} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿DE DÓNDE BROTA EL AGUA VIVA ESPIRITUAL?

domingo, 28 de enero de 2018

¿DE DÓNDE BROTA EL AGUA VIVA ESPIRITUAL?



Juan 7:38  El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: "De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva."

Cada día, durante la Fiesta de los Tabernáculos, tenía lugar una alegre celebración en la que los sacerdotes traían agua  al templo, en una vasija de oro, desde el estanque de Siloé. Durante la procesión, la gente recitaba Isaías_12:3. El agua era derramada sobre el altar como una ofrenda a Dios, mientras la gente gritaba y cantaba. Toda aquella ceremonia dramática era una acción de gracias por el don de Dios del agua, y una oración por la lluvia, y un recuerdo de cuando salió agua de la roca cuando el pueblo estaba en el desierto. El último día de la fiesta, esta ceremonia era especialmente impresionante, porque daban siete vueltas al altar en memoria de la marcha de siete vueltas alrededor de las murallas de Jericó, que cayeron e Israel conquistó la ciudad.
Jesús fue el cumplimiento de todo lo que aquella ceremonia tipificaba (1Corintios_10:4). En ese contexto, y tal vez en ese mismo momento, resonó la voz de Jesús: «¡El que tenga sed; que venga a Mí a beber!» Es como si Jesús dijera: «Estáis dando gracias y gloria a Dios por el agua que calma la sed de vuestro cuerpo. Venid a Mí, y satisfaré la sed de vuestra alma.» Estaba usando aquel momento dramático para trasladar el pensamiento de la gente a la sed de Dios y de las cosas eternas.
La promesa de Jesús nos presenta un poco de problema. Dijo: " El que crea en Mí, ríos dé agua viva correrán por sus entrañas.» E introduce esta proclama diciendo: «Como dice la Escritura.»  ¿Qué quiere decir? Hay dos posibilidades diferentes.
(i) Podemos entender que se refiera a la persona que viene a Jesús y Le acepta: recibirá en su interior un río de agua refrescante. Sería otra manera de decir lo que le dijo Jesús a la Samaritana: "El agua que Yo les daré se convertirá en un manantial de agua en su interior saltando a borbollones para darles la vida eterna». Sería otra manera de expresar el hermoso dicho de Isaías: «El Señor te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas cuyas aguas nunca faltan» (Isaías_58:11). El sentido sería que Jesús podía dar a las personas el caudal vivificador del Espíritu Santo.
Los judíos localizaban los pensamientos y las emociones en diferentes partes del cuerpo. El corazón era la sede de la inteligencia; los riñones y el vientre, de las emociones íntimas. Como dice el autor de Proverbios: «El espíritu humano es la lámpara del Señor, la cual escudriña todas sus entrañas» (Proverbios_20:27). Esto querría decir que Jesús prometía la corriente purificadora, refrescante y vivificadora del Espíritu Santo, que limpia y revitaliza nuestros pensamientos y sentimientos. Es como si Jesús dijera: «Venid a Mí y aceptadme; y pondré en vosotros, por Mi Espíritu, una nueva vida que os dará pureza y satisfacción, la clase de vida que habéis deseado siempre y que nunca habéis tenido.» Sea cual sea la interpretación que tomemos, es absolutamente seguro que lo que representa ésta es verdad.


  Todos aquellos a los que Jesús haya saciado la sed, se convertirán en canales para la revitalización espiritual de otros. La figura de ríos contrasta con la de «una fuente»   e ilustra la diferencia entre el nuevo nacimiento y la experiencia de la plenitud de una vida llena del Espíritu. Jesús usó la expresión agua viva   para referirse a la vida eterna. Aquí utiliza la expresión para referirse al Espíritu Santo. Los dos van juntos: dondequiera que se acepte el Espíritu Santo, trae vida eterna.  El Espíritu Santo dio poder a los seguidores de Jesús en Pentecostés (Hechos 2) y desde entonces ha estado al alcance de todos los que aceptan a Jesús como Salvador y Señor.


  Juan interpreta las palabras de Jesús como una referencia al derramamiento del Espíritu Santo que todavía estaba por ocurrir. El Espíritu Santo existe desde toda la eternidad, pero aún no se había hecho presente en el sentido que indicaban aquellas palabras. Pronto la plenitud del Espíritu sería una bendición que todo el pueblo de Dios podría experimentar (Hechos_2:33). Al prometer dar el Espíritu Santo a todo el que creyese, Jesús declaraba ser el Mesías, ya que eso era algo que solo el Mesías podía hacer.

(ii) La otra interpretación es que " los ríos de agua viva correrán por sus entrañas» se refiere al mismo Jesús (y a Su Cuerpo, que es la Iglesia).   Los cristianos siempre han identificado a Jesús con la roca que dio agua a los israelitas en el desierto (Éxodo_17:6). Pablo también aplicó esa figura a Cristo (1Corintios_10:4). Juan nos dice que, cuando un soldado abrió el costado de Jesús en la Cruz con su lanza, salió agua con sangre (Juan_19:34). El agua representa la purificación que recibimos en el Bautismo, y la sangre el sacrificio expiatorio de la Cruz representado en la Santa Cena. Este símbolo del agua vivificadora que viene de Dios se encuentra a menudo en el Antiguo Testamento (Salmo_105:41; Ezequiel_47:1; Ezequiel_47:12). Joel nos presenta un cuadro maravilloso: «Y saldrá una fuente de la casa del Señor» (Joel_3:18). Bien puede ser que Juan esté pensando en Jesús como la fuente de la que fluye la corriente purificadora. El agua es aquello sin lo cual no puede existir la vida; y Cristo es el único sin el Cual la humanidad no puede vivir ni enfrentarse con la muerte. De nuevo, sea cual sea la interpretación que tomemos, esto también es verdad.
Ya sea que tomemos esta figura como refiriéndose a Cristo o a los cristianos, quiere decir que de Cristo fluye la fuerza y el poder y la purificación que nos dan la vida en el sentido más auténtico de la palabra.
En este pasaje hay algo sorprendente. La versión Reina Valera y casi todas las demás lo suavizan, pero el mejor texto original dice sorprendentemente en el versículo 39: «Porque aún no había Espíritu.» ¿Qué quiere decir eso? Vamos a considerarlo de la siguiente manera: un gran poder puede existir mucho antes de que se descubra, como ha sucedido con la electricidad o la fuerza atómica; no somos los seres humanos los que lo hemos inventado, sino sólo descubierto. El Espíritu Santo ha existido siempre; pero no llegó a ser una realidad en la Iglesia hasta el día de Pentecostés. Como se ha dicho acertadamente: «No podía haber Pentecostés sin Calvario.» Es necesario conocer a Jesús antes de experimentar el Espíritu. Antes, el Espíritu había sido un Poder; pero ahora  es una Persona, porque ha llegado a ser para nosotros nada menos que la presencia del Señor Resucitado, siempre con nosotros. En esta frase aparentemente alucinante, Juan no quiere decir que el Espíritu no existiera, sino que fue necesaria la vida y la muerte de Jesucristo para abrir las compuertas del Espíritu para que llegara a ser real y vivificador para todo el mundo.
Debemos fijarnos en cómo termina este pasaje. Algunos tomaron a Jesús por el Profeta que había prometido Moisés (Deuteronomio_18:15). Otros creyeron que era el Ungido de Dios. Y se produjo una discusión sobre si el Mesías tenía que venir de Belén o no. Esa es la tragedia: la gran experiencia espiritual acabó en la aridez de una discusión teológica.
Eso es lo que tenemos que evitar a toda costa. Jesús no es un tema que hay que discutir, sino Alguien a Quien hay que conocer y amar. Si tenemos una opinión acerca de Él y otro tiene otra, eso no importa con tal de que ambos Le conozcamos como nuestro Salvador y Le aceptemos como nuestro Señor. Aunque expliquemos nuestra experiencia espiritual de diferente manera, eso no debe dividirnos; porque lo importante es la experiencia, y no la explicación que le demos.


¡Maranata!

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