} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 21 Enero 2018 Sembrando la Palabra de Dios en la Biblia.

domingo, 21 de enero de 2018

21 Enero 2018 Sembrando la Palabra de Dios en la Biblia.


Lucas 23; 42-43

 Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
   Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Aquello de crucificar a Jesús entre dos delincuentes conocidos lo hicieron las autoridades a propósito para humillar a Jesús ante la gente, equiparándole a otros criminales.
Este relato nos dice, entre otras cosas importantes, que nunca es tarde para reconocer a Jesús como nuestro Rey y Salvador. Hay otras posibilidades de las que tenemos que decir: «Eso ya no es posible. He perdido la oportunidad.» Pero eso no se puede decir de volver a Cristo: mientras late el corazón, sigue en pie la invitación
No se puede saber lo que este hombre entendía acerca del reino de Cristo, pero lo importante es que Jesús, conociendo su corazón, le salvó.
El malhechor moribundo tuvo más fe que los demás seguidores de Jesús juntos. Aunque los discípulos seguían amando a Jesús, sus esperanzas por el Reino comenzaron a desvanecerse. Muchos se apartaron. Como uno de sus seguidores dijo con tristeza dos días más tarde: "Pero nosotros esperábamos que Él era el que había de redimir a Israel". Un malhechor se endureció hasta el fin. Ninguna aflicción cambiará de por sí un corazón endurecido. El otro se ablandó al fin: fue sacado como tizón de la hoguera y fue hecho monumento a la misericordia divina. Esto no estimula a nadie a postergar el arrepentimiento hasta el lecho de muerte, o esperar hallar entonces misericordia. Cierto es que el arrepentimiento verdadero nunca es demasiado tarde, pero es tan cierto que el arrepentimiento tardío rara vez es verdadero . Nadie puede estar seguro de tener tiempo para arrepentirse en la muerte, pero nadie puede tener la seguridad de tener las ventajas que tuvo este ladrón penitente.
Veremos que este caso es único si observamos los efectos nada comunes de la gracia de Dios en este hombre. Él reprochó al otro por reírse de Cristo. Reconoció que merecía lo que le hacían. Creyó que Jesús sufría injustamente. Observe su fe en esta oración. Cristo estaba sumido en lo hondo de la desgracia, sufriendo como un engañador sin ser librado por su Padre. Hizo esta profesión antes que mostrara los prodigios, que dieron honra a los sufrimientos de Cristo, y asombraron al centurión. Creyó en una vida venidera, y deseó ser feliz en esa vida; no como el otro ladrón, que solo quería ser salvado de la cruz. Véase su humildad en esta oración. Todo lo que pide es, Señor, acuérdate de mí, dejando enteramente en manos de Jesús el cómo recordarlo. Así fue humillado en el arrepentimiento verdadero, y dio todos los frutos del arrepentimiento que permitieron sus circunstancias.
Cristo en la cruz muestra como Cristo en el trono. Aunque estaba en la lucha y agonía más grandes, aun así, tuvo piedad de un pobre penitente. Por este acto de gracia tenemos que comprender que Jesucristo murió para abrir el cielo a todos los creyentes penitentes y obedientes. Es un solo caso en la Escritura; debe enseñarnos a no desesperar de nada, y que nadie debiera desesperar; pero, para que no se cometa abuso se pone en contraste con el estado espantoso del otro ladrón que se endureció en la incredulidad, aunque tenía tan cerca al Salvador crucificado. Téngase la seguridad de que, en general, los hombres mueren como viven.

El ladrón, por el contrario, miró al hombre que agonizaba junto a él y dijo: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino".   ¡Qué inspiradora es la fe de este hombre que vio la gloria venidera más allá de la ignominia presente!
           
 Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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