Génesis 1; 1
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
“Dios.”
Heb.: אֱלהִים (’Elo·hím), sin el artículo definido. ’Elo·hím, “Dios”, con el
artículo definido se halla por primera vez en Gén_5:22. El título ’Elo·hím está
en pl. para denotar excelencia o majestad. Gr.: ὁ θεός (ho The·ós), sing. para
denotar una sola persona, “Dios”.
Se
han hecho muchos intentos para definir el término Dios: en cuanto a la palabra
en sí, es anglosajón puro, y entre nuestros antepasados significaba, no solo
el Ser Divino, ahora comúnmente designado por la palabra, sino también bueno;
como en sus temores, parecía que Dios y el bien eran términos correlativos; y
cuando pensaron o hablaron de él, indudablemente fueron sacados de la palabra
misma para considerarlo como El Buen Ser, una fuente de infinita benevolencia y
beneficencia hacia sus criaturas.
Una
definición general de esta gran Primera Causa, en la medida en que las palabras
humanas se atreven a intentarlo, se puede dar así:
El
Ser eterno, independiente y autoexistente: el Ser cuyos propósitos y acciones
brotan de él mismo, sin motivo o influencia extraña: el que es absoluto en el
dominio; la más pura, la más simple y la más espiritual de todas las esencias;
Infinitamente benevolente, benéfica, verdadera y santa: la causa de todo ser,
el sostenedor de todas las cosas; Infinitamente feliz, porque infinitamente
perfecto; y eternamente autosuficiente, sin necesitar nada de lo que él ha
hecho: ilimitable en su inmensidad, inconcebible en su modo de existencia e
indescriptible en su esencia; Conocido completamente solo por él mismo, porque
una mente infinita puede ser completamente aprehendida solo por sí misma. En
una palabra, un Ser que, desde su infinita sabiduría, no puede errar o ser
engañado; y quien, desde su bondad infinita, no puede hacer nada más que lo que
es eternamente justo, correcto y amable. Lector, tal es el Dios de la Biblia;
¡Pero qué tan diferente del Dios de la mayoría de los credos y temores humanos!
Podemos
ver que Elohim Alef Tav que creó los Cielos y la Tierra es claramente Yahshúa
(Elohim Hijo o YAHWEH Menor) Heb. "Bereshít bará Elohím "álef-tav"
hashamáyim veet haáretz." Apoc_22:12-13. "¡Presten atención!"
Dice Yahshúa: "Yo vengo pronto, y mis recompensas están conmigo, para dar
a cada persona de acuerdo con sus obras. Yo soy el 'Alef' y la 'Tav, ' El
Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin." Heb_1:2 b: Él nos ha hablado
por medio de su Hijo, a quien ha constituido dueño de todo, y por medio de El
Creó el universo. (Heb_1:1-3) Abba YAHWEH es el Diseñador-Arquitecto de la
Creación. YAHWEH Crea a través de Su Hijo, de acuerdo a Pro_30:4 y Pro_8:22,
Pro_8:23, Pro_8:2
Dios es el creador de todas las cosas; es una
verdad fundamental del orden religioso, de la cual se derivan nuestros deberes
para con Dios.
En el principio.
Esta frase aquí y en Juan 1:1 indica que antes que fuera creado el universo y
todo lo que en él hay, el eterno Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, por un plan
y designio divinos, crean de la nada todo lo que existe (He 11:3). Las tres
personas de la Trinidad participaron del acto de la creación: Dios el Padre (1
Co 8:6a; Ef 3:9), Dios el Hijo (1 Co 8:6b; Col 1:16) y Dios el Espíritu Santo
(Gn 1:2; Is 40:12, 13; Sal 104:24, 30).
Creó.
El verbo hebreo bara se usa siempre en el A.T. (44 veces) con Dios como sujeto.
El contexto implica que la creación fue hecha de la nada, una doctrina
importante que se afirma en He 11:3 ( Sal 33:6–9; Rom 4:17; 2 Ped 3:5). La
ciencia puede estudiar las leyes que rigen el universo, pero no puede
comprender el origen de lo creado ni del Creador.
«El cielo y la tierra»
es el universo organizado, el resultado de la creación. Para expresar esta
última se emplea el verbo bara', reservado en el AT para formular la acción
creadora de Yahvé o sus intervenciones extraordinarias en la historia de su
pueblo. Los antiguos Hebreos no poseían
un término equivalente al gr. cosmos. El universo en su totalidad era designado
con la expresión el cielo y la tierra (Gn 14.22; Sal 124.8; Mt 28.18). En el
uso de esta expresión se refleja la costumbre semítica de abarcar una totalidad
mencionando dos elementos extremos u opuestos.
Hechos
14; 15
y diciendo:
Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a
vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo,
que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay.
Pablo y Bemabé
se vieron involucrados en un extraño incidente en Listra. La razón por la que
los tomaron por dioses está en la historia legendaria de Licaonia. La gente de
alrededor de Listra contaba que una vez Zeus y Hermes habían venido a la Tierra
disfrazados. Ninguno de los habitantes de todo el país les quiso dar
hospitalidad, hasta que por fin dos campesinos, que se llamaban Filemón y su
mujer Baucis, los recibieron en su casa. En consecuencia, toda la gente de
aquella tierra fue exterminada por los dioses menos Filemón y Baucis, a los que
hicieron guardianes de un espléndido templo y, cuando se murieron, los
convirtieron en dos grandes árboles. Por eso, cuando Pablo sanó al cojo de
nacimiento, los de Listra estaban decididos a no cometer otra vez su antiguo
error. Bemabé debe de haber sido un hombre de aspecto noble, así es que le
tomaron por Zeus, el rey de los dioses al que los Romanos llamaban Júpiter.
Hermes o Mercurio era el mensajero de los dioses; y como Pablo era el que
hablaba, le tomaron por Hermes. Este pasaje es especialmente interesante porque
nos presenta la manera de hablar de Pablo a los que eran completamente paganos,
sin el menor conocimiento de la fe de Israel al que pudiera referirse. Con
personas así empezaba por la naturaleza para llegar al Dios que está detrás de
todas las cosas. Empezaba por el aquí y ahora para llegar al allí y entonces.
Haremos bien en recordar que el universo es el ropaje del Dios viviente.
Se cuenta que
una vez, navegando por el Mediterráneo, los del séquito de Napoleón estaban
hablando de Dios, al Que eliminaban totalmente. Napoleón había estado callado
hasta entonces, pero en cierto momento levantó la mano y señaló al mar y al
cielo y dijo: «Caballeros, ¿Quién hizo todo esto?»
Cuando los
apóstoles predicaron a los judíos que odiaban la idolatría, sólo tuvieron que
predicar la gracia de Dios en Cristo, pero cuando tuvieron que predicarle a los
gentiles, debieron corregir los errores de la religión natural. Compárese la
conducta y la declaración de ellos con opiniones de quienes piensan falsamente
que la adoración de Dios, bajo cualquier nombre o de cualquier manera, es
igualmente aceptable para el Señor Todopoderoso.
Los argumentos
de mayor fuerza, los discursos más fervientes y afectuosos, hasta con milagros,
apenas bastan para resguardar a los hombres de absurdos y abominaciones; mucho
menos pueden, sin la gracia especial, volver los corazones de los pecadores a
Dios y a la santidad.
¡Maranata! ¡Sí,
ven Señor Jesús!
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