Hemos oído y lo hemos
leído en la Biblia que Jesús vino a “salvar al mundo” (Lc. 2:11). Qué nos pasó
que es necesario que seamos “salvados”? De qué nos vino a salvar? Por qué es
precisamente Jesús (Dios) que tiene que venir a “salvar al mundo”? A quién vino
Jesús a “salvar”?
El objetivo de este
capítulo es precisamente responder a esas y otras interrogantes sobre la
salvación. Adicionalmente tendremos una idea de la principal obra que Jesús
vino a realizar.
Qué nos pasó que es
necesario que seamos “salvados”?
De acuerdo a Génesis
3:6, el primer hombre (Adán) y la primera mujer (Eva) “pecaron”. Dicho pecado
produjo una separación del hombre de Dios (muerte espiritual) y muerte física.
Si Adán y Eva pecaron habiendo sido creados en perfección, todos nosotros
hubiéramos hecho lo mismo. Por el pecado de ellos, todos pecamos (Rom. 5:12).
Si todos hemos pecado
todos somos dignos de muerte (Rom. 6:23). Ante la presencia de un Dios Santo,
Santo, Santo es inaceptable la presencia de pecado.
De qué nos vino a
“salvar” Jesús?
Exodo 34:7,
nos dice que “Dios nos tendrá por inocente al culpable”. Somos culpables porque
hemos pecado. Dios es justo y debe condenarnos a separarnos de El (muerte
espiritual). Cristo vino a salvarnos de la ira de Dios contra el pecado (Rom.
5:9). De hecho la Palabra nos dice que Dios descargó su ira sobre el Hijo.
Por qué Jesús es que
tiene que venir a “salvar al mundo”?
Dios es justo. La culpa
del pecado debía “pagarla” alguien para llenar Su justicia y esa persona debía
ser alguien que no tuviera pecado que pagar. Sólo así la justicia perfecta de
Dios sería satisfecha. Jesús que es Dios, vino al mundo vivió una vida sin
pecado (2 Cor. 5:21) y murió por el pecado de todos.
El sistema de
sacrificios del antiguo testamento apuntaba a Cristo. Los animales sacrificados
debían ser perfectos para que Dios aceptara el sacrificio. Por esto, Jesús es
llamado en el Nuevo Testamento, “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”
(Juan 1:29). Ningún hombre podría cumplir el estándar de la santidad de Dios.
Era necesario la venida de Jesús (Dios mismo) que era el único que podía
cumplir con la ley perfecta de Dios.
Nuestra
Condición luego de la caída.
La Palabra nos
habla de nuestra condición frente a Dios luego del pecado. Las expresiones que
usa son fuertes pero nos dan una idea de la seriedad del pecado para Dios. De
acuerdo a la Palabra, después de la “caída”, somos:
·
Enemigos de Dios (Rom. 5:10)
·
Esclavos del pecado (Rom. 6:17)
·
Muertos (Efesios 2:1)
·
Estamos destituidos de la Gloria de Dios
(Rom. 3:23)
Estas
expresiones nos hablan de la dificultad que tiene el hombre de buscar a Dios.
Cómo es posible que el ser humano estando en esta condición busque a Dios?. Es
por esto misma que Rom. 3:10-12 nos dice que “nadie busca de Dios”.
¿A quién vino a
salvar?
Lo primero que
se debe tener en cuenta que los “salvos” son aquellos que sean hijos de Dios.
El evangelio de Juan no
solo revela y destaca la divinidad de Jesús, sino que también lo revela como el
SALVADOR DEL MUNDO; y realmente, esta revelación tiene una connotación muy
especial en este evangelio. Menciona aspectos de Jesús como salvador que los demás
evangelistas no mencionan.
Veamos: Juan
revela que no todos somos hijos de Dios y que para llegar a serlo tenemos que
recibir a Jesucristo. Juan 1:12-13 dice: “A los que le recibieron, les dio
el derecho de LLEGAR A SER hijos de Dios”...
Implicaciones:
No todo el mundo
es hijo de Dios. El ser hijo de Dios requiere la aceptación de Jesucristo como
Señor y Salvador. Juan 1:13 “Que no nacieron de sangre, ni de la
voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, SINO DE DIOS”.
La idea y el
deseo de ser salvo no nacen en la mente del hombre, sino en la mente de Dios.
Es Dios que persigue al hombre como se verá más adelante.
·
Jesús revela en el evangelio de Juan que
Él es la fuente de vida eterna, pero también es el juez con derecho a condenar.
(Juan 3:16, 36)
·
Jesús revela en este evangelio que el
mundo yace bajo condenación y que la misión del Hijo es salvarlo. (Juan
3:17-18)
·
Jesús revela que la salvación es una
elección divina que depende del Padre. (Juan 6:44)
La palabra que
se traduce en este último versículo como “ATRAER” es la palabra “HELKUO”. De
acuerdo al diccionario, esta palabra significa, “ser atraído por una fuerza
irresistible”.
Dios orquesta
circunstancias en nuestras vidas que de una u otra forma nos llevan a los pies
de Jesús. Este evangelio revela que Dios Padre hace la elección y que es El
quien abre el corazón de los hombres para creer la verdad de Jesucristo. (Juan
6:37,39)
Esta verdad
queda afirmada de nuevo durante la última cena que el Señor tuvo con sus
discípulos. Ver Juan 17:2, 6,9
Juan 17 contiene
una oración del Hijo hacia el Padre hecha esa última noche, horas antes de su
crucifixión. En esta oración Jesús revela grandes verdades con relación a la
salvación.
Jesús también
revela en este evangelio que antes de recibirlo, la condición del hombre es
muerte y que por tanto tiene que nacer de nuevo (Juan 3:1-8). La razón por la
que el hombre tiene que nacer de nuevo es porque el pecado le trajo la muerte
espiritual (Efesios 2:1) y antes de entrar al reino de los cielos, necesita
volver a vivir.
El evangelio de
Juan revela, además, otros aspectos con relación a la condición del hombre, que
explican aún más por qué necesitamos a Jesucristo como salvador: Juan revela
que el hombre no es libre; que el pecado lo esclaviza (Juan 8:32, 34). Jesús
revela a través de Juan que la cruz era necesaria para la salvación (Juan
3:14-16).
En resumen, el
conocimiento de la persona de Jesús y su aceptación como Señor y Salvador son
esenciales para poder obtener salvación. Fuera de Jesús no hay salvación.
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