} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: SED LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO

miércoles, 15 de mayo de 2019

SED LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO



Efesios 5:18-21  Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre; sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo.

  La exhortación general de Pablo termina con una llamada a sus conversos a vivir como sabios. Los tiempos en los que vivían eran malos; debían rescatar todo el tiempo que pudieran del mal uso que le daba el mundo.
Pablo pasa a presentar un contraste entre una reunión pagana y otra cristiana. Una reunión pagana solía degenerar en orgía. Es significativo que seguimos usando la palabra simposio con el sentido de «Conferencia o reunión en que se examina y discute determinado tema» (D R.A E.). La palabra griega sympósion quiere decir literalmente un guateque para beber. Una vez A. C. Welch estaba predicando sobre el texto «Sed llenos del Espíritu,» y empezó con una frase impactante: "¡Uno tiene que llenarse de algo!» Los paganos encontraban lo que buscaban emborrachándose de vino y entregándose a placeres mundanos; el cristiano encuentra la felicidad en estar lleno del Espíritu Santo.
El embriagarse y el libertinaje son íntimos compañeros, porque el alcohol suprime o quita la restricción moral y calla la conciencia. Por lo tanto, los que están bajo la influencia del alcohol, toman libertades para decir o hacer cosas que normalmente no dicen ni hacen. Es por esto que muchos se sienten más valientes cuando beben alcohol; la timidez se suprime. Pero no reconocen el efecto que el alcohol tiene sobre su mente. Creen que pueden conducir un auto mejor que nunca, y por eso en más de la mitad de los accidentes de automóviles está involucrado el alcohol.
         Pero la sociedad no quiere hablar de "borrachos" (se dice "alcohólicos"), y, desde luego, para muchos la borrachera no es pecado, sino una enfermedad. Según la mentalidad moderna, los "alcohólicos" son víctimas de los tiempos y de las presiones de la civilización moderna. ¿Quién debe hacer algo para corregir el problema? Pues, el gobierno, sin lugar a dudas (porque los del mundo no creen en la responsabilidad individual, ni en la del hogar). Pero el gobierno no puede corregir el mal, porque muchos senadores, representantes políticos, jueces, etc. practican este vicio.
         Además, la industria de toda clase de bebidas alcohólicas paga muchos impuestos, ayuda en las campañas políticas, y pone mucha presión sobre los gobernantes para que no haya problemas grandes.
         Hay hermanos que enseñan que está bien tomar alcohol con moderación, y defienden la "bebida social". Dicen que la Biblia condena solamente la borrachera. Pero considérese bien 1Pe_4:3, que menciona "borracheras" (oinophlugiais), y en el mismo versículo dice, " potois " que tiene que ver con beber bebidas alcohólicas, pero no necesariamente con exceso. La Versión New American Standard Bible traduce la palabra "potois" como "fiestas para beber"; esto demuestra que no se condena solamente la borrachera, sino el beber mismo.
         Dice el Sr. Trench en su libro, "Synonyms of the New Testament" que la palabra " potos " no significa necesariamente el exceso de beber, sino que da oportunidad para el exceso. El punto es que Pedro condena esta práctica de beber y no solamente la borrachera. El emplea tres palabras: potois, komois, y oinophlugiais. Representan tres niveles: " potois " se refiere a los que están simplemente tomando, y no necesariamente en exceso; " komois " se refiere a los que han tomado más y están más bajo la influencia del alcohol (pero todavía están muy vivos, hablan y cantan, y se gozan de la ocasión); luego viene la borrachera, el estado de aquel que tropieza y se cae, habla y canta pero puras tonterías, se duerme en un estupor, y luego se despierta con martillazos en el cerebro.
-- "antes bien sed llenos del Espíritu", un contraste entre "llenos del Espíritu" y llenos del alcohol. Y ¡qué contraste! El Espíritu Santo ilumina la mente, mientras que el vino la oscurece y destruye. El Espíritu de Dios nos ayuda a gobernar nuestro cuerpo con sus apetitos, pero el vino suprime el impulso moral, y quita la fuerza y control del dominio propio. El vino quita los frenos que la conciencia aplica a la conducta. El desenfreno causado por el vino produce pleitos (porque quita inhibiciones y da valor), adulterios (porque quita inhibiciones morales), y toda forma de libertinaje y disolución. "El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio" (Pro_20:1; Pro_23:29-35).
         Como el vino promueve toda forma de destrucción, el Espíritu promueve toda forma de edificación. Construye y fortalece los muros de defensa contra tentaciones; fortalece nuestra voluntad, y da dirección a las emociones.
         ¿Quién está en verdad lleno del Espíritu? ¿Los carismáticos que hablan tanto del Espíritu Santo? Se requiere mucho más que el sólo pronunciar su nombre. Los que están verdaderamente llenos del Espíritu son aquellos que están completamente bajo su dirección a través de su Palabra. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Rom_8:14). Estos llevarán el "fruto del Espíritu" (Gál_5:21-22). Los que no siguen las enseñanzas del Espíritu Santo entregadas por los hombres inspirados del primer siglo, y que no llevan el fruto del Espíritu no son llenos del Espíritu, no obstante lo fuerte de sus gritos acerca del Espíritu Santo.
         La expresión “llenos del Espíritu” no implica que alguno pueda ser medio lleno del Espíritu, porque si no estamos “llenos del Espíritu”, estamos “llenos” de Satanás (cosas malas; Efe_5:18, vino; Luc_4:28-29, ira; Hch_5:3, engaño, 17, celos, etc.).
De este pasaje podemos deducir ciertos hechos acerca de las reuniones cristianas originales.
  La Iglesia Primitiva era una iglesia que cantaba. Se caracterizaba por los Salmos e himnos y canciones espirituales; estaba tan feliz que no podía por menos de cantar.
Los que están llenos de vino cantan canciones mundanas pero el que es lleno del Espíritu alaba a Dios.
         Los "salmos" dan alabanza a Dios, exaltando su nombre, poder, atributos y obras, como los salmos de David.
         Los "himnos" dan alabanza a Dios, con acción de gracias y súplicas, expresando nuestra dependencia de Dios.
         Los "cánticos espirituales" dan expresión a una gran variedad de temas espirituales, basados en las palabras reveladas por el Espíritu Santo. "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Jua_4:24); por lo tanto, los himnos y cánticos deben estar basados en las enseñanzas y pensamientos espirituales, para que en ellos nuestros espíritus puedan tener comunión con Dios. Los himnos que cantamos deben estar en perfecta armonía con la palabra de Dios. Debemos ser estrictos en lo que predicamos y enseñamos, y debemos ser estrictos en lo que cantamos. No conviene cantar lo que no podemos enseñar en el púlpito.
-- "hablando entre vosotros". El cantar es hablar un mensaje, dar una enseñanza. Es para el Señor, y para la iglesia. El cantar no es para divertir a la gente. Es un acto de adoración, y no es meramente para introducir el culto. Muchos hermanos llegan tarde al culto y no participan en el primer canto (o en los primeros cantos). Algunos entran durante esta parte del culto e interrumpen la adoración de otros. (Los que llegan tarde deben esperar en la entrada hasta que se termine el canto o la oración; si llegan durante el sermón, deben ocupar los asientos de atrás, para causar menos estorbo). Pero el punto es que los cantos son mensajes, y no puro rito o ceremonia.
-- "cantando y alabando al Señor en vuestros corazones". Algunos de los que usan instrumentos musicales en el culto dicen que la palabra " psallontes ", traducida "alabando", significa cantar con instrumentos. Es verdad que bajo el Antiguo Testamento se tocaban instrumentos con los cantos; y es verdad que en la versión Septuaginta (versión griega del Antiguo Testamento), la palabra " psallo " se usaba para indicar tanto el tocar como el cantar. (Pero recuérdese que los israelitas usaron los instrumentos por el mandamiento de Dios, 2Cr_29:25; y que no hay tal mandamiento para la iglesia).
         Este verbo (psallo) se halla en Rom_15:9 ("cantaré"); 1Co_14:15 ("cantaré") Stg_5:13 ("cante alabanzas"); y en Efe_5:19 ("alabando"). No hay ninguna versión que traduzca el verbo " psallo " como "tocar" en el Nuevo Testamento. Para el siglo primero la palabra " psallo " ya había perdido el significado de tocar y cantar, y significó simplemente cantar.
         Pablo sí nombra algún instrumento, pero ¿cuál es? El corazón ("alabando al Señor en vuestros corazones). El significado radical de la palabra "psallo" es tañer, y se aplicó a todos los sonidos producidos por la vibración de las cuerdas de cualquier instrumento. Es muy razonable que se usara, pues, con referencia a la voz humana, que es el sonido que sale de los pulmones y de la boca del hombre, habiendo pasado por las cuerdas vocales. "La voz humana es el más complicado, delicado y perfecto instrumento musical conocido por al hombre. Es la perfección de la obra del Creador como instrumento musical, y es capaz de producir combinaciones y armonía musicales mucho más dulces y variadas que las de cualquier instrumento de fabricación humana, aún más que aquellos inventados por David".
         Las iglesias evangélicas son muy inconsecuentes. Denuncian las muchas prácticas de la iglesia católica romana que carecen de apoyo bíblico (tales como el rosario, la misa, quemar incienso, invocar a María y los "santos", etc.), pero se quedan con los instrumentos de música. Durante los primeros seis siglos no se usaron instrumentos de música en la iglesia. Es otra invención católica.
-- "en vuestros corazones". No es suficiente denunciar el uso de instrumentos mecánicos en el culto. Si no empleamos el instrumento correcto, los cantos de nosotros tampoco serán aceptables. ¡Qué fácil es cantar sin pensar en lo que decimos! y máxime cuando cantamos los mismos himnos en cada reunión. Se saben de memoria y se pueden cantar sin ninguna concentración en la letra. Si cantamos sin meditar en el mensaje del himno para alabar de corazón a Dios (como también para exhortar al hermano), nuestro servicio sigue la rutina católica de rezar el "Padre Nuestro", un servicio nada aceptable a Dios.
  La Iglesia Primitiva era una iglesia que daba gracias a Dios. Le resultaba natural el darle gracias a Dios por todas las cosas, en todos los lugares y en todas las circunstancias. Crisóstomo, el gran predicador de la Iglesia un poco posterior, expone la idea curiosa de que el cristiano puede dar gracias hasta por el infierno; porque el infierno es una advertencia que nos ayuda a mantenernos en el buen camino. La Iglesia Original era una Iglesia que daba gracias porque sus miembros estaban alucinados con la maravilla de que el amor de Dios los hubiera buscado y salvado; y porque sus miembros estaban seguros de que estaban en las manos de Dios.
Muchos cantos son expresiones de gratitud a Dios. ¡Qué importante que los cantemos de corazón! El evangelio cambia el cantar de la gente. Las canciones del mundo son temas de sensualidad y toda forma de carnalidad. Pero los salmos, himnos y cánticos de los cristianos son espirituales, expresiones de gratitud a Dios.
         Damos gracias todos y por todo. Los jóvenes deben dar gracias por su juventud. Los ancianitos deben dar gracias al Señor por los años que les ha concedido. Todos debemos dar gracias por el pan de cada día, y por la salud. Demos gracias por el empleo. Y por la familia que Dios nos da. Por todas las bendiciones espirituales. Demos gracias en tiempos de prosperidad y en tiempos de escasez (Flp_4:11-13). En tiempos de enfermedad y pobreza, demos gracias por la salud y los recursos que nos quedan, y también por la fuerza que Dios nos da para soportar tribulaciones, sabiendo que nos ayudan a ser más fuertes. "Me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2Co_12:10).
         Todos deben estar contentos y agradecidos. Nunca hay excusa para tener amargura de espíritu. Todos -- absolutamente todos -- debemos dar gracias a Dios. Sin excepción.
-- "en el nombre de nuestro Señor Jesucristo". Siempre nos acercamos a Dios por la mediación de Cristo. "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí... y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré" (Jua_14:6; Jua_14:13). Col_3:17.
  La Iglesia Original era una iglesia en la que los miembros se honraban y se respetaban mutuamente. Pablo dice que la razón de este mutuo honor y respeto era que honraban a Cristo. Se veían los unos a los otros, no a la luz de sus profesiones o niveles sociales, sino a la luz de Cristo; y por tanto veían la dignidad de cada persona.  Sobre todo "humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo" (1Pe_5:6). La sumisión a Dios requiere que estemos sumisos según el orden establecido por Dios: todos al gobierno civil (1Pe_2:13-17; Rom_13:1-7; Tit_3:1); los siervos sujetos a sus amos ( Col_3:22; 1Pe_2:18-19); jóvenes sujetos a los ancianos (1Pe_5:5); hijos sujetos a sus padres (Efe 6:1-3); esposas sujetas a sus maridos (1Pe_3:1-7; Col_3:18); y la iglesia sujeta a los ancianos (Heb_13:17).
A menudo, la palabra sumisión se usa mal. No significa convertirse en un una persona de poco carácter. Cristo, ante quien se doblará "toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra" (Fil_2:10), sometió su voluntad al Padre y honramos a Cristo al seguir su ejemplo. Cuando nos sometemos a Dios, tenemos buena disposición de obedecer sus mandamientos relacionados con someternos a otros, o sea, subordinar nuestros derechos a los de ellos. En una relación conyugal, ambos esposos tienen el llamado a someterse. Para la esposa, esto significa sujetarse voluntariamente al liderazgo de su esposo en Cristo. Para el esposo significa echar a un lado sus intereses a fin de cuidar a su esposa. La sumisión rara vez es un problema en hogares en los que los esposos mantienen una sólida relación con Cristo y en el que cada uno está interesado en la felicidad del otro.
 En los tiempos de Pablo, la mayoría de las mujeres, hijos y esclavos permanecían sumisos a la cabeza de la familia, los esclavos hasta la obtención de su libertad, los hijos varones hasta que crecían y las mujeres toda su vida. Pablo enfatiza la igualdad de los creyentes en Cristo (Gal_3:28), pero no sugiere rebelarse contra la sociedad romana para lograrlo. En cambio, aconseja someterse unos a otros por elección: las esposas a los esposos y también los esposos a las esposas; los esclavos a los amos y también los amos a los esclavos, los hijos a los padres y también los padres a los hijos. Este tipo de mutua sumisión preserva el orden y la armonía en la familia, mientras incrementa el amor y el respeto entre los que la integran.

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