosotros", pero en lugar de decir yo dice mis
palabras, porque es imposible permanecer en Cristo si sus palabras no
permanecen en nosotros (1Juan_2:14; 1Juan_2:24; 1Juan_3:24).
pedid todo lo que queréis y os será
hecho.
El «permanecer» se define ahora
de modo que las palabras de Jesús permanecen en los creyentes. La fe va ligada
a la palabra de Jesús, lo que incluye también la obediencia a esa palabra, el
seguimiento. A la conformidad con la palabra de Jesús se le promete ahora que
la oración será escuchada en todo su alcance. En ese contexto de oración,
acuerdo con la palabra de Jesús y santidad, la oración no es ninguna acción
mágica, sino más bien al Espíritu y al obrar de Jesús, y en ese sentido
participa de la certeza de ser escuchada. También la oración está relacionada
con el dar fruto y aparece como la forma de meditación subordinada a la santidad.
Obsérvese que esta promesa es condicional: es
para los que permanecen en El. ¿Quiénes son estos? Son los que permiten que las
palabras de Cristo permanezcan en ellos, es decir, los que viven de acuerdo con
su enseñanza, "llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo" (2Corintios_10:5). Son los que han
comprobado "cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta"
(Romanos_12:2). Son los que hacen "las
cosas que son agradables delante de él" (1Juan_3:22)
y piden "conforme a su voluntad" (1Juan_5:14).
Tales oraciones, pues, coincidirán con el deseo (la voluntad) del Señor de que
se lleve mucho fruto para glorificar al Padre. Los tales oran "en el
Espíritu Santo" (Judas 1:20).
15:8 En esto es glorificado mi Padre, en que
llevéis mucho fruto,
Como Cristo glorificó al Padre, así también Él es
glorificado por los discípulos de Cristo que llevan mucho fruto. No hay
otra cosa que honre al Viñador más que el abundante fruto llevado por la vid
que ha cuidado con tanta diligencia.
Jesús
dice "mucho fruto". El grano de trigo que cae en la tierra y muere
"lleva mucho fruto" (Juan 12:24).
Como Cristo ha "venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia"
(Juan 10:10), y como " sobreabundó
la gracia" (Romanos_5:20), así también
debemos llevar fruto "en abundancia" para Dios. "Estad firmes y
constantes, creciendo en la obra del Señor siempre" (1Corintios_15:58); "Por tanto, como en todo abundáis,
en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con
nosotros, abundad también en esta gracia" (la gracia de ofrendar) (2Corintios_8:7); "de la manera que aprendisteis
de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis
más y más" (1Tesalonicenses_4:1);
"vuestra fe va creciendo, y el amor de todos... abunda para
con los demás" (2Tesalonicenses_1:3);
"poniendo toda diligencia... añadid a vuestra fe virtud... conocimiento...
dominio propio... paciencia... piedad... afecto fraternal... amor. Porque si
estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni
sin fruto" (2Pedro 1:5-8).
"Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el
Señor" (Romanos 16:12).
y seáis
así (vengáis a ser, así,) mis discípulos
Se podrá observar la evidencia de que son
verdaderos cristianos. Este es uno de los requisitos básicos del discipulado (Juan 13:34, 35; Mateo_16:24;
Lucas 14:25-33). Al cumplir con este requisito llegamos a ser cada vez
más como Cristo (llegamos a ser verdaderos imitadores de Cristo, 2Corintios_3:18). El hombre interior se renueva de día
en día (2Corintios 4:16); "y revestido de
nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el
conocimiento pleno" (Colosenses_3:10).
15:9, 10 Como el Padre me ha amado, así también
yo os he amado; permaneced en mi amor.
(Esto es un mandamiento y el ver. 10 explica cómo se obedece) Si guardareis
mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los
mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
En todo
Jesús nos ha dejado un ejemplo perfecto. Lo que Él requiere de sus discípulos
(guardar sus mandamientos) es lo que El mismo practicaba (guardaba los
mandamientos del Padre). A través de los escritos de Juan es obvio que el amar
equivale a llevar una vida obediente.
Este
pasaje nos dice mucho acerca de mantenernos en Cristo. ¿Qué quiere decir eso?
Es verdad que hay un sentido místico en el que el cristiano está en Cristo y
Cristo en él. Pero hay muchos -puede que la mayoría- que no tienen nunca esta
experiencia mística. Si nos encontramos entre ellos, no debemos acomplejarnos.
Hay una manera mucho más simple de considerarlo y experimentarlo que está
abierta a todos.
Usemos
una analogía humana. Todas las analogías son imperfectas, pero tenemos que
hacer uso de las ideas de que disponemos. Supongamos que una persona es débil.
Ha caído en una tentación; ha hecho un lío de su vida. Está deslizándose hacia
un estado de degeneración mental, moral y física. Ahora supongamos que tiene un
amigo o amiga de carácter fuerte y amable y amante, que la rescata de su
degradación. Sólo hay una manera en la que puede mantener su reforma y
mantenerse en el buen camino: manteniéndose en constante contacto con quien
le ha otorgado su amistad y ayuda. Si pierde el contacto, todas las
probabilidades apuntan a que sus debilidades se le impondrán otra vez. Las
viejas tentaciones le saldrán al paso otra vez, y caerá. Su salvación depende
de que se mantenga en contacto constante con el carácter fuerte que es su
apoyo.
Muchas
veces una persona derrotada por el vicio o por la vida ha ido a vivir con otra
que le ha ofrecido ayuda. Mientras se mantuvo en aquel hogar y compañía, todo
parecía ir bien; pero cuando saltó la barrera otra vez y se fue a lo suyo,
cayó. Tenemos que mantenernos en contacto con el bien para derrotar al mal.
Mantenernos
en Cristo es algo así. El secreto de la vida de Jesús era Su constante contacto
con Dios; con frecuencia se retiraba a algún lugar solitario a encontrarse con
Él. Debemos mantenernos en contacto con Jesús. No podremos hacerlo a menos que
nos lo propongamos. Por ejemplo: orar por las mañanas, aunque sea sólo un
momento, es tomar un antiséptico que nos dura todo el día: porque no podemos
salir de la presencia de Cristo a tocar cosas malas. Para unos pocos de
nosotros, permanecer en Cristo será una experiencia mística que no se podrá
expresar con palabras. Para la mayor parte de nosotros, será un constante
contacto con Él. Querrá decir organizar la vida, y la oración, y el silencio,
de tal manera que no haya nunca un día que nos olvidemos de Él.
El encuentro con la palabra de Jesús, que pone al
hombre en la decisión de creer, al conducir a la fe opera también esta limpieza
o purificación, que hace posible el dar fruto. Aquí, una vez más, el don está
al comienzo, la palabra de Jesús, de modo que el «dar fruto» no ha de entenderse
como un logro humano sino como la gracia del Espíritu Santo que nos capacita
para obedecer y permanecer.
La reflexión crítica sobre el evangelio para
volver a escuchar de nuevo sus promesas y exigencias en la hora actual y llegar
así a la verdadera santidad, es un proceso que siempre resulta necesario para
que pueda imponerle la causa de Jesús. En la medida en que la Iglesia abandona
esa suprema tarea y se interesa por asegurar sus tradiciones y su posición de
poder, en esa misma medida se convierte en sarmiento infecundo al que se corta
y quema. La comunión permanente con Jesús es, pues, de hecho el requisito
indispensable de toda auténtica cristiandad y de todo obrar cristiano.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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