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Crónicas 6; 36
Cuando pequen contra ti (pues no hay hombre que no peque) y
estés airado contra ellos, y los entregues delante del enemigo, y éstos los
lleven cautivos a una tierra, lejana o cercana,
La Biblia establece claramente que nadie está exento del pecado, ni siquiera
los reyes designados por Dios. El pecado es una condición que todos
experimentamos y que todos debemos reconocer, como lo hizo Salomón. Cuando
tomamos conciencia de que hemos pecado, rápidamente deberíamos pedirle a Dios
que nos perdone y restaure. Sabiendo que tendemos a pecar, deberíamos
mantenernos cerca de Dios, buscando su guía y fortaleza. Esta verdad se
menciona también en el Salmo_14:3, Eclesiates_7:20 y
Romanos_3:23.
Hebreos 9; 27
Y así como está decretado que los hombres mueran una sola
vez, y después de esto, el juicio,
La muerte física no pone fin a la existencia consciente. Hay algo después de esto. Todas las personas
mueren físicamente, pero Cristo murió para que nosotros no tuviéramos que morir
espiritualmente. Podemos tener una maravillosa confianza en su obra de
salvación a nuestro favor, quitando nuestro pecado pasado, presente y futuro.
El perdonó nuestros pecados del pasado; cuando murió en la cruz, Él se inmoló
una vez para siempre; Él nos envió el Espíritu Santo para ayudarnos a enfrentar
el pecado presente; Él se presentó por nosotros en el cielo como nuestro Sumo
Sacerdote; y ha prometido regresar y resucitarnos a una vida eterna en un mundo
en que no se permitirá el pecado.
Que todos tenemos que morir una vez no es por cierto nada nuevo; pero
que este morir nuestro tenga lugar de manera tan única, irrepetible y
definitiva como el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz, es cosa que da
que pensar. La concordancia en lo formal podía y debía llevar a una asimilación
objetiva y material a la muerte de Cristo. Entonces no tenemos ya que temer el
juicio, temor que no pueden evitar los que se han desligado de la cruz de
Cristo.
Hechos 16; 31
Ellos respondieron: Cree en el Señor Jesús, y serás
salvo, tú y toda tu casa.
Lucas
no estaba recogiendo solamente un importante momento de la iglesia primitiva;
estaba haciéndose eco de una interrogante universal y de la respuesta precisa a
esa pregunta. Tú y tu casa sugiere que Dios trabaja en el núcleo
familiar (Éxodo_12:3). La pregunta del carcelero
no tenía que ver con la salvación física, porque los presos no habían escapado
y, por eso, él no estaba en ningún peligro. La respuesta de Pablo hace claro el
significado de su pregunta.
Pablo y Silas tomaban en serio la unidad familiar. El ofrecimiento de
salvación fue para el carcelero y su familia, incluyendo a los sirvientes. La
fe del carcelero no salvó a todos; cada uno necesitó aceptar a Jesús en fe y
creer en El de la misma manera que el carcelero lo hizo. Sin embargo, toda su
familia creyó y recibió la salvación. Es interesante que dio muestras de la
autenticidad de su conversión bien pronto. En cuanto conoció a Cristo lavó las
heridas del látigo que tenían los presos en la espalda, y les sirvió de comer.
Si la fe no nos hace compasivos y amables, no es sincera. A menos que un
supuesto cambio de corazón se manifieste en un cambio de obras, es falso.
Oremos que Dios nos use para
presentar a Jesús a nuestra familia y que puedan creer en El.
¡Maranata!
¡Sí, ven Señor Jesús!
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