Juan 4;
13-14
Respondió
Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré,
no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de
agua que salte para vida eterna.
Podemos darnos
cuenta que esta conversación de Jesús con la Samaritana sigue el mismo esquema
que la que tuvo con Nicodemo. Jesús hace una afirmación. Ella Se lo toma en
otro sentido. Jesús repite Su afirmación de una manera aún más gráfica. Tampoco
esta vez se Le entiende; y entonces Jesús obliga a Su interlocutora a descubrir
y asumir la verdad acerca de sí misma. Esa era la manera de enseñar de Jesús; y
era bien eficaz, porque, como ha dicho alguien, «Hay ciertas verdades que una
persona no puede aceptar; tiene que descubrirlas por sí misma.»
Como pasó con
Nicodemo, la Samaritana toma las palabras de Jesús literalmente, aunque Jesús
esperaba que las entendiera espiritualmente. Jesús estaba hablando de agua
viva. En la lengua común de los judíos; agua viva quería decir agua corriente.
Era el agua de manantial en oposición al agua estancada de una cisterna o
estanque. Aquel pozo no era un manantial, sino un depósito al que llegaba el
agua que se filtraba por el subsuelo. Para los judíos, el agua corriente, viva,
siempre era mejor. Así que la mujer decía: «Tú me ofreces agua pura de
manantial. ¿De dónde te la vas a sacar?"
Y ella pasa a
hablar de «nuestro padre Jacob». Por supuesto que los judíos habrían negado que
los samaritanos fueran hijos de Jacob; pero era una de las pretensiones de los
samaritanos que eran descendientes de José; el hijo de Jacob, a través de
Efraín y Manasés. La Samaritana le estaba diciendo realmente a Jesús: «Lo que
estás diciendo es una blasfemia. Nuestro antepasado Jacob, cuando estaba por
aquí, cavó este pozo para sacar agua para él mismo, para su familia y sus
ganados. ¿Es que vas a pretender Tú ser más sabio y más poderoso que Jacob? Eso
es algo que nadie se puede permitir.»
Era corriente
que los que iban de viaje llevaran un recipiente de cuero para sacar agua de
los pozos que encontraran en el camino. Es lo más seguro que el grupo de Jesús
tendría uno de ellos, y que se lo habrían llevado al pueblo. La mujer vio que
Jesús no tenía nada por el estilo, así es que Le dijo: "No puedes ni sacar
agua del pozo para dármela. Ya veo que no tienes con qué sacarla.»
Pero los judíos le
daban otro sentido a la palabra agua. Hablaban a menudo de la sed de Dios que
tiene el alma humana, y del agua viva que puede mitigar esa sed. Jesús no
estaba usando términos que condujeran de necesidad a la confusión, sino que
cualquiera que tuviera percepción espiritual debería entender. Una de las
promesas del Apocalipsis es: "Al que tuviere sed, Yo le daré gratuitamente
de la fuente del agua de la vida» (Apoc_21:6 ). El Cordero que está en medio
del trono los guiará a fuentes de aguas de vida (Apoc 7:17 ). La promesa era
que el Pueblo Escogido sacaría agua con gozo de las fuentes de la salvación
(Isa_12:3 ). El salmista decía que tenía el alma sedienta del Dios vivo
(Sal_42:1 ). La promesa de Dios era: " Yo derramaré aguas sobre el
secadal» (Isa_44:3 ): La invitación iba dirigida a todos los sedientos para que
vinieran a las aguas y bebieran gratuitamente (Isa_55:1 ). La queja desgarrada
de Jeremías era que el pueblo había olvidado a Dios, que era la fuente de agua
viva, y se había cavado cisternas agrietadas que no podían contener el agua
(Jer_2:13 ). Ezequiel había tenido una visión del río de la vida (Eze_47:1-12
). En el mundo nuevo brotaría una fuente de agua para la purificación (Zac_13:1
). Las aguas fluirían desde Jerusalén (Zac_14:8 ).
Algunas veces
los rabinos identificaban esta agua viva con la sabiduría de la Ley; otras, con
nada menos que el Espíritu Santo de Dios. Todo el lenguaje pictórico de la
religión judía estaba impregnado de esta idea de la sed del alma que sólo podía
apagar el agua viva que era un don de Dios. Pero la mujer entendió lo que le
decía Jesús con un literalismo casi crudo. ¿Estaba ciega porque no quería ver?
Jesús pasó a hacer una afirmación
todavía más alucinante, que Él podía darle el agua viva que le quitaría la sed
de una vez para siempre. Lo curioso es que la mujer volvió a entenderlo
literalmente; pero de hecho no era sino Su presentación como Mesías. En la
visión profética de la era por venir, la era de Dios, la promesa era: "No
tendrán hambre ni sed» (Isa_49:10 ). Era en Dios, y sólo en Él, donde se
encontraba la fuente de agua viva que satisface toda sed. «Contigo está el
manantial de la vida,» exclamaba el salmista (Sal_36:9 ). Es del mismo trono de
Dios de donde mana el río de la vida (Apoc 22:1 ). Es el Señor el Que es la
fuente de agua viva (Jer_17:13 ). Sería en la era mesiánica cuando el sequedal
se volvería manaderos de aguas (Isa_35:7 ). Cuando Jesús hablaba de traer a la
humanidad la única agua que puede apagar definitivamente la sed, no hacía sino
afirmar que Él era el Ungido de Dios que había venido a inaugurar la nueva era.
Tampoco entonces
comprendió la mujer, y no nos extraña que no comprendiera lo que le iría
pareciendo un acertijo complicado, porque nosotros ya tenemos la clave y la
respuesta. Nos da la impresión de que lo que dijo a continuación era una manera
de seguirle la corriente a uno Que le parecía chiflado. «Dame esa agua --dijo-,
para que ya no tenga nunca sed y no tenga que darme la caminata al pozo todos
los días.» ¿Estaba bromeando sobre cosas eternas?.
En el fondo de
todo esto está la verdad fundamental de que en el corazón humano hay una sed de
algo que sólo Jesucristo puede satisfacer. En todo ser humano hay ese anhelo insatisfecho
e innominado; ese vago descontento, ese algo que falta, esa frustración.
La
niebla se disipa un instante; uno ve la luna en la cara de una chica; no sabe
si quiere la luna o la cara; luego baja la niebla otra vez, y le deja a uno
buscando algo, pero no sabe qué.
Antonio Machado
también ha expresado hermosa y sentidamente este anhelo del alma:
Anoche cuando
dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que una fontana fluía dentro de mi corazón. Di,
¿por qué acequia escondida, agua, vienes hasta mí, manantial de nueva vida de
donde nunca bebí?
Anoche cuando
dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón.
Apocalipsis
22; 17
Y
el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene
sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
Todo el pasaje
es una gran invitación a todas las personas para que acudan a Cristo. Está la invitación del Espíritu y de la
Esposa. La Esposa, como sabemos, es la Iglesia. Pero, ¿que hemos de entender
por el Espíritu? Puede que sea el Espíritu Que habló por los profetas y Que
está siempre llamando a las personas para que vuelvan a Dios. Lo más verosímil
es que Juan llame el Espíritu a la voz del mismo Jesús. La terminación regular
en las cartas a las siete iglesias es la invitación a prestar atención a los
que el Espíritu está diciéndoles ( Apoc 2:7, 11, 17,29; 3:6, 13,22). Ahora
bien: el Interlocutor a las siete iglesias es el Cristo Resucitado; está claro
que el Espíritu y Cristo están identificados. " El Espíritu y la Esposa
dicen: "¡Ven!"» quiere decir probablemente que Cristo y Su Iglesia se
unen en extender-a todo el mundo la invitación a aceptar todo lo que Él tiene
para ofrecer.
“Que el que oiga diga: "¡Ven!"»
simboliza la gran verdad de que todo cristiano tiene que ser un misionero. El
que ha sido hallado por Cristo debe hallar a otros para Cristo.
Es una invitación a todas las almas sedientas
para que acudan a Jesucristo para satisfacer su necesidad. Debe recordarnos la
gran invitación de Dios: "¡Venid, todos los sedientos, venid a las aguas!
Aunque no tengáis dinero, ¡venid, comprad y comed! ¡Venid, comprad sin dinero y
sin pagar, vino y leche!» Isa_55:1 ). Y también de la gran proclamación del
mismo Jesús: "El que a Mí viene, nunca tendrá hambre; el que en Mí cree,
no tendrá sed jamás» Jua_6:35 ). Solamente en Cristo puede el alma anhelante
encontrar plena satisfacción.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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