Romanos 3; 20
porque por las obras de la ley ningún ser
humano será justificado delante de Él(Dios); pues por medio de la ley viene el
conocimiento del pecado.
El problema supremo
de la vida es: ¿Cómo puede uno estar en la debida relación con Dios? ¿Cómo
puede sentirse en paz con Dios? ¿Cómo puede dejar de sentirse a una distancia
insalvable, y de tenerle miedo a la presencia de Dios? La religión de los
judíos contestaba: «Uno puede llegar a estar en la debida relación con Dios
cumpliendo meticulosamente todo lo que manda la Ley.» Pero eso equivale a decir
sencillamente que nadie tiene la menor posibilidad de llegar a estar en la
debida relación con Dios, porque nadie puede cumplir perfectamente todos los
mandamientos de la Ley. Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Para que nos demos
cuenta de la realidad del pecado. Sólo cuando conocemos la Ley e intentamos
cumplirla nos damos cuenta de que nos es imposible. El propósito de la Ley es
hacernos conscientes de nuestra debilidad y pecado. Entonces, ¿es imposible
llegar a Dios? Todo lo contrario; porque el camino que nos lleva a Dios no es
el de la Ley, sino el de la Gracia. No por las obras, sino por la fe.
Para ponérnoslo más claro, Pablo usa tres comparaciones.
Nos pone el ejemplo del tribunal, lo que
llamamos justificación. En este ejemplo se piensa que el hombre se encuentra
ante el tribunal de Dios. La palabra griega que traducimos por justificar es
dikaiún. Todos los verbos griegos que terminan en -ún quieren decir, no hacer a
alguien algo, sino tratar, considerar a uno como algo. Si se presenta ante el
juez uno que es inocente, el juez le declara inocente. Pero el caso del que se
presenta ante Dios es que es totalmente culpable, y sin embargo Dios, en su
infinita misericordia, le trata y le considera como si fuera inocente. Eso es
lo que quiere decir justificación.
Cuando Pablo dice que " Dios justifica al malvado»
quiere decir que Dios le trata como si fuera bueno. Eso era lo que
escandalizaba a los judíos hasta el colmo. Para ellos eso sólo lo harta un juez
inicuo. "El justificar al culpable es una abominación para Dios»
(Pro_17:15). «Yo no perdonaré al culpable» (Exo_23:7). Pero Pablo dice que eso
es precisamente lo que hace Dios.
¿Cómo puedo yo saber que Dios es así? Lo sé porque Jesús lo
ha dicho. Vino a decirnos que Dios nos ama aunque somos malos. Vino a decirnos
que, aunque somos pecadores, seguimos siéndole muy queridos a Dios. Cuando
descubrimos eso y lo creemos, se cambia radicalmente nuestra relación con Dios.
Somos conscientes de nuestro pecado, pero ya no estamos aterrados ni alejados.
Quebrantados y arrepentidos acudimos a Dios, como viene a su madre un niño
triste, y sabemos que el Dios al Que venimos es amor.
Eso es lo que quiere decir justificación por la fe en
Jesucristo. Quiere decir que estamos en la debida relación con Dios porque
creemos de todo corazón que lo que Jesús nos ha dicho de Dios es la verdad. Ya
no somos extraños que tienen terror a un Dios airado. Somos hijos, hijos
errantes que confían en que su Padre los ama y los perdonará. Y nosotros no
podríamos haber llegado nunca a esa relación con Dios si Jesús no hubiera
venido a vivir y a morir para decirnos lo maravillosamente que Dios nos ama. La
ley aquí referida es la ley de Dios, o como revelada durante la dispensación
patriarcal, o la más completamente revelada ley de Dios que tenían los judíos
en las Sagradas Escrituras. Pero el gentil no había guardado esa ley, ni tampoco
el judío. Por tal razón no habían encontrado la justificación por medio de ley.
¿Por qué? Porque la ley no justificaba; solamente declaraba el pecado y
condenaba al transgresor (pecador) de ella. (La ley “justifica” solamente al
que la guarda perfectamente). Por ley viene el conocimiento de pecado, pero no
el perdón del pecado. Gál_2:16.
Hechos 15; 11
Creemos más bien que somos salvos por la gracia del
Señor Jesús, de la misma manera que ellos también lo son.
Que por la gracia del Señor Jesucristo; no a través de la circuncisión,
ni por ninguna obra de la ley, moral o ceremonial; pero a través de la gracia
de Cristo emprendiendo por ellos, asumiendo su naturaleza, y muriendo en su
lugar; a través de su gracia redentora, justificadora y perdonadora: la
salvación es por medio de Cristo; Jehová el Padre lo designó para ser su
salvación; le envió, y vino a salvar a los pecadores; y él ha obtenido la
salvación para ellos; y está en él, y en ningún otro: y esta salvación es por
"la gracia" de Cristo; fue la gracia lo que lo movió a participar en
este trabajo antes de que el mundo comenzara; fue la buena voluntad de los
hombres lo que le hizo descender del cielo y aparecer en la tierra en forma de
sirviente; fue el amor puro lo que lo influenció a dar su vida por ellos; a
través de la gracia en su corazón hizo todo esto por ellos; y es la plenitud de
la gracia en sus manos que seremos salvos como ellos ; ya sea como los
discípulos, los gentiles conversos, quienes sin la circuncisión, y las obras de
la ley, fueron salvados por la gracia pura y el amor de Cristo, al morir por
ellos, y de los cuales solo ellos dependieron para la salvación; o bien como lo
fueron los padres judíos, porque fueron justificados, perdonados, aceptados y
salvados de la misma manera, como lo son los santos bajo el Nuevo Testamento:
no podían guardar la ley a la perfección, ni estaba allí, ni ahora, la
salvación por ella, solo por la gracia de Cristo; y de esa manera, y solo los
creyentes, judíos y gentiles del Antiguo y Nuevo Testamento, ya sean
circuncidados o no circuncidados, son salvos. Los gentiles no fueron salvados
por la luz de la naturaleza, ni los judíos por la ley de Moisés; el uno no se
perdió por falta de circuncisión, ni el otro salvado por él; El único camino de
salvación para ambos, y bajo todas las dispensaciones. es el Señor Jesucristo;
por cuyo sacrificio se expira el pecado, por cuya sangre se perdona, por cuya
justicia los hombres son justificados ante Dios, y son aceptados con él; y por
medio de quienes los santos tienen comunión con Dios; y por quién, y cuya
gracia, y no por sus propias obras, serán salvados con una salvación eterna,
contra el pecado, la ley, la muerte, el infierno y la condenación: y la
salvación de uno y otro, incluso de todo lo que son salvados, judíos o
gentiles, es por gracia; nadie se lo merece; todos ellos han pecado, y están
destituidos de la gloria de Dios; han hecho lo que es abominable, y ellos
mismos son abominables a los ojos de Dios; han destruido, y no pueden ayudarse
a sí mismos; ni tienen nada bueno, sino lo que han recibido del Señor, y por lo
tanto deben atribuir todo a su gracia; es por eso que son lo que son, tienen lo
que tienen y hacen lo que hacen. La salvación, en todas sus partes y ramas, se
debe a la gracia; y así es con respecto a todas las personas que son salvas;
algunos no son salvos por sus obras, y otros por la gracia de Cristo, pero
todos son salvos por gracia; y ninguno tiene espacio para jactarse de los
demás.
¡Maranata! ¡Sí, ven
Señor Jesús!
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