Juan 3; 16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga
vida eterna.
Al contemplar la corrupción del hombre y su rebelión contra Dios, cabe
una pregunta, "¿Cómo es posible que Dios haya amado tanto al mundo?"
La respuesta es que la palabra amar (agapao) se refiere a su
perfecto amor de inteligencia y propósito, un amor deliberado que
busca el bienestar espiritual y físico del hombre.
Agapao Amor
incondicional, amor por elección y por un acto de la voluntad. La palabra
denota benevolencia inconquistable y buena voluntad invencible. Agapao jamás buscará cosa alguna que no sea el bien
más elevado para la humanidad. Agapao (el verbo) y agape (el
sustantivo) son las palabras para el amor incondicional de Dios. No necesita ni
química, ni afinidad, ni emoción.
Se distingue de phileo,
el amor de afecto y amistad (el amor que da gusto). Los dos verbos se usan
en Juan 11:3 ("el
que amas", phileo) y Juan 11:5 ("amaba Jesús a Marta, a su hermana y a
Lázaro", agapao). Dios ama (agapao) a todos, aun a sus
peores enemigos, y requiere que hagamos lo mismo (Mateo_5:44-48).
En esto se ve la magnitud del amor de Dios. El amor verdadero -- el
amor de Dios -- se puede ver en lo que hace. No es "de palabra ni
de lengua" (1Juan_3:18), sino de hechos.
El amor de Dios no es estático ni egoísta, sino que se extiende y
atrae a otros a sí. Dios establece aquí el verdadero molde del amor, la base de
toda relación de amor. Si uno ama a alguien profundamente, está dispuesto a
darle amor a cualquier precio. Dios pagó, con la vida de su Hijo, el más alto
precio que se puede pagar. Jesús aceptó nuestro castigo, pagó el precio de
nuestros pecados, y luego nos ofreció una nueva vida que nos compró con su
muerte. Cuando predicamos el evangelio a otros, nuestro amor debe de ser como
el suyo, y estar dispuestos a renunciar a nuestra comodidad y seguridad para
que otros reciban el amor de Dios como nosotros.
Lo opuesto de creer no es dudar sino desobedecer.
La salvación que Dios provee es condicional. Dios provee la salvación y
el hombre la acepta. El hombre no podía ni puede hacer lo que Dios ha
hecho -- proveer la salvación --, y Dios no puede hacer por el hombre lo que
éste tiene que hacer por sí mismo (aceptar la salvación). La salvación es
condicional. Todo aquel que en él cree es todo aquel que le obedece, como dice
el versículo 36 de este mismo capítulo, "el que cree en el Hijo tiene vida
eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios
permanece sobre él". Por eso, la palabra creer en este texto (y en
muchos otros) significa obedecer. Toda la humanidad está dividida en solamente
dos grupos: obedientes (salvos) y desobedientes (condenados).
Al dar lectura
superficial a este texto alguno puede suponer que el creer es el único
requisito para obtener la salvación, pero compárense los siguientes textos que
también nombran un solo requisito: Juan_5:25,
"los que la oyeren vivirán" (¿Es el oír el único requisito
para ser salvo?); Romanos_10:13, "todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (¿Es el invocar
al Señor el único requisito para ser salvo?); Hechos_11:18,
"a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida" (¿Es
el arrepentimiento el único requisito para ser salvo?); Romanos_10:10, "con la boca se confiesa para
salvación" (¿Es la confesión el único requisito para ser salvo?); 1Pedro 3:21, "El bautismo... nos
salva" (¿Es el bautismo el único requisito para ser salvo?). Al leer estos
textos es fácil reconocer que el requisito nombrado representa o abarca los
demás requisitos. Así es con el creer de Juan_3:16.
Romanos 8; 1
Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en
Cristo Jesús, los que
no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.
Este capítulo comienza con una gran conclusión de todo lo dicho
anteriormente: no hay condenación para los que están en Cristo. Estos andan, no
carnalmente sino espiritualmente. Son guiados por el Espíritu Santo, y sirven a
Dios en la capacidad de hijos y herederos. Por el evangelio, el hombre perdido
tiene la esperanza de salir del estado de corrupción, obrado por el pecado, y
participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios, cosa por la cual gime
toda la creación. Aparte de esta esperanza de la redención del cuerpo, la cual
esperanza ayuda al cristiano en su lucha contra el pecado, tiene la ayuda
especial del Espíritu Santo, quien intercede por él. Estas cosas, y otras,
ayudan a bien al cristiano, quien es objeto del aprobar (conocer), predestinar,
llamar, justificar y por fin del glorificar de Dios según el gran plan de
salvación por su gracia. Siendo así, no hay nada que pueda apartar al cristiano
del amor de Dios, porque aun en las aflicciones el cristiano es más que
vencedor.
Pablo inicia una descripción de la vida en el Espíritu. Primero declara que el Espíritu asegura la
victoria y hace posible la santidad. Debido al hecho de la salvación por la fe
solamente, pero teniendo en cuenta especialmente las grandes líneas de la obra
redentora de Cristo, los cristianos son liberados del juicio de Dios.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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