Colosenses 3:2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Lo que quiere resaltar Pablo es lo siguiente. En el
Bautismo, el cristiano muere y resucita. Al cerrarse las aguas sobre su cabeza
es como si se le enterrara; cuando sale del agua es como si resucitara a una
nueva vida. Ahora bien: si es así, el cristiano debe surgir del Bautismo como
una persona diferente. ¿Dónde está la diferencia? En el hecho de que a partir
de ese momento los pensamientos del cristiano se centran en las cosas de
arriba. Deja de estar obsesionado con las cosas triviales y pasajeras de la
Tierra; está totalmente implicado en las realidades del Cielo.
Debemos captar exactamente lo que Pablo quiere decir con
esto. Meditar, estudiar, concentrarse, fijar los pensamientos, deseos y
afectos. "No solamente buscar el cielo, sino que el cielo sea su
pensamiento". El cristiano no debe tener una mentalidad terrenal sino una
mentalidad celestial (Flp_3:20). ¿Queremos ir al cielo? ¿Cuándo? Pablo nos
exhorta que " en corazón ascendamos al cielo ahora". Como Cristo
ascendió al cielo literalmente, nosotros podemos ascender figuradamente,
"Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón" (Mat_6:21). Entonces, un día de estos -- un día pronto -- cuando
Cristo "se manifieste", ascenderemos literalmente con El
(1Ts_4:16-17).
Inmediatamente después de decir esto Pablo pasa a establecer
una serie de principios éticos que dejan bien claro que espera que el cristiano
continúe con su trabajo de este mundo y mantenga todas sus relaciones normales;
pero con esta diferencia: desde ese momento el cristiano considerará todas las
cosas sobre el trasfondo de la eternidad, y ya no vivirá como si este mundo
fuera lo único que importara.
Esto no podrá por menos de darle una nueva escala de
valores. Las cosas que el mundo considera importantes dejarán de obsesionarle.
Las ambiciones que dominan el mundo serán incapaces de impactarle. Seguirá
usando las cosas del mundo, pero las usará de una manera nueva. Por ejemplo:
valorará el dar por encima del obtener; servir, por encima de dominar;
perdonar, por encima de vengarse. El baremo del cristiano será el de Dios, no
el de los hombres.
¿Y cómo se puede cumplir eso? La vida del cristiano está
escondida con Cristo en Dios. Hay por lo menos dos referencias aquí.
En este contexto "las cosas de arriba" son las verdades, los mandamientos y las promesas
-- todos los tesoros -- del evangelio verdadero, y las cosas de la tierra son
los rudimentos en cuanto a cosas que perecen, y que sólo promueven la
carnalidad. El discípulo de Cristo debe tener la mente de Cristo: Flp_2:5,
"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús". Lo opuesto de esto es la mente carnal: Rom_8:1; Rom_8:5; Flp_3:19.
"Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,
todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo
digno de alabanza, en esto pensad" (Flp_4:8).
Ya hemos visto repetidamente que los
cristianos originales veían el Bautismo como un morir y un resucitar. Cuando
una persona moría y era sepultada, los griegos solían decir que estaba oculta
en la tierra; sin embargo el cristiano había experimentado una muerte
espiritual en el Bautismo, y no estaba escondido en la tierra, sino en Cristo. La
experiencia de los cristianos originales era que el mismo acto del Bautismo
revestía a la persona con Cristo.
Bien puede ser que haya aquí un juego de
palabras que los griegos reconocerían en seguida. Los falsos maestros llamaban
a sus libros de supuesta sabiduría apókryfoi, los libros que estaban escondidos
para todos menos para los iniciados. Ahora bien, la palabra que Pablo usa aquí
para decir que nuestras vidas están escondidas con Cristo en Dios es una parte
del verbo apokryptein, del que procede el adjetivo apókryfos. Sin duda una
palabra sugeriría la otra. Es como si Pablo dijera: «Para vosotros, los tesoros
de la sabiduría están escondidos en vuestros libros secretos; pero para
nosotros, Cristo es el tesoro de la sabiduría, y nosotros estamos escondidos en
Él.»
Todavía hay aquí otro pensamiento más. La vida del cristiano
está escondida con Cristo en Dios. Lo que está escondido está oculto; el mundo
no puede descubrir el secreto del cristiano. Pero Pablo prosigue: «Llegará el
día cuando Cristo vuelva en gloria; y entonces el cristiano al que nadie
reconocía compartirá esa gloria y todo el mundo lo verá.» En cierto sentido
Pablo está diciendo -y está diciendo una gran verdad- que algún día los
veredictos de la eternidad darán la vuelta a los veredictos del tiempo, y los
juicios de Dios darán la vuelta a los juicios de los hombres.
Según lo veía Pablo, lo más importante de la vida para el
cristiano es Cristo; más aún: Él es su misma vida.
Este es el Everest de la devoción, que no podemos vislumbrar
más que confusamente, ni expresar sino intermitente e imperfectamente. Algunas
veces decimos de alguien: «Su vida es la música -o el deporte, o el trabajo...»
Esa persona encuentra la vida y todo lo que quiere decir en esas cosas. Para el
cristiano, Cristo es su vida.
Y aquí volvemos al principio de este pasaje: es precisamente
por eso por lo que el cristiano centra su mente y su corazón en las cosas de
arriba y no en las de este mundo. Lo juzga todo a la luz de la Cruz de Cristo,
y a la luz del amor que Se entregó a Sí mismo por él. A la luz de la Cruz, la
riqueza y las ambiciones y las actividades del mundo se aprecian en su justo
valor; y al cristiano se le permite centrar todo su corazón en las cosas de
arriba.
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