} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: CONFESIONES DE UN EX-CATÓLICO ROMANO

viernes, 10 de mayo de 2019

CONFESIONES DE UN EX-CATÓLICO ROMANO




Dedicado a todos los seguidores y lectores de este blog.

 Han transcurrido muchos años cuando lejos de España, en un recóndito pueblo suizo, a través de una emisora de habla hispana “La voz de Salvación” pude escuchar el Evangelio de Jesús. Fue el 14 de enero de 1984, cerca de la media noche. Nunca olvidé aquella fecha de mi nuevo nacimiento.

Mi vida hasta ese día, era como la común de los mortales. Mi moral estaba regida por los principios religiosos implantados por la Iglesia de Roma, desde muy temprana edad. Como católico romano, mi mayor preocupación era que yo pudiera ser los suficientemente bueno para agradar a Dios a la hora de morir, y así librarme del pasaje directo al infierno o como mal menor pasar una temporada en el purgatorio para que las misas y rezos de mis seres queridos me libraran de las ascuas de fuego, para entrar en la vida eterna. Creía que el Dios bonachón, el ídolo creado en mi mente, vería “mis buenas obras” externas, suficientes para merecer ir al cielo, y que sólo recibiría un tirón de orejas por mis pecados más graves. Las puertas abiertas del cielo dependían de ser bueno para ser salvo. Esta ecuación tenía sentido, tal como la venden en la sucursal terrenal del infierno: la Iglesia de Roma.

Aquel Evangelio de Jesús que me habían enseñado desde niño por más de una década los sacerdotes y monjas, en nada se parecía al mensaje que había escuchado en la emisora de radio. Todo aquel sistema de adoctrinamiento recibido, me hacía dependiente de una iglesia, de unos curas, de unos ritos repetitivos; de una idolatría a las imágenes de vírgenes y santos todos ellos intermediarios entre Dios y los hombres. Desde niño daba por bueno que, no importaba qué me enseñara la Iglesia Católica Romana, que todo estaba bien. El Papa era el representante de Dios en la tierra, y no debía cuestionar lo que las monjas y los curas me decían. Creía en la capacidad de los sacerdotes para perdonar los pecados. Creía que rezar a María y a otros santos me mantendría en camino al cielo. Toda mi vida había creído a pies juntillas en el poder que emanaba de las medallas de la virgen y otras reliquias. Creía que era un gran beneficio espiritual realizar visitas a lugares santos donde se veneraba a María para recibir la gracia que agradaba a Dios.
Sin duda alguna el culmen de toda aquella vida religiosa fue por un incidente “fortuito” por la providencia de Dios, para que el encargado del ropaje de la imagen de la virgen, sufriera un percance, y me designaran a mí para ponerle el ropaje de gala; era su fiesta o novena. Con suma reverencia comencé a quitar todas sus ropas; al llegar a la última, quedé estupefacto al contemplar aquel tosco tronco que sujetaba trozos de un maniquí, con bello rostro y manos pulidas…
Esa adoración, esa veneración idolátrica a las imágenes produce en el “creyente” una atracción fatal, como un imán, que te absorbe la capacidad de raciocinio, e incluso, el espíritu satánico que se esconde tras ella te roba la energía vital creando sensaciones y alucinaciones como si fueran reales. Es tal ese poder de atracción, que sólo por la gracia de Dios podemos ser liberados de esa y otras ataduras malignas.

Aquella emisora, La Voz de Salvación, repetía el mensaje de salvación: La Salvación es solo por fe en Jesucristo. Aquel pastor (años más tarde supe que era David Morse) leía en la Biblia Romanos 3; 21-31 y parafraseaba los versículos diciendo: “Que cuando creemos en Jesucristo como Señor y Salvador, Su justicia se vuelve nuestra justicia…Que solo por lo que Jesús había logrado en la cruz del Calvario, todos nuestros pecados habían sido quitados…Que al creer en Cristo, Dios nos ve como una persona cubierta por la justicia de Cristo…Que Su obediencia se ha vuelto nuestra obediencia. Se hacía el silencio en la radio por unos segundos, para escuchar aquel tono de voz inconfundible con tres preguntas a los escuchantes: ¿Crees en Jesús? ¿Cuál es tu relación con Jesucristo? ¿Qué significa creer en Jesús?

Creer en Jesucristo significa que es el Hijo unigénito de Dios. Significa confesar mis pecados a Dios, arrepentirme de mis pecados y creer que Jesús pagó lo que yo no podía pagar a Dios; significa creer que Jesús pagó mi deuda de pecado para siempre.

Yo antes jamás había escuchado aquello que traspasaba mi alma, había estado ciego y sordo a la oferta gratuita de salvación por parte de Dios por medio de la fe en Jesucristo. Caí de rodillas en medio de la habitación, llorando a lágrima viva, mientras escuchaba y repetía dentro de mi ser aquella oración dándole gracias a Dios por haber perdonado mis pecados, siendo borrados, limpiados por la Sangre de Su Hijo, el Señor Jesús crucificado en la cruz.

En aquel instante, algo sobrenatural ocurrió, no sabría ni tendría palabras para describirlo, pero imagina que tienes tus bolsillos llenos de piedras pesadas, y todos los días esa pesada carga se incrementa…y en ese instante todo el peso desaparece. Así, con este pobre ejemplo, puedes entender lo que sucedido. Supe y entendí que aunque seguiría siendo un pecador toda mi vida, el punto clave es que la gracia de Dios por medio del Espíritu Santo me ayudaría a pelear cada batalla contra el pecado.

¿Por qué este testimonio? Por la sencilla razón que hay muchas personas que tal vez este sean sus últimos días de vida, y están atrapadas en una religión de obras, que les conduce al infierno. Mi oración es que haya personas que reciban este testimonio y descubran la maravilla de la salvación como yo lo he hecho.
Recuerda pues qué: Efesios 2:8-9  Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  no por obras, para que nadie se gloríe.

¡Que la paz de Dios abunde en vuestros corazones!

No hay comentarios:

Publicar un comentario