Hechos
17; 32
Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se
burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.
Pablo
termina donde comenzó, hablando de Jesús y la resurrección.
Parece
que Pablo no tuvo la oportunidad de presentar las "pruebas
indubitables" de la resurrección de Jesucristo. Apenas estaba llegando al corazón de su tema
cuando dejaron de escuchar. Le habían escuchado aunque denunciaba la idolatría;
esto indica que su "religión" era muy superficial. Eran muy
"religiosos" (tenían muchísimas imágenes, estatuas, etc.), pero
tenían muy poca fe en sus "demonios".
Sin
embargo, siendo materialistas (como los saduceos), tenían mucho celo por su
filosofía que negaba el estado futuro. Así es que reaccionaron inmediatamente
al oír la palabra "resurrección" porque eso afectó su opinión
predilecta, su prejuicio fuerte, su partido personal.
Negaban
la inmortalidad del alma; decían que el alma es material y que cuando el hombre
muere su alma queda aniquilada. Desde luego, decían que después de la muerte no
hay recompensa ni castigo. Para los griegos el cuerpo era el enemigo (la
cárcel) del espíritu. Por eso, no querían saber nada de la resurrección del
cuerpo.
Los
"testigos" del Atalaya también son materialistas; su tema predilecto
es que al morir el hombre, muere también su alma y espíritu. También les gusta
mucho argumentar que la tierra es eterna, otra vez demostrando su actitud
materialista.
La
mayoría de la gente de este mundo tiene su "hasta aquí" en cuanto a
escuchar la palabra de Dios. Hch_7:51-54, los judíos escucharon a Esteban hasta
que les reprendió por su dureza de corazón; Hechos 22:22, "le oyeron hasta
esta palabra" (la resurrección). Muchos "evangélicos" escucharán
hasta que se mencione la necesidad del bautismo; algunos hermanos escucharán
hasta que se predique sobre la ofrenda, o sobre el divorcio y segundas nupcias,
o sobre las instituciones de la iglesia; hay hermanas que escucharán hasta que
se predique sobre la modestia o hasta que se condene la obra diabólica de las
feministas.
Hechos 17; 34
Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba
Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.
Parecería
que, en general, Pablo tuvo menos éxito en Atenas que en ningún otro sitio. Era
típico de los atenienses que lo único que querían era hablar; no querían
actuar, ni casi llegar a ninguna conclusión. Les atraían las acrobacias
mentales y el estímulo del paseo intelectual sin compromiso.
Hubo
tres reacciones principales:
(a)
Algunos se burlaron. Les divertía la apasionada seriedad de aquel extraño
judío. Se puede reducir la vida a un chiste; pero los que lo hagan se darán
cuenta tarde de que lo que tomaron por comedia termina en tragedia.
(b) Algunos aplazaron la decisión. El día más
peligroso es cuando uno se da cuenta de lo fácil que es dejar las cosas para
mañana.
(c) Algunos creyeron. El prudente se da cuenta
de que es de locos rechazar lo que Dios ofrece generosamente.
Se
dan los nombres de dos convertidos. Uno fue Dionisio el Areopagita. Como ya se
ha dicho, el Areópago estaba formado por no más de treinta personas; así que
Dionisio debe de haber formado parte de la aristocracia intelectual de Atenas.
La otra persona que se convirtió fue Dámaris. La posición de una mujer en
Atenas era muy restringida. Es dudoso que una mujer respetable se encontrara en
la plaza del mercado, y menos en el Areópago. Es probable que se tratara de una
conversión de una vida de vergüenza a una vida gloriosa y auténtica. Aquí
tendríamos otro ejemplo de cómo llega la invitación del Evangelio a todas las
clases y condiciones de hombres y mujeres.
¡Maranata!
¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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