Creo en Dios Padre, todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único hijo, nuestro
Señor; que fue concebido por el Espíritu Santo, nació de María Virgen; padeció
bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió
a los infiernos, y al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los
cielos; está sentado a la diestra de Dios, Padre todopoderoso, de donde vendrá
a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el espíritu Santo; una Santa
Iglesia cristiana católica, la Comunión de los Santos; la remisión de los
pecados, la resurrección del cuerpo y la vida eterna. Amén.
Pregunta: ¿Qué
crees cuando dices: creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la
tierra?
Respuesta: Creo en el Padre de nuestro
Señor Jesucristo, quien de la nada creó el cielo y de la tierra, con todo lo
que en ellos hay (a), sustentándolo y gobernándolo todo por su eterno consejo y
providencia (b), es mi Dios y mi Padre por amor de su hijo Jesucristo (c), En
él confío de tal manera que no dudo de que me proveerá de todo lo necesario
para mi alma y mi cuerpo (d). Y aún más, creo que todos los males que puedo
sufrir por su voluntad, en este valle de lágrimas, los convertirá en bien para
mi salvación (e). Él puede hacerlo como Dios todopoderoso (f), y quiere hacerlo
como Padre benigno y fiel (g).
a. Gén.1 y 2; Éx. 20:11; Job 33:4;
Job 38 y 39; Hechos 4:24; Hechos 14:15; Salmo 33:6; Isaías 45:7.- b. Hebr. 1:3;
Salmo 104:27-30; Salmo 115:3; Mateo 10:29; Efes. 1:11.-c.Juan 1:12; Rom. 8:15;
Gál. 4:5-7; Efes. 1:5.-d. Salmo 55:22; Mateo 6:25, 26; Luc. 12:22.- e. Rom.
8:28.- f. Isaías 46:4; Rom. 10:22.- g. Mateo 6:32, 33; Mateo 7:9-11.
Pregunta: ¿Qué
es la providencia de Dios?
Respuesta: Es
el poder de Dios omnipotente y presente en todo lugar (a), por el cual sustenta
y gobierna el cielo, la tierra y todas las criaturas de tal manera (b), que todo
lo que la tierra produce, la lluvia y la sequía (c), la fertilidad y la esterilidad,
la comida y la bebida, la salud y la enfermedad (d), riquezas y pobrezas (e), y
finalmente todas las cosas no acontecen sin razón alguna como por azar, sino
por su consejo y voluntad paternal (f).
a. Hechos 17:25, 27, 28; Jer. 23:23,
24; Isaías 29:15, 16; Ezeq. 8:12.- b Hebr. 1:3.- c. Jer.5:24; Hechos 14:17.- d.
Juan 9:3 .- e. Prov. 22.2 .- f. Mateo 10:29; Prov. 16:33.
Pregunta: ¿Qué
utilidad tiene para nosotros este conocimiento de la creación y providencia
divina?
Respuesta:
Que en toda adversidad tengamos paciencia (a), y en la prosperidad seamos
agradecidos (b), y tengamos puesta en el futuro, toda nuestra esperanza en Dios
nuestro padre fidelísimo (c), sabiendo con certeza que no hay cosa que nos
puede apartar de su amor (d), pues todas las criaturas, están sujetas a su
poder de tal manera que no pueden hacer nada sin su voluntad (e).
a. Rom. 5:3; Santg. 1:3; Salmo 39:9; Job 1:21, 22.- b.1Tes. 5:18; Deut 8:10.-
c. Salmo 55:22; Rom. 5:4.- d. Rom. 8:38, 39.- e. Job 1:12, Job 2:6; Prov. 21:1;
Hechos 17:25.
Pregunta: ¿Por
qué el hijo de Dios es llamado Jesús, que significa Salvador?
Respuesta:
Porque nos salva y libra de todos nuestros pecados (a), y porque en ningún otro
se debe buscar ni se puede hallar salvación.
a. Mateo 1:21; Hebr.7:25.- b. Hechos
4:12; Juan 15:4, 5; 1 Tim. 2:5; Isaías 43:11; 1 Juan 5:11.
Pregunta:
¿Creen pues también en el único Salvador Jesús, aquellos que buscan su
salvación en los santos, o en sí mismos o en cualquiera otra parte?
Respuesta:
No, porque aunque de boca se gloríen de tenerle por Salvador, de hecho niegan
al único Salvador Jesús (a): pues necesariamente resulta, o que Jesús no es
perfecto Salvador o que aquellos que con verdadera fe le reciben por Salvador
tienen que poseer en El todo lo necesario para su salvación (b).
a. 1 Cor. 1:13, 30, 31; Gál. 5:4.-
b. Hebr. 12:2; Isaías 9:6; Col. 1:19, 20; Col. 2:10; 1 Juan 1:7.
Pregunta: ¿Por
qué se le llama Cristo, es decir: ungido?
Respuesta:
Porque fue ordenado del Padre y ungido del Espíritu Santo (a), para ser nuestro
supremo profeta y maestro (b), que nos ha revelado plenamente el secreto
consejo y voluntad de Dios acerca de nuestra redención (c), para ser nuestro
único y supremo pontífice (d) quien por el sólo sacrificio de su cuerpo nos ha
redimido (e), e intercede continuamente delante del Padre por nosotros (f),
para ser nuestro eterno Rey que nos gobierna por su palabra y su espíritu y nos
guarda y conserva la redención que nos ha adquirido (g).
a. Salmo 45:7; Hebr. 1:9; Isaías
61:1; Luc. 4:18.- b. Deut. 19:15; Hechos 3:22; Hechos 7:37; Isaías 55:4.- c.
Juan 1:18; Juan 15:15.- d. Salmo 110:4.- e. Hebr.10:12, 14, 28; f. Rom. 8:34;
Hebr. 9:24; 1 Juan 2:1; Rom. 5:9, 10.- g Salmo 2:6; Zac. 9:9; Mateo 21:5; Luc.
1:33; Mateo 28:18; Juan 10:28; Apoc. 12:10, 11.
Pregunta:
Pues, ¿Por qué te llaman Cristiano (a)?
Respuesta:
Porque por la fe soy miembro (b) de Jesucristo y participante de su unción (c),
para que confiese su nombre (d) y me ofrezca a Él, en sacrificio vivo y
agradable (e) y que en esta vida luche contra el pecado y Satanás con una
conciencia limpia y buena (f) y que, después de esta vida reine con Cristo
eternamente sobre todas las criaturas.
a. Hechos 11:26.- b. 1 Cor. 6:15.- c
1 Juan 2:27; Hechos 2:17.- d. Mateo 10:32; Rom.10:10.- e. Rom. 12:1; Pedro 2:6,
9; Apoc. 1:6; Apoc. 5:8, 10.- f.1 Pedro 2:11; Rom. 6:12, 13; Gál. 5:16, 17; Efes.
6:11; 1 Tim. 1:18, 19.- g. 2 Tim. 2:12; Mateo 25:34.
Pregunta: ¿Por
qué se llama a Cristo el unigénito hijo de Dios, si nosotros también somos
hijos de Dios?
Respuesta:
Porque Cristo es el hijo eterno y natural de Dios (a); pero nosotros hemos sido
adoptados por gracia como hijos de Dios por amor de él (b).
a. Juan 1:14; Hebr. 1:1, 2; Juan
3:16; 1 Juan 4:9; Rom. 8:32.- b Rom 8:16, Juan 1:12; Gál. 4:6; Efes. 1:5,
6.
Pregunta: ¿Por
qué le llamamos nuestro Señor?
Respuesta: Porque
rescatando nuestros cuerpos y almas de los pecados, no con oro o plata, sino
con su preciosa sangre, y librándonos del poder del Diablo, nos ha hecho suyos
(a).
a. 1 Pedro 1:18, 19; 1 Pedro 2:9; 1
Cor. 6:20, 1 Tim. 2:6; Juan 20:28.
Pregunta: ¿Qué
crees cuando dices: que fue concebido por el Espíritu santo y nació de María
virgen?
Respuesta:
Que el eterno Hijo de Dios, el cual es (a) y permanece (b) verdadero y eterno
Dios, tomó la naturaleza verdaderamente humana de la carne y sangre de la
virgen María (c), por obra del Espíritu Santo (d), para que juntamente fuese la
verdadera simiente de David (e), semejante a sus hermanos (f) excepto en el
pecado (g).
a. 1 Juan 5:20; Juan 1:1; Juan 17:3;
Rom. 1:3, Col. 1:15.- b. Rom. 9:5.- c. Gál. 4:4 Luc. 1:31, 42, 43.- d. Mateo
1:20; Luc. 1:35.- e. Rom 1:3; Salmo 132:11; 2 Sam.7:12; Luc. 1:32; Hechos
2:30.- f. Filip. 2:7; Hebr. 2:14, 17.- g. Hebr. 2:14, 17.- g. Hebr. 4:15.
Pregunta: ¿Qué fruto sacas de la santa
concepción y nacimiento de Cristo?
Respuesta:
Que es nuestro Mediador (a), y con su inocencia y perfecta santidad cubre mis
pecados en los cuales he sido concebido y nacido, para que no aparezcan en la
presencia de Dios (b).
a. Hebr. 7:26, 27.- b.1 Pedro 1:18,
19; 1 Pedro 3:18; 1 Cor. 1:30, 31; Rom. 8:3, 4;Isaías 53:11; Salmo 32:1.
Pregunta: ¿Qué
es lo que crees cuando dices: padeció?
Respuesta:
Que todo el tiempo que en este mundo vivió y especialmente al fin de su vida,
sostenía en el cuerpo y el alma la ira de Dios contra el pecado de todo el
género humano (a), para que con su pasión , como único sacrificio propiciatorio
(b), librara nuestro cuerpo y alma de la eterna condenación (c), y nos
alcanzase la gracia de Dios, la justicia y la vida eterna (d).
a. Isaías 53:4; 1 Pedro 2:24; 1
Pedro 3:18; 1 Tim. 2:6.- b. Isaías53:10; Efes.5:2; 1Cor 5:7; 1 juan 2:2; Rom.
3:25; Hebr. 9:28; Hebr. 10:14.- c. Gál 3:13; Col. 1:13; Hebr. 9:12; 1 Pedro
1:18, 19.-d. Rom. 3:25, 2 Cor. 5:21; Juan 2:16; Juan 6:51; Hebr. 9:15; Hebr. 10:19.
Pregunta: ¿Por
qué padeció bajo el poder de Poncio Pilato juez?
Respuesta:
Para que, inocente, condenado por el juez político (a), nos librase del severo
juicio de Dios, que había de venir sobre nosotros (b).
a. Juan 18:38; Mateo 27:24; Luc. 23:14,
15; Juan 19:4.- b. Salmo 69:4; Isaías 53:4, 5; 2 Cor. 5:21; Gál. 3:13.
Pregunta: ¿Es
más importante el haber sido crucificado, que morir de otro modo?
Respuesta:
Sí, porque este género de muerte me garantiza que él cargó sobre sí mismo la maldición
sentenciada sobre mí (a), por cuanto la muerte de cruz era maldita de Dios.
a. Gál. 3:13.- b. Deut. 21:23.
Pregunta: ¿Por
qué fue necesario que Cristo se humillase hasta la muerte?
Respuesta:
Porque la justicia de Dios (a) no se podía satisfacer por nuestros pecados,
sino con la misma muerte del Hijo de Dios (b).
a. Gén. 2:17.- b. Rom. 8:3, 4; Hebr. 2:14, 15.
Pregunta: ¿Por
qué fue también sepultado?
Respuesta:
Para testificar que estaba verdaderamente muerto (a).
a. Hechos 13:29; Mateo 27:59, 60;
Luc. 23:53; Juan 19:38.
Pregunta: Ya
que Cristo murió por nosotros, ¿Por qué hemos de morir también nosotros?
Respuesta:
Nuestra muerte no es una satisfacción por nuestros pecados (a), sino una
liberación del pecado y un paso hacia la vida eterna (b).
a. Marc. 8:37; Salmo 49:7.- b Filip.1:23; Juan 5:24; Rom. 7:24.
Pregunta: ¿Qué
provecho recibimos además del sacrificio y muerte de Cristo en la cruz?
Respuesta:
Por su poder nuestro viejo hombre está crucificado, muerto y sepultado
juntamente con El (a), para que, en adelante, no reinen más en nosotros las
perversas concupiscencias y deseos de la carne (b), sino que nos ofrezcamos a Él
en sacrificio agradable (c).
a. Rom. 6:6.- b Rom. 6:6, 12.- c. Rom. 12:1.
Pregunta: ¿Por
qué se añade: descendió a los infiernos?
Respuesta:
Para que en mis extremados dolores y grandísimas tentaciones me asegure y me
sostenga con este consuelo, de que mi Señor Jesucristo, por medio de las
inexplicables angustias, tormentos, espantos y turbaciones infernales de su
alma, en los cuales fue sumido en toda su pasión (a), pero especialmente
clavado en la cruz, me ha librado de las ansias y tormentos del infierno
(b).
a. Salmo 18:4, 5; Salmo 116:3; Mateo
26:38; Mateo 27:46; Hebr.5:7.- b. Isaías 53:5
Pregunta: ¿Qué
nos aprovecha la resurrección de Cristo?
Respuesta:
Primero: Por su resurrección ha vencido a la muerte, para hacernos
participantes de aquella justicia que conquistó por su muerte (a). Segundo:
También nosotros somos resucitados ahora por su poder a una nueva vida (b).
Tercero: la resurrección de Cristo, cabeza nuestra, es una cierta prenda de
nuestra gloriosa resurrección.
a. Rom. 4:25; 1 Pedro 1:3; 1 Cor. 15:16.- b Rom. 6:4; Col. 3:1, Efes. 2:5,
6.- c.1 Cor. 15:20, 21.
Pregunta: ¿Qué
entiendes por: subió a los cielos?
Respuesta:
Que Cristo, a la vista de sus discípulos, fue elevado de la tierra al cielo (a)
y que está allí para nuestro bien (b), hasta que vuelva a juzgar a los vivos y
a los muertos (c).
a. Hechos 1:9; Marc. 16:19; Luc.
24:51.-b. Hebr.9:24; Hebr. 4:14; Rom. 8:34; Col. 3:1.- c. Hechos 1:11; Mateo 24:30.
Pregunta: Luego, ¿No está Cristo con
nosotros hasta el fin del mundo como lo prometido? (a).
Respuesta:
Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre: en cuanto a la naturaleza humana
ahora ya no está en la tierra (b), pero en cuanto a su deidad, majestad, gracia
y espíritu en ningún momento está ausente de nosotros (c).
a. Mateo 28:20.- b. Hebr. 8:4; Mateo
26:11; Juan 16:28; Juan 17:11; Hechos 3:21.- c. Juan 4:18; Mateo 28:20.
Pregunta: Pero
si la naturaleza humana no está en todas partes donde está la divina ¿No se
separan con esto las dos naturalezas en Cristo?
Respuesta: De
ninguna manera: porque dado que la divinidad es incomprensible y está presente
en todo lugar (a), resulta necesariamente que en efecto está fuera de la
naturaleza humana que ha tomado (b), pero con todo y con eso está en ella y
queda unida a ella personalmente.
a. Jer.23.24; Hechos 7:49.- b Col.
2:9; Juan 3:13; Juan 11:15; Mateo 28:6.
Pregunta: ¿Qué
beneficios nos da la ascensión de Cristo al cielo?
Respuesta:
Primero: El es nuestro intercesor en el cielo delante del Padre (a). Segundo:
Que tenemos nuestra carne en el cielo para que por ello, como una garantía,
estemos seguros, de que Él siendo nuestra cabeza, nos atraerá así como miembros
suyos (b). Tercero. Que desde allí nos envía su Espíritu como prenda recíproca
(c), por cuya virtud buscamos, no las cosas de la tierra sino las de arriba,
donde está sentado a la diestra de Dios.
a. 1 Juan 2:1; Rom. 8:34.- b. Juan
14:2; Juan 17:24; Juan 20:17; Efes. 2:6.- c. Juan 14:16; Juan 16:7; Hechos
2:33; 2 Cor. 1:22; 2 Cor. 5:5.- d. Col. 3:1.
Pregunta: ¿Por
qué se añade: está sentado a la Diestra de Dios, Padre todopoderoso?
Respuesta:
Porque Cristo subió al cielo para mostrarse allí como cabeza de su Iglesia (a),
por quien el Padre gobierna todas las cosas (b).
a. Efes. 1:20; Col.1:18.- b. Mateo
28:18; Juan 5:22.
Pregunta: ¿De
qué nos sirve esta gloria de Cristo, nuestra cabeza?
Respuesta:
Primero: Para que el Espíritu Santo derrame en nosotros, sus miembros, los
dones celestiales (a). y Segundo: para protegernos y ampararnos de todos
nuestros enemigos (b).
a. Hechos 2:33; Efes. 4:8.- b. Salmo
2:9; Salmo 110:1, 2; Juan 10:28; Efes. 4:8.
Pregunta: ¿Qué
consuelo te ofrece la vuelta de Cristo para juzgar a los vivos y a los
muertos?
Respuesta:
Que en todas las miserias y persecuciones, con plena confianza, espero del cielo
como juez, a Aquel mismo que primeramente se puso delante del juicio de Dios
por mí y alejó de mí toda maldición (a); el cual echará a todos los enemigos
suyos y míos en las penas eternas (b); y a mí, con todos los elegidos, me
conducirá al gozo del cielo y a la gloria eterna (c).
a. Filip. 3:20; Luc. 21:28; Rom. 8:23; Tito 2:13; 1 Tes. 4:16.-b. Mateo 25:41; 2 Tes. 1:6.- c. Mateo 25:34; 2 Tes, 1:7.
Pregunta: ¿Qué
crees del Espíritu Santo?
Respuesta:
Que con el Eterno Padre e Hijo, es verdadero y eterno Dios (a). Y que viene a
morar en mí (b) para que, por la verdadera fe, me haga participante de Cristo y
de todos sus beneficios (c), me consuele (d) y quede conmigo eternamente (e).
a. 1 Juan 5:7; Gén. 1:2; Isaías
48:16; 1 Cor. 3:16 1 Cor. 6:19; Hechos 5:3, 4.-b. Gál. 4:6; Mateo 28:19, 20; 2
Cor. 1:22; Efes. 1:13.-c Gál. 3:14; 1 Pedro 1:2; 1 Cor. 6:17.- d. Juan 15:26;
Hechos 9:31.- e Juan 14:16; 1 Pedro 4:14.
Pregunta: ¿Qué crees de la santa Iglesia
cristiana católica?
Respuesta:
Que el Hijo de Dios (a), desde el principio hasta el fin del mundo (b), de todo
el género humano (c), congrega, guarda y protege para sí (d), por su Espíritu y
su palabra (e) en la unidad de la verdadera fe (f), una comunidad, elegida para
la vida eterna (g); de la cual yo soy un miembro vivo (h) y permaneceré para
siempre (i).
a. Efes. 5:26; Juan 10:11; Hechos
20:28; Efes. 4:11-13.- b. Salmo 71:17, 18; Isaías 59:21; 1 Cor. 11:26.- c. Gén.
26:4; Apoc. 5:9.- d. Mateo 16:18; Juan 10:28-30; Salmo 129:1-5.- e. Isaías
59:21; Rom. 1:16; Rom. 10:14-17; Efes. 5:26.- f. Hechos 2:42; Efes. 4:3-5.- g.
Rom. 8:29; Efes.1:10-13.- h. 1 Juan 3:14, 19, 20, 21; 2 Cor.13:5; Rom. 8:10.-
i. Salmo 23:6 1 Cor. 1:8, 9, Juan 10:28; 1 Juan 2:19; 1 Pedro 1:5.
Pregunta: ¿Qué
entiendes por la comunión de los santos?
Respuesta:
Primero, que todos los fieles en general y cada uno en particular, como
miembros del Señor Jesucristo, tienen la comunión de El y de todos sus bienes y
dones (a). Segundo, que cada uno debe sentirse obligado a emplear con amor y
gozo los dones que ha recibido, utilizándolos en beneficio de los demás (b).
a. 1 Juan 1:3; Rom. 8:32; 1 Cor.
12:12, 13; 1 Cor. 6:17.- b. 1 Cor. 12:21; 1 Cor. 13:1, 5; Filip. 2:4-8.
Pregunta: ¿Qué
crees de la remisión de los pecados?
Respuesta:
Creo que Dios, por la satisfacción de Cristo, no quiere acordarse jamás de mis
pecados, ni de mi naturaleza corrompida, con la cual debo luchar toda la vida
(a), sino que gratuitamente me otorga la justicia de Cristo (b) para que yo
nunca venga a condenación (c).
a. 1 Juan 2:2; 1 Juan 1:7; 2 Cor.
5:19.- b. Rom. 7:23-25; Jer. 31:34; Miq. 7:19; Salmo 103:3, 10, 12.- c. Juan
3:18; Juan 5:24.
Pregunta: ¿Qué consuelo te da la
resurrección de la carne?
Respuesta:
Que no sólo mi alma después de esta vida será llevada (a) en el mismo instante
a Cristo, su cabeza, sino que también está mi carne, siendo resucitada por la
potencia de Cristo, será de nuevo unida a mi alma y hecha conforme al glorioso
cuerpo de Cristo (b).
a. 1 Luc. 16:22; Luc. 23:43; Filip. 1:21, 23.- b. Job. 19:25, 26; 1 Juan
3:2; Filip. 3:21.
Pregunta: ¿Qué
consolación te ofrece el artículo de la vida eterna?
Respuesta:
Que ahora siento en mi corazón un principio de la vida eterna (a), después de
esta vida, gozaré de una cumplida y perfecta bienaventuranza que ningún ojo vio
ni oído oyó, ni entendimiento humano comprendió, y esto para que ella alabe a
Dios para siempre ( b).
a. 2 Cor. 5:2, 3.-b. 1 Cor.
2:9.
Pregunta: ¿Qué
te aprovecha el creer en todas estas cosas?
Respuesta:
Que delante de Dios soy justo en Jesucristo, y heredero de la vida eterna (a).
a. Hab. 2:4; Rom. 1:17; Juan
3:36.
Pregunta: ¿Cómo
eres justo ante Dios?
Respuesta:
Por la sola verdadera fe en Jesucristo (a), de tal suerte que, aunque mi
conciencia me acuse de haber pecado gravemente contra todos los mandamientos de
Dios, no habiendo guardado jamás ninguno de ellos (b),y estando siempre
inclinado a todo mal (c), sin merecimiento alguno mío (d), sólo por su gracia
(e), Dios me imputa y da (f) la perfecta satisfacción (g), justicia y santidad
de Cristo (h) como si no hubiera yo tenido, ni cometido algún pecado, antes
bien como si yo mismo hubiera cumplido aquella obediencia que Cristo cumplió
por mí (i), con tal que yo abrace estas gracias y beneficios con verdadera fe
(j).
a. Rom. 3:21, 22, 24; Rom. 5:1, 2; Gál 2:16, Efes. 2:8, 9; Fil. 3:9.-b.
Rom. 3:19.- c. Rom 7:23.-d. Tito 3:5; Deut. 9:6; Ezeq. 36:22.-e. Rom. 3:24;
Efes. 2:8.-f. 4:4; 2 Cor. 5:19.-g. 1 Juan 2:2.-h. 1 Juan
2:1.-i. 2 Cor. 5:21.-J. Rom. 3:22; Juan 3:18.
Pregunta: ¿Por
qué afirmas ser justo sólo por la fe?
Respuesta: No
porque agrade a Dios por la dignidad de mi fe, sino porque sólo la
satisfacción, justicia y santidad de Cristo, son mi propia justicia delante de
Dios (a), y que yo no puedo cumplir de otro modo que por la fe (b).
a. 1 Cor. 1:30; 1 Cor 2:2.-b. 1
Juan.
Pregunta: ¿Por
qué no pueden justificarnos ante Dios las buenas obras, aunque sólo sea una
parte?
Respuesta:
Porque es necesario que aquella justicia, que ha de aparecer delante del juicio
de Dios, sea perfectamente cumplida y de todo punto conforme a la Ley Divina
(a); y nuestras buenas obras, aun las mejores en esta vida, son imperfectas y
contaminadas de pecado (b).
a. Gál 3:10; Deut. 27:26.-b. Isaías 64:6.
Pregunta:
Luego, ¿Cómo es posible que nuestras obras no merezcan nada, si Dios promete
remunerarlas en la vida presente y en la venidera?
Respuesta:
Esta remuneración no se da por merecimiento, sino por gracia (a).
a. Lucas 17:10.
Pregunta: Pero
esta doctrina, ¿no hace a los hombres negligentes e impíos?
Respuesta:
No, porque es imposible que no produzcan frutos de gratitud los que por la fe
verdadera han sido injertados en Cristo (a).
a. Mateo 7:18; Juan 15:5.
Pregunta: Si
sólo la fe nos hace participantes de Cristo y de todos sus beneficios, dime,
¿de dónde procede esta fe?
Respuesta:
Del Espíritu Santo (a) que la hace obrar por la predicación del Santo
Evangelio, encendiendo nuestros corazones, y confirmándola por el uso de los
sacramentos (b).
a. Efes. 2:8; Efes. 6:23; Juan 3:5;
Filip. 1:29.-b. Mateo 28:19; 1 Pedro 1:22, 23.
Pregunta: ¿Cómo
te asegura y confirma la Santa Cena que eres hecho participante de aquel único
sacrificio de Cristo, ofrecido en la cruz, y de todos sus bienes?
Respuesta:
Porque Cristo me ha mandado, y también a todos los fieles, comer de este pan
partido y beber de esta copa en memoria suya, añadiendo esta promesa (a):
Primero, que su cuerpo ha sido ofrecido y sacrificado por mí en la cruz, y su
sangre derramada por mis pecados, tan cierto como que veo con mis ojos que el
pan del Señor es partido para mí y que me es ofrecida la copa. Y Segundo, que
El tan cierto alimenta mi alma para la vida eterna con su cuerpo crucificado y
con su sangre derramada, como yo recibo con la boca corporal de la mano del
ministro el pan y el vino, símbolos del cuerpo y de la sangre del Señor.
a. Mateo 26:26-28; Marc. 14:22-24;
Luc. 22:19, 20, 1 Cor. 10:16, 17; 1 Cor. 11:23-25; 1 Cor. 12:13.
Pregunta: ¿Qué
significa comer el cuerpo sacrificado de Cristo y beber su sangre
derramada?
Respuesta:
Significa, no sólo abrazar con firme confianza del alma toda la pasión y muerte
de Cristo, y por este medio alcanzar la remisión de pecados y la vida eterna
(a), sino unirse más y más a su santísimo cuerpo por el Espíritu Santo (b), el
cual habita juntamente en Cristo y en nosotros de tal manera, que, aunque Él
esté en el cielo (c) y nosotros en la tierra, todavía somos carne de su carne y
huesos de sus huesos (d), y que, de un mismo espíritu, (como todos los miembros
del cuerpo por una sola alma ) somos vivificados y gobernados para siempre (e).
a. 1 Juan 6:35, 40, 47; Juan 6:48,
50, 51; Juan 6:53, 54.-b. Juan 6:55, 56.-c. Col. 3:1; Hechos 3:21; 1 Cor.
11:26.- d. Efes. 5:29, 30; Efes. 3:16; 1 Cor. 6:15; 1 Juan 3:24; 1 Juan
4:13.-e. Juan 6:57; 15:1-6; Efes. 4:15, 16.
Pregunta:
¿Dónde prometió Cristo, que tan ciertamente dará a los creyentes en comida y en
bebida su cuerpo y sangre, como comen de este pan roto y beben de este vaso?
Respuesta: En
la institución de la cena, cuyas palabras fueron (a): Nuestro Señor Jesucristo,
la noche que fue entregado, tomó el pan, y habiendo dado gracias, lo partió y
dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced en
memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado,
diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces
que la beberéis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis
este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él
venga (1Cor. 11:23-26).
a. Mateo 26:26 - 28; Marc.14:22-24:
Luc. 22:9, 20.
Pablo repite
esta promesa cuando dice: La copa de bendición, que bendecimos, ¿no es la
comunión de la sangre de Cristo ?, El pan que partimos, ¿no es la comunión del
cuerpo de Cristo ?. Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un
cuerpo: pues todos participamos de aquel mismo pan. (1 Cor. 10:16,17).
a. Mateo 26:26-28: Marc. 14:22-24;
Luc. 22:9, 20
Pregunta:
¿El pan y el vino se convierten sustancialmente en el mismo cuerpo y sangre de
Cristo?
Respuesta: De ninguna manera (a), pues
como el agua del Bautismo no se convierte en la sangre de Cristo, ni es la
misma ablución de los pecados, sino solamente una señal y sello de aquellas
cosas que nos son selladas en el Bautismo (b), así el pan de la Cena del Señor
no es el mismo cuerpo (c), aunque por la naturaleza y uso de los sacramentos
(d) es llamado el cuerpo de Cristo.
a. Mateo 26:29.-b. Efes. 5:26; Tito
3:5.-c. 1 Cor. 11:26.-d. Gén. 17:10, 11; Ex. 12:11, 13; Ex. 13:9; 1 Pedro 3:21;
1Cor. 10:3, 4.
Pregunta: ¿Por
qué llama Cristo al pan su cuerpo y a la copa su sangre, o el Nuevo Testamento
en su sangre, y Pablo al pan y al vino la comunión del cuerpo y sangre de Cristo?
Respuesta:
Cristo no habla así sin una razón poderosa, y no solamente para enseñarnos que,
así como el pan y el vino sustentan la vida corporal, su cuerpo crucificado y
su sangre derramada son la verdadera comida y bebida, que alimentan nuestras
almas para la vida eterna (a), más aún, para asegurarnos por estas señales y
sellos visibles, que por obra del Espíritu Santo somos participantes de su
cuerpo y sangre tan cierto como que tomamos estos sagrados símbolos en su
memoria y por la boca del cuerpo (b); y también que su pasión y obediencia son
tan ciertamente nuestras ,como si nosotros mismos en nuestras personas
hubiéramos sufrido la pena y satisfecho a Dios por nuestros pecados.
a. Juan 6:55.-b. 1 Cor. 10:16.
Pregunta: ¿Qué
diferencia hay entre la Cena del Señor y la misa papal?
Respuesta: La
Cena del Señor, nos testifica que tenemos remisión perfecta de todos nuestros
pecados por el único sacrificio de Cristo, que El mismo cumplió en la Cruz una
sola vez (a); y también que por el Espíritu Santo, estamos incorporados en
Cristo (b), el cual no está ahora en la tierra según su naturaleza humana, sino
en los cielos a la diestra de Dios, su Padre (c), donde quiere ser adorado por
nosotros (d).
La misa
enseña que los vivos y los muertos no tienen la remisión de los pecados por la sola
pasión de Cristo, a no ser que cada día Cristo sea ofrecido por ellos por mano
de los sacerdotes; enseña también que Cristo está corporalmente en las especies
de pan y de vino, y por tanto ha de ser adorado en ellas. Por lo tanto, el
fundamento propio de la misa no es otra cosa que una negación del único
sacrificio y pasión de Jesucristo y una idolatría maldita (e).
a. Hebr. 10:10, 12, Hebr. 7:26, 27;
Hebr. 9:12, 25; Juan 19:30; Mateo 26:28; Luc. 22:19.- b. 1 Cor. 10:16, 17;
1Cor. 6:17.-c. Juan 20:17; Col. 3:1; Hebr. 1.3; Hebr. 8:1.-d. Mateo 6:20,21;
Juan 4:21; Luc. 24:52; Hechos 7:55; Col.3:1; Filip. 3:20; 1 Tes. 1:10.-e. Hebr.
10:12, 14.
Pregunta:
¿Quiénes son los que deben participar de la mesa del Señor?
Respuesta:
Tan sólo aquellos que se duelan verdaderamente de haber ofendido a Dios con sus
pecados, confiando en ser perdonados por el amor de Cristo y que las demás
flaquezas quedarán cubiertas con su pasión y muerte. Y que también deseen
fortalecer más y más su fe y mejorar su vida. Pero los hipócritas y los que no
se arrepienten de verdad, comen y beben su condenación.
a. 1 Cor. 11:28; 1 Cor.
10:19-22.
Pregunta:
¿Deben admitirse también a esta Cena, los que por su confesión y vida se
declaran infieles e impíos?
Respuesta: De
ninguna manera, porque así se profana el pacto de Dios, y se provoca su ira
sobre toda la congregación (a). Por lo cual, la Iglesia debe, según la orden de
Cristo y de sus apóstoles (usando de las llaves del reino de los cielos),
excomulgar y privar a los tales de la Cena, hasta que se arrepientan y
rectifiquen su vida.
a. 1 Cor. 11:20, 34; Isaías 1:11;
isaías 66:3; Jer.7:21; Salmo 50:16.
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