} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: HOMBRE NATURAL O ESPIRITUAL. ¿CUÁL ERES?

sábado, 18 de mayo de 2019

HOMBRE NATURAL O ESPIRITUAL. ¿CUÁL ERES?



 1 Corintios 2:14-15

  Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.

       Este es el misterio de cómo o por qué algunos quienes escuchan el evangelio si responden afirmativamente y otros no. ¿Está este rechazo relacionado a la predestinación o a la voluntad humana? La respuesta a las dos preguntas es "sí," pero exactamente cómo estas dos se relacionan es parte de la naturaleza dialéctica de la revelación misma (Filip. 2:12-13) el opuesto de la elección no es no elección, sino el rechazo de la salvación de Dios por parte del hombre".

Es preciso definir la frase “hombre natural”. ¿Quién es? El hombre natural no es un bebé en Cristo, uno que ha nacido de nuevo, un hombre que ha sido regenerado, porque aunque tienen poco conocimiento de las cosas espirituales, tienen un gusto, disfrutan y desean, y reciben la leche sincera de la palabra, y crecer así; pero un hombre no regenerado, es abiertamente y notoriamente profano, abandonado a los placeres sensuales; aunque un hombre así sea sensual y no tenga el Espíritu, se trata más bien del sabio filósofo, el escriba, el disputador de este mundo; el racionalista, el relativista, el hombre de los más altos logros en la naturaleza, en el cual la razón es forjada a su nivel más alto; el hombre de las más grandes partes naturales y habilidades.

 Pablo habla de interpretar cosas espirituales a personas espirituales. Distingue dos clases de personas: (a) Están los que son pneumatikoí. Pneúma es la palabra para espíritu, y el que es pneumatikós es sensible al Espíritu y es guiado por el Espíritu.
(b) Está el que es psyjikós. Psyjé se suele traducir por alma, pero no es ese su verdadero sentido. Es el principio de la vida física. Todos los seres vivos tienen psyjé: un perro, un gato, cualquier animal tiene psyjé, pero no tiene pneúma. Psyjé es la vida física que los seres humanos compartimos con todos los demás seres vivos; pero pneúma es lo que hace que las personas seamos diferentes del resto de la creación, y semejantes a Dios.
Así que, en el versículo 14, Pablo habla del hombre psyjikós. Es el hombre inconverso que sigue solamente la sabiduría humana y rechaza la inspiración del Espíritu Santo. Basándose solamente en el razonamiento humano, no percibe las cosas del Espíritu. Es el hombre de esta vida animal que es de los sentidos físicos, nada más. El hombre animal se presenta como parte de la vida que se tiene en común con el animal. Se identifica con “los príncipes de este siglo”. Es el hombre no inspirado, o que no acepta la inspiración del Espíritu Santo. En la expresión, “hombre natural”, no entra la idea de moralidad. Entra nada más la idea de alguna persona guiada solamente por sus sentidos y sabiduría humana.

El hombre natural rechaza la revelación divina del Espíritu Santo, y quedándose solamente con sus experiencias humanas como su base de sabiduría, considera “las cosas que son del Espíritu de Dios” como cosas absurdas. ¿Qué puede tener que ver la crucifixión de un judío de hace dos milenios con la necesidad de una llamada “salvación”? Así piensa.

No las puede entender porque la sabiduría humana es incapaz de descubrir las cosas de Dios. Tienen que ser entendidas mediante la revelación de Dios. Ya que el hombre natural se deja guiar solamente por su propia sabiduría, no puede entender las cosas de Dios. Dado que las cosas del Espíritu de Dios son discernidas (juzgadas, examinadas) solamente en conformidad a la revelación dada por el Espíritu Santo, y que el hombre natural no acepta nada excepto su propia sabiduría, tal hombre no puede entenderlas. Es el que vive como si no hubiera nada más allá de la vida física, ni otras necesidades que las puramente materiales. Una persona así no puede entender las cosas espirituales. El que no cree que haya nada más importante que la satisfacción del impulso sexual no puede entender el sentido de la castidad; el que considera que el almacenar cosas materiales es el fin supremo de su vida no puede entender la generosidad, y el que no piensa nada más que en las cosas de este mundo jamás podrá entender las cosas de Dios, y le resultarán sin sentido. Nadie tiene por qué ser así; pero si se ahoga lo que alguien llamaba «los anhelos eternos» que hay en el alma, se puede perder la sensibilidad espiritual de tal manera que el Espíritu de Dios hablará, pero no se Le oirá.
Pablo dice en Efe_3:4 que leyendo la persona lo que él ha escrito, ella sí puede entenderlo. En Efe_5:7 manda que el lector entienda. Las cosas escritas producen fe (Jua_20:31). ¿Dónde dice la Biblia que la fe viene directamente por operación del Espíritu Santo? Viene por el oír (Rom_10:17).  
         El ateo presupone que Dios no existe. Comenzando con esta premisa tiene que afirmar, con insensatez, que de la nada vino la vida; que la materia es eterna; que el universo tan ordenado llegó a su estado presente por pura casualidad. Con su presuposición “establecida”, rechaza cualquier revelación divina, y siendo así el caso, claro es que no puede entender lo que el cristiano entiende por fe.

Los creyentes llenos del Espíritu con capaces de juzgar apropiadamente las cosas tanto en el campo físico como en el espiritual (Hechos 17:11 y2:2). Sin embargo, el no espiritual del versículo 14 no puede discernir propiamente las cosas espirituales, las verdades espirituales o las personas espirituales.

Los creyentes no pueden ser juzgados, ni siquiera entendidos por los no creyentes (Hechos 17:11). Esta puede ser una referencia a algunos de los enemigos de Pablo en Corinto (Hechos 17:11). Es el Espíritu Santo habitando en el creyente Quien trae luz a la realidad a través del evangelio, no la realidad del mundo, ni la realidad física, ¡sino la realidad de Dios!
Es la mente santificada la que debe discernir las bellezas reales de la santidad; pero, por el refinamiento de sus pensamientos, no pierden el poder de discernir y juzgar sobre cosas comunes y naturales. El hombre espiritual puede juzgar todas las cosas, naturales y sobrenaturales, humanas y divinas, las deducciones de la razón y los descubrimientos de la revelación. Pero él mismo es juzgado o discernido de NINGÚN HOMBRE.

 Los santos de Dios son sus escondidos, Salmo. 83: 3. Su vida está escondida con Cristo en Dios, Col. 3: 3. El hombre carnal no sabe más de un hombre espiritual que de otras cosas espirituales. Es un extraño a los principios, placeres y actos de la vida divina. El hombre espiritual no se encuentra abierto a su observación. O bien, el que es espiritual (a quien se le han hecho revelaciones divinas, las recibe como tales y las basa en su fe) puede juzgar tanto las cosas comunes como las cosas divinas; puede discernir qué es y qué no es la doctrina del evangelio y de la salvación, y si un hombre predica las verdades de Dios o no. Él no pierde el poder del razonamiento, ni renuncia a sus principios, al fundar su fe en la revelación.  

 Es fácil llegar a estar tan involucrado en el mundo que no existe nada más allá de él. Debemos pedirle a Dios que nos dé la mente de Cristo; porque sólo cuando Él vive en nosotros estamos a salvo de la invasión absorbente de las exigencias de las cosas materiales.

Es crucial que los creyentes compartamos estas verdades espirituales dadas por Dios. Ellas son luz y vida a un mundo perdido y que está muriendo; un mundo, sin embargo, amado por Dios el cual El ha redimido si tan solo el mundo está dispuesto a ¡recibir al Hijo de Dios y Su verdad! La revelación es primeramente redentora (2 Tim. 2:15) y solo entonces es transformadora (2 Tim. 3:16-17)

No hay comentarios:

Publicar un comentario