14 Enero
2018 Sembrando la Palabra de Dios en la
Biblia.
Lucas 23; 33-34
Cuando llegaron al lugar llamado
"La Calavera", crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a
la derecha y otro a la izquierda.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus
vestidos.
La palabra "Calvario" viene del latín, "calvaria",
del que se deriva la palabra "calavera". Tal vez el lugar haya
recibido su nombre por tener la forma de un cráneo. Estaba "cerca de la
ciudad" (Juan_19:20), fuera de la ciudad, Hebreos_13:12 ("padeció fuera de la
puerta".) Los romanos escogían lugares distinguidos para la ejecución de
criminales para que todos pudieran verla. Para la crucifixión se usaba un poste
recto (una estaca) con pieza transversal. La víctima era sujetada a la cruz
antes o después de ser elevada. La crucifixión era el ajusticiamiento más
cruel, más horrible, más miserable que la mente humana podía idear y llevar a
cabo. Nunca ejecutaban así al ciudadano romano, sino a los esclavos, a los
extranjeros y a los peores criminales. Aunque los judíos no crucificaban,
colgaban a los criminales sobre el madero después de apedrearlos y tal muerte
se consideraba una maldición (Gálatas 3:13).
Según el historiador
Josefo, la crucifixión era una práctica común en Palestina. Esta era una de las
peores formas de tortura y uno de los métodos de ejecución más cruel que jamás
se hubiera inventado. Era la pena mortal diseñada para producir una muerte muy
lenta, pues algunos duraban días en la cruz antes de morir. Era reservada para
los traidores, los revolucionarios y otros de los peores criminales. Aun los
escritores romanos pensaban que era una muerte terrible. Cicerón dijo que era cruel
y horrible y Tácito dijo que era una muerte indescriptible. No hay
palabras que puedan describir las agonías de la cruz: la inflamación de las
heridas, las congestiones, el dolor causado por los tendones desgarrados, la
fiebre, un fuerte dolor de cabeza y una sed horrible. Era sumamente difícil
respirar, mayormente exhalar y, puesto que se requiere la exhalación para
hablar, cada palabra que Jesús pronunciaba era con mucho dolor. La palabra
inglesa excruciating que se usa para hablar del dolor agudísimo, viene
del latín excruciatus que significa "de la cruz".
Tanto los pies como
las manos fueron clavados, pues Jesús dijo a los discípulos (Lucas_24:39), "Mirad mis manos y mis pies,
que yo mismo soy".
Si alguno pregunta
por qué Dios permitiera una injusticia tan horrible, la respuesta se encuentra
en Isaías_53:6-8.
Los apóstoles iban
por todas partes predicando la cruz de Cristo y sufrían mucho oprobio, porque
no había otra cosa más vergonzosa que la cruz romana. Desde luego, los apóstoles no predicaban una
cruz literal, sino el evangelio de salvación hecho posible por la muerte de
Jesús en la cruz.
Padre, perdónalos (en ese momento Jesús daba su vida como
sacrificio perfecto para salvarnos de los pecados; en base a esa muerte, Dios
puede perdonar), porque no saben lo que
hacen. Jesús practicaba lo que predicaba. (Mateo_5:44). Lo imitó Esteban, Hechos_7:59-60. Sin embargo, esta petición no significa que éstos
fueron perdonados incondicionalmente (simplemente en base a la petición de
Jesús). Más bien, esta petición significa que Jesús hizo posible su perdón y
que estaba dispuesto a perdonarles, pero Jesús y los apóstoles nombraron
condiciones o requisitos que todos deben cumplir para obtener el perdón
de los pecados. Marcos_16:16; Hechos 2:38, etc.
Jesús pidió a Dios que perdonara a la gente que
le daba muerte: líderes judíos, políticos romanos, soldados y espectadores, y
Dios contestó esa oración al abrir el camino de salvación aun para los asesinos
de Jesús. El oficial romano y los soldados testigos de la crucifixión dijeron:
"Verdaderamente éste era Hijo de Dios" (Mateo_27:54).
Pronto muchos sacerdotes se convirtieron a la fe cristiana (Hechos_6:7). Ya que somos pecadores, todos tuvimos
parte en la muerte de Cristo. La buena nueva es que Dios es bondadoso, que nos
perdonará y nos dará una nueva vida a través de su Hijo.
Hechos_3:17, “Mas ahora,
hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros
gobernantes”; 1Corintios_2:8, “la que ninguno de
los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían
crucificado al Señor de gloria”.
Las “siete palabras de la cruz”:
(1) Lucas_23:34, “Padre, perdónalos”
(2) Lucas_23:43, “hoy estarás conmigo”
(3) Juan_19:27, “Mujer… tu hijo”
(4) Marcos_15:34, “Dios mío”
(5) Juan_19:28, “Tengo sed”
(6) Juan_19:30, “consumado es”
(7) Lucas_23:46, “Padre, en tus manos…”
Normalmente el judío tenía cinco artículos de
ropa: la túnica (ropa interna), la capa (la ropa externa), el cinto, las
sandalias y el turbante. Al crucificar a un criminal una parte del sueldo de
los soldados era la ropa del hombre crucificado. Repartieron la ropa de Jesús
como si ya estuviera muerto, nunca pensando que la volvería a necesitar. De
esta manera, sin saberlo, llevaban a cabo lo que Dios había predicho. Aun los
detalles minuciosos de este gran evento eran temas de profecía..
¡Qué imagen tan clara
de la indiferencia del mundo hacia Cristo! Mientras El agonizaba sobre la cruz,
muriendo por los pecados del mundo, los soldados jugaban y repartían su ropa
como si El fuera de los más comunes criminales. Es verdad que hay mucha
hostilidad contra Cristo hoy en día, pero la tragedia más grande no es la hostilidad
hacia Cristo, sino la fría indiferencia hacia Cristo.
¡Maranata!¡Sí, ven Señor Jesús!
No hay comentarios:
Publicar un comentario