Hebreos 13; 4
Sea el matrimonio honroso en todos, y
el lecho matrimonial sin
mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios.
Las exhortaciones que siguen
van contra dos vicios que en el Nuevo Testamento se mencionan con frecuencia conjuntamente:
codicia y lujuria. Aquí llama la atención lo razonable y moderado que se
muestra el autor. No exige, por ejemplo, como reacción contra el pecado,
continencia absoluta y una renuncia radical. Su ideal de pureza sexual es el
matrimonio ejemplar, y en lugar de elegir la pobreza voluntaria, deben los
fieles contentarse con lo que tienen: actitud que no excluye por principio el
disfrute de las riquezas de la tierra con contento y satisfacción. El contento
juntamente con la confianza en Dios suena como virtudes burguesas, y por cierto
más de una vez se ha observado frunciendo ligeramente el entrecejo que, con
estas exhortaciones, se desvía la carta, a ojos vistas, de las severas normas del
sermón de la montaña.
En orden de alertar contra la
inmoralidad sexual, Dios ha creado el sagrado vínculo matrimonial. Sin mancilla: Supone algo más que una
sanción de la relación conyugal, abarca la responsabilidad de las parejas de
preservar su intimidad de las prácticas perversas y envilecedoras de una
sociedad lasciva.
Tenemos que guardar
la pureza en el matrimonio. Lo primero, el matrimonio se debe respetar
universalmente. Pero había ascetas que despreciaban el matrimonio. Algunos,
hasta llegaban a castrarse para llegar a lo que ellos consideraban la pureza.
Orígenes, por ejemplo, llegó a ese extremo para poder enseñar el Evangelio
también a las jóvenes. El autor de hebreos insiste, frente a
esos ascetas, en que hay que honrar, y no despreciar, el matrimonio.
Había
quienes estaban en peligro de volver a la inmoralidad. El autor de hebreos usa
dos palabras. Una denota vivir en adulterio; la otra, toda clase de impureza,
tal como el vicio contra naturaleza: la homosexualidad. Los cristianos trajeron
al mundo un ideal nuevo de pureza. Hasta los paganos lo reconocían. Cuando
Plinio, el gobernador de Bitinia, examinaba a los cristianos e informaba al
emperador Trajano, tenía que admitir, aunque estaba buscando razones para
condenarlos, que en sus reuniones en el día de su Señor, "se comprometen
bajo juramento, no a cometer ningún crimen, sino a no cometer robos ni hurtos
ni adulterios, ni faltar a su palabra o negarse a devolver un depósito cuando
se les reclama.» En los primeros tiempos, los cristianos presentaban al mundo
tal ejemplo de pureza que hasta sus críticos o sus enemigos no podían por menos
de admirar.
El
judaísmo y el gnosticismo juntos habían pronto de arrojar descrédito sobre el
matrimonio.
La palabra "fornicación" (porneia)
"se usa de una relación sexual ilícita... incluyendo adulterio", pero
la palabra "adulterio" (moicheia) denota el tener relación ilegítima
con el esposo, o la esposa, de otro. "Fornicación" es el término
comprensivo o inclusivo. No se limita a relación sexual entre solteros. El
adulterio, la homosexualidad, la bestialidad, y la poligamia, son todos casos
de fornicación. Todo adulterio es fornicación, pero no toda fornicación es
adulterio. "Fornicación" es término general; "adulterio" es
término específico.
En la vida de la iglesia, el contacto entre
hermanos y hermanas es inevitable. Por lo tanto, para ser protegidos y no caer
en contaminación, debemos tener el matrimonio en honor y no conducirnos de una
manera liviana. Esto es un asunto que afecta seriamente nuestra primogenitura
en la economía de Dios. Rubén perdió su primogenitura debido a su contaminación
(Génesis_49:3-4 ; 1Crónicas_5:1), y José la
recibió por causa de su pureza (1Crónicas_5:1 ; Génesis_39:7-12
. Dios juzgará a los fornicarios y a los adúlteros, y la iglesia también debe
juzgarlos (1Corintios_5:1-2, 1Corintios_5:11-13).
Este asunto es lo que más perjudica a los santos y a la vida de la iglesia.
El Dios Santo no tolerará ninguna
contaminación entre nosotros. El juzgará a Su pueblo.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor
Jesús!
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