La salvación es el proceso a través del
cual, Dios ejerce su gracia soberana perdonando el pecado del hombre, basado en
el sacrificio de Cristo en la cruz, quién murió como nuestro sustituto o en
lugar nuestro. Esto ocurre cuando el hombre, capacitado por el Espíritu Santo, responde
al ofrecimiento de salvación de Dios. Es ese Espíritu Santo que produce la regeneración
de la naturaleza pecadora haciendo que el hombre pase de la muerte a la vida y
de la oscuridad a la luz.
Juan 1:12-13 “Pero
a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios,
es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la
voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.”
Este versículo
claramente establece que no todos somos hijos de Dios; que llegamos a ser sus
hijos solo después de haber creído en Cristo como Señor y
Salvador.
Todos
los que aceptan a Cristo como Señor y Salvador de sus vidas renacen
espiritualmente y reciben nueva vida de Dios. A través de la fe en Cristo, este
nuevo nacimiento nos cambia desde adentro, reacondicionando nuestras actitudes,
deseos y motivos. El nacimiento hace que uno esté vivo físicamente y permite
ser parte de la familia. Al nacer de Dios, formamos parte de su familia. ¿Ha
pedido que Cristo le haga una nueva persona? Este nuevo comienzo está a
disposición de todo aquel que cree en Cristo.
LA SALVACIÓN SE
DA EN EL TIEMPO
La
salvación en el pasado.
Efesios 1:3-6 “Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en
El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha
delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante
Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria
de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado.”
"Que
nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales"
significa que en Cristo tenemos todos los beneficios de conocer a Dios:
salvación, adopción, perdón, visión, dones del Espíritu, poder para hacer la
voluntad de Dios, esperanza de eternidad con Cristo. Por el hecho de vivir en una
relación íntima con Cristo, podemos disfrutar de estas bendiciones ahora. Lugares
celestiales significa que las bendiciones son eternas, no temporales. Las
bendiciones vienen de los lugares celestiales en Cristo, no del reino terrenal
de la diosa Diana
Estas incluyen todas las provisiones del
evangelio expresadas por las palabras "salvación",
"perdón", "redención", "reconciliación",
"justificación", etc. Otras bendiciones espirituales son: (1) Dios
mora en nosotros; (2) la membresía en el cuerpo de Cristo (su iglesia); (3) la
esperanza de la vida eterna (1Jn_2:24); (4) todo lo necesario para
establecernos y hacernos fructíferos; y (5) todo lo necesario para darnos gozo
y paz; (6) el privilegio de orar; y (7) la comunión con hermanos en Cristo.
Desde luego, todas estas bendiciones
están bien relacionadas entre sí; por ejemplo, si somos salvos, es porque
Cristo nos redimió, y es porque Dios nos perdonó. Dios no puede justificarnos y
reconciliarnos sin perdonarnos. El morar Dios (Padre, Hijo, Espíritu Santo) en
nosotros significa que recibimos todas estas bendiciones y también la fuerza
espiritual para poder participar en cosas espirituales y llevar a cabo la obra
de Dios aquí en la tierra.
4 enseñanzas
de este pasaje:
1. Dios hizo
nuestra elección de forma soberana.
2. Dios hizo esa
elección antes de la fundación del mundo.
3. Nos eligió de
acuerdo a su voluntad y no la nuestra.
4. Nos eligió
para la alabanza de su gloria.
La
salvación en el presente.
Hechos 16:31 “Ellos
respondieron: Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa”.
La
reputación de Pablo y Silas en Filipos era bien conocida. Cuando el carcelero
descubrió su verdadera condición y necesidad, lo arriesgó todo para encontrar
la respuesta. Las buenas nuevas de salvación de los cristianos se expresa de
manera simple. Crea en el Señor Jesús y será salvo (Rom_10:9; 1Co_12:3; Efe_2:8-9;
Filp_2:11). Cuando reconocemos a Jesús como el Señor y le confiamos toda la
vida, obtenemos la salvación de manera segura. Si usted nunca ha confiado en
Jesús para su salvación, hágalo ya. Su vida se llenará de gozo, al igual que la
del carcelero (Phi_16:34).
La salvación se
hace EFECTIVA en el momento en que recibimos a Cristo como Señor y Salvador.
La
salvación en el futuro.
Efesios 2:3-6 “entre
los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de
nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia,
por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en
nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido
salvados), y con Él nos resucitó, y con Él nos sentó en los lugares celestiales
en Cristo Jesús”.
El
hecho de que todas las personas, sin excepción, cometemos pecado prueba que
tenemos la misma naturaleza pecaminosa. Estamos perdidos en pecado y no podemos
salvarnos por nuestra cuenta. ¿Significa esto que solo los cristianos hacen
cosas buenas? Por supuesto que no, muchos hacen bien a otros. En una escala
relativa, muchos son morales, bondadosos, respetan las leyes, etc. Comparados
con los criminales, diríamos que son muy buenos. Pero en la escala absoluta de
Dios, nadie es lo suficiente bueno como para ganar la salvación
("estabais muertos en vuestros delitos y pecados"). Solo al unir
nuestras vidas a la vida perfecta de Cristo podemos llegar a ser buenos ante
los ojos de Dios. "Hijos de ira" se refiere a los que reciben la ira
de Dios porque rechazan a Cristo.
En
los versículos previos Pablo se ocupa de nuestra antigua naturaleza pecaminosa
(2.1-3). Aquí Pablo enfatiza que ya no necesitamos vivir bajo el poder del
pecado. Cristo destruyó en la cruz la paga del pecado y su poder sobre nuestras
vidas. La fe en Cristo nos declara absueltos o "no culpables" delante
de Dios (Rom_3:21-22). Dios no nos quita del mundo ni tampoco nos convierte en
muñecos, sentiremos como que pecamos y algunas veces lo haremos. La diferencia
radica en que antes de ser cristianos éramos esclavos de nuestra naturaleza
pecaminosa, pero ahora podemos escoger vivir para Cristo (Gal_2:20).
Debido
a la resurrección de Cristo, sabemos que nuestros cuerpos también resucitarán
(1Co_15:2-23) y que ya se nos ha dado el poder para vivir ahora la vida cristiana
(1Co_1:19). Estas ideas se hallan combinadas en la imagen de Pablo cuando habla
de estar sentado con Cristo en "lugares celestiales". Nuestra vida
eterna con Cristo es cierta, porque estamos unidos en su poderosa victoria.
De acuerdo al
versículo
3 del pasaje anterior, ¿hijos de quién éramos antes de la salvación?
Juan
8:41-44: “Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Ellos le
dijeron: Nosotros no nacimos de fornicación; tenemos un Padre, es decir, Dios.
Jesús
les dijo: Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y
vine de Él, pues no he venido
por mi propia iniciativa, sino que El me envió.
¿Por qué no entendéis lo que digo? Porque no podéis oír mi palabra.
Sois de vuestro padre el
diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. El fue un homicida desde el
principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando
habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de
la mentira.”
Jesús hace distinción entre los hijos de la
carne y los hijos legítimos. Los líderes religiosos descendían del patriarca
Abraham (fundador de la nación judía) y por lo tanto afirmaban ser hijos de
Dios. Pero sus acciones demostraban que eran verdaderos hijos de Satanás,
porque vivían bajo la dirección de este. Los verdaderos hijos de Abraham
(fieles seguidores de Dios) no se comportaban como ellos lo hacían. Ni el hecho
de que sea miembro de una iglesia ni sus relaciones familiares lo hacen un verdadero
hijo de Dios. Su verdadero padre es al que imita y obedece.
Juan
1:12-13
“Pero a todos los que le
recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su
nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la
voluntad del hombre, sino de Dios.”
Los
que reciben a Cristo creen en Cristo; los que creen en Cristo son los que lo
reciben. ¿Qué significa la frase creen en su nombre? "En ti
confiarán los que conocen tu nombre" (Sal_9:10), es decir, los que conocen
la verdadera naturaleza de Dios. "Estos confían en carros, y
aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos
memoria" (Sal_20:7). Confiamos en Dios porque sabemos quién es y cómo es.
Creer en el nombre de Cristo significa creer en su naturaleza, aceptar
que El es Dios y someternos a su divina voluntad. Creer o creer en su nombre no
significa que el hombre es justificado por la fe sola; más bien, equivale a
nacer del agua y del Espíritu (3:3-5). Significa obedecer al evangelio
(como se ve claramente a través del libro de Hechos). "Pues todos sois
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos" (Gál_3:26-27).
¿Cuál
es la garantía de mi salvación de acuerdo a estos pasajes?
Efesios
1:13-14
“En El también vosotros, después de
escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo
creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra
herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios , para alabanza de su gloria.”
El
Espíritu Santo es el sello de Dios de que le pertenecemos y su depósito o arras
nos garantiza de que El hará lo prometido. El Espíritu Santo es un anticipo, un
depósito, una firma válida en un contrato. Su presencia en nuestras vidas
ratifica que tenemos una fe genuina y prueba que somos hijos de Dios. Ahora su
poder obra en nosotros la transformación de nuestras vidas y es un adelanto del
cambio total que experimentaremos en la eternidad.
Filipenses
1:6
“estando convencido precisamente de
esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el
día de Cristo Jesús.”
El
Dios que comenzó la buena obra en nosotros la continuará a través de nuestra
vida y la terminará cuando le veamos cara a cara. La obra de Dios por nosotros
comenzó cuando Cristo murió en la cruz en nuestro lugar. Su obra en
nosotros comenzó cuando creímos en El. Ahora el Espíritu Santo vive en
nosotros, capacitándonos para que cada día seamos más semejantes a Cristo.
Pablo describe el proceso de crecimiento y madurez del cristiano que comienza
al aceptar a Cristo y seguirá hasta que Cristo vuelva.
¿Ha sentido alguna vez que no hay progreso en
su vida espiritual? ¡Cuando Dios inicia un proyecto, lo termina! Como en el
caso de los filipenses, Dios obrará en usted y le ayudará a crecer en gracia
hasta que complete el trabajo en su vida. Cuando esté desanimado, recuerde que
Dios no lo abandonará. El promete terminar la obra que ha comenzado en usted. Cuando
se sienta incompleto o afligido por sus faltas, recuerde las promesas y
provisiones de Dios. No permita que su condición actual le robe el gozo de
conocer a Cristo o le impida crecer más cerca de Él.
2
Timoteo 1:12
“Por lo cual
también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quién he
creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta
aquel día.”
La frase
"para guardar mi depósito" tiene tres interpretaciones principales:
(1) Pablo sabía que Dios protegería las almas de aquellos que se habían
convertido por medio de su predicación; (2) Confió en que Dios guardaría su
alma hasta la segunda venida de Cristo, o (3) Confiaba en que, aun cuando él
estaba preso y enfrentaba la muerte, Dios llevaría adelante el ministerio del
evangelio por medio de otros como Timoteo. Pablo pudo haber expresado su
confianza para alentar a Timoteo, quien se hallaba desanimado por los problemas
en Efeso y temeroso de la persecución. Aun en la cárcel, Pablo sabía que Dios
todavía estaba en el control. A pesar de los contratiempos y problemas que
enfrentemos, podemos confiar completamente en Dios.
Nuestra
salvación ha sido asegurada porque:
1. Hemos sido
sellados por el Espíritu Santo, El garantiza nuestra elección.
2. Aquel que
comenzó la buena obra en nosotros será fiel en completarla.
3. Él es
Poderoso para guardar nuestro “depósito” hasta aquel día.
Por
todo esto decimos que nuestra salvación no se
pierde
Nada puede
separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús y nadie puede arrebatarnos
de sus manos. El verdadero creyente puede apartarse del camino pero NO SE
PIERDE. Dios le regresa a su casa tarde o temprano, a veces a través de experiencias
difíciles. Él es el Buen Pastor.
El que aparenta
ser creyente puede desviarse y perderse después de haber
estado en el Camino. ¿Por qué?
1 Juan 2:19
“Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros,
porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara
que no todos son de nosotros.”
Los
anticristos no fueron totalmente extraños a la iglesia; un día salieron de
ella, pero en realidad no pertenecieron a ella. Juan no dio una razón por la
que no permanecieron. Es claro que sus razones para formar parte, al comienzo,
fueron equivocadas. Hoy muchas personas son "cristianas" por menos
que las mejores razones. Quizás ir a la iglesia sea una tradición familiar. A
lo mejor gustan de los contactos sociales y de negocios que pueden desarrollar
allí. O posiblemente el ir a la iglesia es un hábito de años, y nunca se
detuvieron a preguntarse por qué lo hacían. ¿Cuál es su razón fundamental para
ser cristiano? A menos que sea una razón cristocéntrica, usted podría en
realidad no serlo. No debiera conformarse con menos de lo que es mejor. Usted
puede relacionarse con Cristo personalmente y llegar a ser un discípulo leal y
confiable.
Habían
entrado en la comunión con Dios y con los hermanos, pero no todo el mundo
continúa en ella (Mat_13:20-21; 1Ti_1:19). Los versículos subsecuentes en este
capítulo, que exhortan a los lectores a permanecer en Cristo presuponen la
posibilidad de apartarse de la fe como lo hicieron aquéllos.
Judas siempre
pareció ser uno de los 12 apóstoles, pero la Palabra afirma que éste nunca
creyó.
Juan 6:70–71
“Jesús les respondió: ¿No os escogí
yo a vosotros, los doce, y sin embargo
uno de vosotros es un diablo?
Y Él se refería a Judas, hijo
de Simón Iscariote, porque éste, uno de los doce, le iba a entregar.”
Como
respuesta al mensaje de Jesús, algunas personas se fueron; otros se quedaron y
creyeron de verdad; y algunos, como Judas, se quedaron pero intentaron usar a
Jesús para ganancia personal. Muchas personas hoy en día se alejan de Cristo.
Otros fingen seguir, asistiendo a la iglesia por una cuestión social, para
recibir aprobación de familia y amigos, o relaciones de negocio. Pero en
realidad solo hay dos respuestas posibles a Jesús: lo acepta o lo rechaza.
¿Cómo ha respondido a Cristo?
El
papel de las obras en la salvación.
Efesios
2:8-9.
“Porque
por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Llegamos a ser
cristianos mediante el don inmerecido de Dios, no como el resultado de algún
esfuerzo, habilidad, elección sabia o acto de servicio a otros de nuestra
parte. Sin embargo, como gratitud por este regalo, buscamos servir y ayudar a
otros con cariño, amor y benevolencia y no simplemente para agradarnos a
nosotros mismos. Si bien ninguna acción u "obra" nos puede ayudar
para obtener la salvación, la intención de Dios es que nuestra salvación
resulte en obras de servicio. No somos salvos solo para nuestro beneficio, sino
para el de Él, para glorificarle y edificar la Iglesia.
Las obras son la evidencia de nuestra salvación
y no el instrumento para salvación.
Una Fe sin obras
es una Fe muerta = Cuando no hay obras se evidencia que no se ha creído.
La verdadera Fe
va acompañada de obras. Nuestras obras no pueden
contribuir a nuestra salvación porque aún las mejores obras son como trapos de
inmundicia (Isaías 64:6)
EL
BAUTISMO ES UN MANDATO.
Mateo
28:19-20
“Id, pues, y haced discípulos de
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Los
discípulos debían bautizar personas porque el bautismo une al creyente con
Jesús en su muerte por el pecado y su resurrección a una vida nueva. El bautismo
muestra sumisión a Cristo y disposición a vivir en la forma que Dios quiere.
Hechos
8:36-38
“Yendo por el camino, llegaron a un
lugar donde había agua; y el
eunuco dijo: Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?
Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón,
puedes. Respondió él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
Y mandó parar el carruaje; ambos
descendieron al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó.”
El
bautismo es una señal de identificación con Cristo y su comunidad. Sin embargo,
no hubo testigos alrededor de Felipe, lo importante era que el eunuco se
bautizara.
El Bautismo es
un testimonio público de lo que ha ocurrido en nosotros y es simbólico del paso
de la vida anterior a la nueva vida. Este es otro peldaño en el proceso de
santificación. Cada paso de obediencia contribuye a nuestra santificación.
El bautismo de
Cristo no fue igual al nuestro pero tuvo similitudes.
1) Él fue
bautizado cuando su vida cambió de función: de carpintero a “Mesías”. Nosotros somos
bautizados cuando pasamos de la vida vieja a la vida nueva.
2) Fue también
un testimonio público. Juan el Bautista dijo: “Y yo no le conocía, pero para que El fuera manifestado a Israel, por
esto yo vine bautizando en agua” (Juan 1: 31). En el bautismo de Jesús, Juan el Bautista lo declaró
como el Mesías. En ese momento Dios le dio una señal a Juan de que en verdad Él
había enviado a Jesús. Juan y Jesús eran parientes (Luc_1:36), de modo que Juan
sabía quién era. Pero no fue sino hasta su bautismo que Juan comprendió que
Jesús era el Mesías. Aquí vemos otro
propósito del bautismo de Juan. No solamente bautizaba a la gente para remisión
de pecados, sino que también era testigo de la deidad de Cristo.
Nuestro bautismo es un
testimonio público de nuestro cambio y de quiénes somos ahora en Cristo Jesús.
3) Nuestra
vida de obediencia requiere que nos bauticemos después de haber creído. “Es una
obligación y no una opción”. Esto claramente indica que al predicar "el
evangelio de Jesús" se anuncia también lo que el pecador debe hacer para
ser salvo ("el que creyere y fuere bautizado será salvo", Mar_16:16;
Mat_28:19; Hch_2:38). Cuando el eunuco aprendió el plan de salvación, quería
ser bautizado inmediatamente.
¿Por qué sólo
bautizamos a creyentes?
a) En la Palabra
no hay un solo bautismo de niños.
b) Todos los
bautismos registrados en la Palabra ocurrieron después de haber creído.
El
bautismo de Juan el Bautista en agua fue preparatorio, porque era para
arrepentimiento y simbolizaba el lavado de los pecados. Jesús, en contraste,
bautizaría con el Espíritu Santo. Enviaría al Espíritu Santo sobre los
creyentes para que les impartiera poder para vivir y enseñar el mensaje de
salvación. Esto ocurrió después de que Jesús resucitó y ascendió al cielo
Como el bautismo
es simbólico de lo que ocurrió en nosotros, no puede hacerse hasta que hayamos
creído.
El Papel de la
Trinidad en la Elección.-
· Dios
PADRE hizo la elección (Efesios 1:3-6)
· Dios
PADRE le “regaló” al HIJO “Esos a quien El
eligió” (Juan 17:2,6,9,24)
· Dios
HIJO pagó el precio de la redención.
Apocalipsis 5:9
·
Dios ESPIRITU SANTO sella y
preserva a los que Dios eligió y el Hijo redimió
hasta el día de Jesucristo (Efesios 1:13)
Aunque
el método de Dios y su significado van más allá de nuestra comprensión, Él no
es arbitrario. Gobierna el universo y nuestras vidas en perfecta sabiduría,
justicia y amor.
En
un análisis final, todos dependemos absolutamente de Dios. Él es la fuente de
todo, incluyendo a nosotros mismos. Es el poder que sustenta las leyes del
mundo en que vivimos. Y Dios lleva a cabo todas las cosas para la gloria de El
mismo. El Dios todopoderoso merece nuestra alabanza.
Porque de Él, por El y para El son todas las cosas.
A Él sea la gloria para siempre. Amén.
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