Juan 11; 25-26
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en
mí, aunque muera, vivirá,
y todo el que vive y cree en mí, no morirá
jamás. ¿Crees esto?
Jesús quería que la fe de Marta
aumentara, que si ella creía en la resurrección en el día postrero debería
entender que esa resurrección sería efectuada por Cristo. Al decir "Yo soy
la resurrección" decía que Él es el poder que la efectúa, que en su
persona estaba presente la vida y la resurrección. Él es la fuente o la causa
de la vida física y de la vida espiritual (la vida eterna). Es necesario creer
no solamente en la realidad de la resurrección como un hecho, sino
también en la persona que hace posible la resurrección. Jesús tiene
poder sobre la vida y la muerte, así como para perdonar pecados. Esto se debe a
que Él es el Creador de la vida (Juan 14:6).
Aquel que es la vida sin duda puede restaurar la vida. Todo aquel que
cree en Cristo tiene una vida espiritual que la muerte no conquistará ni
disminuirá de manera alguna. Cuando logramos comprender su poder y hasta qué
punto es verdaderamente maravillosa la oferta que nos hace, ¡cómo hemos de
hacer otra cosa que no sea entregar nuestras vidas a Él! Para quienes creemos,
qué maravillosa es la seguridad y la certeza que tenemos: "Porque yo vivo,
vosotros también viviréis" (Juan 4:19).
En Cristo los muertos viven, y
los vivos no mueren. Cristo quería llevar a Marta a un nivel más alto de fe.
Quería que comprendiera que la resurrección del cuerpo tiene su sentido
verdadero en la vida eterna que Cristo nos da.
Desde luego en este texto el creer en Cristo significa nacer otra vez.
La muerte física no destruye la vida que el creyente recibe de Cristo, porque
significa comunión con Dios. Los que mueren en el Señor (Apocalipsis_14:13) serán resucitados para vida eterna,
y los vivos que creen en El no perecerán. La muerte física es la puerta por la
cual el creyente pasa a una vida incomparablemente mejor que la vida aquí. No
hay y no habrá ningún supuesto "purgatorio". Tampoco habrá lo que los
materialistas suelen llamar "el sueño del alma". No hay y no habrá
nada que interrumpa la comunión de los fieles con el Señor.
¿Creía
en verdad que los que creen en Cristo no morirán cuando en ese momento su
hermano, un fiel discípulo de Cristo, estaba muerto?
1
Corintios 15; 54
Pero
cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya
vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
DEVORADA HA SIDO LA MUERTE en victoria.
Satanás parece ser el triunfador en el jardín de Edén (Génesis 3), y
cuando Jesús murió en la cruz (Marcos_15:22-24).
Pero Dios cambió la aparente victoria de Satanás en fracaso cuando Cristo resucitó
de la muerte (Colosenses 2:15; Hebreos_2:14-15).
Desde entonces la muerte ha dejado de ser una fuente de temor. Cristo la venció
y un día lo haremos también. La muerte ha sido vencida y nuestra esperanza va
más allá de la tumba.
¿Y cuándo será? Este gran cambio sucederá en el Día Final, cuando
venga Cristo la segunda vez (Hebreos 9:28). Este
gran evento cumplirá lo que fue predicho en las Escrituras, porque “la
Escritura no puede ser quebrantada” (Juan_10:35).
Lo que Dios ha dicho tendrá su cumplimiento; Dios no miente (Tito_1:2).
En la resurrección de los muertos en el Día Final, ya no habrá más
muerte porque los vivos ya habrán sido cambiados a la inmortalidad y los
muertos habrán sido levantados de los muertos y también cambiados. Vemos en Apocalipsis_20:14 (la muerte, y el Hades donde se
recogen los espíritus sin cuerpo, serán lanzados al fuego. Ya no tendrán efecto
sobre el hombre). La muerte habrá sido destruida. Cristo en la resurrección
habrá dado al hombre la victoria sobre la muerte (Juan 11:25;
2Corintios 5:4). La muerte tiene “imperio” ahora (Hebreos 2:14), pero en aquel día ella será vencida.
¿De dónde sale el
temor a la muerte? En parte, del miedo a lo desconocido. Pero aún más, del
sentimiento de pecado. Si creyéramos que nos podíamos encontrar con Dios sin
problemas, morir nos parecería, como a Peter Pan, una gran aventura. Pero, ¿de
dónde procede el sentimiento de pecado? Viene del reconocimiento de estar bajo
una ley. Mientras no veamos a Dios nada más que en términos de ley de justicia,
siempre nos veremos a nosotros mismos como criminales ante el tribunal, sin la
menor esperanza de ser declarados inocentes. Pero eso es lo que Jesús vino a
abolir. Vino a decirnos que Dios no es ley, sino amor; que no actúa por
legalismo, sino por gracia; que vamos al encuentro, no de un juez, sino de un
Padre que está esperando que Sus hijos vuelvan a casa. Para eso nos dio Jesús
la victoria sobre la muerte, desterrando su temor con la maravilla del amor de
Dios.
¡Maranata!
¡Sí, ven Señor Jesús!
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