} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 12 Enero 2019: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia

sábado, 12 de enero de 2019

12 Enero 2019: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia



 Lucas 18; 27
Él (Jesús) les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.

Porque ellos creían que la posesión de riquezas era prueba de estar aprobado por Dios. Nunca se imaginaban que podrían estorbar la salvación. La Biblia no condena la riqueza. Abraham y Job eran hombres muy ricos. Mateo mismo era rico, como también Zaqueo. Dios puede hacer lo que al hombre parece imposible (Gén_18:14; Job_42:2; Luc_1:37; Mar_9:23). El problema no es la riqueza misma sino el uso correcto de ella (Luc_16:1-13; Luc_16:19-31). El peligro está en el amor al dinero, 1Ti_6:9-10. Es difícil que el hombre se humille, pero el evangelio es el poder de Dios para salvación (Rom_1:16; Jer_23:29). Muchos hombres se han humillado bajo la mano poderosa de Dios.
Una vez más, los principios del reino, según lo establecido por el rechazo de Cristo, estaban en completo contraste con las bendiciones temporales asociadas a la obediencia a la ley, por muy excelentes que fueran las leyes en su lugar. La bondad en el hombre no hubo ninguna: sólo Dios es bueno. El joven que había cumplido la ley en su andar hacia afuera está llamado a dejar todo para que pueda seguir al Señor. Jesús conoció sus circunstancias y su corazón, y puso su dedo en la codicia que lo gobernó y fue alimentado por las riquezas que poseía. Debía vender todo lo que tenía y seguir a Jesús; Él debería tener tesoro en el cielo. El joven se fue triste. Las riquezas que, a los ojos de los hombres, parecían ser una señal del favor de Dios, no eran más que un obstáculo cuando el corazón y el cielo eran cuestionados. El Señor anuncia al mismo tiempo, que quienquiera que abandone cualquier cosa que apreciara por causa del reino de los cielos, debería recibir mucho más en este mundo y, en el próximo, la vida eterna. Podemos observar que es solo el principio que se establece aquí en referencia al reino.
        

¿Por qué? Las posesiones tienden a encadenar el corazón a este mundo y a no dejar que se piense en nada más. No tiene por qué ser pecado el tener riquezas, pero sí entraña un peligro y una gran responsabilidad.
Pedro mencionó que él y sus compañeros lo habían dejado todo para seguir a Jesús; y Jesús prometió que nadie dejaría nada por el Reino de Dios que no recibiera mucho más. Todos los cristianos sabemos que es verdad. Alguien dijo al misionero David Livingstone que cuántos sacrificios había hecho, porque había pasado muchas pruebas y dolores, perdido a su mujer y arruinado su salud en África. Y Livingstone le contestó: " ¿Sacrificios? ¡No he hecho ningún sacrificio en toda la vida!»
Al que sigue a Cristo puede que le esperen y le pasen cosas que el mundo consideraría malas; pero todas ellas producen una paz y una felicidad que el mundo no puede ni dar ni quitar.

Mateo 11; 27
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.

Aquí Jesús está hablando por propia experiencia, la experiencia de que los rabinos y los sabios de Su tiempo Le rechazaban, mientras que las personas sencillas Le aceptaban.
A los intelectuales no les decía nada, pero los humildes Le recibían. Debemos hacer lo posible por entender lo que Jesús quería decir aquí. Está muy lejos de condenar la actividad intelectual; lo que condena es el orgullo intelectual. Como dice Plummer: «El corazón, no la cabeza, es el hogar del Evangelio.» No es la inteligencia lo que le cierra la puerta, sino el orgullo. No es la necedad lo que le admite, sino la humildad. Uno puede ser tan sabio como Salomón; pero si no tiene sencillez, confianza e inocencia, se excluye a sí mismo.
Este pasaje termina con las credenciales más gloriosas que hizo jamás Jesús, y que figuran en el centro de la fe cristiana: que Él es el único que puede revelar a Dios a la humanidad. Otros puede que sean hijos de Dios; pero Él es El Hijo. Juan lo expresa de una m n poco diferente cuando nos cuenta que Jesús dijo: «El que ha visto a Mí, ha visto al Padre» (Jua_14:9). Lo que Jesús quiere decir es: "Si queréis ver cómo es Dios, si queréis ver la mente de Dios, el corazón de Dios, el carácter de Dios, si queréis ver la actitud total de Dios hacia la humanidad, ¡miradme a Mí!» Los cristianos estamos convencidos de que en Jesucristo y sólo en Él podemos ver cómo es Dios; y es también la convicción cristiana que Jesús puede dar ese conocimiento a todo el que sea suficientemente humilde y confiado para recibirlo.
Nos contentamos con la revelación (las Escrituras) para nuestro conocimiento del Hijo y del Padre y del Espíritu Santo. No conviene afirmar nada acerca de Dios que no sea revelado en las Escrituras. La fe de discípulos de Cristo no se basa en especulaciones y credos humanos, sino en la revelación que Dios nos ha dado.
         Sin embargo, este texto se ha citado para criticar a los que defendemos la Deidad de Cristo, pero la defendemos porque muchos enseñan error (modernismo) sobre este tema. No sólo los testigos del Atalaya y los “sólo Jesús” y otros sectarios, sino también algunos hermanos en Cristo, pues dicen que cuando Jesús vino al mundo se despojó del uso de los atributos divinos y que no usó (demostró) ningún atributo divino ni una sola vez durante su vida aquí en la tierra. Esto niega Jua_20:31. También niega que Cristo perdonó pecados por su propia autoridad (Mat_9:6) y niega que Cristo era adorado por varias personas (Mat_2:2; Mat_28:17; Jua_9:38, etc.). Es un error grave enseñar que debemos ser indiferentes hacia la controversia sobre la Deidad de Cristo, porque hay modernismo en la predicación de algunos hermanos y si logran destruir la fe de algunos en la Deidad de Cristo, destruyen también su esperanza de la salvación eterna.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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