Apocalipsis 2:1-7 Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso:
"El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda
entre los siete candelabros de oro, dice esto:
'Yo conozco tus obras,
tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has
sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has
hallado mentirosos.
'Tienes perseverancia,
y has sufrido por mi nombre y no has desmayado.
'Pero tengo esto
contra ti: que has dejado tu primer amor.
'Recuerda, por tanto,
de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio; si
no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes.
'Sin embargo tienes
esto: que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también
aborrezco.
'El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del
árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.'"
Éfeso fue una de
las grandes ciudades del mundo antiguo y considerablemente la mayor en Asia
Menor. Estaba orgullosa de su título de “Guardadora del Templo”, que
originalmente se refería al templo de Artemisa (Diana), pero más tarde incluyó
dos templos dedicados a la adoración de emperadores romanos. El templo de
Artemisa era un famoso lugar de refugio para fugitivos, pero su envanecida
“salvación” era objeto de mucho abuso, y la zona alrededor daba a los
criminales un santuario fuera del alcance de la ley, por lo que llegó a ser el
cuartel general del crimen organizado. Éfeso era el centro del culto de
Artemisa o, como se la llama en la Reina-Valera, Diana de los Efesios. El
Templo de Artemisa era una de las siete maravillas del mundo antiguo. Tenía 425
pies de largo por 220 de ancho; tenía 120 columnas, cada una de 60 pies de
altura que había sido el regalo de un rey, 36 de las cuales estaban cubiertas e
incrustadas de oro. Los templos antiguos consistían en columnatas cubiertas
solo en la parte central. Esta parte estaba cubierta de madera de ciprés. La
imagen de Artemisa era una de las más sagradas del mundo antiguo. No era ni
mucho menos hermosa, sino tenía una figura rechoncha, negra y con muchos
pechos; tan antigua que nadie conocía su origen. No tenemos más que leer Hechos 19 para darnos cuenta de lo mucho que
apreciaban los Efesios a Artemisa y su templo. Éfeso tenía también templos
famosos dedicados a la divinidad de los emperadores Romanos Claudio y Nerón, y
posteriormente también a Adriano y Severo. La religión pagana tenía toda su
fuerza en Éfeso El interés del populacho en la magia y la superstición se
ilustra en Hechos 19:13-20. Éfeso era un centro
famoso de superstición pagana. Era famosa por las cartas efesias, amuletos
y encantamientos que se tenían por remedios infalibles contra la enfermedad, la
esterilidad y la mala suerte en los negocios; y venía gente de todo el mundo
para comprarlas.
En los tiempos de
Juan, Éfeso era el puerto más importante de Asia. Todas las carreteras del
valle del Caistro, que era el río a cuya orilla estaba edificada, convergían en
ella. Pero las carreteras venían de mucho más lejos. Era en Éfeso donde
llegaban al Mediterráneo las carreteras del lejano Éufrates y de Mesopotamia,
pasando por Colosas y Laodicea. Era en Éfeso donde la carretera de Galacia
llegaba al mar pasando por Sardis. Y del Sur subía la carretera del rico valle
del Meandro. Estrabón, el gran geógrafo de la antigüedad, llamaba a Éfeso «El
Mercado de Asia,» y es posible que Juan estuviera describiendo las riquezas del
mercado de Éfeso en Apocalipsis 18:12s.
Éfeso era el
pórtico de Asia. Una de sus distinciones, establecida por decreto, era que
cuando el procónsul romano venía a hacerse cargo del gobierno de Asia, debía
desembarcar en Éfeso e introducirse en la provincia desde allí. Para todos los
viajeros y el comercio, desde los valles del Caistro y el Meandro, Galacia, el
Éufrates y Mesopotamia, Éfeso era el paso obligado para ir a Roma. En tiempo
posterior, cuando conducían a los cristianos desde Asia para echárselos a los
leones en el circo romano, Ignacio de Antioquía llamó a Éfeso el Camino Real de
los Mártires. Éfeso tenía ciertas distinciones políticas. Era una ciudad libre.
En el Imperio Romano algunas ciudades eran libres; se les había conferido ese
honor por servicios prestados al Imperio. Una ciudad libre tenía un gobierno
independiente hasta cierto punto, y estaba exenta de albergar guarnición de
tropas romanas. Era una ciudad judicial. Los gobernadores Romanos
pasaban revista periódicamente por las provincias; y en algunas ciudades y
pueblos especialmente escogidos se establecían tribunales para juzgar los casos
más importantes. Además, en Éfeso se celebraban los juegos atléticos más
famosos de Asia, que atraían a personas de toda la provincia. La población de
Éfeso era muy mezclada. Sus ciudadanos estaban divididos en seis tribus.
Formaban una los descendientes de los primeros habitantes del país; otra, los
descendientes de los primeros colonizadores venidos de Atenas; tres, los otros
griegos, y la otra, probablemente, los judíos. Además de ser un centro de
culto, el Templo de Artemisa era también una guarida de crimen y de
inmoralidad. El área del templo tenía derecho de asilo: cualquier criminal era
inmune si podía llegar a ella. El templo tenía centenares de sacerdotisas, que
eran en realidad una especie de prostitutas sagradas. Todo esto se combinaba
para hacer de Éfeso un lugar notoriamente malo. A Heráclito, uno de los
filósofos presocráticos más famosos, que era de Éfeso, se le conocía por el
mote de " el filósofo llorón.» La explicación que daba de sus lágrimas era
que no se podía vivir en Éfeso sin llorar su inmoralidad.
Tal era Éfeso;
sería difícil imaginar un suelo menos prometedor para sembrar en él la semilla
del Evangelio; y sin embargo fue allí donde la Iglesia Primitiva obtuvo algunos
de sus mayores triunfos. " En ningún otro lugar encontró la Palabra de
Dios un suelo tan receptivo, echó raíces tan profundas y dio frutos tan
sazonados de fe y de amor.»
Pablo permaneció en
Éfeso más tiempo que en ninguna otra ciudad (Hechos_20:31). Fue con Éfeso
con la ciudad que estuvo más conectado Timoteo, hasta el punto de que se le
considera su primer obispo (1 Timoteo 1:3). Es en Éfeso donde nos
encontramos con Aquila, Priscilla y Apolos (Hechos_18:19; Hechos_18:24; Hechos_18:26).
Seguramente en ningún otro lugar estuvo Pablo tan íntimamente relacionado
como con los ancianos Efesios, como revela hermosamente su discurso de
despedida (Hechos_20:17-38
). Posteriormente, Juan fue la figura señera en Éfeso. Cuenta
la leyenda que llevó allí consigo a María, la Madre de Jesús, y que ella fue
enterrada allí. Cuando escribió a Éfeso Ignacio de Antioquía, de camino a
sufrir el martirio en Roma, dijo: «Vosotros habéis estado siempre unidos en una
misma mente con los apóstoles en el poder de Jesucristo.»
Pocos lugares
podrán mostrar mejor que Éfeso el poder conquistador de la fe cristiana.
Debemos fijarnos
también en otra cosa. Ya hemos dicho que Éfeso era el puerto más importante de
Asia. Hoy no se conservan de Éfeso más que unas ruinas que están a unos diez
kilómetros de la costa es ahora una línea ininterrumpida de playa arenosa a la
que no se puede acercar ningún barco.» Lo que era una vez el Golfo de Éfeso y
su puerto es ahora una zona pantanosa llena de cañas y de juncos.» Siempre fue
costoso mantener abierto el puerto de Éfeso a causa del sedimento que arrastra
el río Caistro. Se perdió la batalla, y Éfeso se desvaneció de la escena.
El Señor tiene las siete estrellas en su mano.
Esto indica que él mantiene la vida espiritual de las iglesias; camina en
medio de los siete candeleros y de ese modo está presente en todas las
iglesias. Pero el poder que sostiene también es capaz de una remoción judicial;
para ello se prepara al oyente con el título del v. 5.
¿Está Dios interesado en su iglesia, el lugar donde te reúnes? Si estás
tentado a dudarlo, mira con cuidado estas siete cartas a las Iglesias en
Apocalipsis. El Señor del universo conocía a cada una de estas iglesias y su
situación precisa. Jesús le dijo a Juan que escribiera acerca de personas,
lugares y acontecimientos específicos. Celebró los éxitos de los creyentes y le
explicó cómo corregir sus errores. Así como Jesús cuidaba de cada una de estas
iglesias, cuida de la suya. Quiere que alcance su máximo potencial. El grupo de
creyentes con el cual adoras y sirves es un vehículo de Dios para cambiar el
mundo. Míralo con seriedad, así como lo hace Dios.
Yo
conozco tus obras encabeza cada una
de las cartas a veces dando aliento y a veces produciendo vergüenza. Durante un
largo período, la iglesia de Éfeso se había negado a tolerar el pecado entre
sus miembros. Esto no era fácil en una ciudad caracterizada por sus prácticas
sexuales inmorales asociadas con la adoración a la diosa Diana. Nosotros
también vivimos en una etapa en que se halla muy difundido el pecado y la
inmoralidad sexual. Es popular el ser tolerante con diversos pecados,
llamándolos "decisiones personales" o "estilos alternos de
vida". Pero cuando el cuerpo de creyentes empieza a tolerar el pecado en
la iglesia, las normas se reducen y se pone en peligro el testimonio de los
creyentes. Recordemos que la aprobación de Dios es infinitamente más importante
que la del mundo.
Las obras
de los efesios eran arduo trabajo y … perseverancia; lo primero se
muestra en los esfuerzos para vencer a los falsos maestros, y lo segundo en la
persistencia ante la oposición tanto de los falsos profetas como de otras fuentes.
Los malos son aquellos que dicen ser apóstoles y no lo son. Su
maldad no se relaciona tanto con su doctrina como con el mal moral que surge de
la doctrina. El Cristo Resucitado pasa a alabar a los cristianos de Éfeso
porque han puesto a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo, y han
demostrado que son mentirosos.
Muchos malvados se
introducían en las pequeñas congregaciones de la Iglesia original. Jesús había
advertido contra los falsos profetas que son lobos disfrazados de ovejas (Mateo_7:15). En
su discurso de despedida a los ancianos de esta misma iglesia de Éfeso, Pablo
les había advertido que habría lobos rapaces que invadirían el rebaño (Hechos_20:29). Estos
hombres malvados eran de muchas clases. Había emisarios de los judíos que
trataban de enredar a los cristianos en la Ley y que seguían a Pablo por todas
partes tratando de deshacer su obra. Había quienes trataban de convertir la
libertad en libertinaje. Había profesionales de la mendicidad que abusaban de
la caridad de las congregaciones cristianas. La iglesia de Éfeso estaba más
expuesta a esos mangantes ambulantes que las demás iglesias. Estaban en la carretera
de Roma y el Oriente, " toda la chusma de los malhechores» se le podía
echar encima.
Más de una vez se
insiste en el Nuevo Testamento en la necesidad de poner a prueba. Juan, en su
primera epístola insiste en que hay que poner a prueba los espíritus que
pretenden venir de Dios comprobando si aceptan la Encarnación en toda su
plenitud (1Juan_4:1-3). Pablo insiste en que los
cristianos tesalonicenses deben poner a prueba todas las cosas para quedarse
solo con lo que es bueno (1Tesalonicenses_5:21).
También insiste en que, cuando predique un profeta, los demás profetas deben
someter a prueba lo que diga (1Corintios_14:29).
Uno no puede proclamar sus propios puntos de vista privados en la asamblea del
pueblo de Dios; debe mantenerse en la tradición de la Iglesia. Jesús demandaba
la prueba más dura: " Será por sus frutos por lo que los reconozcáis» (Mateo_7:15-20).
Cristo elogia a la
iglesia de Efeso por su (1) arduo trabajo, (2) paciencia, (3) resistencia al
pecado, (4) examen cuidadoso de los falsos apóstoles y (5) sufrimiento paciente
y sin claudicación. Toda iglesia debe tener esas características. Pero estos
buenos esfuerzos deben surgir de nuestro amor a Jesucristo. Tanto Jesús como
Juan recalcaron el amor de los unos a los otros como una prueba auténtica del
evangelio (Juan_13:34; 1Juan_3:18-19). En el
esfuerzo por mantener puras la enseñanza, la moral y la doctrina, es posible
perder el espíritu caritativo. Un conflicto que no se resuelve puede debilitar
o acabar nuestra paciencia y nuestro afecto. Al defender la fe, cuídémonos de
no levantar una estructura de rigidez que debilite el amor.
La iglesia de Éfeso había aplicado sus pruebas
fielmente y se había desbrozado de todos los malos y descarriados; pero el
problema era que había perdido algo en el proceso. «Tengo esto contra ti: que
has descuidado el mantener tu primer amor.» Eso se puede entender de dos
maneras.
(a) Puede querer decir que había perdido su primer
entusiasmo. Jeremías hablaba de la devoción de Israel a Dios en los primeros
días. Dios le dice a la nación que se acuerda de "la devoción de tu
juventud, de tu amor de novia» (Jeremías_2:2). Había habido un tiempo de luna de miel,
pero la primera llamarada de entusiasmo se había apagado. Puede ser que el
Cristo Resucitado esté diciendo que ha desaparecido todo el antiguo entusiasmo
de la religión de la iglesia de Éfeso.
Pero es mucho más
probable que quiera decir que se había perdido el primer ardor de amor por la
fraternidad. En sus primeros días, los miembros de la iglesia de Éfeso habían
estado unidos por un verdadero amor; la disensión no había asomado nunca su fea
cabeza; el corazón estaba dispuesto para inflamarse, y la cabeza para ayudar.
Pero algo se había echado a perder. Bien puede ser que la caza de herejes
hubiera matado el amor, y la ortodoxia se había mantenido a costa de la
fraternidad. Cuando pasa eso, la ortodoxia ha costado demasiado. Toda la
ortodoxia del mundo no puede compensar la pérdida del amor.
Pablo
había elogiado a la iglesia de Éfeso por su amor a Dios y a los demás (Efesios_1:15), pero muchos de los fundadores de la
iglesia habían muerto, y la segunda generación de creyentes había perdido su
fervor espiritual. Era una iglesia muy activa y sus miembros hacían mucho en
beneficio propio y de la comunidad, pero por motivos equivocados. El hacer algo
por Dios debe estar motivado por el amor a Dios, o no perdurará.
Así como cuando un hombre y una mujer se enamoran, los nuevos
creyentes experimentan entusiasmo cuando se dan cuenta de cuán importante es
ser perdonado. Pero cuando perdemos de vista la seriedad del pecado, empezamos
a perder el entusiasmo por nuestro perdón (2Pedro_1:9).
En los primeros pasos de su vida cristiana, pudo haber sentido entusiasmo sin
conocimiento. ¿Tiene ahora conocimiento sin entusiasmo? Ambos son necesarios si
hemos de mantener el amor a Dios de forma intensa y sin mancha (Hebreos_10:32, Hebreos_10:35). ¿Amamos a Dios con el
mismo fervor de cuando nacimos de nuevo?
Algo se había
echado a perder en Éfeso. La brega dedicada continuaba; la constancia galana
también, lo mismo que la ortodoxia impecable; pero el amor había desaparecido.
Así es que el Cristo Resucitado hace Su llamamiento exhortando a que se den los
tres pasos del camino de vuelta.
(i) Primero, dice: Recuerda.
No está hablando con ninguno que no ha estado nunca en la iglesia, sino a
los que están en ella, pero han perdido el camino de alguna manera. El recuerdo
puede ser muchas veces el primer paso del camino de regreso. En el país lejano,
el hijo pródigo se acordó de pronto del hogar (Lucas_15:17).
O' Henry, el
maestro de los relatos breves, tiene uno acerca de un chico que se había criado en una aldea; y en la escuela de la aldea
había estado sentado al lado de una aldeana dulce e inocente. El chico se las
arregló para irse a vivir a la ciudad; cayó en malas compañías; se hizo carterista.
Un día estaba en la calle; acababa de robar una cartera -lo había hecho con
limpieza- y estaba satisfecho de sí mismo. De pronto vio a la chica que se
sentaba a su lado en la escuela. Todavía era la misma -dulce e inocente. Ella
no le vio; ya se cuidó él de que le viera. Pero de pronto recordó lo que había
sido, y se dio cuenta de lo que había llegado a ser. Apoyó la frente ardiente
en el hierro frío de un farol. "¡Dios mío -se dijo-, me doy asco!» El
recuerdo le estaba invitando a iniciar el camino de vuelta.
También Gaspar
Núñez de Arce, el amigo y consejero literario de don Federico Fliedner,
escribió:
Cuando recuerdo la
piedad sincera con que en mi edad primera entraba en nuestras viejas
catedrales, donde postrado ante la cruz de hinojos alzaba a Dios mis ojos, soñando
en las venturas celestiales; hoy, que mi frente atónito golpeo y con febril
deseo busco los restos de mi fe perdida, por hallarla otra vez, radiante y
bella como en la edad aquella, ¡desgraciado de mí!, diera la vida.
Una poesía así
puede que no suene más que a remordimiento y tragedia, pero de hecho puede ser
el primer paso del camino de vuelta; porque el primer paso a la enmienda es
darnos cuenta de que hemos perdido algo.
(ii) Segundo, dice:
Arrepiéntete. Cuando descubrimos que algo se ha echado a perder, podemos
tener más de una reacción. Podemos tener el sentimiento de que nada puede
conservar su lustre original, así es que debemos aceptar lo que consideramos
inevitable. Puede que nos embargue un sentimiento de resentimiento y que le
echemos las culpas a la vida en lugar de enfrentarnos con nosotros mismos.
Puede que decidamos que la vieja emoción ha de encontrarse yendo por senderos
prohibidos, y tratemos de encontrarle el sabor a la vida en el pecado. Pero el
Cristo Resucitado dice: " ¡Arrepentíos!» El arrepentimiento es reconocer
que somos nosotros los que tenemos la culpa, y sentir dolor por ello. La
reacción del pródigo es: " Me levantaré e iré a mi padre y le diré que he
pecado» Lucas_15:18). El clamor angustioso
del corazón de Saúl cuando se da cuenta de su necedad es: «He obrado
neciamente, he cometido un gran error» (1Samuel_26:21). Lo más difícil del arrepentimiento es
aceptar la responsabilidad personal por nuestro fracaso; porque, una vez que se
acepta la responsabilidad, el dolor piadoso seguirá en breve.
(iii) Tercero,
dice: Haz. El dolor del arrepentimiento está diseñado para conducir a
una persona a dos cosas. La primera, tiene la misión de movernos a arrojarnos
en la gracia de Dios diciendo solamente: «Dios, sé propicio a mí, tan pecador
como soy.» Y segunda, tiene la misión de conducirnos a la acción para que
produzcamos frutos dignos del arrepentimiento. Uno no se ha arrepentido de
veras si sigue haciendo las mismas cosas. Fosdick decía que la gran verdad del
Cristianismo es que «nadie tiene por qué quedarse lo mismo que estaba.» La
prueba del arrepentimiento es una vida cambiada por nuestro esfuerzo en
colaboración con la gracia de Dios.
El fracaso de los efesios era
la perversión de su principal virtud: has dejado tu primer amor. El
llamado al arrepentimiento y a hacer las primeras obras sugiere que el
fracaso de estos cristianos no era primordialmente la pérdida del amor a Dios
sino a los demás. El que Jesucristo quite "el candelero de su lugar"
puede significar el dejar de ser una iglesia eficiente. Así como los candeleros
de siete brazos del templo daban luz a los sacerdotes, las iglesias debían dar
luz a sus comunidades vecinas. Pero Jesucristo les advirtió que sus luces
podrían apagarse. Más aun, El mismo podría extinguir cualquier luz que no
cumpliera con su propósito. La iglesia tenía que arrepentirse de sus pecados.
Cuando el rechazo de las prácticas de aquellos que yerran se
transforma en odio hacia las personas que yerran, los cristianos se apartan del
amor redentor de Dios en Cristo y pervierten la fe. De allí la seria
advertencia: Vendré pronto a ti denota una venida en juicio, aun del mismo
modo que el Señor vendrá al mundo un día para eliminar el mal. Removeré la
Iglesia desde Éfeso, y la llevaré a otra parte. “Es la mudanza del candelero,
no su extinción, con lo que se amonesta; juicio para algunos, pero dicho juicio
es la ocasión de misericordia para otros. Así ha sido. La sede de la Iglesia se
ha cambiado, pero la Iglesia misma sobrevive. Lo que el Oriente ha perdido, el
Occidente ha ganado.
Uno que hace poco visitó a Éfeso, no encontró más que tres
cristianos allí, y éstos eran tan ignorantes que apenas hubieron oído jamás los
nombres de Pablo y Juan,” La remoción del candelero de su lugar puede
significar nada menos que el fin del reconocimiento que Cristo ha hecho de la
iglesia como algo propio. Estará tan vacía de Cristo como el templo de
Jerusalén quedó vacío de Dios antes de su destrucción. (Ezequiel 11:22, 23; Mateo
23:38).
Así tan grave es el pecado de la falta de amor en una iglesia
cristiana.
Los nicolaítas eran creyentes que habían
acomodado su fe a fin de disfrutar de algunas de las prácticas pecaminosas de
la sociedad efesia. Algunos creen que el nombre nicolaítas es el
equivalente griego de la palabra hebrea que significaba "balaamitas".
Balaam fue un profeta que indujo a los israelitas a seguir sus deseos
pecaminosos Números_31:15-16.
Eran
probablemente hombres que argumentaban de la siguiente manera:
(a) La Ley ha terminado; por tanto, ya
no hay leyes, y podemos vivir como nos dé la gana. Confundían la libertad
cristiana con la promiscuidad pagana. Eran la clase de personas a las que Pablo
advertía que no usaran la libertad como una oportunidad para vivir conforme a
la carne (Gálatas_5:13).
(b)
Probablemente argüían que el cuerpo es malo de todas maneras, y que no tiene
importancia lo que se haga con él.
(c) Probablemente argüían también que el
cristiano estaba tan defendido por la gracia que podía hacer todo lo que fuera
sin sufrir daño.
¿Qué separaba la
perversión nicolaíta de la verdad del Evangelio? El problema era mantener la
diferencia esencial entre el Cristianismo y la sociedad pagana circundante. Los
paganos no objetaban a comer la carne ofrecida a los ídolos que se les ofrecía
en innumerables ocasiones sociales. ¿Podía un cristiano participar de esas
fiestas? Los paganos no tenían idea de la castidad, y las relaciones sexuales
fuera del matrimonio se consideraban perfectamente normales. ¿Tenían que ser
tan diferentes los cristianos? Los nicolaítas sugerían que se podía llegar a un
acuerdo con el mundo.
William Ramsay
describe su enseñanza de la siguiente manera: «Era un intento de llegar a un
acuerdo con las costumbres normales de la sociedad grecorromana reteniendo lo
más posible de esas costumbres en el sistema cristiano de vida.» Esta enseñanza
afectaba mayormente a las clases altas, que eran las que podían perder más si
cumplían las demandas cristianas. Para Juan, los nicolaítas eran peores que los
paganos, porque eran los enemigos dentro de las puertas.
Los nicolaítas no
estaban dispuestos a ser diferentes; eran los más peligrosos de todos los
herejes desde un punto de vista práctico; porque, si su enseñanza hubiera
tenido éxito, el mundo habría cambiado el Cristianismo, en lugar de al revés.
Cuando vamos a participar en algo que sabemos que es malo, a menudo
usamos excusas para justificar nuestra conducta. Decimos que no es tan malo
como parece o que no dañará nuestra fe. Cristo emplea palabras muy duras para
los que buscan excusas para pecar. Por medio de Juan, Jesucristo elogia a la
iglesia de Éfeso por aborrecer las obras perversas de los nicolaítas. Vemos que
no aborrecen a las personas sino solo su conducta pecaminosa. Aceptemos y amemos
a todos y neguémonos a tolerar todo lo malo. Dios no puede tolerar el pecado y
espera que nosotros nos opongamos a él. El mundo necesita cristianos que
defiendan la verdad de Dios y que conduzcan a la gente hacia la vida en
santidad.
Vencer
significa ser victoriosos al creer en Cristo, perseverar, permanecer fiel y
vivir como uno que sigue a Cristo. El vivir así trae consigo grandes
recompensas.
El mandato el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias aparece en las promesas a los vencedores en todas las siete
cartas. Es improbable que el Espíritu hable sólo con sus promesas; habla a lo
largo de todas las cartas. Parecería que el Señor resucitado se dirige a las
iglesias por medio del Espíritu Santo. Esto está plenamente de acuerdo con la
enseñanza de Jesús en los discursos del aposento alto en Juan 14-16 (Juan 16:12-15).
El creyente que venza lo logra por medio de la derrota que Cristo ha infringido
sobre los poderes del mal; comparte la victoria del Señor (Juan 12:31, 32; 16:33). Al que venza le daré de comer
del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios: El término paraíso
es una palabra persa que denota especialmente un parque rodeado por una pared.
Se usó en la LXX para traducir la palabra “jardín” (Edén). En la literatura
judía, “jardín del Edén” y “paraíso”, ambos se usaban igualmente para la morada
de los justos en la vida futura. Por lo tanto, los maestros judíos hablaban del
paraíso de Adán, el paraíso de los benditos en el cielo y el paraíso de los
justos en el reino venidero de Dios. Lo que está en mente en esta promesa es el
último significado. Adán y Eva perdieron el acceso al árbol de la vida y fueron
echados del jardín (Génesis 3:22, 23); el
creyente que comparte la victoria del Señor tiene la promesa de que le serán
restauradas ambas bendiciones. En el NT un término frecuente para la cruz de
Cristo es “árbol”. El templo de Artemisa estaba construido sobre un altar hecho
con un árbol, y con frecuencia un árbol simbolizaba a Éfeso o a su diosa. Así
como los creyentes efesios alguna vez consideraron el árbol de Artemisa como el
asiento de la vida divina e intermediario entre la vida y la naturaleza humana,
ahora habían aprendido que la vida eterna en el paraíso de Dios era suya por
medio de la cruz de aquel que murió y resucitó.
En el huerto del Edén había dos árboles: el árbol de la vida y el
árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis_2:9).
El comer del árbol de la vida daba vida eterna con Dios. El comer del árbol de
la ciencia del bien y del mal deparaba conocimiento de lo bueno y lo malo. Adán
y Eva comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal y desobedecieron el
mandato de Dios. Por lo tanto, fueron expulsados del Edén y se les prohibió que
comieran del árbol de la vida. Al fin será destruido el mal y los creyentes
serán conducidos a un paraíso restaurado. En la tierra nueva, todos comerán del
árbol de la vida y vivirán para siempre.
Por último, el
Cristo Resucitado hace Su gran promesa a los que obtengan la victoria. En este
cuadro hay dos concepciones muy hermosas.
(i) Está la
concepción del árbol de la vida. Esto es parte de la historia del Huerto
del Edén, en medio del cual estaban el árbol de la vida y el del conocimiento
del bien y del mal (Génesis_2:9);
y se le impidió a Adán comer del árbol de la vida después de su
desobediencia para que no viviera para siempre (Génesis_3:22-24).
En el pensamiento
judío posterior, el árbol de la vida llegó a representar lo que podía dar al
hombre la vida verdadera. La sabiduría es árbol de vida para los que de ella
echan mano (Proverbios
3:18); el fruto del justo es árbol de vida (Proverbios_11:30); el
deseo cumplido es árbol de vida (Proverbios 13:12); la lengua apacible es árbol de vida (Proverbios_15:4).
A esta se añade
otra figura. Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, y se les cerró el acceso
para siempre al árbol de la vida. Pero los judíos creían que cuando viniera el
Mesías y amaneciera la nueva era, el árbol de la vida estaría en medio de los
hombres, y los que hubieran sido fieles comerían de él. El sabio decía: «Los
que hagan las cosas que Te agradan recibirán el fruto del árbol de la inmortalidad»
(Eclesiastés 19:19). Los rabinos
describían el árbol de la vida en el Paraíso. Sus ramas daban sombra a todo el
Paraíso; tenía quinientos mil perfumes fragantes, y su fruto otros tantos
sabores diferentes. La idea era que lo que Adán había perdido lo restauraría el
Mesías. Comer del árbol de la vida quiere decir participar de todas las
alegrías que tendrán los justos que hayan obtenido la victoria cuando Cristo
reine supremo.
(ii) Está la
concepción del Paraíso, cuyo nombre es ya precioso. Puede que nosotros no le
adscribamos un sentido especial; pero, cuando estudiamos Historia, nos
encontramos con las ideas más aventureras que haya conocido jamás el mundo.
(a) En su origen, paraíso era una palabra
persa. Jenofonte escribió mucho acerca de los persas, y fue él el que introdujo
esa palabra en la lengua griega. En su origen quería decir un jardín agradable.
Cuando Jenofonte está describiendo cómo vivía el rey de Persia dice que se
preocupaba de que hubiera paraísos donde viviera, llenos de todas las
cosas buenas y hermosas que puede producir el suelo. Paraíso es una
hermosa palabra que describe un lugar de serena belleza.
(b) En, la Septuaginta paraíso se usa con dos
sentidos. Primero, se usa regularmente para el Jardín del Edén (Génesis_2:8, y Génesis 3:1).
Segundo, para cualquier jardín especial. Cuando Isaías habla de un
jardín que no tiene agua, se usa la palabra paraíso (Isaías_1:30). Es la
palabra que se usa cuando Jeremías dice: " Plantad huertos y comed del
fruto de ellos» (Jeremías_29:5).
Es la palabra que se usa cuando el Predicador dice: " Me hice huertos
y jardines, y planté en ellos toda clase de árboles frutales» (Eclesiastés_2:5).
(iii) En el
pensamiento cristiano primitivo, la palabra tenía un significado específico. En
el pensamiento judío tradicional, después de la muerte el alma de todos iba
indistintamente al Hades, una morada gris y sombría. El pensamiento cristiano
primitivo concibió un estado intermedio entre la tierra y el Cielo al que iban
todas las personas y en el que permanecían hasta el Juicio Final. Tertuliano
concebía este lugar como una caverna extensa debajo de la tierra. Pero había
una parte especial en la que estaban los profetas y los patriarcas que era el
Paraíso. Filón lo describe como «un lugar al que no afectan ni la lluvia ni
la nieve ni las olas, sino que refresca el suave céfiro del océano.» Según se
lo figuraba Tertuliano, sólo una clase de personas iban directamente allí, y
eran los mártires. "La única llave -decía- que le abre a uno las puertas
del Paraíso es su propia sangre» (Tertuliano, Sobre
el alma, 55).
Los grandes pensadores de la Iglesia primitiva
no identificaban el Paraíso con el Cielo; el Paraíso era un lugar intermedio
donde las almas de los justos se preparaban para entrar a la presencia de Dios.
Esta es una idea muy preciosa. ¿Quién no ha pensado que el salto de la Tierra
al Cielo es demasiado grande para que se dé de una sola vez, y que se necesita
un acceso gradual a la presencia de Dios?
(iv) Por último, el
Paraíso dejó de contener esta idea del estado intermedio, y llegó a ser
equivalente al Cielo. Recordemos las palabras de Jesús al ladrón arrepentido:
«Hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lucas_23:43). Nos encontramos
ante misterios sobre los que sería irreverente dogmatizar; pero, ¿hay mejor
descripción del Paraíso que decir que es vivir para siempre en la presencia de
nuestro Señor?
¡Maranata!
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