} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA CARTA A LA IGLESIA DE ÉFESO

viernes, 26 de enero de 2018

LA CARTA A LA IGLESIA DE ÉFESO



Apocalipsis 2:1-7  Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: "El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda entre los siete candelabros de oro, dice esto:
   'Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos.
   'Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombre y no has desmayado.
   'Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor.
   'Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio; si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes.
   'Sin embargo tienes esto: que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
   'El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.'"


Éfeso fue una de las grandes ciudades del mundo antiguo y considerablemente la mayor en Asia Menor. Estaba orgullosa de su título de “Guardadora del Templo”, que originalmente se refería al templo de Artemisa (Diana), pero más tarde incluyó dos templos dedicados a la adoración de emperadores romanos. El templo de Artemisa era un famoso lugar de refugio para fugitivos, pero su envanecida “salvación” era objeto de mucho abuso, y la zona alrededor daba a los criminales un santuario fuera del alcance de la ley, por lo que llegó a ser el cuartel general del crimen organizado. Éfeso era el centro del culto de Artemisa o, como se la llama en la Reina-Valera, Diana de los Efesios. El Templo de Artemisa era una de las siete maravillas del mundo antiguo. Tenía 425 pies de largo por 220 de ancho; tenía 120 columnas, cada una de 60 pies de altura que había sido el regalo de un rey, 36 de las cuales estaban cubiertas e incrustadas de oro. Los templos antiguos consistían en columnatas cubiertas solo en la parte central. Esta parte estaba cubierta de madera de ciprés. La imagen de Artemisa era una de las más sagradas del mundo antiguo. No era ni mucho menos hermosa, sino tenía una figura rechoncha, negra y con muchos pechos; tan antigua que nadie conocía su origen. No tenemos más que leer Hechos 19 para darnos cuenta de lo mucho que apreciaban los Efesios a Artemisa y su templo. Éfeso tenía también templos famosos dedicados a la divinidad de los emperadores Romanos Claudio y Nerón, y posteriormente también a Adriano y Severo. La religión pagana tenía toda su fuerza en Éfeso El interés del populacho en la magia y la superstición se ilustra en Hechos 19:13-20. Éfeso era un centro famoso de superstición pagana. Era famosa por las cartas efesias, amuletos y encantamientos que se tenían por remedios infalibles contra la enfermedad, la esterilidad y la mala suerte en los negocios; y venía gente de todo el mundo para comprarlas.
En los tiempos de Juan, Éfeso era el puerto más importante de Asia. Todas las carreteras del valle del Caistro, que era el río a cuya orilla estaba edificada, convergían en ella. Pero las carreteras venían de mucho más lejos. Era en Éfeso donde llegaban al Mediterráneo las carreteras del lejano Éufrates y de Mesopotamia, pasando por Colosas y Laodicea. Era en Éfeso donde la carretera de Galacia llegaba al mar pasando por Sardis. Y del Sur subía la carretera del rico valle del Meandro. Estrabón, el gran geógrafo de la antigüedad, llamaba a Éfeso «El Mercado de Asia,» y es posible que Juan estuviera describiendo las riquezas del mercado de Éfeso en Apocalipsis 18:12s.

Éfeso era el pórtico de Asia. Una de sus distinciones, establecida por decreto, era que cuando el procónsul romano venía a hacerse cargo del gobierno de Asia, debía desembarcar en Éfeso e introducirse en la provincia desde allí. Para todos los viajeros y el comercio, desde los valles del Caistro y el Meandro, Galacia, el Éufrates y Mesopotamia, Éfeso era el paso obligado para ir a Roma. En tiempo posterior, cuando conducían a los cristianos desde Asia para echárselos a los leones en el circo romano, Ignacio de Antioquía llamó a Éfeso el Camino Real de los Mártires. Éfeso tenía ciertas distinciones políticas. Era una ciudad libre. En el Imperio Romano algunas ciudades eran libres; se les había conferido ese honor por servicios prestados al Imperio. Una ciudad libre tenía un gobierno independiente hasta cierto punto, y estaba exenta de albergar guarnición de tropas romanas. Era una ciudad judicial. Los gobernadores Romanos pasaban revista periódicamente por las provincias; y en algunas ciudades y pueblos especialmente escogidos se establecían tribunales para juzgar los casos más importantes. Además, en Éfeso se celebraban los juegos atléticos más famosos de Asia, que atraían a personas de toda la provincia. La población de Éfeso era muy mezclada. Sus ciudadanos estaban divididos en seis tribus. Formaban una los descendientes de los primeros habitantes del país; otra, los descendientes de los primeros colonizadores venidos de Atenas; tres, los otros griegos, y la otra, probablemente, los judíos. Además de ser un centro de culto, el Templo de Artemisa era también una guarida de crimen y de inmoralidad. El área del templo tenía derecho de asilo: cualquier criminal era inmune si podía llegar a ella. El templo tenía centenares de sacerdotisas, que eran en realidad una especie de prostitutas sagradas. Todo esto se combinaba para hacer de Éfeso un lugar notoriamente malo. A Heráclito, uno de los filósofos presocráticos más famosos, que era de Éfeso, se le conocía por el mote de " el filósofo llorón.» La explicación que daba de sus lágrimas era que no se podía vivir en Éfeso sin llorar su inmoralidad.

Tal era Éfeso; sería difícil imaginar un suelo menos prometedor para sembrar en él la semilla del Evangelio; y sin embargo fue allí donde la Iglesia Primitiva obtuvo algunos de sus mayores triunfos. " En ningún otro lugar encontró la Palabra de Dios un suelo tan receptivo, echó raíces tan profundas y dio frutos tan sazonados de fe y de amor.»
Pablo permaneció en Éfeso más tiempo que en ninguna otra ciudad (Hechos_20:31). Fue con Éfeso con la ciudad que estuvo más conectado Timoteo, hasta el punto de que se le considera su primer obispo (1 Timoteo 1:3). Es en Éfeso donde nos encontramos con Aquila, Priscilla y Apolos (Hechos_18:19; Hechos_18:24; Hechos_18:26). Seguramente en ningún otro lugar estuvo Pablo tan íntimamente relacionado como con los ancianos Efesios, como revela hermosamente su discurso de despedida (Hechos_20:17-38 ). Posteriormente, Juan fue la figura señera en Éfeso. Cuenta la leyenda que llevó allí consigo a María, la Madre de Jesús, y que ella fue enterrada allí. Cuando escribió a Éfeso Ignacio de Antioquía, de camino a sufrir el martirio en Roma, dijo: «Vosotros habéis estado siempre unidos en una misma mente con los apóstoles en el poder de Jesucristo.»

Pocos lugares podrán mostrar mejor que Éfeso el poder conquistador de la fe cristiana.
Debemos fijarnos también en otra cosa. Ya hemos dicho que Éfeso era el puerto más importante de Asia. Hoy no se conservan de Éfeso más que unas ruinas que están a unos diez kilómetros de la costa es ahora una línea ininterrumpida de playa arenosa a la que no se puede acercar ningún barco.» Lo que era una vez el Golfo de Éfeso y su puerto es ahora una zona pantanosa llena de cañas y de juncos.» Siempre fue costoso mantener abierto el puerto de Éfeso a causa del sedimento que arrastra el río Caistro. Se perdió la batalla, y Éfeso se desvaneció de la escena.

  El Señor tiene las siete estrellas en su mano. Esto indica que él mantiene la vida espiritual de las iglesias; camina en medio de los siete candeleros y de ese modo está presente en todas las iglesias. Pero el poder que sostiene también es capaz de una remoción judicial; para ello se prepara al oyente con el título del v. 5.
¿Está Dios interesado en su iglesia, el lugar donde te reúnes? Si estás tentado a dudarlo, mira con cuidado estas siete cartas a las Iglesias en Apocalipsis. El Señor del universo conocía a cada una de estas iglesias y su situación precisa. Jesús le dijo a Juan que escribiera acerca de personas, lugares y acontecimientos específicos. Celebró los éxitos de los creyentes y le explicó cómo corregir sus errores. Así como Jesús cuidaba de cada una de estas iglesias, cuida de la suya. Quiere que alcance su máximo potencial. El grupo de creyentes con el cual adoras y sirves es un vehículo de Dios para cambiar el mundo. Míralo con seriedad, así como lo hace Dios.
                                                                                                        

  Yo conozco tus obras encabeza cada una de las cartas a veces dando aliento y a veces produciendo vergüenza. Durante un largo período, la iglesia de Éfeso se había negado a tolerar el pecado entre sus miembros. Esto no era fácil en una ciudad caracterizada por sus prácticas sexuales inmorales asociadas con la adoración a la diosa Diana. Nosotros también vivimos en una etapa en que se halla muy difundido el pecado y la inmoralidad sexual. Es popular el ser tolerante con diversos pecados, llamándolos "decisiones personales" o "estilos alternos de vida". Pero cuando el cuerpo de creyentes empieza a tolerar el pecado en la iglesia, las normas se reducen y se pone en peligro el testimonio de los creyentes. Recordemos que la aprobación de Dios es infinitamente más importante que la del mundo.

  Las obras de los efesios eran arduo trabajo y … perseverancia; lo primero se muestra en los esfuerzos para vencer a los falsos maestros, y lo segundo en la persistencia ante la oposición tanto de los falsos profetas como de otras fuentes. Los malos son aquellos que dicen ser apóstoles y no lo son.   Su maldad no se relaciona tanto con su doctrina como con el mal moral que surge de la doctrina. El Cristo Resucitado pasa a alabar a los cristianos de Éfeso porque han puesto a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo, y han demostrado que son mentirosos.

Muchos malvados se introducían en las pequeñas congregaciones de la Iglesia original. Jesús había advertido contra los falsos profetas que son lobos disfrazados de ovejas (Mateo_7:15). En su discurso de despedida a los ancianos de esta misma iglesia de Éfeso, Pablo les había advertido que habría lobos rapaces que invadirían el rebaño (Hechos_20:29). Estos hombres malvados eran de muchas clases. Había emisarios de los judíos que trataban de enredar a los cristianos en la Ley y que seguían a Pablo por todas partes tratando de deshacer su obra. Había quienes trataban de convertir la libertad en libertinaje. Había profesionales de la mendicidad que abusaban de la caridad de las congregaciones cristianas. La iglesia de Éfeso estaba más expuesta a esos mangantes ambulantes que las demás iglesias. Estaban en la carretera de Roma y el Oriente, " toda la chusma de los malhechores» se le podía echar encima.

Más de una vez se insiste en el Nuevo Testamento en la necesidad de poner a prueba. Juan, en su primera epístola insiste en que hay que poner a prueba los espíritus que pretenden venir de Dios comprobando si aceptan la Encarnación en toda su plenitud (1Juan_4:1-3). Pablo insiste en que los cristianos tesalonicenses deben poner a prueba todas las cosas para quedarse solo con lo que es bueno (1Tesalonicenses_5:21). También insiste en que, cuando predique un profeta, los demás profetas deben someter a prueba lo que diga (1Corintios_14:29). Uno no puede proclamar sus propios puntos de vista privados en la asamblea del pueblo de Dios; debe mantenerse en la tradición de la Iglesia. Jesús demandaba la prueba más dura: " Será por sus frutos por lo que los reconozcáis» (Mateo_7:15-20).

Cristo elogia a la iglesia de Efeso por su (1) arduo trabajo, (2) paciencia, (3) resistencia al pecado, (4) examen cuidadoso de los falsos apóstoles y (5) sufrimiento paciente y sin claudicación. Toda iglesia debe tener esas características. Pero estos buenos esfuerzos deben surgir de nuestro amor a Jesucristo. Tanto Jesús como Juan recalcaron el amor de los unos a los otros como una prueba auténtica del evangelio (Juan_13:34; 1Juan_3:18-19). En el esfuerzo por mantener puras la enseñanza, la moral y la doctrina, es posible perder el espíritu caritativo. Un conflicto que no se resuelve puede debilitar o acabar nuestra paciencia y nuestro afecto. Al defender la fe, cuídémonos de no levantar una estructura de rigidez que debilite el amor.

 La iglesia de Éfeso había aplicado sus pruebas fielmente y se había desbrozado de todos los malos y descarriados; pero el problema era que había perdido algo en el proceso. «Tengo esto contra ti: que has descuidado el mantener tu primer amor.» Eso se puede entender de dos maneras.
(a) Puede querer decir que había perdido su primer entusiasmo. Jeremías hablaba de la devoción de Israel a Dios en los primeros días. Dios le dice a la nación que se acuerda de "la devoción de tu juventud, de tu amor de novia» (Jeremías_2:2). Había habido un tiempo de luna de miel, pero la primera llamarada de entusiasmo se había apagado. Puede ser que el Cristo Resucitado esté diciendo que ha desaparecido todo el antiguo entusiasmo de la religión de la iglesia de Éfeso.
Pero es mucho más probable que quiera decir que se había perdido el primer ardor de amor por la fraternidad. En sus primeros días, los miembros de la iglesia de Éfeso habían estado unidos por un verdadero amor; la disensión no había asomado nunca su fea cabeza; el corazón estaba dispuesto para inflamarse, y la cabeza para ayudar. Pero algo se había echado a perder. Bien puede ser que la caza de herejes hubiera matado el amor, y la ortodoxia se había mantenido a costa de la fraternidad. Cuando pasa eso, la ortodoxia ha costado demasiado. Toda la ortodoxia del mundo no puede compensar la pérdida del amor.


  Pablo había elogiado a la iglesia de Éfeso por su amor a Dios y a los demás (Efesios_1:15), pero muchos de los fundadores de la iglesia habían muerto, y la segunda generación de creyentes había perdido su fervor espiritual. Era una iglesia muy activa y sus miembros hacían mucho en beneficio propio y de la comunidad, pero por motivos equivocados. El hacer algo por Dios debe estar motivado por el amor a Dios, o no perdurará.
Así como cuando un hombre y una mujer se enamoran, los nuevos creyentes experimentan entusiasmo cuando se dan cuenta de cuán importante es ser perdonado. Pero cuando perdemos de vista la seriedad del pecado, empezamos a perder el entusiasmo por nuestro perdón (2Pedro_1:9). En los primeros pasos de su vida cristiana, pudo haber sentido entusiasmo sin conocimiento. ¿Tiene ahora conocimiento sin entusiasmo? Ambos son necesarios si hemos de mantener el amor a Dios de forma intensa y sin mancha (Hebreos_10:32, Hebreos_10:35). ¿Amamos a Dios con el mismo fervor de cuando nacimos de nuevo?

Algo se había echado a perder en Éfeso. La brega dedicada continuaba; la constancia galana también, lo mismo que la ortodoxia impecable; pero el amor había desaparecido. Así es que el Cristo Resucitado hace Su llamamiento exhortando a que se den los tres pasos del camino de vuelta.
(i) Primero, dice: Recuerda. No está hablando con ninguno que no ha estado nunca en la iglesia, sino a los que están en ella, pero han perdido el camino de alguna manera. El recuerdo puede ser muchas veces el primer paso del camino de regreso. En el país lejano, el hijo pródigo se acordó de pronto del hogar (Lucas_15:17).
O' Henry, el maestro de los relatos breves, tiene uno acerca de un chico que se había criado en una aldea; y en la escuela de la aldea había estado sentado al lado de una aldeana dulce e inocente. El chico se las arregló para irse a vivir a la ciudad; cayó en malas compañías; se hizo carterista. Un día estaba en la calle; acababa de robar una cartera -lo había hecho con limpieza- y estaba satisfecho de sí mismo. De pronto vio a la chica que se sentaba a su lado en la escuela. Todavía era la misma -dulce e inocente. Ella no le vio; ya se cuidó él de que le viera. Pero de pronto recordó lo que había sido, y se dio cuenta de lo que había llegado a ser. Apoyó la frente ardiente en el hierro frío de un farol. "¡Dios mío -se dijo-, me doy asco!» El recuerdo le estaba invitando a iniciar el camino de vuelta.
También Gaspar Núñez de Arce, el amigo y consejero literario de don Federico Fliedner, escribió:

Cuando recuerdo la piedad sincera con que en mi edad primera entraba en nuestras viejas catedrales, donde postrado ante la cruz de hinojos alzaba a Dios mis ojos, soñando en las venturas celestiales; hoy, que mi frente atónito golpeo y con febril deseo busco los restos de mi fe perdida, por hallarla otra vez, radiante y bella como en la edad aquella, ¡desgraciado de mí!, diera la vida.

Una poesía así puede que no suene más que a remordimiento y tragedia, pero de hecho puede ser el primer paso del camino de vuelta; porque el primer paso a la enmienda es darnos cuenta de que hemos perdido algo.

(ii) Segundo, dice: Arrepiéntete. Cuando descubrimos que algo se ha echado a perder, podemos tener más de una reacción. Podemos tener el sentimiento de que nada puede conservar su lustre original, así es que debemos aceptar lo que consideramos inevitable. Puede que nos embargue un sentimiento de resentimiento y que le echemos las culpas a la vida en lugar de enfrentarnos con nosotros mismos. Puede que decidamos que la vieja emoción ha de encontrarse yendo por senderos prohibidos, y tratemos de encontrarle el sabor a la vida en el pecado. Pero el Cristo Resucitado dice: " ¡Arrepentíos!» El arrepentimiento es reconocer que somos nosotros los que tenemos la culpa, y sentir dolor por ello. La reacción del pródigo es: " Me levantaré e iré a mi padre y le diré que he pecado» Lucas_15:18). El clamor angustioso del corazón de Saúl cuando se da cuenta de su necedad es: «He obrado neciamente, he cometido un gran error» (1Samuel_26:21). Lo más difícil del arrepentimiento es aceptar la responsabilidad personal por nuestro fracaso; porque, una vez que se acepta la responsabilidad, el dolor piadoso seguirá en breve.

(iii) Tercero, dice: Haz. El dolor del arrepentimiento está diseñado para conducir a una persona a dos cosas. La primera, tiene la misión de movernos a arrojarnos en la gracia de Dios diciendo solamente: «Dios, sé propicio a mí, tan pecador como soy.» Y segunda, tiene la misión de conducirnos a la acción para que produzcamos frutos dignos del arrepentimiento. Uno no se ha arrepentido de veras si sigue haciendo las mismas cosas. Fosdick decía que la gran verdad del Cristianismo es que «nadie tiene por qué quedarse lo mismo que estaba.» La prueba del arrepentimiento es una vida cambiada por nuestro esfuerzo en colaboración con la gracia de Dios.

 El fracaso de los efesios era la perversión de su principal virtud: has dejado tu primer amor. El llamado al arrepentimiento y a hacer las primeras obras sugiere que el fracaso de estos cristianos no era primordialmente la pérdida del amor a Dios sino a los demás. El que Jesucristo quite "el candelero de su lugar" puede significar el dejar de ser una iglesia eficiente. Así como los candeleros de siete brazos del templo daban luz a los sacerdotes, las iglesias debían dar luz a sus comunidades vecinas. Pero Jesucristo les advirtió que sus luces podrían apagarse. Más aun, El mismo podría extinguir cualquier luz que no cumpliera con su propósito. La iglesia tenía que arrepentirse de sus pecados.

Cuando el rechazo de las prácticas de aquellos que yerran se transforma en odio hacia las personas que yerran, los cristianos se apartan del amor redentor de Dios en Cristo y pervierten la fe. De allí la seria advertencia: Vendré pronto a ti  denota una venida en juicio, aun del mismo modo que el Señor vendrá al mundo un día para eliminar el mal. Removeré la Iglesia desde Éfeso, y la llevaré a otra parte. “Es la mudanza del candelero, no su extinción, con lo que se amonesta; juicio para algunos, pero dicho juicio es la ocasión de misericordia para otros. Así ha sido. La sede de la Iglesia se ha cambiado, pero la Iglesia misma sobrevive. Lo que el Oriente ha perdido, el Occidente ha ganado.

 Uno que hace poco visitó a Éfeso, no encontró más que tres cristianos allí, y éstos eran tan ignorantes que apenas hubieron oído jamás los nombres de Pablo y Juan,” La remoción del candelero de su lugar puede significar nada menos que el fin del reconocimiento que Cristo ha hecho de la iglesia como algo propio. Estará tan vacía de Cristo como el templo de Jerusalén quedó vacío de Dios antes de su destrucción. (Ezequiel 11:22, 23; Mateo 23:38). 

Así tan grave es el pecado de la falta de amor en una iglesia cristiana.

  Los nicolaítas eran creyentes que habían acomodado su fe a fin de disfrutar de algunas de las prácticas pecaminosas de la sociedad efesia. Algunos creen que el nombre nicolaítas es el equivalente griego de la palabra hebrea que significaba "balaamitas". Balaam fue un profeta que indujo a los israelitas a seguir sus deseos pecaminosos Números_31:15-16.
 Eran probablemente hombres que argumentaban de la siguiente manera:
 (a) La Ley ha terminado; por tanto, ya no hay leyes, y podemos vivir como nos dé la gana. Confundían la libertad cristiana con la promiscuidad pagana. Eran la clase de personas a las que Pablo advertía que no usaran la libertad como una oportunidad para vivir conforme a la carne (Gálatas_5:13).
 (b) Probablemente argüían que el cuerpo es malo de todas maneras, y que no tiene importancia lo que se haga con él.
 (c) Probablemente argüían también que el cristiano estaba tan defendido por la gracia que podía hacer todo lo que fuera sin sufrir daño.

¿Qué separaba la perversión nicolaíta de la verdad del Evangelio? El problema era mantener la diferencia esencial entre el Cristianismo y la sociedad pagana circundante. Los paganos no objetaban a comer la carne ofrecida a los ídolos que se les ofrecía en innumerables ocasiones sociales. ¿Podía un cristiano participar de esas fiestas? Los paganos no tenían idea de la castidad, y las relaciones sexuales fuera del matrimonio se consideraban perfectamente normales. ¿Tenían que ser tan diferentes los cristianos? Los nicolaítas sugerían que se podía llegar a un acuerdo con el mundo.
William Ramsay describe su enseñanza de la siguiente manera: «Era un intento de llegar a un acuerdo con las costumbres normales de la sociedad grecorromana reteniendo lo más posible de esas costumbres en el sistema cristiano de vida.» Esta enseñanza afectaba mayormente a las clases altas, que eran las que podían perder más si cumplían las demandas cristianas. Para Juan, los nicolaítas eran peores que los paganos, porque eran los enemigos dentro de las puertas.
Los nicolaítas no estaban dispuestos a ser diferentes; eran los más peligrosos de todos los herejes desde un punto de vista práctico; porque, si su enseñanza hubiera tenido éxito, el mundo habría cambiado el Cristianismo, en lugar de al revés.

Cuando vamos a participar en algo que sabemos que es malo, a menudo usamos excusas para justificar nuestra conducta. Decimos que no es tan malo como parece o que no dañará nuestra fe. Cristo emplea palabras muy duras para los que buscan excusas para pecar. Por medio de Juan, Jesucristo elogia a la iglesia de Éfeso por aborrecer las obras perversas de los nicolaítas. Vemos que no aborrecen a las personas sino solo su conducta pecaminosa. Aceptemos y amemos a todos y neguémonos a tolerar todo lo malo. Dios no puede tolerar el pecado y espera que nosotros nos opongamos a él. El mundo necesita cristianos que defiendan la verdad de Dios y que conduzcan a la gente hacia la vida en santidad.

  Vencer significa ser victoriosos al creer en Cristo, perseverar, permanecer fiel y vivir como uno que sigue a Cristo. El vivir así trae consigo grandes recompensas.
El mandato el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias aparece en las promesas a los vencedores en todas las siete cartas. Es improbable que el Espíritu hable sólo con sus promesas; habla a lo largo de todas las cartas. Parecería que el Señor resucitado se dirige a las iglesias por medio del Espíritu Santo. Esto está plenamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús en los discursos del aposento alto en Juan 14-16 (Juan 16:12-15). El creyente que venza lo logra por medio de la derrota que Cristo ha infringido sobre los poderes del mal; comparte la victoria del Señor (Juan 12:31, 32; 16:33). Al que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios: El término paraíso es una palabra persa que denota especialmente un parque rodeado por una pared. Se usó en la LXX para traducir la palabra “jardín” (Edén). En la literatura judía, “jardín del Edén” y “paraíso”, ambos se usaban igualmente para la morada de los justos en la vida futura. Por lo tanto, los maestros judíos hablaban del paraíso de Adán, el paraíso de los benditos en el cielo y el paraíso de los justos en el reino venidero de Dios. Lo que está en mente en esta promesa es el último significado. Adán y Eva perdieron el acceso al árbol de la vida y fueron echados del jardín (Génesis 3:22, 23); el creyente que comparte la victoria del Señor tiene la promesa de que le serán restauradas ambas bendiciones. En el NT un término frecuente para la cruz de Cristo es “árbol”. El templo de Artemisa estaba construido sobre un altar hecho con un árbol, y con frecuencia un árbol simbolizaba a Éfeso o a su diosa. Así como los creyentes efesios alguna vez consideraron el árbol de Artemisa como el asiento de la vida divina e intermediario entre la vida y la naturaleza humana, ahora habían aprendido que la vida eterna en el paraíso de Dios era suya por medio de la cruz de aquel que murió y resucitó.

En el huerto del Edén había dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis_2:9). El comer del árbol de la vida daba vida eterna con Dios. El comer del árbol de la ciencia del bien y del mal deparaba conocimiento de lo bueno y lo malo. Adán y Eva comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal y desobedecieron el mandato de Dios. Por lo tanto, fueron expulsados del Edén y se les prohibió que comieran del árbol de la vida. Al fin será destruido el mal y los creyentes serán conducidos a un paraíso restaurado. En la tierra nueva, todos comerán del árbol de la vida y vivirán para siempre.

Por último, el Cristo Resucitado hace Su gran promesa a los que obtengan la victoria. En este cuadro hay dos concepciones muy hermosas.

(i) Está la concepción del árbol de la vida. Esto es parte de la historia del Huerto del Edén, en medio del cual estaban el árbol de la vida y el del conocimiento del bien y del mal (Génesis_2:9); y se le impidió a Adán comer del árbol de la vida después de su desobediencia para que no viviera para siempre (Génesis_3:22-24).
En el pensamiento judío posterior, el árbol de la vida llegó a representar lo que podía dar al hombre la vida verdadera. La sabiduría es árbol de vida para los que de ella echan mano (Proverbios 3:18); el fruto del justo es árbol de vida (Proverbios_11:30); el deseo cumplido es árbol de vida (Proverbios 13:12); la lengua apacible es árbol de vida (Proverbios_15:4).
A esta se añade otra figura. Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, y se les cerró el acceso para siempre al árbol de la vida. Pero los judíos creían que cuando viniera el Mesías y amaneciera la nueva era, el árbol de la vida estaría en medio de los hombres, y los que hubieran sido fieles comerían de él. El sabio decía: «Los que hagan las cosas que Te agradan recibirán el fruto del árbol de la inmortalidad» (Eclesiastés 19:19). Los rabinos describían el árbol de la vida en el Paraíso. Sus ramas daban sombra a todo el Paraíso; tenía quinientos mil perfumes fragantes, y su fruto otros tantos sabores diferentes. La idea era que lo que Adán había perdido lo restauraría el Mesías. Comer del árbol de la vida quiere decir participar de todas las alegrías que tendrán los justos que hayan obtenido la victoria cuando Cristo reine supremo.

(ii) Está la concepción del Paraíso, cuyo nombre es ya precioso. Puede que nosotros no le adscribamos un sentido especial; pero, cuando estudiamos Historia, nos encontramos con las ideas más aventureras que haya conocido jamás el mundo.

(a) En su origen, paraíso era una palabra persa. Jenofonte escribió mucho acerca de los persas, y fue él el que introdujo esa palabra en la lengua griega. En su origen quería decir un jardín agradable. Cuando Jenofonte está describiendo cómo vivía el rey de Persia dice que se preocupaba de que hubiera paraísos donde viviera, llenos de todas las cosas buenas y hermosas que puede producir el suelo. Paraíso es una hermosa palabra que describe un lugar de serena belleza.

(b) En, la Septuaginta paraíso se usa con dos sentidos. Primero, se usa regularmente para el Jardín del Edén (Génesis_2:8, y Génesis 3:1). Segundo, para cualquier jardín especial. Cuando Isaías habla de un jardín que no tiene agua, se usa la palabra paraíso (Isaías_1:30). Es la palabra que se usa cuando Jeremías dice: " Plantad huertos y comed del fruto de ellos» (Jeremías_29:5). Es la palabra que se usa cuando el Predicador dice: " Me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda clase de árboles frutales» (Eclesiastés_2:5).

(iii) En el pensamiento cristiano primitivo, la palabra tenía un significado específico. En el pensamiento judío tradicional, después de la muerte el alma de todos iba indistintamente al Hades, una morada gris y sombría. El pensamiento cristiano primitivo concibió un estado intermedio entre la tierra y el Cielo al que iban todas las personas y en el que permanecían hasta el Juicio Final. Tertuliano concebía este lugar como una caverna extensa debajo de la tierra. Pero había una parte especial en la que estaban los profetas y los patriarcas que era el Paraíso. Filón lo describe como «un lugar al que no afectan ni la lluvia ni la nieve ni las olas, sino que refresca el suave céfiro del océano.» Según se lo figuraba Tertuliano, sólo una clase de personas iban directamente allí, y eran los mártires. "La única llave -decía- que le abre a uno las puertas del Paraíso es su propia sangre» (Tertuliano, Sobre el alma, 55).
 Los grandes pensadores de la Iglesia primitiva no identificaban el Paraíso con el Cielo; el Paraíso era un lugar intermedio donde las almas de los justos se preparaban para entrar a la presencia de Dios. Esta es una idea muy preciosa. ¿Quién no ha pensado que el salto de la Tierra al Cielo es demasiado grande para que se dé de una sola vez, y que se necesita un acceso gradual a la presencia de Dios?

(iv) Por último, el Paraíso dejó de contener esta idea del estado intermedio, y llegó a ser equivalente al Cielo. Recordemos las palabras de Jesús al ladrón arrepentido: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lucas_23:43). Nos encontramos ante misterios sobre los que sería irreverente dogmatizar; pero, ¿hay mejor descripción del Paraíso que decir que es vivir para siempre en la presencia de nuestro Señor?


¡Maranata!

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